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21. With You

Fluff, Slice of life a lo mejor? pero muy muy poco

Stargazing!au 

Advertencias: de verdad que no sé qué narices hice, sólo quería escribir algo relacionado con el comeback, lo siento mucho(??)

3160 palabras 

 -¿Dónde te crees que vas? ¡Estás despedido si te largas!

Baekhyun lo sabía, pero le daba igual. Estaba harto de su jefe, harto de todos, y deseaba que lo dejaran de una maldita vez en paz. Era en eso en lo único que pensaba cuando se puso el casco de su moto, arrancó el motor con un gran estruendo y dejó que la noche y las calles lo llevaran.

Le podían follar al señor Kim y a su tienda de comestibles. No le hacía falta esa mierda de trabajo, no le hacía falta ese piso enano en el que vivía con ese casero tan tocapelotas que siempre le recordaba que le debía dos meses de alquiler. No le hacían falta las personas que lo juzgaban por su aspecto desarreglado, por su moto ruidosa, por no encajar en el hueco que la sociedad decía que le correspondía.

Paró en un semáforo en rojo, frustrado. No había nadie, y quizá en otra ocasión se habría pasado el semáforo sin importarle una mierda las consecuencias. Pero paró, se levantó la visera y miró a un lado, al paso de peatones.

No esperaba ver a alguien allí parado, no cuando se suponía que los peatones podían cruzar. Pero aquel chico alto y guapo, de pelo oscuro, rizado y esponjoso, estaba allí parado, mirándolo. Cuando sus miradas se cruzaron, el chico le sonrió y lo saludó con la mano, provocando que la mochila a su espalda se le escurriera un poco por el hombro. ¿Pero qué...? Baekhyun se sonrojó sin saber muy bien por qué. ¿Quién narices era ese desconocido que lo saludaba como si se conocieran?

Baekhyun no le devolvió el saludo, pero el chico no perdió la sonrisa y comenzó a caminar hacia él. Baekhyun miró a todos lados, buscando otro objetivo que no fuera él de la atención del atractivo desconocido, pero no había nadie más. Estaba aún cerciorándose de aquello cuando sintió que su moto se hundía un poco más y que unas manos rodeaban su cintura.

Casi, casi se cae de la moto.

-¿Pero qué demonios haces? -le chilló al desconocido, que simplemente le sonreía.

-Llévame a casa -respondió con una voz ronca que no pegaba con sus rasgos aniñados, pero que no podía decir que no le gustara.

-Pero, ¿tú te crees que soy un taxi o algo así? -le espetó de mala manera, fiel a su personalidad algo brusca-. Llama a algún amigo tuyo o algo así, yo no te conozco.

-Solo tú puedes llevarme -insistió.

-Te repito que no te conozco, niño.

-Me llamo Chanyeol, y no soy un niño -frunció el ceño, pero el leve puchero de sus labios no ayudaba a su declaración-. Llévame, por favor. Te pagaré si es lo que quieres.

Baekhyun iba a responderle mal de nuevo, pero un pitido y un grito de un conductor furioso llamaron su atención. El semáforo se había puesto verde para los vehículos durante su charla, y estaba bloqueando el paso. Bufando, rodó los ojos y se resignó a llevar un polizón inesperado a su espalda.

-Si lo que buscas es robarme, te digo que no has elegido al mejor objetivo, estoy sin blanca -lo informó por encima del ruido del motor.

-Solo quiero ir a casa. Por favor.

Baekhyun cerró la boca y condujo. No sabía dónde vivía el chico, pero suponía que podía llevarlo hasta su propia casa y allí dejarlo llamar por teléfono, si aún no le habían cortado la línea, claro. Su móvil no tenía llamadas gratis y no podía permitirse gastar dinero en eso.

