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"Visita"

Bueno hoy es lunes de dos por uno, ya actualicé la otra historia ahora voy con esta, para traer un poco de paz a su espera. Espero que disfruten de la lectura, saluditos ^^

Capítulo XXX:

Visita

Abi se bebió la última gota de café, era muy temprano esa mañana y llevaba toda la noche conectada a la computadora. Desde que había hablado con el profesor, una idea venía dándole vueltas en la cabeza impidiéndole pensar en algo más. Will había sido asesinado, pero por alguna razón la conveniente muerte de Iker y Ailim, le continuaba haciendo ruido. ¿Qué posibilidad había de que su accidente, hubiese sido realmente un accidente? Con Will e Iker muertos, el título se quedaba sin heredero directo. Si se lo pensaba con mucho detenimiento terminaba siendo obvio que ambas muertes, habían sido una gran coincidencia. Alguien había matado a Will, de eso no le cabía duda, ¿sería posible que esa misma persona decidiera terminar el trabajo y también se encargara de Iker? Bueno había una sola forma de averiguarlo, debía encontrar quién se beneficiaba de eso.

El heredero indirecto del título era su primer sospechoso. En esa época se mataba por mucho menos, la riqueza de Will era más que suficiente incentivo como para querer matarlo. Sin los hermanos Warenne en escena, el título quedaba a merced del próximo heredero. Pero, ¿quién rayos era? Era mucho más complicado hallar a alguien que no se conoce. Con Will ya había sido difícil, pero al no contar con un nombre las posibilidades de fracasar se ampliaban considerablemente. Suspiró, dándose suaves cachetadas para despertarse. Estaba a un segundo de claudicar en su búsqueda, pues tras revisar casi todo el árbol genealógico de Will seguía en ascuas. ¿Quién diría que sería un trabajo tan complicado? Comenzaba a sentir cierto respeto por los historiadores, la gente muerta era más complicada de encontrar que la viva y eso que los primeros permanecen siempre en un mismo lugar. Quizás ella era una terrible investigadora, definitivamente no consideraría el espionaje como carrera a futuro.

-Buenas... -Jules apareció tallándose los ojos y envestida en su pijama de vaquero.

Abi envidió su capacidad de dormir bajo cualquier circunstancia, pues ella tenía sueño pero si se iba a la cama no dormiría. No podía evitarlo, quería disipar este nuevo fantasma o morir en el intento. Sentía como si la estuviesen corriendo, como si una fuerza invisible la instara a no darse por vencida. Aún había algo más por descubrir y hasta no hacerlo, ella no descansaría.

-Abi esto ya comienza a asustarme. -Su amiga se acercó a ella para mirar por sobre su hombro, Abi la ignoró y cubrió la pantalla de la laptop con su cuerpo.

-Nadie te dice que veas -espetó cerrando algunas ventanitas y abriendo otras.

Jules bufó y se dirigió a la estufa para poner a calentar agua, parecía medio dormida y preocupada. Abi no quería poner a su única amiga de esa forma, pero esperaba que algún día llegara a comprender su situación.

-No dormiste -señaló de modo acusador, ella se encogió de hombros.

Frente a sus ojos una foto descargaba con gran lentitud, ¡maldito internet! Tímidamente la silueta de un escudo de familia llenó la pantalla, no lo reconocía pero los colores eran bastante chillones y tenía pequeños destellos parecidos al de los Adler. El escudo familiar de Will había ido cambiando con el tiempo, siempre que se añadían nuevas tierras adquiridas bajo el nombre, los marqueses de turno se encargaban de resaltar su logro. Por lo que ese que miraba en ese instante, le causó cierto escozor en la piel. Según la fecha, el escudo era de finales de siglo XVIII. Aun así no supo discernir si era o no una variación del que ella buscaba.

