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(31)

Alec

Al día siguiente Alec despertó con un dolor de cuello y de cuerpo al haber dormido casi arriba de su amigo, el amanecer y el olor a nuevo ambiente entraba por las ventanas abiertas de adelante, la música de la radio entró por sus oídos y el ronquido de Jace, quién parecía no importarle dormir tan mal, estaba aturdiendo su otro oído.

—Ya no sé cómo vamos a hacer esto —se escuchó a Izzy— no podemos irnos hasta que Jace y Alec encuentren su lugar, sea donde sea.

No había notado cuando habían cambiado de lugar, ahora Isabelle había vuelto a manejar mientras Magnus se dedicaba a mover su mano fuera de la ventana.

—No podemos obligar a decidir, ellos son uno, como Raziel había dejado escrito una vez, son Parabatai— susurró Magnus— no pueden estar lejos del otro, y Alexander hará lo imposible para servir a la luna, pero no Jace.

Y no pudo negar eso, su amigo había pasado hablando días de temas que haría con su vida, donde trabajar, tener una familia, poder ser una persona que durará hasta avanzada edad.

—Jace es alguien que no cree en este mundo, quiere olvidarse de esto, el vínculo se va a romper.

No quería perder a su hermano, había sido una de las mejores cosas que le había pasado después de tanto, si uno iba a un lado el otro iba a su lado, siempre apoyándose.

—Pero les entrenaremos, no me voy a ir de aquí sin ver a los dos chicos bien entrenados— agregó Izzy.

Escucho como el asiento del acompañante rechino a que la persona arriba se movía.

—Creo no poder dejar a Alexander aquí— dijo Magnus— estoy fallando a mi misión.

—Tú misión de hacerle feliz no significa solo querer su pareja, es solo hacerle feliz, sonreír, que sea alegre.

Alec se sintió molesto, el beso ¿Había sido falso? Le salvó, y había sentido una grata sensación después de eso ¿Y si significaba dar un paso a su misión? Quiso gritarle por aquello, pero solo se mantuvo ahí, haciendo que dormía.

—Me gusta, no a llegar a enamorarme, pero me ha llegado a cautivar como persona— susurró— quisiera capturarlo y tenerlo como un premio de batalla a lado de mi cama.

Se sintió sonrojar a escuchar aquello, mejoraba el mal comentario que había hecho antes, volviendo a volver al comienzo.

—Alexander es cautivante.

Los dos dejaron escapar una pequeña carcajada para después quedarse en silencio, aumentando un poco el sonido de la música. ¿A dónde iban? ¿Donde se alojarían? Alec quería saber eso, no dejar escapar nada para poder sentirse seguro, y poder tranquilizar a Jace cuando se necesitaba.

—S-Sebas...

El ojiazul cerró los ojos esperando que no vieran que estaba despierto, sintió como Jace se removía en el asiento.

—A veces no entiendo a los humanos, tiene sentimientos de culpa, amor, pero no son capaz de decirlo, solo lo esconden como si se tratara del peor de los secretos—opinó Izzy— el tuyo si es un secreto.

— ¡Cállate! — musitó Magnus—eres la única que sabe esto, ni la mismísima luna lo sabe, hay oídos en todos lados, si lo descubren estarán en peligro mis niños, mejor mantén silencio.

Queriendo no escuchar más una conversación privada hizo como si se estaba moviendo y despertó.

—B-Buenos días.

Los chicos con una mirada algo parecido a pánico le recibieron para después tranquilizarse a ver qué Alec no demostraba nada por lo que había escuchado.

—Buenos días— saludaron al unísono.

Alec sonrió un poco para después hacer una mueca de dolor a sentir su cuerpo adormecido.

— ¿Nos falta mucho?

—No, estamos llegando al Loft de Magnus, en el que vivía antes de convertirse en guerrero estrella— respondió Izzy.

Miró a Magnus sintiendo emoción por conocer un poco más de la vida del guerrero.

—Que emocionante.

—Conocerás a Presidente Miau y a iglesias— dijo Magnus.

Le miró confundido ¿Quién era ellos?

—Son gatos inmortales, guardianes del Loft para no ser usurpado.

Todos después de eso se callaron escuchando la música y de fondo el ronquido de Jace, que mostraba que tardaría en despertar.

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