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TERCER ENCUENTRO, MES #3: palomitas de maíz.

Ahora me sentía bien, ya no me sentía vació como antes. Seungmin se encargaba de enseñarme todas las cosas que él sabía de la vida, me ayudaba con lo que yo no podía comprender y me mostraba su manera de pensar.

Algo que me parecía muy extraño era que él nunca quería salir  a lugares muy poblados. Siempre prefería estar en casa, o en el auto, o en el bosque, o en donde sea que no hubiera personas. Tal vez aquella vez que me había dicho sobre que no le gustaba que las personas lo miraran era verdad. Aun así no dejaba de parecerme rara su actitud.

Llevábamos casi dos meses desde la primera vez que lo había visto, y aun no tenía ni idea sobre su vida. Él se limitaba a hablarme de su familia, ni siquiera sabía donde vivía o si tenía hermanos, amigos, algo. Lo único que sabía de él era que su nombre era Kim Seungmin.

También algo que notaba era que siempre llevaba aquella libreta de cuero café y constantemente la sacaba para escribir cosas. Sin embargo por más que insistí nunca me dejó leerla. También había dejado de llevar la cadena del sol sobre su cuello, de hecho, la única vez que se la vi puesta fue aquella vez en la tienda de discos.

Mi madre casi nunca estaba en casa, mi padre viajaba siempre al extranjero y no tenia hermanos, entonces para mí no había problema en meter a Seungmin casi todos los días a mi habitación.

La mayor parte de tiempo la pasábamos mirando videos por internet, de todo tipo, desde ciencia, hasta pornografía. Seungmin decía que una mente sana tenía que contener mucha información de todos los temas.

La tarde que pasó lo más importante para mí estábamos tirados en mi cama mirando un documental sobre las brujas y comiendo palomitas de maíz. El documental era de lo más aburrido, pero Minnie se veía bastante interesado en el tema, así que yo me entretuve mirándolo a él.

Seungmin comía palomitas sin quitar la mirada de la computadora, yo apenas las había probado y él ya estaba por terminárselas todas.

Después de dos largas horas de escuchar sobre la magia negra, el documental por fin terminó. Seungmin cerró la computadora fascinado y me miró —Wow... ¡¡eso ha sido fascinante!! —me dijo abriendo los ojos como plato.

¡Sí! ¡Demasiado! —él notó mi sarcasmo y me dio un golpe con la almohada. —Seungminnie, eso ha sido muy aburrido —me lancé contra él para besarlo.

¡Es porque tu no lo entiendes! ¡Eso es cultura, Bang Chan! ¡CUL-TU-RA! —me abrazó por la espalda, él siempre se burlaba de mi falta de interés en las culturas antiguas. Sin decir nada más lo besé por un largo rato. Tenía una obsesión por sus labios, de eso estaba seguro —¿Qué prefieres, ver otro documental o seguir aquí, acostados? —preguntó después de unos segundos.

Adivina... —Continúe besándole, enredó sus piernas con las mías y se subió a mi cuerpo. Yo lo mantenía abrazado, le tocaba la espalda y después poco a poco comencé a bajar mis manos hacia su trasero. Me separe un poco para mirarlo y el asintió con la mirada para que yo continuara.

Channie... —habló en mi oído, yo besaba su cuello mientras él se movía encima de mí.

¿Mmmhh...? —me estremecí al sentir su aliento contra mi piel.

Creo que tengo que decirte algo... —Paré y lo miré preocupado. Su tono de voz me indicaba que era algo importante. Tardó unos segundos más en comenzar a hablar —Veras... no sé si esto que estoy por decirte está bien... pero quiero que sepas que... creo que... —balbuceaba mucho, hablaba demasiado nervioso y no me miraba a los ojos —esquecreoqueyoteamo —lo dijo tan rápido que apenas pude entender sus palabras.

Sentí mis mejillas ruborizarse, mi corazón se detuvo por completo y después explotó de felicidad. Traté de controlar mis impulsos, pero fue inútil.

¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!! —grité levantándome de él. Me miró asustado —¡¡yo también!! —me paré y lo miré esperando su respuesta.

Mierda... te gusta asustarme... —Fue lo primero que dijo. Yo comencé a reír y me lancé de nuevo a sus brazos.

