24. Catorce de julio
❀ Slice of life, Fluff
❀ Past lovers!au
❀ 2358 palabras
Baekhyun se desperezó con un gemido agudo aquella mañana del catorce de junio. No había nada en su despertador sonando como loco o en sus vecinos arrastrando sillas que le dijera que aquel no iba a ser un viernes habitual.
Sin embargo, sí que empezó como un viernes cualquiera. Se desperezó, se aseó y se vistió para ir a trabajar a su oficina. Era un trabajo tedioso que lo aburría, pero le pagaba las facturas y, tenía que reconocerlo, a Baekhyun le daba pereza buscar un trabajo nuevo.
Aquella mañana no tuvo tiempo para aburrirse. Cuando llegó, su jefe ya estaba dando órdenes a diestro y siniestro, e incluso increpó a Baekhyun por haber llegado solo dos minutos antes de la hora límite de entrada. No tuvo ni tiempo de parar a tomar café, su teléfono no paraba de sonar, y el colmo fue que su jefe le dijo que como "no estaba haciendo nada", que fuera a comprar unas bombillas a la ferretería de la calle de atrás.
Baekhyun no está orgulloso, pero tiene que admitir que pateó con fuerza una lata vacía que encontró en su camino porque estaba cabreado y frustrado, y no podían importarle menos las malditas bombillas. Aun así, se dirigió al establecimiento con la bombilla fundida en una bolsa para que le dieran otra exactamente igual.
El suave tintineo de las campanillas de la entrada anunció su llegada, y una voz masculina anunció que iba a atenderlo. Un hombre algo mayor salió de la trastienda y a Baekhyun apenas le había dado tiempo de sacar la bombilla de la bolsa cuando las campanillas sonaban otra vez.
- Cóbreme esto, no necesito nada más -el hombre que acababa de entrar trataba de colarse, y eso sí que no lo iba a tolerar Baekhyun. Infló sus mejillas y se encaró al desconocido.
- Perdone, yo estaba antes, ¿no ve que el señor me está atendiendo?
Pero su enfado voló por la puerta al ver quién era el sorprendido no-tan-desconocido que le devolvía la mirada.
- ¿Baekhyun?
- ¿Chanyeol?
El dependiente había desaparecido en la trastienda de nuevo, sin prestarles atención alguna, mientras Baekhyun le sostenía la mirada a quien casi se había llegado a convertir en su pareja.
- ¿Qué haces aquí? -le preguntó Baekhyun al otro, admirando cómo los años habían rellenado ese cuerpo alto en los lugares adecuados-. Te hacía en Japón con...
Baekhyun se mordió la lengua en ese momento. Sabía que no debía hablar de aquello, a pesar de que aún le quemara en la lengua y en la garganta. Pero ciertas cosas no se pueden cambiar, simplemente. Chanyeol no pareció ofendido, sin embargo, y le sonrió suavemente, lo que hizo que el corazón de Baekhyun se acelerara.
- Ya no vivo en Japón -dijo simplemente, pero Baekhyun entendió-. Me quedé allí un tiempo incluso después de no tener que estar en Tokyo por obligación, pero quería volver aquí, a Seúl. Me mudé hace apenas un par de semanas, apenas he tenido tiempo de avisar a nadie.
En ese momento, los ojos del alto brillaron con intensidad, fijos en los suyos, y Baekhyun abrió la boca, sin saber bien qué decir.
- Joven, tome sus bombillas -el dependiente volvió y rompió el momento, haciendo que Baekhyun se girara para mirarlo-. ¿Quiere factura?
- S-sí, por favor -le dijo al hombre, todavía demasiado aturdido, y volvió de nuevo su atención a Chanyeol mientras el hombre tecleaba en el ordenador. En ese momento se fijó en el objeto que el alto quería pagar, era un abrelatas-. Entonces, estás adecentando tu casa aún -le dijo, señalando el aparato. El alto rió por lo bajo y asintió.
- Sí, ya sabes que abrir latas nunca fue lo mío.
Lo peor es que sí, que lo sabía, y notó un pinchazo agudo en el corazón. No, no podía dejar que la nostalgia se apoderara de él, ya había sido lo suficientemente duro.
- Tome su factura -el dependiente le tendió el papel y Baekhyun lo tomó, metiéndolo en la bolsa con las nuevas bombillas.
- Gracias -le dijo, antes de mirar a Chanyeol-. Bueno, espero que te vaya bien -agarró la bolsa con fuerza y apretó la mandíbula-. Ya nos veremos.
Baekhyun salió de la tienda, haciendo tintinear furiosas las campanillas, y giró abruptamente hacia la izquierda, pero en lugar de volver con paso decidido a la oficina, como tenía pensado, otro tronar de campanillas y una mano en su muñeca detuvieron su marcha. Al girarse, Chanyeol lo cogía del brazo y sus ojos oscuros, fijos en él como lo habían estado en la tienda, brillaban con algo de desesperación.
