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ALEC.

Cuando cayó al suelo casi de pies, sintiéndose bien al saber que no había caído de cara y no había hecho pasar una vergüenza frente a todos, levantó la vista con su arco en su mano y ya una flecha preparada para ir a la cabeza de cualquier oscuro, a unos metros de él pudo ver a Max tendido en el suelo y como si fuera un perro defendiendo a su cachorro Rafael estaba peleando con oscuros sin apartarse de donde yacía su hermano, su Parabatai, un poco más allá estaba Isabelle con un látigo en su mano y una espada del otro, tratando de matar a los que más pudiera, pero Magnus no estaba, el ojiazul comenzó a correr hacia donde Rafael estaba matando algunos oscuros en su camino y a veces fallando en su apuntaría, pero al final llegó, viendo como el más grande a pesar de estar luchando lloraba por su hermano, sin pensarlo agarró la espada del menor de los Bane y se colocó a lado del mayor ayudándole a pelear, muy pronto la vista del chico iba a nublarse y no quería que saliera herido.

—Una espada atravesó su pecho, necesito ir a sanar su herida Alec— dijo Rafa.

Isabelle se sumó a ellos, logrando que no fuera tan costoso matarlos, aunque siempre aparecían más, estaban en la boca del lobo y no sabían si iban a poder salir de eso, al ver que él y Isabelle estaban haciéndolo bien, le dio una palmadita a Rafa para que fuera a lado de su hermano y se quedará con él, no quería pensar que lo que había dicho el chico fuera real, que Max estuviera muerto porque él se derrumbaría ahí mismo por haberle fallado a lo que le había dicho Magnus.

—Debemos esperar a que Magnus mate esto por la raíz— dijo Isabelle— ¿Cómo está Max?

Las espadas de ambos chocaban contra las espadas de los oscuros, después lograban incrustar la espada y los enemigos lograban evaporarse dejándole con los nuevos que venían hacia ellos, lograban herirlos, pero Isabelle como Alec no se rendían, luchaban rogando que Magnus logrará lo que se había propuesto, cuando el ojiazul miró de reojo vio a Jace saliendo de adentro todo ensangrentado, se preocupó a pensar que había salido herido, pero verlo moviéndose con normalidad moviendo sus arma cuando un oscuro iba por él se tranquilizó, después de unos mi minutos llegó a su lado ayudando a hacer una barrera entre los chicos Bane y los oscuros, el ojiazul ya estaba sangrando por las heridas que ya habían comenzado a doler. Podía escucharse a Rafael llorando, ya sin ocultar sus llantos al saber que el más pequeño estaba ya tieso.

— ¡Max está muerto!— lloró Rafael— ¡Papá!

El chico gritaba desesperado, como si lo últimos intentos de querer revivirlo habían fallado y se estaba dando cuenta que en verdad su hermano menor había fallecido, Alec quería ir hacia ellos, poder abrazarlo y decirle que todo mejoraría, hasta ver si podía intentar hacer lo que había hecho con Raphael Santiago, pero los oscuros eran cada vez más y ellos tres, dos casi novatos y una experta estaban comenzando a perder la energía.

— ¡Papá!— gritaba dolido Rafael.

El ojiazul mirándole de reojo, podía ver el cuerpo de Max volviéndose de un color carbón, como si fuera a deshacerse en la manos de su Parabatai, el chico se veía demacrado, como si acabaran de darle una gran bofetada, Alec miró a Jace pidiendo que le cubriera para ir y arrodillarse a lado de cuerpo del menor de los Bane, podía sentir aquellos susurros otra vez en su cabeza, pero muchos más rápidos, como si la luna quisiera comunicarse con él con urgencia, le había pasado en lo de Raphael y ahora estaba volviendo a pasar.

"Parabatai" "runa" "herida" "Painless"

Alec asentía a todos mientras que con sus manos temblorosas buscaba su estela, la que había conservado con cariño, podía escuchar los jadeos de Jace y Izzy a ya estar cansados, y Rafael ya vencido por la situación, pero no pasaría, el ojiazul agarró la mano del chico y dibujó en la palma de su mano como la vez que el tuvo que hacerlo, se dejó guiar por el dibujo de líneas que entraba en su visión, cuando terminó, sin quedarse a observar lo que había dicho, apretó la mano del mayor en la herida de Max con fuerza, susurrando su deseo una y otra vez, como cuando era niño.

—Trae a Max de nuevo, solo es un niño, vino a salvar a una persona, no merece morir, por favor luna trae a Max de nuevo.

No sucedía nada, había fracasado y dándole malas esperanzas al otro chico Bane, se odiaba por aquello, por no haber estado ahí para cubrir sus espaldas, comenzó a sollozar ya cansado de todo lo que estaba viviendo, lo que menos quería era hermosa a una persona inocente morir, menos Max.

—Te odio Cat— susurró Alec entre lágrimas— tú nos llevaste a esto, te odio, dejaste sin protección a Max, casi pierdo a Jace y todo esto no hubiese pasado si tú nunca hubieses mandado a esas personas a adoptarnos, te odio.

De pronto la mano de Rafael comenzó a irradiar una luz, algo que les hizo parar de llorar para mirar aquello, todo el cuerpo de Max se había llenado de brillo, vio al mayor de los Bane caer hacia atrás mientras se quejaba de un dolor en su mano, pero Alec no se apartó, se quedó mirándolo de cerca, parecía ser imposible pero parecía una estrella, después de eso el chico se evaporó haciendo que ambos, él y Rafael gritaran tanteando el lugar donde había estado el cuerpo del menor.

— ¡¿Qué hiciste?!— preguntó desesperado Rafael.

