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Jace.

Caminaba detrás de Sebastian mirando su brazo donde estaba la marca completa en negro, la maldad estaba inundando su cuerpo y ya no sentía nada, el hombre de su amigo Alec ya no sonaba como un enamoramiento, como la persona a la cual quería en su vida, besar su cara, sus labios como lo había pensado antes, ahora solo sentía un desagradable sentimiento donde quería solo pelear y matar. La oscuridad le estaba rodeando como una nube de humo negro que le estaba sofocando, y sentía que había tenido que pagar ese error por solo querer ser un egoísta.

—Tenerte a mi lado es más sorprendente de lo que yo imaginé— dijo Sebastian— mira, estábamos casi peleando en el orfanato, ahora eres mi compañero de por vida.

— ¿Por qué me hiciste esto?

—Porque te amo— confesó Sebastian— yo antes de convertirte no podía sentir algo por ti, pero ahora los dos siendo oscuros, nuestro amor puede florecer.

—Pero yo no te amo a ti— susurró Jace.

—Lo harás con el tiempo.

Entraron por un bosque lejano de la ciudad y después de unas horas caminando sintiendo que ya no podía caminar más, que las planta de sus pies ardían, que la transpiración bajaba por su frente y que la oscuridad le llamaba, llegaron a una mansión de la cual no pensaba que estuviera en tan buen estado por ser oscuros, pero estaba equivocado, la mansión de fuera era hermosa que a pesar de la noche podía ver su color blanco.

— ¿Pensaste que estábamos en una casa abandonada, con niebla al alrededor dándole una pinta de cuentos de terror?— preguntó Sebastian— que equivocado estas, todo porque pasaste tiempo con esas personas.

No respondió, se adentraron a la mansión donde empezó a ver muchas personas con ropa oscuras, ojos negros y rostros serios, siguió detrás de Sebastian que no había parado a pesar de ver su cara de asombro y su curiosidad, subieron por las escaleras hasta que en la desunión donde dos escaleras se expandieron para cada lado, llegando al final se miró a un gran espejo, sus ojos dorados ahora era negro, ya no tenía las manchas en sus labios y parecía alguien más de ese grupo, de un oscuro.

—Iremos con Camille, quiere conocerte y debo informar sobre la perdida de tres de nuestros hermanos.

Subieron por la escalera derecha, Jace sintiendo un desinterés en aquello, en conocer a la hermana y rival de la luna, de considerarse unos hermanos de ellos cuando no quería permanecer a su lado, solo a lado de Alexander. Entraron por una puerta de dos hojas y la vieron, era un mujer con un vestido negro suelto mirándole, sus ojos eran rojos y sonreía como si le hubiese estado esperando desde días, su pelo estaba recogido y parecía ser una persona normal que alguien lleno de maldad.

—Acá está Jace Herondale, a quien quería ver— dijo Sebastian.

La mujer se acercó a ellos sin hablar, para después acariciar su cara con un dedo haciéndole disfrutar de aquello, Camille, la mujer que llamaban como la luna negra le tomó de la mano hasta guiarlo a la cama, Sebastian fue detrás de ellos, pero al parecer la mujer ya se había decidido en ignorar su presencia, solo la atención en el.

—Eres guapo— dijo la mujer— unos de los más guapos que he recolectado para mí clan.

Se sentía incómodo viendo como la mujer se aprovechaba a tocarle con el dedo, subrayando con su índice parte de su cuello y su abdomen como si quisiera llegar a algo más que hablar, de relaciones sexuales se debía tratar, algo que no sentía las ganas de querer hacer, miró a Sebastian que miraba desde cerca con sus labios apretados por la situación, no le gustaba lo que la luna negra estaba haciendo.

—Señora Camille.

La mujer le miró de reojo, con un poco de molestia, Jace trató de apartarse con esa oportunidad pero solo recibió un apretón de la mano de la mujer en su pierna, exigiendo que se quedara donde estaba.

— ¿Qué?

Sebastian se arrodilló bajó a los pies de Camille besando la tela su vestido, la mujer parecía irritada por la interrupción molesta del chico que estaba interrumpiendo algo grande.

—Tres de los nuestros han fallado en la misión y han muerto en la emboscada que dimos— susurró Sebastian.

Después de eso Jace pudo ver cómo la mujer metía una patada y Sebastian caía hacia atrás sobando su pecho mirándole asustado por aquella reacción, él tapó su boca queriendo ir a ayudar al chico pero no quería enfrentar a la mujer ni hacerla molestar.

—Ve a avisarle a Will, dile que sus dos parejas están fallecidas y dale equipamiento y armas para cuando vengan por este chico— ordenó Camille.

— ¿Por qué estás tan segura de que vendrán por él?

La mujer sonrió a penas.

—Porque su Parabatai vendrá por él, lo sé— respondió la mujer— todo es parte del plan, ahora ve.

En ese momento Jace se dio cuenta del problema que había causado y se había metido, culpa de él Alexander vendría a su propia muerte y no podía permitir eso, no podría aguantar verle morir, ni a los dos hijos de Bane o Isabelle que también eran un poco importante para él.

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