No estaba acostumbrado a llevar a alguien detrás, de hecho, tanto sus amigos como sus familiares decían que conducía de manera temeraria y que les daba miedo montarse con él. Así que trató de conducir con cuidado, más del que tenía habitualmente en cualquier caso, sobre todo cuando notó que el chico se echaba sobre él. Tenía incluso los ojos cerrados, según pudo ver en su reflejo en un escaparate de una tienda frente a la que paró en otro semáforo. Algo dentro de él le dijo que debía cuidar de no molestarlo, y así lo hizo.

Mientras conducía, Baekhyun pensaba. No conocía al joven guapo que llevaba detrás, pero algo le decía que no iba a pasarle nada con él. Parecía algo más joven que el propio Baekhyun, aunque su cuerpo y sus manos eran más grandes, pensó con algo de vergüenza. No le gustaba sentirse pequeño en general, pero menos aún con alguien personas que eran menores que él. Trató de recordar el nombre del desconocido, pero en ese momento había estado tan centrado en saber qué quería, que no recordó su nombre.

Notó al chico moverse cuando detuvo el motor de la moto en el aparcamiento frente a su edificio. Se apeó antes que él, y se quedó observando cómo Baekhyun se quitaba el casco y lo guardaba en el maletero de la moto.

-Vamos -le dijo al chico, una vez hubo tomado su pequeña mochila con sus cosas.

El otro asintió y lo siguió dentro del edificio. Subieron las escaleras hasta el segundo piso porque el ascensor no funcionaba nunca, y Baekhyun se detuvo en la puerta de su piso, pero para su sorpresa, el chico se movió para colocarse frente a la puerta contigua. El más bajo lo miró, completamente perdido, pero el alto sonrió.

-Gracias por traerme a casa.

-De... nada -respondió sin palabras Baekhyun. No recordaba que ese chico fuera su vecino, de hecho, no recordaba haber visto nunca a quienes habitaban el piso contiguo.

-¿Te parece bien que te invite mañana a tomar algo a casa? Por las molestias de traerme.

-No es necesario -sacudió la cabeza, pero al ver la expresión triste del otro, añadió-, pero iré si quieres.

La cara del alto se iluminó con una gran sonrisa, y Baekhyun pudo sentirse a sí mismo sonreír.

-Hasta mañana, entonces -se despidió el alto, abriendo la puerta de su piso.

-¡Espera! -lo detuvo Baekhyun. El chico paró, sorprendido, y él se mordió el labio antes de continuar-. Recuérdame tu nombre.

-Park Chanyeol -le sonrió el alto, sonriendo con suavidad-. Buenas noches, Byun Baekhyun. Ah -se detuvo una última vez antes de entrar por completo a su piso-, me ha gustado mucho ir contigo en la moto.

La puerta se cerró entonces con suavidad y Baekhyun se quedó allí, en el descansillo, mirando la puerta cerrada. Más tarde aquella noche, ya vestido con ropa cómoda y sentado en el suelo junto a la ventana que daba a su balcón, Baekhyun miraba las estrellas que brillaban en el firmamento y recordaba el viaje en moto y las palabras de Chanyeol.

Una sonrisa, una genuina y amplia, nació en su cara. Quería que llegara ya el día siguiente.

***

-Pasa, estás en tu casa.

Chanyeol lo recibió con una sonrisa amplia y lo invitó a pasar. El piso era igual de pequeño que el del propio Baekhyun, pero el de Chanyeol estaba bastante más limpio y ordenado que el propio. Se sentó en el único sofá que había en el salón, junto a Chanyeol, quien había traído una tetera con agua caliente y un pastel.

-¿Té? ¿Café?

-Té está bien -respondió el más bajo, sintiéndose aún lago extraño.

Para él, no era lo habitual que alguien como Chanyeol, de buen aspecto y tan, bueno, normal, si es que se podía decir así, lo tratara como a un igual y le preguntara qué quería beber o si prefería que fueran a tomar café a otro sitio.

-Chanyeol -le preguntó una vez que tuvo la bebida caliente entre sus manos-, ¿cómo sabías que era yo anoche? Llevaba el casco.