Su saliva sabía a la mantequilla de las palomitas de maíz. Sus mejillas también olían demasiado a la comida. Nos besábamos esta vez mas apresurados, yo me pegaba completamente a su cuerpo, tratando de fundirme en él.

Pronto la ropa comenzó a estorbar, nos fuimos desnudando poco a poco, sin prisas. Yo lo acariciaba y constantemente le susurraba lo mucho que lo amaba.

Todo pasó justo como en el sueño que había tenido la tarde que lo conocí, excepto porque esta vez estábamos en mi habitación. Esa tarde no solo nos entregamos por completo, sino que también, hicimos el amor por primera vez.

Cuando terminamos nos dimos cuenta que ya casi era hora de que mi madre llegara, de nuevo insistí en llevar a Minnie a su casa, pero como siempre, él se negó. Lo acompañe a la puerta y cuando regresé a mi habitación pasó algo bastante extraño. Miré la bolsa de palomitas de maíz y estaba casi completa. Me pareció demasiado raro, ya que yo había visto como Seungmin comía demasiadas de ellas, al grado de casi vaciar la bolsa. Sin embargo estaba demasiado feliz por lo que acababa de pasar, como para tratar de adivinar a que se debía que la bolsa estuviera llena.


Los días pasaban y yo cada vez me enamoraba más de Minnie, mi madre estaba cada vez más insistente en que saliera con mis amigos, le molestaba el hecho de que siempre estuviera en casa, lo que ella no sabía es que nunca estaba solo, yo siempre estaba con Seungmin.

Desperté una mañana y miré el calendario. Era el último día del mes, eso significaba que Jungeun aparecería de nuevo. Justo ese día Sana me llamó, insistió, casi rogó porque saliéramos. Yo le confesé que ya no quería seguir la relación, ella me llamó cobarde y después de unos largos minutos de insultos colgó.

Seungmin llegaría a mi casa hasta la tarde, como mi madre había salido de fin de semana a un spa con sus amigas, yo había decido invitarlo a dormir, él aceptó encantado.

Yo estaba preparando todo, comida, algo de bebidas y una enorme cantidad documentales que me habían llamado la atención, todo para no terminar mirando nada aburrido escogido por mi chico. Había dejado todo listo para cuando él llegara, pasar una bonita tarde y terminar en la cama, eso era lo que más deseaba.

Mientras terminaba de preparar mi habitación, el timbre de la puerta sonó, miré a mi reloj asustado, pensando que tal vez podía ser Seungmin que había llegado un poco más temprano de lo previsto. Eran las 3 y nosotros nos habíamos quedado de ver a las 5.

Bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta emocionado, más no era Minnie, sino Jungeun. Ella notó mi desilusión al verla.

He notado que no está el coche de tu madre, por eso me eh atrevido a tocar el timbre —dijo muy bajo. Ella siempre llevaba esa actitud, muy callada, muy tímida, como si estuviera haciendo algo malo.

Si... no está mi madre, no te esperaba aquí, pero pasa —me moví haciéndole espacio para que ella pasara. Entró y miró todo el lugar.

Veo que esperas a alguien —dijo al notar todos los preparativos que había dejado sobre la mesa. Empezando por unas velas y una botella de jugo de manzana espumoso —no te quitare mucho tiempo.

Si... espero a... —Tenía ganas de decirlo, necesitaba decirlo, ella era prácticamente una desconocida, así que no había problema en que se enterara —espero a mi novio —me miró impresionada, demasiado, se recargó contra la pared y pude notar cómo le costaba trabajo respirar —¿estás bien? —me acerqué hasta ella y traté de ayudarla.

¿Qué? ¿Un novio? ¿En serio? —pude notar la tristeza que ella sentía al preguntar eso.

Si... ¿tiene algo de malo? —por unos momentos comenzaron a vagar ideas en mi cabeza, como que probablemente esa chica estaba enamorada de mi, o lo había estado.

Pero, Channie... Seungmin... —Habló entre dientes y sin mirarme. "Seungmin" había mencionado el nombre de mi novio. Ahora estaba asustado, ¿Por qué ella sabia su nombre? ¿Qué mierda estaba ocurriendo?

