Caminaban por las arboledas, Alec iba último con la espada en su mano, Jace iba a lado de Magnus unos centímetros más adelante, el ojiazul miraba hacia todos lados, no sabía usar la espada, pero aprendería y podría estar cuidando de los dos chicos, estaría preparado para luchar.

— ¿Entonces estas lunas tienen un equilibrio emocional en nosotros?— preguntó Jace— tú eliges qué quieres.

Todo estaba tranquilo, era de día y podía ver bien que sucedía a su alrededor, quería odiar por estar así, llegar a ese lugar por un motivo y que todo estuviera en ese estado, pero no podía, creía que llegaría a formar una familia, que estos padres los iban a querer a los cuatros, pero solo pudo saber que se había llevado el premio a la peor familia con cual se había relacionado.

Pensó en su madre, que sentiría si lo veía, orgullo por él, desilusión por lo hecho, esperaba que no le viera.

— Tú puedes elegir lo que quieras—dijo Magnus— puede servir también para tu estabilidad emocional, saber cuándo estás haciendo algo mal o bien.

No sabía a dónde se dirigían, Magnus les estaba guiando, según alguien vendría por ellos.

— Eso es bueno saber, cuando esté con una chica sabré cuando hice algo mal y todo va mejorar— dijo Jace riendo.

Alec aún no le había dicho que era de los gritos, sus razones, solo se dedicó a pensar que el cariño de Jace como hermanos es lo que le había llevado a escuchar su grito.

— Eres todo un loco niño.

Se había quedado en el sueño de la vez anterior, la mujer le había dicho que alguien vendría a su ayuda, como si fuese importante, no quiso pensarlo tanto, todo lo que se imaginaba era ver a su madre o a su hermana, pero su hermana había fallecido después de nacer y su madre... Su madre no estaba con la luna.

— Vamos, nos queda poco, los oscuros no van a aparecer hasta el anochecer, que sus armas funcionan.

Caminaron por algunos minutos más, hasta que comenzaron a subir por un cerro.

— ¿Acaso nuestra salvación está allá arriba?— preguntó Jace.

Colocaron sus manos en la frente para tapar el sol y mirar si había algo allá arriba.

— Si, hay alguien de confianza, esta vez se los aseguro, creo que es Diana o Aline.

— ¿Una chica?— preguntó Alec.

No es que desconfiara, solo que no estaba de humor ni emocionado porque una chica estuviera cerca de él ni de sus amigos.

— Entonces en marcha, una chica estrella nos esperan— dijo Jace.

Los tres siguieron hasta que llegaron arriba, ahí había una chica, Alec la rebajo con su mirada, morena con un pelo largo y negruzco tenía ojos oscuros y una sonrisa amistosa.

Vio cómo Magnus se ponía nervioso, lo miraba a él y después a ella, como si no la esperaba y sabía algo que ellos no.

— Isabelle— susurró Magnus.

Este se adelantó hasta llegar a ella y comenzar a susurrar despacio, haciendo que ni Alec ni Jace pudieran escuchar. El ojiazul tragó con fuerza, no quería pensar que había algo detrás de toda la escena que se había montado.

— Es bonita—dijo Jace— parece una guerrera, y mira todas las armas que tiene, y esas marcas.

Alec la miró de reojo, tenía marcas en sus brazos y cuello casi como cicatrices.

— No parece una guerrera, es una guerrera—corrigió Alec.

Después de unos minutos Magnus y la chica volvieron, Alec podía sentir como está le miraba y sonreía, para no ser descortés hizo un tipo de mueca parecido a una sonrisa y miró a Magnus para que hablara.

— Chicos, ella es Isabelle, nuestra nueva integrante—dijo Magnus.

Para que después los dos corrieran la mirada.