-Siempre te veo entrar y salir de casa -le sonrió el chico sirviéndole un pedazo de pastel-. Acababa de perder el último autobús y fuiste como una especie de salvador para mí.

-¿Y no te dio miedo? No me conoces, exceptuando que me hayas visto por ser vecinos.

Chanyeol lo miró a los ojos entonces, una mirada cargada de intensidad y de otra cosa que, a pesar de que no fue capaz de identificarla, llenó a Baekhyun de una emoción que nunca antes había sentido. Su corazón se saltó un latido, y sintió su aliento atorarse por un momento en su garganta.

-Sabía que podía confiar en ti.

-N-no deberías -respondió el más bajo, apartando la mirada y bebiendo un sorbito de su té. Era dulce y lo calentó por dentro, aunque no sabía si era tanto la bebida o la compañía del alto-. Todo el mundo dice que es peligroso ir conmigo en moto.

-Yo me sentí muy seguro.

-Eres un poco raro -rió a medias Baekhyun, y Chanyeol sonrió ampliamente.

-Eso sí me lo dicen a menudo.

Baekhyun le sonrió de vuelta, le sonrió de verdad y, demonios, no sabía qué tenía ese chico, pero conseguía que su mal humor se evaporara, que no fuera capaz de enfadarse con él o de frustrarse como lo haría normalmente por tonterías como que recogiera las migajas de pastel que caían a la mesa con el dedo y que las pusiera sobre una servilleta para recogerlas. Todo él le parecía adorable o algo así.

-¿Te gusta mirar las estrellas? -le preguntó de pronto al alto. Éste parpadeó, y él se maldijo por no pensar antes de hablar.

-Sí, me gusta -le respondió con una sonrisa-. No sabía que te gustaba a ti.

Baekhyun tampoco lo sabía, de hecho. Tan sólo había recordado el día anterior, cuando estuvo sentado en la ventana de su balcón, mirando las estrellas y pensando en él. Pensando en que le gustaría poder compartir algo así con Chanyeol.

-Podríamos subir a la azotea a verlas.

-Podríamos -asintió Chanyeol-, pero hoy está nublado -señaló la ventana y era cierto, ni un trocito de cielo era visible tras los densos nubarrones negros-. Pero me gustaría poder ver las estrellas un día contigo. Cuando el cielo esté despejado.

-¿Es una promesa? -alzó la ceja Baekhyun, algo escéptico. Chanyeol rió, una risa que hizo que el interior del más bajo se caldeara, y alzó el dedo meñique.

-Es una promesa.

Baekhyun alzó su meñique y lo enredó con el ajeno, sus mejillas ardiendo por el simple roce de sus dedos.

-Más te vale no romper tu promesa -lo medio amenazó con una sonrisa, una que el otro le devolvió.

-No lo haré.

Y no lo hizo. Aquella misma semana, Chanyeol apareció en su puerta un día después de cenar, telescopio al hombro, para que ambos fueran a la azotea a mirar las estrellas. Bien abrigados, plantaron el telescopio y estuvieron mirando las estrellas, Chanyeol mostrándole las constelaciones que eran visibles en el frío cielo de primeros de noviembre.

-Ahí puedes ver la constelación de Lira -le explicaba, calibrando el aparato antes de dejarle mirar a través de su lente-. Tienes que fijarte mucho, porque con la contaminación lumínica apenas sí se ven. También tienes la Osa Mayor, y parte de la constelación de Tauro.

-Yo soy Tauro -comentó Baekhyun.

-Entonces cumples a finales de abril o a principios de mayo -la voz animada del alto le hizo despegar la vista del cielo para mirarlo a él-. Te pega haber nacido en primavera.

-¿Cuándo es tu cumpleaños? -le preguntó, obviando sus últimas palabras.

-Soy Sagitario -le respondió con misterio el alto-. También puedes ver parte de esa constelación, de hecho.