¿Seungmin? —le pregunté intentando no alterarme —Seungmin, así se llama él. Mi novio se llama así —ella comenzó a llorar al escuchar mis palabras, comenzó a llorar de una forma demasiado exagerada, como si le hubiera dado una puñalada al mencionar eso —¿Qué pasa Jungeun? ¿¡Por qué lloras!?

Oh, Dios, Chris —después de un tiempo su llanto de convirtió en sollozos. —creí que hacia las cosas de la manera correcta... —Se lamentaba y negaba con su cabeza.

¡Mierda! ¿de qué carajos hablas? ¡dímelo de una puta vez! —sentía que ella estaba jugando con mi mente, sentía que quería volverme loco. La impotencia de no tener ni idea de lo que ella se refería me mataba, comenzaba a sentir un fuerte odio por esa persona. ¿Por qué me hacia esto? ¿Por qué me perturbaba? ¿Por qué no simplemente me decía lo que había pasado y ya? ¿Qué necesidad había de hacer todo ese drama?

Ella secó sus lágrimas y miró hacia su bolsa, sacó otro paquete. No quería tomarlo, pero era necesario, solo quedaban dos más y yo podría saber la verdad. Lo tomé y rápidamente comencé a abrirlo, esta vez frente a ella. Cuando vi lo que contenía sentí un enorme nudo crearse en mi garganta.

Era un paquete de palomitas de maíz. Exactamente de la misma marca y sabor de las que estábamos comiendo la vez que por primera vez tuve sexo con Seungmin.

Me molesté, me di cuenta de lo que en realidad estaba pasando. Todo eso era una broma, esa chica, junto con Seungmin, se estaban burlando de mí, de  mi accidente, de mi estúpida mente inservible, de todo.

Me sentía traicionado, me di cuenta de que Seungmin le contaba a esa chica todo lo que hacíamos. Primero la cadena del sol, que unos días después me encontré a él con una idéntica, después el grupo "one direction" ¿y ahora esto?, todo, absolutamente todo me indicaba a Seungmin, todos los "recuerdos" que esa chica me entregaba. Era obvio que se estaban burlando de mí.

Largate —le dije sin siquiera mirarla. No seguiría siendo el payaso de nadie, no seguiría jugando ese estúpido juego que solo lograba lastimarme.

Chan, tienes que pensar las cosas, darte cuenta de que estas mal —la miré molesto, ¿ahora yo era él que estaba mal? ¡Ellos estaban perturbando mi mente!

No voy a hablar de esto contigo... por favor vete —trataba de mantener la cordura para que ella no me viera afectado por su puta broma. —¡LARGATE DE UNA PUTA VEZ!

De acuerdo, nos vemos en próximo mes —sentí una enormes ganas de golpearla al escuchar sus palabras, me quedé quieto y me controlé.

Para cuando ella salió yo ya me había derrumbado, me tiré al piso y comencé a respirar agitadamente, no quería llorar, sin embargo pensar que Minnie se estaba burlando de mi me mataba, él era lo único bueno que le encontraba a mi vida... ¿Por qué me hacían esto? 

Lo peor de mi situación es que ni siquiera sabía las razones por las cuales ellos hacían eso. No podía recordar nada y para ellos era más fácil lastimarme así. Probablemente esas personas y yo habíamos tenido problemas en el pasado y por eso ni Jungeun, ni Seungmin querían que mi madre supiera de ellos. Por eso hacíamos todo a escondidas. Por eso a Seungmin no le gustaba salir de mi casa, para que nadie nos viera juntos.

Yo no había mentido cuando le dije que lo amaba, en serio lo hacía. Lo amaba. Yo no había hecho nada de eso pensando que podía ser un acto de venganza, había sido tonto, estúpido, me había creído toda la mierda que ellos me habían dicho, me engañaron y me pusieron a sus pies, Minnie se encargó de subirme al cielo, para después seguramente tirarme desde lo más alto.

Él vendría esa tarde y yo lo enfrentaría, le diría que su estúpido juego se les había arruinado, que no permitiría que se siguieran burlando de mí. Le pediría una explicación, quería saber porque ellos me lastimaban, merecía saberlo, necesitaba saber que tan mal había hecho las cosas antes para ahora merecer esto.

Me senté sobre el sillón y espere hasta que él llegara. Concentré mi mente en recordar algo, pero como todas las putas veces, era imposible.

