23. Again, us
❀ Slice of life, Fluff
❀ Domestic!au
❀ Advertencias: age gap
❀ 2731 palabras
Baekhyun era idiota.
No había otra explicación, era simplemente idiota, porque si no, no se encontraría en esa situación.
Baekhyun era un adulto de veintiocho años que trabajaba de lunes a viernes sus ocho horas reglamentarias. Comía en el trabajo, durante la única hora que disponía para ello, y cuando salía, iba a su casa, a veces parando a hacer la compra por el camino. Los fines de semana quedaba con alguno de sus amigos o se quedaba tranquilo en casa, lo que ocurría la mayoría de las veces. Allí veía una película
Esa era su vida, tranquila, monótona, y sin graves alteraciones. Por eso, hasta a él mismo le sorprendió cuando, una lluviosa noche de jueves cualquiera, tocaron a su puerta a las once de la noche. No era habitual que aquello ocurriera, sus conocidos lo habrían llamado y sus vecinos no eran la clase de gente que toca a las once de la noche a una puerta ajena para pedir sal. Extrañado, Baekhyun se levantó del sofá, se abrochó bien la bata que llevaba y se dirigió a la puerta. Se acercó a echar un vistazo por la mirilla, y el aliento se le atascó en la garganta. No podía ser.
Abrió la puerta sin ni siquiera preguntar quién era, demasiado alterado como para pensar en eso, deseando comprobar si finalmente había perdido la cabeza como predicaba su amigo Jongdae por su estilo de vida tranquilo.
Pero no, al abrir la puerta, la alta figura seguía en el mismo sitio, muy real, muy tangible y muy mojada.
- ¿Chanyeol? -susurró, aún dudando bastante de la fiabilidad de sus ojos.
- Hola, hyung -le respondió el chico, el pelo oscuro le caía en mechones gruesos sobre la frente pero dejaba a la vista sus ojos grandes y negros, fijos en el dueño de la casa-. ¿Puedo pasar?
Baekhyun se echó a un lado y dejó pasar al chico, cerrando tras él y yendo a por una toalla. Lo dejó en el salón, junto a la estufa, mientra iba a por una toalla. Mientras volvía con ella en brazos, y con algo de ropa seca, la mente de Baekhyun era un torbellino. ¿Qué hacía Chanyeol allí? ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo? ¿Qué había pasado para que estuviera a las once de la noche fuera, con toda esa lluvia y sin nada más que lo puesto?
- Toma, estarás helado -le dijo, tendiéndole la ropa y la toalla-. Voy a la cocina, puedes cambiarte aquí al lado de la estufa para que no cojas frío, pero hazlo pronto.
- Siempre tan atento -le sonrió el joven, quien aceptó la ropa y la toalla con una sonrisa-. Ya que vas a la cocina, ¿podrías prepararme un té?
- ¿Y a qué crees que voy? -hizo una mueca Baekhyun, lo que provocó que Chanyeol se riera por lo bajo-. Ahora vengo.
Como había prometido, Baekhyun fue a la cocina y comenzó a preparar el té. Era extraño, hacía mucho tiempo que no veía a Chanyeol, pero una sola mirada a los tés que tenía disponibles le hizo saber cuál era el que el alto preferiría. Eligió el té de navidad, que tenía estrellitas de azúcar para que se disolvieran en el agua caliente, porque aún recordaba la brillante sonrisa de Chanyeol, tres años atrás, diciéndole que era su favorito.
Chanyeol era el hijo de unos vecinos de sus padres. Se llevaban siete años, pero aún así se llevaban bastante bien, casi como hermanos, y los padres de Chanyeol a menudo se lo dejaban para que lo cuidara cuando eran más pequeños. La última vez que se habían visto había sido hacía más de tres años, Chanyeol tenía aún diecisiete y él mismo acababa de cumplir veinticinco, cuando los señores Park le habían pedido que por favor, ayudara a Chanyeol con un examen especialmente difícil. Esa era la única vez que el menor había estado en su nueva casa, ese pequeño apartamento al que se mudó al independizarse y en el que aún seguía viviendo.