-Entonces tu cumpleaños es pronto.

-No sabía que te gustaban los horóscopos, Baekhyun -rió de buena gana-. Sí, mi cumpleaños es pronto.

-Te haré un regalo -le dijo el más bajo, pero el otro rodó los ojos.

-Encuentra un trabajo, Baekhyun, eso será mi regalo.

Baekhyun se lanzó a hacerle cosquillas y el más alto chilló, corriendo para huir de él entre risas. La verdad era que Baekhyun estaba buscando trabajo, sin éxito. En otras ocasiones en las que se había encontrado en esa situación, su humor había empeorado drásticamente, se había negado a salir de casa o a seguir buscando empleo, incluso, seguro de que nadie lo iba a contratar. Pero no era así en esa ocasión. Seguía saliendo con ganas a buscar empleo, su humor era como siempre e iba a ver a Chanyeol al menos una vez cada dos días.

Quizá ese era el verdadero cambio, se dijo a sí mismo, una de las noches que estaban mirando las estrellas. Estaban ya a mediados de noviembre, él seguía sin trabajo, pero no era un pensamiento tan angustioso como normalmente lo era. Junto a Chanyeol, sentía que podía estar en paz consigo mismo, dar lo mejor de sí, incluso si la situación le era adversa. Porque cada vez que ese chico le sonreía, orgulloso de verlo intentarlo sin descanso, sentía que podía hacer cualquier cosa si Chanyeol se quedaba a su lado.

-Chanyeol -le preguntó al chico, que en ese momento miraba por el telescopio. Éste le respondió con un leve '¿Hmm?' que daba a entender que lo estaba escuchando-. ¿Y tus padres? Nunca los he visto contigo.

-Es que vivo solo, Baekhyun -le contestó con diversión el alto, antes de mirarlo. Pero sus ojos no irradiaban diversión, sino que destilaban tristeza a pesar de la sonrisa de su boca-. Mis padres no están.

Baekhyun no preguntó más. Sabía lo que era tener unos padres ausentes, ya fuera por fallecimiento o por desentenderse de sus hijos. Ambos casos eran duros, y no quiso preguntar más. Él mismo no hablaba de sus padres por la misma razón. Así que todo lo que hizo fue acercarse a Chanyeol y tomarlo de la mano con fuerza, mirándolo con intensidad, para que supiera que podía contar con él. El chico le sonrió y, para su sorpresa, lo rodeó en un abrazo cálido. Su olor fresco, dulce y adictivo, lo arrolló como si de un tren se tratase, y se encontró con sus piernas flaqueando ante la presencia de Chanyeol.

-Gracias, Baekhyun -le susurró al oído, dejando un beso en su mejilla antes de apartarse para volver a mirar por el telescopio como si nada hubiera pasado.

Para Baekhyun no fue tan fácil.

Desde entonces, cada vez que se veían, no podía dejar de recordar ese beso rápido y fugaz que había calentado su interior. Miraba los labios del alto, miraba sus ojos, sus manos, casi como si lo viera por primera vez. Y lo más extraño de todo era el latido desbocado de su corazón cuando estaban juntos, cómo se volvía loco latiendo a más no poder, cómo su sonrisa era casi imborrable cuando Chanyeol estaba con él.

No fue hasta una noche de finales de noviembre que lo comprendió.

Esa noche estaba ya metido en la cama, tapado hasta la nariz para tratar de combatir el frío en un piso sin calefacción, cuando unas llamadas insistentes a su puerta cerca de medianoche lo hicieron levantarse. Cuando abrió la puerta, no esperaba encontrarse a un Chanyeol muy emocionado, con un gran abrigo y con la nariz roja por el frío.

-¡Baekhyun, tienes que ver esto!

-¿Ver el qué?