Se había tirado arriba de él, mientras lo sostenía de la remera mientras lo movía nervioso buscando una explicación, la cosa es que el ojiazul no sabía lo que había hecho, confío en las palabras de la luna en un momento de desesperación.

— ¡Necesito ayuda! Jace está herido— grito Isabelle.

Ambos se movieron agarrando sus armas, sabiendo que si no se defendían podrían salir heridos, pero cuando iban a entrar en la lucha, viendo a Jace sostener su brazo y Isabelle con algunas heridas, los oscuros se desvanecieron y la cabeza de una mujer cayó desde la ventana alta, ambos miraron hacia arriba encontrando a Magnus respirando agitado y una mirada sería, hizo lo mismo que el, cayó hacia el suelo, pero logrando equilibrarse y caer de pies, corrió hasta donde estaba Rafael para abrazarle.

—Te escuché hijo.

Jace como Isabelle cayeron de trasero al suelo tratando de calmarse, mientras que Alec podía ver la mirada de odio que el moreno estaba dándole mientras abrazaba a su hijo, tenía toda la razón para hacerlo, no había cuidado de sus hijos y ahora uno estaba quien sabe dónde.

—Max ha desaparecido— dijo Rafael— Alexander hizo algo con mi mano y su herida, después desapareció.

—Y-yo no sé qué pasó...

—Es una estrella muerta como yo— interrumpió Isabelle tratando de pararse— la luna le ha dado una oportunidad de vida hasta que su misión se acabe.

Está vez, el ojiazul se sentía fuera de la conversación, Magnus solo hablaba con ella y su hijo, no le miraba, haciéndolo sentir pequeño y vulnerable, dejó que tuvieran privacidad para acercarse hasta Jace que yacía en el suelo respirando con dificultad por todo lo que había pasado.

— ¿Cómo te sientes?— preguntó.

Jace se levantó y le miró con tristeza.

—Mate a Sebastian, no me siento bien, tendré pesadillas por todo esto, por Max, por todo— respondió el rubio— solo quiero irme de aquí, buscar a una mujer y hacerte caso de todo lo que me has dicho. Eres muy complicado para una relación.

Ambos dejaron escapar una pequeña carcajada angustiosa por su broma, pero no duró tanto, no era el ambiente adecuado para aquello.

— ¿Y tú cómo estás?

—Magnus me odia— confesó.

La conversación no duró mucho, ya que Isabelle vino hacia ellos apretando sus labios como si lo que iba a decir no fuera bueno, ambos se levantaron sintiendo como la adrenalina ya estaba saliendo de su cuerpo y se estaban debilitando.

—Nos iremos ahora mismo, todo ha terminado y la luna quiere que volvamos— dijo Isabelle— Rafael ira con nosotros por unas horas y volverá al Loft, Cat sabe toda la verdad y quiere una reunión, además va a poder despedirse de su hermano por lo menos hasta que pueda saber cuál es su misión.

Ambos asintieron como si no entendieran del todo.

— ¿Tú te quedarás?— preguntó Jace.

Ella negó, Alec pudo caer en cuenta, ya se había olvidado que su hermana era una estrella muerta ¿Y si su misión había finalizado? ¿Qué pasaría con ella? Comenzó a sentir sus ojos arder a saber que lo que estaba pensando podía cumplirse.

—Tu misión ha acabado ¿Cierto?— preguntó Alec dolido.

Isabelle, que parecía la primera vez en no poder hablar asintió otra vez abrazándose a él para dejar escapar un pequeño sollozo, entonces está era la despedida, volvería a perderla por segunda vez.

—Tú eran mi misión Alec, todo ya a cabo, no hay más peligro, me alegro de haber podido estar cerca tuyo una vez más.

Ambos se separaron, Isabelle le dio un abrazo a Jace y volvió a quedar frente a ellos, sus ojos estaban brillantes por el llanto contenido y a pesar de las heridas, con la sangre seca, su hermana seguía igual de guapa que desde siempre, Alec hubiese querido estar un poco más con ella.

—Ahora son Parabatai, y son mis hermanos, estén siempre el uno para el otro y no me olviden.

Volvió hasta donde estaba Magnus y Rafael esperándole ya para ser transportados, Alec trago con fuerza para no correr hasta el moreno, quien no le miraba, solo esperaba que algún día le perdonará por aquello, los tres se desvanecieron como si no hubiesen estado ahí, quedando solo él y Jace.

—Bueno es hora de ver que haremos con nuestras vidas— susurró el rubio— en mi mente ya me creí no que saldría vivo de aquí.

Ambos comenzaron a caminar por el bosque sin saber dónde iban, solo alejándose de ahí por si llegaba a ocurrir algo, el cielo estaba comenzando a aclararse, así que debían ir al Loft para buscar sus pertenencias e irse, aunque después de todo lo que había ocurrido era difícil aceptar que ya todo había terminado, pero lo era y se sentía bien, Alec sonrió a penas a pensar que había tenido que pasar por tanto para darse cuenta que no quería ser un guerrero estrella, y a pesar de todo lo malo agradecía por lo menos haber sabido que todo lo que él creía si era real, y que no quería saber de ello, extrañaría a Magnus y esperaba verlo algún día, pero mientras tanto haría una vida junto a su mejor amigo, agradeciendo a cada momento a los dos chicos Bane por haberle ayudado, y a su hermana, y sin faltar de nombrar a Magnus quien había sido su primer amor y su primero en todo, no se arrepentía.

— ¿Cuál será nuestro camino?— preguntó Alec.

—Ir a buscar a tu futura cuñada— respondió Jace entre una risa— y buscar algún trabajo.

—Te sigo a cualquier lugar Parabatai.

—Y yo a ti mi Parabatai.

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