(12)
Los días siguientes fueron hechos para observaciones, Alec se dedicó a pasar su tiempo descubriendo misterios de la casa, ya que Jace se rehusaba a salir de su habitación. No le había costado tanto, era muy buen observador cuando quería, encontrando pistas que querían esconder los demás o a cambio lo tenían a la luz y no se había dado cuentas antes.
El primero fue Magnus y sus ojos, la primera vez que lo había visto habían sido extrañamente hermosos, pero ahora, cuando le había ayudado a cocinar y habían tenido una lucha de harina, vio que los ojos del muchacho eran distintos a todos, tenía ranuras de gatos, que después de un parpadeo desaparecieron y desde que había llegado también algunas veces podía encontrar pequeñas marcas brillantes en su cuerpo, como polvo brillante.
También había descubierto que el muchacho era muy, muy intimidante, en las noches a veces, en proceso de sus sueños, se sentía observado y cuando despertaba veía a Magnus en la puerta mirándolo, haciéndole recorrer un escalofrío por todo su cuerpo.
Mientras que Ragnor parecía el más decente de esa familia, siempre preguntando si necesitaban algo, cocinaba comidas deliciosas y en su cara nunca faltaba una sonrisa, era un hombre mayor muy compinche con ellos.
En cambio la pareja rara vez estaban en casa, los primeros días y cuando aparecían eran para hacer actividades de autoayuda propia. A veces les odiaba.
La familia era extraña, excepto Ragnor, pero nadie superaba a Jace y a Sebastián, parecían tener códigos claves, recuerdos que no querían ser sacados por parte de su amigo y el otro chico parecía disfrutar, pero había decidido no meterse sino era algo de urgencia.
¿Cómo lo verían a él? ¿Lo verían como una persona extraña, rara?
La casa, a pasar los días, podía verse su antigüedad, las maderas tenían un color negruzco, algunas habitaciones sabían tener pertenencias de otras personas, como si la familia actual se hubiera mudado hace poco. Pero era un hogar.
A veces mientras bajaba, caminaba por los pasillos recordaba la risa de su madre, como si se estuviera jugando a las escondidas con él, y sin poder evitarlo seguía aquel sonido hasta que veía a Tessa mirarle desde lejos.
Había cosas extrañas, a veces hacían que pasara un escalofrío por su cuerpo, pero debía averiguar más, todo dentro de él le decía que algo había detrás de aquella pareja.
Una noche mientras estaba apoyado en la ventana tratando de que insomnio bajara vio dos sobrar caminar hacia la arboleda, se tenso mientras salía por la ventana y buscaba algún lugar para bajarse. ¡Estaba alto!
— ¿Qué haces?
Se sobresaltó para ver cómo Magnus sonreía.
—Vi algo.
Tenía que seguir a las personas antes de que fuera tarde.
—Debe ser Tessa y Jem.
Alec lo miró sorprendido, parecía como si fuera natural decir aquello.
— ¿Y no sientes curiosidad de saber que van a hacer?
Vio cómo el chico sonreía con travesura.
—Un bosque, la oscuridad, dos personas—respondió Magnus— ¿Qué crees que van a hacer?
Alec suspiró y asintió, capaz tenía razón.
—Puedes que tengas razón.
Comenzó a meterse por su ventana para ir a dormir y pensar que había algo más.
—Buenas noches, Alexander.
El ojiazul volteó un poco la mirada, algo desconfiado mirando a la arboleda y después dedicándole la sonrisa a Magnus.
—Buenas noches.
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