Por eso le sorprendió verlo, porque no creía que Chanyeol recordara dónde vivía. Y también, le sorprendió el gran cambio en el chico. Ya no era un adolescente larguirucho que parecía haber sido estirado de más, su cuerpo estaba mejor formado y sus movimientos eran más fluidos, al ser consciente de cómo moverse. Su cara, sin embargo, seguí siendo igual de dulce al mirarlo, a pesar de que en sus ojos Baekhyun podía ver que no estaba bien.
- ¿Hyung? -la voz ronca de Chanyeol en su oreja lo hizo dar un salto en el sitio y casi dejar caer la taza, lo que provocó que el alto se riera.
- Me has asustado, no tiene gracia -se enfurruñó, haciendo una especie de puchero mientras colocaba las dos tazas en una bandejita.
- Lo siento -se disculpó el chico-, pero tardabas tanto que pensé que pasaba algo.
- No pasa nada. Anda, vamos -le señaló el salón con la cabeza y el chico obedeció, tomando la bandeja de sus manos, rozando los dedos gruesos con los propios más finos, y sacándole un sonrojo al mayor que el alto no pudo ver.
Ya en el salón, se dedicaron a ver la tele y a hablar un poco de todo, sin ahondar en el motivo por el que Chanyeol había ido a aquellas horas y empapado a su casa. Los pantalones le quedaban cortos al alto y de vez en cuando, podía ver cómo tiraba de ellos, intentando que bajaran un poco para llegar a sus tobillos, sin suerte. Pero no parecía incómodo, de hecho, Chanyeol parecía emocionado de estar allí con Baekhyun, y no paraba de hacerle preguntas sobre su vida y su trabajo.
- Chanyeol -lo llamó el mayor, en un momento en el que el menor se quedó sin preguntas que hacerle-. ¿Por qué has venido?
Pudo ver el cambio. Incluso a pesar de todos los años que habían pasado, aún podía ver esos pequeños gestos que le indicaban cómo se sentía el menor. La mirada huidiza y hacia el suelo le decía que estaba avergonzado, el tic de tocarse suavemente la oreja le decía que también se sentía avergonzado.
- He suspendido una asignatura importante en la universidad -le dijo-, y mis padres se han enfadado mucho. Llevan mucho tiempo presionándome para que consiga buenas notas, pero no me gusta la carrera que ellos escogieron para mí, por más que se lo diga, no consigo que me entiendan. Hoy ya ya sido demasiado, hemos explotado todos y simplemente me he ido.
- ¿Y por qué has venido aquí? ¿No estarías mejor con alguno de tus amigos?
En ese momento, Chanyeol lo miró a los ojos, directo y sin rodeos, y Baekhyun comprendió, teniendo que apartar la vista un segundo.
- Chanyeol, yo...
- No espero nada -lo cortó el menor. Él lo miró y el chico le dedicó una sonrisa frágil-. Solo... me siento bien aquí.
Baekhyun asintió, y no dijeron nada más, terminaron sus bebidas y se fueron a dormir. Por suerte o por desgracia, Baekhyun tenía una cama nido, por lo que sacó la cama inferior de debajo de la suya propia y le puso sábanas para que el menor pudiera dormir.
Las luces pronto estuvieron apagadas, pero Baekhyun no podía dejar de pensar en el chico acostado en la cama junto a la suya. Podía escuchar su respiración, tranquila, y se giró para poder mirarlo. La poca luz que entraba por las rendijas de la ventana le dejaba ver su espalda ancha, mucho más ancha de lo que la recordaba, al igual que todo él, que había crecido hasta convertirse en alguien casi ajeno a lo que había sido Chanyeol.
Pero en realidad, él seguía allí. Podía verlo en sus gestos, en sus risas, en esa forma especial de mirarlo. Era igual que tres años atrás, y Baekhyun entró en pánico solo de pensarlo. Aquella vez se había evitado una tragedia mayor al interponerse su lado más responsable, pero aquellos ojos seguían mirándolo de la misma manera y no sabía si iba a poder bloquear todo aquello otra vez.