- Baekhyun, espera -pudo ver que le estaba rogando no solo con sus palabras, sino con todo su ser-. Me gustaría verte esta noche, si puedes.
El oficinista lo miró y tragó saliva, porque sabía qué iba a responder instintivamente incluso antes de pensarlo siquiera.
- Claro -respondió-. Salgo a las seis de trabajar por aquí cerca.
- ¿Podríamos quedar aquí? -preguntó el alto con la esperanza en su voz. Baekhyun simplemente asintió y el otro sonrió ampliamente-. Perfecto, estaré esperándote, Baekhyunnie.
Y sin darle tiempo siquiera a rechistar, el alto se marchó en dirección contraria.
- Cómo que "Baekhyunnie"... -murmuró el oficinista por lo bajo, los ojos aún fijos en la espalda que se alejaba.
Estuvo toda la mañana como ido, su mente nunca en el trabajo y siempre en Chanyeol, en Chanyeol y él, y en su pasado juntos.
Park Chanyeol y él habían sido amigos desde la infancia. Habían crecido juntos, jugado juntos, y un día, Baekhyun se encontró enamorado de su mejor amigo. Había pasado mucho miedo, creyendo que quizá eso los haría alejarse. Si se confesaba a su mejor amigo, había muchas probabilidades de que lo rechazara y de que no lo quisiera más en su vida. Pero cuando cumplió los veintidós años, Baekhyun descubrió que se equivocaba. Porque no había posibilidad de que Chanyeol lo rechazara, no cuando le devolvió aquel primer tímido beso con un segundo con hambre de sus labios, y con las grandes manos recorriendo todo su cuerpo.
Sin embargo, no iba a ser tan fácil.
Los Park tenían un estatus social ligeramente mayor que el de los Byun y, aunque no tenían ningún problema con que Chanyeol se relacionara con Baekhyun, habían fijado sus miras en alguien de alta posición para casar a su hijo. Los matrimonios concertados no eran algo tan extraño entre ciertas esferas de la alta sociedad, pero que no fuera algo inesperano no significa que doliera menos.
Durante un tiempo, se dijeron que no pasaba nada. Ellos se querían, Chanyeol no quería a esa persona con la que iban a casarlo y a quien apenas conocía. Quería a Baekhyun, y ambos sentían el amor que se profesaban el uno al otro en sus besos y en sus caricias. Pero llegó el día en el que anunciaron que la nueva residencia matrimonial de Chanyeol sería Japón, junto a la persona con la que iba a compartir su vida; y ambos supieron que aquello era el fin. No el fin a su amor, porque Baekhyun sabía que jamás iba a dejar de quererlo, no cuando hacía tanto tiempo que lo amaba, pero sí a su tiempo juntos. Japón no estaba lejos, pero no era exactamente barato ir, ¿y cómo explicar por qué Chanyeol desaparecía todas las noches de casa cuando Baekhyun iba a verlo? Después de la segunda visita del más bajo al país nipón, ambos acordaron terminar aquello que tenían y a lo que jamás habían puesto nombre.
Por eso, después de que los ojos del alto le dijeran que su matrimonio se había roto y que volvía a estar en Corea, Baekhyun se sentía como en una espiral. En cierto modo, pensaba mientras se dirigía a la ferretería de nuevo después de salir de trabajar, esperaba que Chanyeol no estuviera allí. Que todo hubiera sido un sueño extraño por la semana de mierda que estaba llevando y que su mente enfermiza le hubiera jugado una mala pasada.
Pero no, allí, esperándolo con una gran sonrisa y su pelo oscuro meciéndose con la suave brisa, estaba Chanyeol. Lo saludó con la mano y se acercó a su encuentro, como si no pudiera esperar a que el otro terminara de acercarse. Tomó una de sus manos de una manera que hizo creer al más bajo que tenía miedo de que Baekhyun decidiera que no era buena idea y se marchara. Pero el oficinista cerró los dedos alrededor de la amplia y cálida mano del alto, demostrándole que no iba a irse.
No, no iba a hacerlo ni aunque al final le doliera.
- Hola, Baekhyun -lo saludó, y éste se lamió los labios.
- Hola, Chanyeol.
- ¿Vamos a tomar algo? -ofreció-. Te invito.
- No hace falta que me invites -rodó los ojos el más bajo, pero asintió-. Vamos.
Fueron juntos a una cafetería pequeña y acogedora cerca de allí, una que Baekhyun había descubierto un día al salir del trabajo y que sabía que al alto le gustaría. Y no se equivocaba, su cara se lo dijo todo nada más entrar; y era maravilloso y aterrador saber que después de tanto tiempo, aún podía leerlo con la misma facilidad con la que leía un libro abierto.
- Este sitio es bonito, me gusta -le confesó Chanyeol una vez tuvieron delante sus respectivos pedidos.
