
mi primer día en el club
Despierto sobresaltada al sentirlo un líquido caliente caer desde mi abdomen y esparcirse por este con rapidez, dejándome una sensación pegajosa y asquerosa. Paso una de mis manos levemente por este y me doy cuenta de que es lo que es.
Que puto asco.
Me levanto furiosa y me alejo lo más que puedo del hombre que se encuentra junto a mi.
—¿¡Que putas mierdas hace usted en mi habitación!? — especto furiosa.
—Con que todos tenían razón — se acerca y toma un mechón de mi cabello — eres una completa fiera.
— alejate de mi maldito asqueroso — golpeo su mano — será mejor que se largue si no quiere que llame a seguridad y lo saqué a patadas de aquí.
Suelto un gruñido de molestia al sentir el asqueroso semen de este viejo bajar por mi abdomen y manchar mis bragas, era lo último que me faltaba por tener que pasar en este maldito lugar, en el que me ha traído mi padre.
—No te resistas preciosa— me sonríe con sus asquerosos dientes amarillos — pago por estar en este lugar, y con la puta que se me pegue en gana — habla molesto — así que será mejor que te calles esa bonita boca o la ocupes en algo mejor.
Y con eso se refiere a su polla la cual se encuentra flácida entre sus piernas.
Y yo que pensé que no podía haber algo más muerto que un cadáver.
No respondo nada ante su insinuación, camino despacio hasta la mesita de noche que se encuentra en una esquina de la cama y tomo el pequeño control entre mis manos detrás de mi espalda y lo aprieto fuertemente.
— Así me gusta, obediente.
Espero no te dure mucho esa sucia sonrisa.
—¿Que es lo que quiere de mi? — pregunto para distraerlo mientras aprieto el botón del control y dar chance que los guardias lleguen — ya se que paga por estar aquí, pero para eso se le encarga a una chica en particular. No puede tomar a la que le dé la gana — murmuró con los dientes apretado.
Odio este maldito lugar y todo lo que nos obligan ha hacer estemos de acuerdo o no, odio a mi padre pero eso es algo que ya todos sabemos. Solo debo resistir un poco más y luego me iré de esta mierda y haré lo posible por sacar a las chicas de aquí.
— Eres la más rentables de todas — sonríe sínico pasando una mano por su mentón — así que...¿ Porque no probarte también?.
—Esta loco, no me acuesto con los hombres que vienen a este lugar, debería tenerlo más que claro. — aclaro — soy la hija del dueño, y si solo pretende tocarme un pelo, será hombre muerto.
El muy desgraciado simplemente ríe, como si no le importara mi amenaza. Me mira por largos segundos que a mí se me convierten en los más eternos y fatídicos de mi vida. No voy a negar que me estoy muriendo del miedo al estar con este hombre a solas en la habitación.
Porque mierdas se tardan tanto.
Se supone que deben ocuparse de este tipo de situaciones, cuando nos encontramos en peligros ellos deben encargarse de nuestra seguridad y que en todo caso no nos maten. Lo menos que querría el cabron de mi padre es tener que ocultar un asesinato y no dejar rastros.
Miro al hombre acercarse poco a poco hacia mi, haciendo que mis nervios se hagan más fuertes y sostenga el aparato en mis manos con más fuerza.
—No de un paso más — alzó la voz — si quiere conservar esa cosa que guinda entre sus piernas — señalo su polla — tendrá que quedarse allí, y no me obligue a golpearlo.— amenazó
—Crees que dejaré que siquiera lo intentes — ríe burlón — no eres más que una simple perra que debe acatar órdenes.
Esta vez camina más rápido hasta llegar hasta a mí, y tomar mi cabello y hablarlo con mucha fuerza haciendo que gima de dolor y dejé mi cuello expuesto a su mirada.
—Tan deliciosa, y con tan mal carácter — sisea — eso debemos corregirlo muñeca.
— suelteme — digo furiosa.
—silencio, he dicho — habla furioso para luego golpear mi rostro.
Toma de nuevo mi cara está vez bajando a mi cuello y comenzar a apretarlo con fuerza, jadeo de pánico e intento quitar su mano pero se me hace difícil al sentir mi respiración trabarse y llenar mis ojos de lágrimas.
Toco con una de mis manos la mesita en la que estoy, y ciento una de las tijeras que usamos nosotras las chicas para cortar nuestros cabellos cuando están muy largos, y la tomo con la poca fuerza que me queda. Y la entierro en su cuello haciendo que suelte un grito de dolor y me suelte.
Para llevar una mano a la parte de su cuello dónde ahora se encuentra la tijera y la saca con mayor fuerza, cierro los ojos estremeciendome al escucharlo soltar maldiciones. Me alejo lo más posible de su anatomía y comienzo a caminar a la puerta, notando que la sangre sale de su cuello por montones haciéndole el trabajo imposible de retener.
Sin decir nada más, intento salir pero unas manos en mis hombros me hace temblar de miedo y cerrar lo ojos esperando lo peor.
—¿Que mierdas ha pasado aquí, Anne? — la voz de mi padrastro me hace llorar.
— Y-yo, Y-yo está..ba dormida — hipeo — y... Y es-se hombre entro — señalo al tipo que ahora me ve con odio, pero a la vez pálido por la cantidad de sangre que ha perdido — A..a.a intentado abusar d-e mi — lloro como una niña perdida.
— ¿¡Estás loca!?, Cómo se te ocurre hacer semejante locura —grita furioso — debistes llamar a los guardias. — me toma del brazo y aprieta fuertemente. — por tu culpa voy a perder a uno de mis mejores clientes —susurra para que solo yo lo escuché. — me las vas a pagar mocosa —Lloro con más fuerzas.
—lo hice, lo juro — sollozo — pero ellos no llegaban, lo siento — me disculpo.
— lárgate de aquí, antes de que te golpeé —lo miro con pánico — ¡Largo!
Salgo corriendo de allí sin mirar atrás, notando como los hombres de mi padre me miran sin ningún tipo de expresión, continúo corriendo hasta llegar a la habitación de Sara mi amiga en este lugar. Y sin decir nada abro la puerta y me tiró a sus brazos llorando como nunca antes lo había hecho, y no solo por lo que acaba de pasar. Ella sabe que cuando ocurre este tipo de cosas, es mejor callarnos y llorar en silencio o si no el castigo será peor, por nuestra desobediencia como lo diría Ernest.
Solo espero que está tortura termine pronto, o la palabra suicidio no solo quedará como una pequeña sugerencia en mi cerebro.
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