-No tengo sueño -mintió patéticamente, ganándose una incrédula mirada por parte de su amiga. Abrió una nueva foto a tiempo que hablaba sin poner demasiada atención-. Bien... tal vez sí, pero no puedo dormir. No hasta que...

-¿Hasta que, qué? -Jules se volvió, dejando su cuerpo reposar en la encimera. Su rostro agrietado por un gesto poco indulgente, Abi respiró profundamente desistiendo finalmente de escapar de esa charla.

-Lo sé... sé que crees que estoy obsesionada... pero... -Se silenció, su amiga la observó sin inmutarse.

Abi no sabía qué decirle, realmente estaba obsesionada, no podía negarlo. Pero había algo más, necesitaba cerrar ese capítulo. Jules jamás lo entendería porque ella no lo había vivido, no había conocido a Will o a Iker. No los había visto a los ojos, hablado con ellos o llegado a conocerlos. Sí, estaban muertos, pero eso no significaba que su asesino merecía seguir impune. Era estúpido buscar a un hombre que muy seguramente ya había sido juzgado por Dios, pero ella no tendría paz hasta saber de quién se trataba.

-Sé que parece una locura... pero si tú lo hubieses vivido me entenderías. Will era mi esposo y alguien lo mató, necesito saber quién fue... necesito que la memoria de él descanse...

-¿Y no crees que lo dejarás descansar cuando en verdad te olvides de él?

Abi negó casi automáticamente.

-Nunca me podría olvidar de él, es parte de mi vida.

Jules soltó un sonoro suspiro y se volvió para darle la espalda, sus ojos se quedaron fijos en la ventana que daba al jardín. Estaba cansada de sus tonterías, Abi podía notarlo. Quizás había llegado el momento, quizás era tiempo de decirle a Will adiós. ¿Se estaría volviendo tan loca como para cazar a un asesino de hace 250 años? Por alguna razón le atemorizaba responder esa pregunta.

-Sé que piensas que no te entiendo, en realidad lo hago... pero todo esto tiene que llegar a su final tarde o temprano. Will murió pero tú no... -En ningún momento la miró, sabía cuánto le estaba costando decir eso pues a ella le estaba costando el doble oírlo-. Dudo que él quisiera que tu vida, fuese la sombra de la suya.

Abi no supo cómo rebatir eso, la imagen de Will aparecía en su mente como un eterno recuerdo. ¿Cómo podía dejarlo atrás? ¿Cómo podía olvidar a su amor?

-No sé cómo vivir sin él -admitió repentinamente con la voz contenida, no había sido capaz de decir eso en todo ese tiempo. Pero finalmente lo había entendido, sin Will a su lado ya no veía la posibilidad de seguir adelante-. Tengo miedo que si dejo de pensar en él, desaparezca para siempre... que lo olvide por completo... -Sorbió lentamente su llanto, que en algún momento decidió hacer su entrada en escena. Con las manos se sostuvo la cabeza, reposando los codos en la mesa. Como si de alguna forma esperase que su cordura se desprendiera de su cuerpo, para de una vez por todas abandonarla a su suerte-. Will era un buen hombre... sé qué piensas que no... pero yo lo conocí, era, era... -gimoteó sin poder siquiera terminar su propia frase-. No merecía morir así... debí estar a su lado... y no hice nada, él murió y yo no pude ayudarle.

-No había nada que tú pudieras hacer, aquí o allá, nadie hubiese previsto algo así. -Pero ella pensaba diferente, de haber estado con Will, Abi sabía que lo habría protegido de cualquiera que le quisiera hacer algún mal.

Era ilógico pensar eso, pero no podía más que culparse por lo ocurrido. Ella había viajado a ese tiempo y frente a ese hombre por una razón, si no era para salvarle, ¿entonces para qué?

-Te habría agradado, sé que si lo conocieras te habría agradado... -Sonrió casi de forma dolorosa-. Tenía un sentido del humor extraño. Y fruncía el ceño más de lo que sonreía... pero cada una de sus muequitas valía la pena ser vista... ¡Oh, Dios! Quisiera poder tener algo suyo... una foto, una pintura... un mísero guante...

Volvió a caer en un aletargado silencio, sus pensamientos una y otra vez regresaban al último día en que lo vio. Al momento en que la detuvo en la escalera, cuando parecía confundido, molesto y dolido... a ese último beso. Como le gustaría haber extendido unos minutos más ese mínimo contacto, hasta ese momento no pensó en cuanto extrañaba tan solo mirarlo. No importaba si estaba enojado, el simple hecho de tenerlo del otro lado de la mesa, era un enorme regalo para ella. Su caballero, su esposo, su hombre... ¿Qué había hecho? Nunca debió darse por vencida

-Mi Will... -susurró llevándose una mano al corazón.

-¿Abi? -Ella estaba demasiado ensimismada en su dolor, como para ponerle atención a su amiga-. ¡Abi!

Alzó la cabeza frente a la impaciente exclamación. Jules tenía los ojos fijos en la ventana, aún no se movía del lugar en el que permaneció durante toda la conversación. El agua estaba brincando en la estufa, pero por alguna razón no logró apartar a su amiga de ese punto.

-¿Qué ocurre?

-¿Tú marqués era alto, de piel blanca, cabello y ojos negros?

Ella se sonrió por esa descripción, quizás Jules había encontrado alguna pintura.

-Sí, así es... ¿Hallaste alguna pintura? -instó mientras se ponía de pie, Jules seguía dándole la espalda. Se acercó a ella y le tocó el hombro, su amiga respingó en el lugar y repentinamente extendió una temblorosa mano apuntando el jardín.

-No foto... -murmuró de manera casi robótica-. Creo que lo veo.

Entonces Abi siguió la dirección de su mano y por un instante, sintió que las piernas cedían bajo su peso.

-Oh... mi Dios... -La voz casi no le sale y al igual que Jules, su vista se centró en el hombre que se encontraba de pie en su jardín compartido-. ¡¡Oh, Dios!! -exclamó en esa ocasión y finalmente logró darle la orden a su cuerpo.

Prácticamente atravesó el vidrio de las puertas francesas y al salir, sintió el leve vientito fresco de la mañana, aun así nada le importó, solo supo que debía correr y así lo hizo. Sus pies derraparon a pocos centímetros de él, la miró y ella hizo lo propio. Sus electrizantes ojos negros, eran reales, él era real, estaba allí a menos de un metro de distancia. Si estiraba una mano podía tocarlo y por estúpido que sonase, no atinó a hacer nada. Solo a mirarlo embobada, temiendo que al decir una palabra, el sueño se terminase y él desapareciera en la bruma.

-Will... -musitó de forma casi audible, él asintió lentamente y una pequeña sonrisa surcó sus labios. ¡Era verdad! Allí estaba, con ella. No le importaba por qué, solo sabía que debía abrazarlo.

***

Will mantenía la vista fija en la horrorosa criatura que lo observaba desde el suelo. Parecía un anciano diminuto y de piedra, en sus rechonchas manos sostenía lo que parecía ser una carretilla con flores. Alguien pensaría que tal imagen armonizaría con el jardín, pero en verdad que la vacía mirada del duende lo ponía un tanto nervioso. Estaba a un segundo de patearlo con la punta de su bota para apartarlo de su camino, cuando un fuerte sonido lo obligó a mirar hacia adelante. Toda idea e imagen de duendes malvados rodeándolo por los flancos, se desvaneció cuando logró enfocar la silueta de una mujer acercándose a él a la carrera. No, no era cualquier mujer... era la suya.

-Will... -Tuvo que aguzar los oídos para oírla, pero el sonido de su voz fue como una caricia para su alma.