Pero el chico simplemente tiró de él, apenas dándole tiempo a coger las llaves, y tiró de él hacia la azotea. Baekhyun se anudó la bata como pudo para protegerse del frío. Al abrir el alto la puerta de la azotea, un rayo de luz iluminó el cielo ante sus ojos. Baekhyun abrió mucho los ojos y la boca, mientras Chanyeol lo miraba aún con esa sonrisa enorme que tanto le gustaba al más bajo.

-¡Estrellas fugaces! -chilló el alto, emocionado, y rió.

Era un espectáculo hermoso. Baekhyun jamás había presenciado algo así, una tras otra las estrellas caían, casi se derramaban por el cielo, iluminando la oscura bóveda celeste. Era digno de verse, y se giró hacia Chanyeol para decírselo, pero no pudo.

Chanyeol estaba de perfil, mirando con ojos brillantes las estrellas que caían. Su expresión de adoración pero de calma llenaron el pecho de Baekhyun de algo cálido y tan intenso que casi, casi le dolía. Ya no podía decirle a Chanyeol que las estrellas fugaces eran lo más bonito que había visto en la vida, porque lo más bonito que había visto en su vida era a él. A Chanyeol, mirando las estrellas.

-Te quiero.

No sabe cómo ni por qué dijo esas palabras, pero sabía, no, sentía que eran verdad y no se arrepentía de decirlas, ni siquiera cuando Chanyeol se giró para mirarlo con sorpresa. No dijo nada, puede que demasiado sorprendido, y Baekhyun se lamió los labios, pero estaba decidido.

-Te quiero -repitió. El alto se acercó a él poco a poco, y lo abrazó.

-Pensé que había oído mal -le dijo Chanyeol en un susurro en su oído.

-¿Por qué?

-Porque es lo que llevo queriendo que me digas desde que te vi por primera vez.

Chanyeol se separó para mirarlo con una sonrisa y los ojos brillantes de emoción. Baekhyun parpadeó, intentando convencerse de que sí, que no es una ilusión o un sueño, lo que provocó que el alto riera un poco por lo bajo y tomara su cara entre sus manos.

-Te quiero, Baekhyun.

Sus labios chocaron suavemente, en un beso torpe de dos personas que no saben bien qué hacer pero que sí saben que quieren que el otro note en ese beso todo lo que le hace sentir. La boca de Chanyeol era dulce, como él mismo, sus labios suaves y gruesos, acariciando los propios más finos de Baekhyun mientras sus manos lo rodeaban, metiéndolo en su enorme abrigo y protegiéndolos a los dos del frío. Las estrellas fugaces seguían cayendo en un baile perfectamente sincronizado, pero ellos estaban más interesados en la danza de sus labios juntos, diciéndose sin palabras lo que sentían por el otro.

Al romper el beso despacio, se miraron.

-¿Por qué yo? -le preguntó el más bajo-. Tengo mal humor, malas contestaciones, no tengo trabajo y no soy una buena compañía.

-Porque eres tú, Baekhyun -le sonrió el alto-. Porque lo que para ti son defectos, para mí son las cosas que te hacen ser tú y por las que me enamoré de ti. Porque no me hace falta un hombre perfecto, sólo me haces falta tú.

-Pero no he podido regalarte el encontrar un trabajo, y noviembre ya se acaba.

-No, no lo hiciste. ¿Pero sabes qué? -le mostró la pantalla de bloqueo de su móvil, donde el más bajo descubrió con sorpresa que eran bien pasadas las doce y media de la noche del veintisiete de noviembre-. Me has hecho un regalo mucho mejor en mi cumpleaños -los ojos le brillaron al mirar de nuevo al más bajo-. Estar contigo.

La felicitación murió en los labios de Baekhyun cuando Chanyeol lo besó de nuevo, pero no le importó. Iba a tener todo el día para felicitarlo, y tendría muchos más cumpleaños a partir de entonces. Porque Baekhyun no encontraba su sitio en la sociedad, pero sí tenía un sitio muy claro, uno que conservaría por siempre.

Su sitio junto a Chanyeol.

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