Lado A | Drabble
♚•°'| Formato: Drabble
♚•°'| Extensión: 598 palabras.
♚•°'| Género: Narrativo
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ᴍʀ. ʜᴏᴘᴇ
Con un lastimero alarido animal, la catástrofe había llegado a la Ciudad del Tiempo, en aquella primavera.
Los habitantes salían a las calles, en una procesión de alarmante búsqueda, pues, la desgracia había llegado al pueblo desde que ese maravilloso hombre había desaparecido.
El primero en notarlo, fue el panadero YoonGi, pues él siempre le había saludado cada mañana sin falta para ofrecerle una sonrisa deslumbrante y bendiciones desbordantes de sus labios.
El segundo, fue el poeta; pues sus versos no surgieron con la fluidez acostumbrada, como cuando su maravillosa persona, se paseaba embelesado por los rayos dorados de un sol veraniego. La inspiración pareció indignarse con su ausencia, así que tomó sus maletas y se fue junto a él.
Decían por allí las ancianas, que esa persona, había tomado un día su capa de pasión, envolviendo en fuego sus pies, antes de desaparecer por completo, tras el mar del oriente, bajo las pestañas de un ocaso mitigado por la neblina y la decepción humana.
Decían que vieron a sus cabellos de caoba, bailotear con una tormenta de viento salado; y a sus esmeraldas derramar tantas lágrimas, que crearon el río que rodeaba a la Ciudad Tiempo, entre diamantes de arrepentimiento y decepción.
Decían, que había tomado el amor del mundo y lo había vertido en un jarrón; y lo habría a bebido, como se bebe el más exquisito de los vinos.
Y que, después de haber despojado a la humanidad de aquello que no merecía... Desapareció para nunca más volver a acariciar el suelo, con las plantas de sus pies bendecidos por el mismo Dios.
Su nombre, imposible de nombrar por mortales impuros, era reemplazado por el apodo de... «Mr. Hope».
Mr. Hope, mr. Hope...
El fantasma de su recuerdo, atormentó durante siglos a los habitantes de la Ciudad del Tiempo; El minero, perdió toda fuerza física; y los metales preciosos y no surgieron, por más que excavara y bombardeara la tierra.
La ciencia no obtuvo nuevos conocimientos, por lo que los seres humanos se quedaron estancados en sus falacias arcaicas.
Hasta que, claro, como en toda historia que merece y busca por un héroe, se efectuó entonces la osadía del buscar; seis hermanos, que no compartían ni la más mísera gota se sangre, se enfundaron entre los ropajes, la misión de encontrar, al único ser mítico y divino, que podría salvarlos del desasosiego inminente.
Y motivados, irónicamente, por aquello que habían perdido, cruzaron el desierto, en una caravana tan fuerte, como endeble.
NamJoon, uno de los hermanos mayores, miró entonces las estrellas, mientras sus dos hermanos le preguntaron:
—¿Cómo es él?, ¿Le has visto algún vez?
La mirada expectante de sus hermanitos, le hicieron embargarse de un sentimiento de añoranza infinita, que inundó a sus oídos, de los suaves susurros del recuerdo... de cuando nada de la catástrofe había comenzado y de cuando su mirada de un ángel estaba ahí al alcance de cualquier mortal.
—Increíblemente bello —contestó, motivado por la imagen mental de sus recuerdos vagos —: Nunca un visto a un hombre como él... y cuando lo hagan, sentirán que el arte cobra sentido en las comisuras de sus labios o en el destello de sus pupilas.
Los niños, satisfechos y emocionados, se arropan dentro de la pequeña carreta en la que han dormido durante meses. Kim, Park y Jeon, los más pequeños, miran a la noche explotada en brillantes luciérnagas estelares, soñando que ese hombre maravilloso, está escondido entre la estrellas; y le piden deseos, juntando sus manitas en una plegaria dulce y eterna.
Mientras los mayores, ambos Kim, junto a Min, luchan por mantener sus latidos en parsimonia, aunque claro...¿Quién podría mantenerse en calma, cuando se sabe que está por verse al mayor exponente de la magnificencia humana?, no... la magnificencia divina...
Porque saben que lo encontrarán al final del camino.
Y porque comprenderán el mecanismo del motor del mundo y la paz en sus almas. Porque le rogarán regresar a la Ciudad del Tiempo, para otorgar lo que su pueblo había perdido:
Esperanza. Y profundo amor desmedido.
Eso era Jung HoSeok.
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©FlyKingSquad | SamanthaHirszenberg
17022020
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