- Sabía que te gustaría -sonrió el más bajo, y ahí estaba, de nuevo ese brillo en los ojos de Chanyeol que lo hacía estremecer.
- Siempre sabes si algo me va a gustar o no -dijo el alto.
- Te conozco desde hace mucho tiempo.
- Lo sé -admitió Chanyeol, removiendo casi desinteresadamente su café-. Me conoces mejor de lo que nadie me ha conocido ni me conocerá.
- Chanyeol...
- Baekhyun, yo... -el alto lo interrumpió, dejando la cucharilla a un lado-. Soy un cobarde. No fui capaz de plantarle cara a mis padres hace seis años, cuando me dijeron que debía casarme y mudarme a Japón.
- Hiciste lo que debías -murmuró Baekhyun, pero el otro negó con la cabeza.
- No, debí plantarle cara a mis padres y quedarme contigo -el corazón de Baekhyun se saltó un latido y comenzó a latir más rápidamente acto seguido-. No debí dejar que controlaran mi vida.
Hubo un silencio en el que tan solo se miraron, sin decirse nada, hasta que Chanyeol tomó una de sus manos entre las suyas y comenzó a dibujar figuras sin sentido, como hacía cada vez que quería poner en orden sus pensamientos para decir las cosas exactamente como las sentía.
- Fui infeliz en Japón desde el momento en el que llegué -comenzó a explicarle al más bajo, mientras Baekhyun sentía su corazón encogerse con cada nueva palabra-. Mis mejores días fueron los que tú estuviste allí, pero apenas fueron dos semanas en cuatro años. No soportaba no poder tenerte, y cada vez me alejé más y más de la persona con la que se suponía debía compartir mi vida. No fui yo quien pidió el divorcio, pero eso solo me facilitó las cosas.
- ¿Y por qué no volviste entonces? -preguntó en un susurro el oficinista.
- ¿Cómo podría hacerlo? -la voz de Chanyeol sonaba rota, y Baekhyun pudo ver dos grandes lágrimas derramarse por sus mejillas-. Había sido un cobarde, te dejé ir sin oponer resistencia, dejé ir a la persona más importante de mi vida y la que me hacía feliz. No podía simplemente volver, decirte que me había divorciado y pedirte volver a estar juntos. Traté de ganarme la vida honradamente en Japón, aprender a vivir con mi cobardía y renunciar a mis deseos egoístas de estar contigo.
- Pero has vuelto -Baekhyun giró su mano y entrelazó sus dedos con los del alto-. Estás aquí -Chanyeol asintió.
- Porque no podía soportarlo más -los ojos del alto se clavaron en los suyos, acuosos y brillantes pero decididos-. No esperaba encontrarte hoy, quería llamarte cuando me hubiera asentado, porque sabía que si no, te empeñarías en ayudarme. Porque eres así, eres bueno y amable, y siempre pones el bienestar de los demás por delante del tuyo propio. Y por eso te quiero, y siempre te querré, Baekhyun, porque eres único y especial, y no quiero compartir mi vida con nadie más que no seas tú. Sé que soy egoísta -terminó por añadir-, pero por primera vez, estoy siendo valiente por nosotros.
- Idiota -Baekhyun ahogó un sollozo, notando una lágrima caer por su propia mejilla-. Nunca fuiste un cobarde para mí.
En ese momento, Baekhyun soltó el agarre de la mano del alto, pero antes siquiera de que Chanyeol pudiera malinterpretar el gesto, el más bajo lo tomó de las mejillas y lo besó.
Lo besó como aquella primera vez con veintidós años, tímido, inseguro, pero esta vez sus labios sí sabían lo que querían de los de Chanyeol. La respuesta del latono se hizo esperar, agarrándolo por la cintura y pegándolo a él en una postura imposible que a ninguno le importó, porque se estaban besando después de cuatro años de no haberse tenido el uno al otro ambos querían recuperar el tiempo que habían perdido.
No importó que fuera un lugar público, no importó que fueran las seis y media de la tarde. Todo lo que importaba en aquel momento eran sus labios rozándose, probándose, conociéndose de nuevo después de una larga ausencia.
Se separaron despacio, casi como si no quisieran dejar ir al otro. Baekhyun abrió los ojos lentamente y observó el rostro de Chanyeol. ¿Cómo había sobrevivido cuatro años sin él? era la pregunta que no dejaba de repetirse en su cabeza mientras limpiaba con suavidad las lágrimas que aún caían de vez en cuando por el rostro del alto.
- Yo también te quiero, Chanyeol -susurró-, nunca dejé de quererte.
Con una risa algo estrangulada, y con las lágrimas, esta vez de felicidad, aún derramándose, volvieron a besarse
Aquel viernes, aquel catorce de junio, no había sido como los demás.
Porque aquel fue el primer día del resto de su vida juntos.
Happy ChanBaek Day
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro