(8)
— ¿Qué haces aquí?
El chico se paró de la tierra, se sentía raro y con vértigos, miró hacia la persona que le estaba hablando.
—Magnus ¿Qué haces aquí?
Ragnor estaba frente a él, estaba arreglado, lo había visto partir cuando la luna le había dado su misión como a Tessa y Jem. Se miró asustado, miró el cielo y vio las estrellas arriba de él y la luna alumbrando en lo alto, él estaba en la tierra.
Había pasado tanto tiempo de que se había cansado suplicar a la señora Luna que le diera una misión y ahora estaba en una.
—Tengo una misión— sonrió Magnus.
Ragnor golpeó su frente y suspiró.
—Ven, debemos colocarte ropa antes de que los chicos vengan.
Magnus con dificultad se paró y siguió a su amigo, le sorprendió con una sábana tapándolo y cayendo al suelo.
— ¡Hey, ya llegaron! Los he esperado con la comida desde horas—dijo Ragnor.
El moreno destapó su cara y vio que todos prestaban atención a él.
—No le miren, está loco— añadió Ragnor— cree que exhibirse es una forma de bienvenida.
Vio cómo Tessa y Jem se llevaban a los muchachos sin siquiera presentarse, pero pudo observar a uno que lo observaba, un chico de ojos azules, alto y delgado, lindo para sus ojos.
—El es mi misión—susurró Magnus— Y lo sabe.
Una vez que se habían ido y él había quedado solo con Ragnor, este lo agarró del brazo y lo alzó mientras que el moreno se sostenía de la sábana para que no se vieran sus partes, subieron por unas escaleras.
—No, no lo sabe, pero con todo ese polvo brillante que te cubre sospechará, sabes que Alexander cree en esto—dijo Ragnor.
— ¿Pero no era eso lo que quería la luna?— preguntó Magnus— ¿Qué creyera en ella?
Ragnor abrió la puerta de una habitación y se adentraron a ella para que la puerta se cierre cuando entrarán.
—Esta es tu habitación.
El hombre le dio una pequeña explicación que había en ella y después susurró.
—Trata de parar por desapercibido y por favor Magnus date un baño— dijo Ragnor— y trata de hacerte amigos de todos los chicos y empezar de apoco tu misión.
Para después salir de su habitación y quedar él solo, caminó hasta el baño y se miró al espejo, era un desastre, su pelo estaba un poco largo, y estaba lleno de tierra de color gris brillante, ¡y estaba desnudo! La luna le había tomado por sorpresa, el estaba observando, velando por la seguridad de un grupo de jóvenes para que en un segundo lo mandarán a una misión.
Hacer feliz al chico de ojos azules.
El era alguien apreciable para su señora, nunca perdió las esperanzas y creyó que ellos existían, y por eso la luna le quería recompensar aquello, dándole una familia por un tiempo y ahora alguien que lo hiciera feliz.
Después de un dificultoso baño, pudo salir a buscar ropa a su habitación, no tenía el tiempo que habían tenido sus compañeros de arreglarse, había llegado en el último momento.
Cuando se acercó a una caja que estaba en una orilla de la habitación, aún era complicado acordarse de los nombres de los materiales, hace tanto que no estaba en la tierra, encontró un pantalón con tirantes, camisas antiguas y zapatos bajos. Cuando al fin pudo elegir por una camisa antigua de color azulada caminó hasta el espejo y solo suspiró.
Se veía muy raro, hasta el más despistado podría notar que era alguien de otro lado, buscó entre el cajón de los modulares, encontró una foto de una familia que debía haber habitado antes ahí, encontró accesorios que debía ser de aquella mujer hasta que encontró lo que buscaba, lo sacó y se comenzó a recoger el pelo con torpeza.
Después de un rato de práctica se dio por vencido y se soltó el pelo, le pediría a Ragnor que cortará su pelo y el problema estaría resuelto, se encaminó hacia la sala de abajo, casi chocando con los cuatros nuevos.
—Bienvenidos— saludo Magnus.
Los chicos lo miraron de arriba abajo, un chico rubio agarró al chico de su misión del brazo y se lo llevo para seguir caminando.
—Gracias— dijo otro chico.
Que tenía el pelo casi plateado y se encaminó detrás de lo otro, solo quedo él con un chico casi moreno.
—Necesitas un cambio— apuntó el muchacho.
Mientras acomodaba su equipaje y le apuntaba a que le siguiera para entrar a una habitación.
*********
Magnus había podido conocer a Raphael, así se llamaba el chico, le gustaba cortar el pelo y se auto nombraba como un estilistas en preparación.
—Este lugar es un asco—dijo Raphael—Y es repugnante ver personas, sin ofender, tan mal vestida.
El moreno solo sonreía y lo escuchaba hablar mientras veía como su pelo iba cayendo por sus hombros.
—Solo me deje al descuido— dijo Magnus.
Raphael tenía mucho equipaje, por qué en una solo había lugar para sus materiales de trabajo.
—Nunca hay que quedar al descuidado, menos cuando es una ciudad pequeña y todos te ven.
Habían agarrado confianza en solo un momento.
— ¿Sabes qué? Necesitas un arete y un poco de pintura—añadió Raphael— ¿Te gusta el maquillaje?
— ¿Qué?—pregunto Magnus confundido.
Raphael sonrió con diversión y comenzó a sacar más materiales de su caja.
—Confía en mí amigo, esto te quedará bien— dijo Raphael.
Magnus suspiró y suplicó que esto acabara o por lo menos el chico hiciera un buen trabajo.
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