Tenía un terrible dolor de cabeza, el cual no era normal y me comenzaba a preocupar, gracias a que el doctor me había advertido que cualquier leve dolor en mi caso era necesario acudir al hospital. Tomé un poco de medicamento para calmarme.

Después de una hora y media Seungmin tocó el timbre. Respiré profundamente y traté de prepararme para lo que estaba por venir. Fingí ser fuerte y abrí la puerta. Él entró y se lanzó alegremente a mis brazos. Cerró la puerta con su pie y trató de besarme. Yo lo evité dando un paso para atrás.

¿Qué pasa amor? —comentó preocupado por mi actitud.

Sentía sus palabras dolerme, "amor" claro, cuando "amas" a alguien lo engañas y te burlas de su puta enfermedad, claro, se notaba demasiado que él me "amaba".

Me costó trabajo responder, pero después de unos segundos logré hablar.

Te lo voy a preguntar por última vez, Kim Seungmin, ¿tú y yo nos conocíamos de antes? —él me miró extrañado pero no contestó —¡mierda! ¡CONTESTA DE UNA PUTA VEZ! —frente a él me era imposible mostrarme fuerte, por muy estúpida que fuera la situación, con él me sentía libre a llorar. Comencé a llorar por la desesperación de no obtener respuestas.

Channie, no —sonó real, más yo sabía que me mentía.

¿Por qué? —comencé a hacer pucheros, me sentía tan estúpido, tan humillado, pero sobre todo, lastimado porque él, Seungmin, me había hecho eso —dime qué fue lo que yo les hice... ¿Por qué tu, junto con la chica esa se han encargado de perturbarme?

Nosotros no queríamos perturbarte —mi corazón se rompió. Ya no lo negaba, ahora estaba convencido de que él sabía de lo que hablaba —Jungeun trataba de ayudar, al igual que yo.

¡¿AYUDAR A QUE?!

Ayudarte para que cuando llegara el momento del fin, tu pudieras entenderlo —sus ojos se cristalizaron, mi dolor de cabeza se hacía cada vez más intenso.

¿¡EL FIN DE QUE!? —no podía hablar sin gritar, no podía tranquilizarme, no podía simplemente entender una mierda de lo que pasaba.

Mi fin, Channie. El fin de nosotros —sus lagrimas comenzaron a descender. Él hablaba de un fin, hablaba de un maldito fin, cuando nuestra historia apenas comenzaba a ser escrita.

Vete a la  mierda... Necesito una explicación a todo esto, Seungmin, necesito que me expliques qué es lo que quieres de mi, quiero que me digas quien eres, ¡quien fuiste!

Hoy solo soy un recuerdo —susurró —solo quería asegurarme de vivir en tu memoria.

¿De qué hablas? por favor, Minnie, ya no juegues con mi mente, dime qué es lo que pasa —calmé mi tono de voz, ya no tenía las fuerzas para gritar, sentía que estaba por caer al suelo por el tremendo dolor de cabeza.

Él se acercó hacia mí y me rodeó con sus brazos. Me dejé abrazar simplemente por el hecho de que también lo necesitaba —quiero que sepas que fuiste lo mas importante en mi vida, no me arrepiento de nada que pasé contigo, tu representaste mi mundo entero, nadie más que tu, mi pequeño —lo mantenía abrazado lo más fuerte posible. Él me susurraba al oído —todo va a estar bien amor, yo se que tu vas a estar bien, porque confió en ti y sé que lo harás. No quiero que le tomes rencor a nadie, nadie tuvo la culpa de lo que sucedió, tu y yo nos veremos pronto, ¿de acuerdo? —se separó y tomó de las mejillas para que lo mirara. ¿Minnie se estaba despidiendo? ¿Por qué lo hacía?

Tú no te vas a ir, no me importan tus razones por las cuales hiciste esto, no importa, olvidémonos de todo, ¡no te vayas! ¡No puedes hacerlo! —me alteré demasiado al pensar que él podía desaparecer.

Te amo. Nos veremos pronto —me alejó de él, yo no tuve la fuerza retenerlo a mi lado, mi vista se había nublado y ahora apenas podía distinguir su silueta.

Minnie, por favor no me dejes aquí —fue lo último que dije antes de caer desmayado por el dolor de cabeza.

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