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Alec.

Cuando el horario llegó a su fin y dio la hora que Magnus había dicho, el comenzó a transpirar y a comenzar a sentir como un nudo estaba acomodándose en su garganta dándoles náuseas por los nervios, caminaba de un lado a otro porque no podía bajar de la habitación de entrenamientos, órdenes por parte de Rafael.

Según él quería que los dos integrantes de la cita se vieran cuando fuera la hora, y como era un Loft, era mejor que él se quedará ahí para no cruzarse con el moreno. La apuesta se abrió mostrando a Jace en pijama, un pantalón y sin remera, andaba así desde que había llegado de entrenar, nadie le había dicho nada por eso.

—Una cita con una estrella, quién lo diría.

Alec sonrió, acomodando las mangas de la camisa, nervioso por cuando vinieran a buscarlo.

—Esto es mucho para mí— susurró Alec— es un sueño.

Y así era, estaba dentro de su mundo que tanto había añorado desde pequeño y la ciencia lo había llevado de su mundo a la realidad. Ahora parecía estar ahí, cerca, a punto de tocarlo entre sus dedos.

— ¿Estás seguro?

El ojiazul lo miró confundido, no sabiendo de qué hablaba.

— ¿Seguro de qué?

Jace comenzó a moverse por el lugar, a pasos lentos y cortos.

—De que saldrás a la cita porque te gusta o porque es algo que has esperado ver toda tu vida.

Y Alec no pudo evitar no contestar a aquello, había estado pensando eso la mayor parte del día, todos los días desde que había sentido una atracción por el moreno, pero ¿Y si era todo por lo que era y no porque le gustaba?

—No lo sé— respondió.

El rubio se le acercó hasta el, quedando a centímetros, temblaba y parecía pensar lo que quería decir y hacer, Alec comenzó a sentirse incómodo por estar tan cerca del muchacho, nunca se habían sobrepasado de su lugar personal.

—Si puedes saberlo, cuando te gusta alguien sientes que tienes que estar al lado de esa persona y defenderla, hacerla sonreír, consolar cuando está en llanto, hacer todo lo posible para ser su héroe a pesar de estar temiendo dentro tuyo, lo quieres y a pesar del daño que te haga tú estarás ahí a su lado— dijo Jace— lo verás hermoso a pesar de sus defectos, vas tratar de saber de su vida y los escucharás a pesar de que lo que hablé sea aburrido.

Alec comenzó a balbucear y entrar en pánico cuando el rubio lo agarró y lo atrajo a él para juntar sus labios, el ojiazul no duró ni un segundo que lo separó de él haciendo pasos hacia atrás sorprendido.

—Te amo Alexander— confesó Jace— no vayas a esa cita.

Este comenzó a negar mientras se alejaba un poco más, lo había tomado de sorpresa, su hermano, el amigo que había tenido desde que había llegado al orfanato se le estaba confesando ahora y se sentía culpable por no devolverle el sentimiento y no poder afrontar la situación.

— N-No puedo.

Salió por la puerta casi corriendo bajando por las escaleras y entrando a la sala del Loft, trató de sonreír para no demostrar que algo había pasado arriba, aunque con lo expresivo que era se darían cuenta de lo sucedido.

Se cruzó con Magnus, y escuchó como Raphael susurraba que aún no debía haber bajado, pero estaba tenso, bajo la mirada cuando se encontró con la sonrisa del moreno.

— ¿Estás bien Alexander?

El moreno se le acercó y Alec solo comenzó a asentir nervioso, no quería estropear la cita, quería esa cita.

—Un poco nervioso por lo de ahora.

La risas de los demás hizo tranquilizarse un poco, pero ya quería irse de ahí, no podía ver a la cara a Jace por ahora.

— ¿Podemos irnos?— preguntó Alec.

Después de despedirse los dos salieron del Loft donde un auto estaba esperándoles, como el caballero que era el moreno le abrió la puerta para que pasará, y Alec se relajó casi acostándose en el asiento, después de unos segundos Magnus apareció en la otra puerta sentándose a su lado, el conductor arrancó el auto y comenzó a moverse.

— ¿Qué sucedió?— preguntó Magnus.

Alec comenzó a mover sus manos nerviosas mirando hacia todos lados.

— ¿Se te confesó?— agregó.

El ojiazul se detuvo a mirarlo.

— ¿Cómo lo sabes? ¿Estuviste escuchando?

Magnus negó mientras sonreía y le sostenía las manos.

—Se de esto desde la situación del bosque— confesó Magnus— te vez hermoso Alexander.

Alec agradeció que el tema se cambiara porque no estaba preparado para hablar de este tema con Magnus ni con nadie, parecía que todos lo sabían y no él. Miró a su compañero, llevaba una chaqueta negra brillante, su pelo estaba más cortado y tenía unos pantalones beige que hacía contraste con la camisa blanca y la chaqueta, estaba guapo, incluyendo el poco maquillaje que llevaba en su cara.

—Tú igual Magnus.

El auto se detuvo en un restaurante con un letrero grande, Alec pudo leer "Taki's" se veía hermoso fuera, Magnus abrió la puerta y lo invito a bajar sin antes decirle al hombre que ya podía irse porque no necesitaba su trabajo. Cuando llegaron fuera el moreno no tuvo vergüenza, lo tomó de la mano para entrar al restaurante.

—Buen día señores ¿En qué puedo ayudarles?

—Tengo un lugar reservado para el señor Bane.

La chica miró su tableta y después asintió llevándole hasta una mesa cerca de un ventanal, Magnus volvió a hacer de la suya siendo cortes y esperando que el ojiazul se sentará en la silla y después lo hizo el. Alec estaba tan avergonzado que no podía hablar, sentía su mejilla arder y estaba encantado a pesar de todo con la situación.

—Qué comience esta hermosa velada mi querido Alexander.

El chico asintió, con una sonrisa avergonzada.

—Será buena y divertida, lo presiento.

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