Alexander había estado viajando en casas en casa, las personas no le aceptaban, era muy grande para poder adaptarse a la vida de ellos, tenía catorce años, todos lo botaban y volvía a partir a otra casa.

Sabía permanecer en un hotel, donde las camas estaban en línea recta, donde había más chicos de su edad esperando recibir una casa para alojarse.

Habían días donde los dirigentes del lugar los hacían formar en grupo, querían que todos los demás chicos de su edad supieran la vida del otro.

Ese día eran cuatros, estaba sentado en círculo con tres personas más y una mujer que los observaba, había un chico rubio con ojos dorado, una chica con un pelo rojizo y pecas, y un chico medio moreno, todos se miraban entre ellos.

-Digan sus nombres y por qué están aquí-dijo la mujer.

Ella se concentró en un cuaderno mientras los menores aún se miraban y Alec no pudo no quitar la mirada del chico rubio.

-Soy Raphael Santiago-dijo el moreno con el ceño fruncido-y estoy acá porque mi madre no pudo mantenerme, murió de una enfermedad terminal tratando de alimentarme.

El chico dirigió su mirada a otro lado, a otro grupo.

-Soy Clarissa Morgenstern-dijo la pelirroja-mi familia murió en un incendio.

Los dos chicos miraron a la muchacha y Alec pudo notar como el chico rubio la miraba con tristeza para después hablar.

-Soy Jonathan Herondale-dijo el rubio-Mi madre murió en mi parto y mi padre murió en una pelea callejera.

Todos estaban ahí porque sus padres estaban muertos, no porque los abandonaran. Fue el turno de Alec de hablar, viendo como la mirada de los niños iban a él.

-Soy Alexander Lightwood y mi padre me abandonó causando el suicidio de mi madre.

La mujer que al parecer había estado anotando en sus cuadernos alzó la mirada y le dedicó una sonrisa cínica.

-Ya pueden ir a jugar.

Alec solo esperaba el anochecer para pedir a la luna, un buen final para él y sus amigos, no perdía las esperanzas, no culpaba a la luna de lo que le había ocurrido y por primera vez también le rezo a Raziel.

Los adultos que querían adoptar iban solo al sector de niños menores de cinco años, ninguno se asomaba a su lugar.

Había comenzado a adaptarse al lugar, ya tenía dieciséis años, tenía una amistad con el chico rubio y comenzaba a sentir que ya estaba olvidando haber visto a su madre muerta en la habitación.

Un día mientras jugaban a cartas con Jace, la mujer que parecía ser alguien importante llamó a todos a la sala grande del lugar, parecían soldados esperando recibir las órdenes.

No le gustaba pensar aquello.

-Cuando los nombres vengan hacia aquí, adelante-dijo la mujer- Raphael Santiago.

El chico moreno caminó hasta llegar a su lado.

-Jonathan Herondale.

Alec vio cómo Jace le sonreía y se encaminaba hacia donde estaba la mujer.

-Sebastián Verlac.

Un muchacho del otro lado de las filas se movió para llegar hacia adelante.

-Y Alexander Lightwood.

El ojiazul se sorprendió viendo como todo a su alrededor lo miraban, bajo la cabeza y caminó hasta donde estaban los otros elegidos.

-Ya pueden irse los demás.

Todos los demás chicos comenzaron a desaparecer del lugar mientras ellos cuatros se quedaban con la mujer.

-Felicidades jóvenes-dijo la mujer-irán a Idris.

- ¿A Idris?

Todos miraron al chico que hablaba, Alec miró al chico, conocía a Raphael y a Jace, pero era la primera vez que veía al chico, tenía pelo blanco tirando ya a plateado y ojos verdes como la esmeralda.

- Sí, una dama los ha adoptado-dijo la mujer-preparen el equipaje que Idris es lejos de aquí.

La luna le había escuchado.

N/A: Sebastián es Jonathan Morgenstern, solo que no quería ponerlo como hermano de Clarissa. Sólo eso, gracias por su lectura. 😘