No era su imaginación, en realidad estaba de pie frente a ella. Abi lo observaba expectante a unos centímetros de distancia, como aguardando una confirmación, él solo atinó a asentir. Entonces nada más fue necesario, ella se colgó de su cuello aferrándose con fuerza y él la rodeó por la cintura como si su vida dependiera de eso. Pensando que ni amenazándolo con cortarle los brazos, la dejaría ir otra vez. Su Abi, su aroma, su cuerpo, su suave piel y su delgada fisionomía, una vez más estaba entre sus brazos y finalmente se sentía a salvo. Ella se apartó lo suficiente para clavar sus bellos ojos violeta en su rostro, en ese instante Will se percató de las lágrimas que entristecían su mirar. Parecía tan desolada, su imagen desentonaba por completo con la felicidad que él sentía. ¿Por qué lo miraba de esa forma?

-Abi. -Pero al oírlo pronunciar su nombre, ella se apartó hasta que no pudo sentir más el calor de su cuerpo. Will extendió una mano, tratando de retenerla a su lado pero ella lo evadió, cubriéndose la boca para no soltar un sollozo-. Por favor, Abi, no te alejes.

No podía soportar eso, al menos quería que lo mirara pero ella dirigió su atención a sus manos, apretando los labios a su vez como si intentara contener una maldición.

-¿Qué haces aquí? -susurró, logrando con sus palabras abrir una brecha en su interior. ¿Lo decía en serio? ¿Qué rayos estaría haciendo? No estaba precisamente dando un paseo, la estaba buscando. ¡Por amor del cielo!

Suspiró, tratando de controlar su creciente frustración, gritarle de nada serviría.

-Pedí un deseo -musitó creyendo que esa sería la forma más rápida de explicarse. Por una parte le daba a entender que creía en ella y en su historia, ahora más que nunca y por la otra que haría absolutamente cualquier cosa por estar a su lado. Solo esperaba que Abi viera eso y no su demacrado semblante, de saber que esto funcionaría se habría afeitado o bañado. Pero desafortunadamente, el encierro no le había sentado de la mejor manera.

-¿Por qué? -inquirió ella en un hilo de voz.

-Porque quería verte, te busqué por tantas partes... necesitaba... -Dio un paso en su dirección, ella se limitó a mirarlo sin apartarse. Bien, eso era una buena señal-. Necesitaba hablarte, mirarte... -Extendió una mano hasta alcanzar una de las suyas, parecía pequeña y temblorosa junto a la de él-. Tocarte una vez más, antes de... -Se detuvo consciente de lo que estuvo a punto de confesar. No debía decirle eso, era mejor que ella no supiera que había hecho toda esa travesía solo para despedirse.

-¿Por qué? -repitió mirando sus manos entrelazadas, Will sintió el impulso de apresarla entre sus brazos. Jurarle el mundo y dejarse ir en disculpas. Cuanto lamentaba haberle fallado.

-No puedo vivir lejos de ti... haría cualquier cosa solo para mirarte a los ojos.

Ella profirió un sollozo, Will presionó la mandíbula en gesto impotente.

-¿Qué hay de Elisa?

Él frunció el ceño, Abi apartó la mano al no oír respuesta. En esa ocasión, él la tomó por la barbilla obligándola a mirarlo.

-¿Qué hay con ella?

-Te vi -se limitó a responder, como si eso aclarara alguna duda. Will sacudió la cabeza en una tenue negación.

Elisa representaba su pasado, un pasado que ya prácticamente no recordaba, ¿eso qué tenía que ver con ellos? Repentinamente recordó el incidente de las cartas, llevaba mucho tiempo lamentado aquella reacción. No debió gritarle o decirle cosas tan hirientes, pero no pensaba que eso fuese a determinar su relación a futuro. Las cartas que le enviaba Elisa eran muy importantes para él, eso no iba a negarlo, pero no quería perder a Abi por una estupidez como esa.

-¿Qué me viste? -inquirió, tratando de discernir algo coherente. Se sentía un tanto mareado y en realidad no estaba para acertijos.

-Con ella, en su casa.

Will abrió los ojos sorprendido por esa revelación. ¿Cómo lo había visto? ¿Cuándo?

-¿De qué hablas? ¿Cuándo me viste?

Ella le dirigió una incrédula mirada. Cómo odiaba ver esa expresión en su rostro, la hacía lucir como un pequeño ser desolado y acongojado.

-El día de mi cumpleaños -siseó y él notó cuanto le costaba admitir aquello. Will se tensó y soltó un amplio suspiro tratando de traer a su mente ese día en cuestión. Bueno, no es como si fuese a olvidarlo, había sido el peor día de su vida. Pero antes de la desaparición de Abi, él se sentía tremendamente feliz-. Entraste en su casa... aceptaste su invitación y estuviste más de dos horas allí. -Finalmente conectó las piezas y no le agradó la dirección que estaban tomando, extrañamente no supo qué decir-. ¿Vas a negarlo?

Él la miró con firmeza, no podía creer lo que leía en sus ojos. Estuvo a un segundo de soltar un improperio, pero no supo cómo se contuvo.

-No lo niego -murmuró en voz queda, ella lo fulminó con la mirada y repentinamente intentó salir corriendo, pero él la atrapó por la espalda en plena carrera. Abi se removió entre sus brazos y Will pegó el rostro en su cuello, susurrándole incongruentes palabras al oído hasta que se quedó inmóvil-. Te estás equivocando...

Le dijo sin dejar de presionarla contra su pecho, su respiración se había acelerado al punto de dificultarle hablar con claridad. Hasta ese instante no pensó en cuanto echaba de menos tenerla de esa forma, sumisa bajo su fuerza. Ella era una chica tozuda, pero por dentro era tan suave como una flor.

-Nunca, nunca te haría algo así. -La voz le sonó ronca, no sabía si por la intensidad de lo que intentaba trasmitir o por el deseo que le despertaba el suave aroma de su mujer. Abi respingó cuando él rozó la sensible piel del cuello con sus labios, era tan dulce, tan femenina, tan suya.

-Ella... -Se detuvo al oírla hablar, no era el momento. Debía lograr que viera la verdad y luego se saciaría de su boca y cada parte de su cuerpo. Tenía que enfocarse y guardar su lado más animal, en la parte más oscura de su ser.

-¿Ella, qué? -susurró junto a su oído, causándole un estremecimiento. ¡Oh, Abi no lo estaba ayudando!

-Dijo que tú... que ustedes...

-Te mintió -la interrumpió, antes de oír esas estupideces. Madre mía iba a matar a Elisa, el deseo que sentía por Abi fue lentamente sustituido por rabia. ¿Qué demonios le había dicho a su mujer? -. Ella no significa nada para mí.

Abi bufó claramente sin creerle, Will la presionó aun con mayor vehemencia. No con intención de lastimarla, solo intentando que ella no se cerrara a él, por poco y la funde contra su pecho.

-Abi... sí estuve en su casa, pero solo porque mantengo negocios con la familia Berenfor. -Ella lo observó por sobre su hombro y Will notó que esa no era forma de mantener una conversación, cuando estuvo seguro que no intentaría huir la liberó-. Si me enfadé contigo por las cartas fue porque Elisa me mantenía informado de los cambios en el mercado. Y al no ser capaz de leer sus advertencias, perdí un cargamento completo que tranquilamente podría haber salvado. ¿Entiendes?

Ella asintió suavemente, él comprendió ese gesto como una invitación a explayarse.

-Fui a su casa, porque ella me informó que era posible hacer un pase en la aduana y enviar el cargamento a las Indias, donde sus comerciantes revenderían todo. Perdería algo de dinero, pero en comparación a perder todo era mejor... me pidió que revisara los libros de sus negocios en ese momento y yo accedí-Hizo una pequeña pausa, tan solo esperaba que le creyera. No tenía idea que haría si Abi decidía ignorarlo-. Ella me estaba haciendo un enorme favor, por lo que pensé que sería justo echarle un ojo a sus finanzas. Soy bueno con los números, Elisa me pidió en más de una ocasión consejos para inversiones. Solo le estaba devolviendo un favor... no sabía que...