Baekhyun pasó mala noche, con sueños que lo agobiaron y, cuando el despertador sonó a las seis y media de la mañana, quiso estrellarlo contra la pared. Y se sintió idiota, porque si no fuera tan blando en todo lo que respectaba a Chanyeol, podría haber llamado a sus padres la noche anterior y haber seguido su vida como si nada. Pero no podía.
El chico gruñó un poco entre sueños y abrió un ojo para mirar al mayor de los dos.
- ¿Qué hora es? -gruñó con una voz aún más ronca que de costumbre. Baekhyun se estremeció.
- Las seis y media -dijo, con la voz más monótona que pudo-. No tienes que levantarte, puedes quedarte el tiempo que necesites.
Chanyeol le sonrió entonces y se despidió con la mano, antes de darse la vuelta y volver a dormir. El mayor no pudo evitar la sonrisa que se formó en su cara, pero debía darse prisa para prepararse, así que cogió su ropa y se cambió en el cuarto de baño. Se preparó lo más en silencio que pudo y se fue, dejando la casa a oscuras y a un chico de veintiún años durmiendo en su cuarto.
Su día fue bastante normal, incluso en algún momento, dada la cantidad de papeles que puso su jefe en su mesa, Baekhyun logró olvidar que a la vuelta, habría una persona esperando en su casa. Pero no pudo más que recordarlo cuando dicha persona lo abrazó nada más entrar por la puerta y le dio un beso en la mejilla.
- Bienvenido a casa, hyung -lo saludó con ánimo Chanyeol.
- Hola, Chanyeol -le sonrió, y algo cálido se extendió por su pecho al mirar la cara sonriente del menor.
- Vamos, ponte cómodo, te he hecho la cena.
- ¿Pero sabes cocinar?
Chanyeol rodó los ojos, fingiendo molestia, y lo mandó a su cuarto. Las dos camas estaban hechas, pero la cama nido seguía fuera, como si el menor diera por hecho que iba a quedarse ahí. Y bueno, pensó Baekhyun mientras se ponía ropa cómoda, siendo sinceros, no es que él fuera a echarlo.
La cena que el menor había preparado era sencilla, pero estaba buena y Baekhyun comió todo con ganas, sin poder dejar de ver la sonrisa de satisfacción, y puede que algo de orgullo, que lucía el más alto de los dos. Le hacía feliz que el hecho de disfrutar de la cena hiciera feliz al menor, pero, maldita sea, estaba cayendo de nuevo y no quería hacerlo. No podía.
- ¿Has llamado a tus padres? -le preguntó con curiosidad mientras terminaba con el último trozo del plato. Chanyeol lo miró, algo incómodo por el cambio de tema, pero sabía que no iba a mentirles.
- Les mandé un mensaje -respondió-. Les dije que estaba aquí y que volvería cuando me sintiera mejor.
Baekhyun asintió. No era una llamada pero al menos sus padres no denunciarían su desaparición y a él no lo detendrían por secuestro, o algo así.
- ¿Y te sientes mejor?
Era una pregunta inocente. Solo quería saber cómo se sentía el chico, porque en su mente, Baekhyun estaba planificando cómo conseguir que sonriera; llevándolo a dar un paseo al día siguiente o comiendo helado. Pero Chanyeol lo se acercó mirándolo a los ojos, lo tomó por la mejilla y lo besó. Fue todo tan fluido, tan natural, que Baekhyun no había procesado lo que iba a pasar hasta que tuvo los suaves labios del alto presionando contra los suyos. El contacto se acabó pronto, y los ojos oscuros del menor se fijaron en los suyos
- Ahora me siento mejor -le susurró.
Baekhyun abrió y cerró la boca, sin saber qué decir, tratando de controlar lo incontrolable, porque esta vez, era Chanyeol quien se había acercado.
Recogieron en silencio, el mayor podía notar los ojos del otro siguiéndolo, buscando su reacción, pero no encontraron ninguna hasta que estuvieron de nuevo en el cuarto, cada uno en una cama, con la luz de la mesita de noche encendida.
- ¿Estás enfadado conmigo? -la voz de Chanyeol lo hizo mirarlo. El menor estaba de lado en la cama, abrazando la almohada y mirándolo con los ojos preocupados.
