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Alec.

Arriba de la mesa Magnus sostenía su mano, con una sonrisa que transmitía paz, pero él estaba incómodo y nervioso, no podía evitar demostrar lo tenso que se sentía con todo lo sucedido hace momentos atrás, no podía relajarse sabiendo que dentro de él estaba lleno de dudas y grandes pesos que no le dejaban sentirse mejor.

— ¿Qué sucede Alexander?

El chico sonrió, y Alec trató de prestar atención, buscó relajarse pero solo le llevó a que Magnus le mirará más preocupado.

— ¿Alexander?

El ojiazul sonrió, haciendo una mueca en el proceso.

—Creí que todo iría mejor después de esto, de llegar aquí, pero todo ha sido tan complicado, esa arma que parece tener vida, tus hijos que no sé cómo llevarlos, los oscuros que nos están persiguiendo para matarnos— dijo Alec— y Jace, santos cielos Jace que se me declaro, esto es tan pesado para mí, ni hablar de esta cita, me gustas pero no imaginé una cita así, es tan incómodo.

El ojiazul miró a su alrededor como la gente reía y algunos le miraban con poca discreción, Magnus apretó su mano llamando su atención y Alec sonrió a penas.

— ¿Quieres que nos vayamos? Podemos comer en un restaurante menos elegante y hablar.

Alec negó, sonrió y vio como el mozo traía la comida y la colocaba en sus respectivos lugares.

—Una cita no puede arruinarse por mis caprichos, disfrutemos de esta velada y está comida por favor.

Magnus un poco dudoso de la situación asintió, sus manos se separaron y comenzaron a comer, Alec con la mirada baja, comenzó a meterse en su boca grandes trozos de comida, estaba arruinando la noche con la persona que tanto le gustaba.

—Alexander.

El ojiazul levantó la mirada y observó en silencio las facciones de la cara del moreno, su pequeña nariz empinada, sus ojos y el color dorado verdoso que le estaban mirando, sus labios finos y carnosos, que despertaban las ganas de besarle, sus pómulos marcados, su pelo que había vuelto a caer entre su frente y los dientes que se veían través de aquella sonrisa, parecía más humano que la primera vez que le vio, pero aún tenía esa esencia de ser un guerrero estrella.

—Mmm que deliciosa que es esta comida, nunca había probado algo así— dijo Alec para cambiar de tema.

Comieron unos minutos en silencio hasta que Alec sintió que no podía evitar establecer algún tipo de conversación, aunque tuviera que hablar de lo que estaba sintiendo.

—Tus hijos me caen bien y estaba pensando que los oscuros pueden venir por ellos, ya sabes sus sangre tiene mitad tuya y mitad de su madre ¿Y si quieren unirlos a ellos?

Magnus, quién había alejado un poco su tenedor de su boca dejó visible su seguridad con una sonrisa.

—Mis niños irán conmigo, le pediremos a Raziel, después de que ustedes estén bien, que ellos están preparados, son buenos chicos y sus antecedentes son excelentes— respondió Magnus— me los llevaré conmigo.

—Pero dijiste que la luna no sabía de tus hijos.

El moreno hizo una seña de silencio y guiño su ojo.

— ¿Qué ha pasado con Jace?

Alec comenzó a sonrojarse y casi se atraganta, tomó un poco del líquido de su copa para que se le pasara, comenzó a rascarse el cuello mirando a su alrededor.

—Se me confesó y yo no me enteré de todo estos años, todos parecían saberlo y yo, creí que amaba a Clarissa hasta sospeche que le gustaba Sebastian ¿Pero yo?— dijo Alec— me besó y me fui, no pude decirle nada, no le quiero lastimar pero no me gusta.

El apetito se le fue y Magnus lo noto, sacó un fajo de dinero, y lo dejó en la mesa, después se paró y le tendió la mano a Alec que lo recibió sin dudar.

—Salgamos de aquí, una cena en un lugar de comida rápida— dijo Magnus— y olvidemos de todo por un rato y disfrutemos de este momento, antes de que se entere la señora luna.

Cuando iban saliendo Alec curioso le pregunto de lo sucedido pero Magnus evitó llevándolo a un restaurante de comida rápida, donde comieron una hamburguesa con un refresco, entre medios de risas y disfrutando ambos de la compañía del otro, descubriendo del otro, las anécdotas, y aventuras ocuparon la mitad de la noche y cuando menos lo pensaron ya estaban besándose en la pared del lugar, Alec en la pared siendo apretado por el moreno. La mejor noche que Alexander estaba disfrutando, aunque después de ella, los pesos que estaban detrás de él volverían cuando pasará la noche.

—Quiero ir a un lugar que estemos a solas— susurró Alec.

Aunque no quería terminar aún la noche.

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