-¿Que yo te vería? -Él negó, Abi se masajeó las sienes, todo parecía más confuso que antes-. Elisa dijo que estaba esperando un hijo tuyo.

Will se heló.

-¡¿Un hijo mío?! -exclamó sin poder contener la ironía en su pregunta-. ¡¿Y cuánto tiempo lleva embarazada, nueve años?! -No iba a negar que si había mantenido relaciones con Elisa, pero eso había pasado hacía casi una década. Ya ni recordaba cómo era esa mujer y no tenía intenciones de recordarlo-. Abi, me negué a tenerla de amante cuando me casé con Marian. ¿Qué te hace pensar que cambiaría de opinión ahora?

-Ella fue a Bath solo por ti.

Ya le gustaría ser tan importante para alguien, Elisa era una predadora en busca de dinero no de hombres. Si se había entrometido en su matrimonio, fue porque vio la oportunidad, no porque sintiera algo por él.

-Juro sobre la tumba de mi hijo, que nunca te engañé con nadie. -Will la tomó por las muñecas atrayéndola lentamente, acababa de utilizar lo único que él consideraba tan importante como su mujer. Aunque nunca había tenido la posibilidad de cargar a ese niño, incluso sin saber si era suyo realmente, era el único ser hasta la llegada de Abi que él realmente había amado-. Eres la única mujer para mí... ¿Qué acaso no lo ves? -Ella le pasó revista con los ojos ligeramente humedecidos, Will quiso sonreír, siempre se tomaba sus palabras al pie de la letra-. No soy nadie sin ti, jamás haría algo que te causara dolor... Abi, me sentí como el peor de los canallas cuando te grité, nunca debí hacer algo así.

-Yo me equivoqué -susurró de forma casi audible, él sacudió la cabeza.

-No, amor, no cometiste ningún error... -La tomó por el mentón, capturando uno de sus bucles en el proceso.

-Por mi culpa perdiste dinero... -Ella se lamió los labios de una forma por demás sensual.

-Perdería la vida si eso me asegurara una sonrisa tuya.

Hasta ese instante se percató, de que había puesto su trabajo por encima de ella. Era un idiota, quizás sí se merecía morir después de todo.

-No digas eso, es una blasfemia.

Él la atrajo en un movimiento imperceptible hasta sus labios, pero no la besó. No aún, necesitaba decirle una cosa más.

-Entonces estoy listo para ir al infierno. -Abi clavó sus ojos en los de él, Will se quedó maravillado por la manera en que el sol resaltaba el color hasta casi volverlos lilas-. Te amo... sonríeme e iré gustoso.

Pero ella no sonrió, sino que se puso de puntillas y de manera deliberada, le rozó los labios en un casto beso que lo hizo sentir el suave gusto salado de sus lágrimas. Will la tomó por la cintura, evitando que el contacto se interrumpiese. Delineó los carnosos y sonrosados labios, hasta que su lengua finalmente se hizo de su húmedo interior. ¡El cielo!

***

Con Will pegado a su cuerpo, nada parecía estar mal. Abi no sabía si creer en él, podía estar mintiendo pero cuando lo juró por su hijo, prácticamente la convenció por completo. Ella sabía lo mucho que ese niño significó para él... no podía estar engañándola. Quería tanto creer en él, quería perderse en sus besos y olvidarse del mundo, de los problemas, de todo. Era muy posible que todo hubiese sido un juego sucio urdido por Elisa, ella lo arrastró allí convenientemente y le pidió que revisara sus libros para mantenerlo largo rato. ¿Esa era la explicación? ¿Estaba dispuesta a confiar ciegamente en su palabra? Bueno después de todo, Will acababa de viajar en el tiempo solo para buscarla, le había dicho que la amaba. Algo a lo que su corazón aún no se acostumbraba, sabía que si se ponía a detallar el significado caería desmayada en un instante. Por lo que pensaba ser más pragmática y no ahondar en su declaración, al menos hasta no estar sobre una superficie mullida. Interrumpió el beso para mirarlo.