- No estoy enfadado, Chanyeol -le dijo, sonriendo a medias-. Buenas noches.
- No.
- ¿No?
En un movimiento fluido y rápido, el menor se coló en su cama, junto a él, lo que hizo que el corazón de Baekhyun latiera desbocado. ¿Pero qué...?
- ¿Por qué sigues rechazándome? -le increpó.
- No te rechazo, Chanyeol -le dijo-, pero no puedo.
- ¿Por qué no? Soy adulto, puedo tomar mis propias decisiones.
- Es un error -insistió el mayor.
- No me estás coaccionando, Baekhyun.
Fue eso, que el otro pronunciara su nombre, lo que lo hizo parar y mirarlo. Porque ya no era "hyung", no era el hermano mayor. Era Baekhyun, un hombre, y Chanyeol también lo era.
Porque hacía algo más de tres años, Baekhyun se había torturado pensando que casi fuerza a Chanyeol a quererlo, casi lo fuerza a besarlo, porque estaba tan enamorado de aquel chico que parecía mentira que nadie lo notara. Pero Chanyeol era menor, y el beso que Baekhyun pretendía darle se quedó en un semi inocente beso en su mejilla, cerca de la comisura de sus labios. Y desde entonces, el mayor se torturaba, pensando en la clase de monstruo en la que casi se había convertido, y cerrando su mente por completo a la posibilidad de tratar de estar con Chanyeol una vez fuera mayor de edad.
Y ahora, el mismo chico de diecisiete años y medio al que casi besó estaba con él, con veintiún años en su cama, diciéndole todas aquellas cosas que él se había dicho que era imposible que sucedieran.
- Chanyeol, yo... siento haber tratado de...
- No lo sientas -el menor buscó su mirada mientras lo rodeaba con sus cálidos brazos-. Entiendo por qué te detuviste, pero no soy un niño pequeño, Baekhyun, sé desde hace años que me quieres, y hace años que siento lo mismo por ti, pero sabía que mi edad era tu barrera y que te culpas de lo que pasó hace tres años.
- Soy un...
- Eres humano -volvió a interrumpirlo-. Pero, y a pesar de que yo no pensaba detenerte, tú mismo te paraste. He esperado todos estos años para estar contigo y que tú no te sintieras presionado por mi edad, así que no me digas que me has coaccionado, porque de ser por mí, estaríamos celebrando nuestro tercer aniversario.
Baekhyun se mordió el labio, incapaz de decir nada por la emoción que sentía, pero Chanyeol lo entendió y sonrió. Llevó una mano a su boca, donde lo obligó con suavidad a soltar su labio y entonces volvió a besarlo.
Solo que esta vez, Baekhyun rodeó su cuello con sus brazos y respondió al beso, volcando en ese roce de labios todos sus anhelos, sus miedos e inseguridades, pero sobre todo, mostrándole todo lo que lo quería y todo lo que había esperado por él. Se besaron dulce pero apasionado, con el hambre que les daba el haberse negado aquel contacto durante años, pero a la vez, queriendo preservar el momento en su memoria.
Al separarse, los labios de ambos brillaban, al igual que sus ojos, y Baekhyun se sintió bien, lo sintió correcto, y sonrió suavemente.
- Tenía mucho miedo -confesó-, pero no siento que esto esté mal.
- Porque no lo está -le sonrió el menor de vuelta, acariciando su mejilla y dejando otro beso suave sobre sus labios-. Esto está bien.
Baekhyun sonrió y volvió a besarlo, demasiado feliz, hasta que una duda cruzó su mente.
- Entonces, ¿lo del suspenso era mentira? -el alto hizo una mueca y él supo la respuesta antes de que la dijera.
- Por desgracia no, pero eso es algo que tengo que solucionar con mis padres.
- Te ayudaré en lo que pueda -Chanyeol sonrió.
- Sé que lo harás -lo apretó un poco más hacia sí y dejó otro beso sobre sus labios, como si nunca tuviera suficiente-. Te quiero, Baekhyun -el mayor sonrió.
- Te quiero, Chanyeol.
Y juntos, pensó el mayor, podrían afrontar lo que fuera.
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