-Will yo... -Él la silenció de la única forma a la que ella no podía protestar-. Will quiero hablarte -sentenció de una manera más contundente.

Quería besarlo, él no tenía una idea de cuánto quería besarlo y dejarse llevar por sus emociones, pero primero tenía que estar segura, sentirse segura. Ya había sufrido mucho por él, merecía tener alguna especie de red debajo. No podía tirarse en esa piscina, no cuando aún estaba a medio llenar.

-Abi por favor... -Rayos, ¿por qué debía lucir tan desolado? No podía mantenerse firme si él la miraba de esa forma-. Cree en mí, amor... -Y allí estaba esa palabra otra vez-. Dios, Abi, estoy incompleto sin ti... necesito que creas en mí.

Will la observó fijamente, ella no supo que responder. Aún la imagen de él entrando en la casa de Elisa, se repetía en su mente una y otra vez como un eterno fantasma. Él lentamente la liberó, en ningún momento rompió el contacto visual. Abi se sintió desnuda sin sus brazos alrededor, se sintió vacía, incompleta. ¿Así se sentía él?

-No voy a obligarte a aceptarme, esto es lo que soy... y aparentemente no es lo que tú quieres.

Ella se cubrió la boca ahogando un gemido, Will se estaba dando la vuelta para marcharse. ¿Pero a dónde si él no conocía nada?

-¡Will! -exclamó recuperando la capacidad del habla, no podía perderlo. Lo quería, lo amaba, no permitiría que su amor se marchase. ¿Acaso no había aprendido nada en esos dos meses? Ellos no podían vivir separados, estaban destinados a estar juntos para siempre. Y por su estupidez estaba a punto de arruinar, el maravilloso trabajo del universo.

-¡¡Will!! -Volvió a gritar de una manera más desesperada y en esa ocasión, él sí se detuvo. La observó por sobre su hombro, Abi caminó aquellos metros que los separaban y lo jaló de la casaca para volverlo por completo-. Yo te amo... nunca dudé un segundo de lo que siento por ti, por eso me fui. Pensaba que de esa forma te dejaría ser feliz... lo único que me importa es que seas fe... -Pero la frase terminó siendo devorada por unos ávidos labios que no necesitaban oír más palabrería.

-Abi, ¿cómo podría ser feliz contigo lejos?

Ella le acarició el rostro, apretándolo entre sus brazos con fuerza.

-Ahora estás aquí, estamos aquí... -Will asintió y en un momento, alzó la cabeza al cielo.

-Exactamente, ¿dónde es aquí?

Ella rio suavemente y se apartó para extender las manos como un presentador de circo.

-William Warenne, bienvenido a los Estados Unidos de América... -Lo tomó de la mano para acercarlo y cuando él se inclinó para besarla, ella desvió el camino y posó sus labios junto a su oído-. Y bienvenido al año 2012.

Will se apartó para mirarla con una ceja enarcada, sus ojos recorrieron tímidamente el sitio que lo rodeaba, como si por primera vez reparara en el lugar. Luego sonrió tenuemente y ella no pudo más que animarse por ese gesto. Esta sería una interesante aventura.

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Sé que Will llegó al 2012, no es que yo no sepa en que año estamos viviendo. La verdad es que ésta historia la empecé en el 2011 y la terminé en enero de 2012, por lo que decidí dejarla fiel a las fechas que llevaba desde el inicio. Fue de mis primeros bebés awww jeje Les dejo un saludo.

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