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"Todo lo que Necesitas es Amor"

¡Hola! Bueno estoy medio a las corridas, pero quería dejarles un cap antes de irme. Les cuento que me voy por diez días de vacaciones, así que si no ven por acá ya saben la razón. No se alarmen, que cuando vuelvo sigo con la historia. Lamento la interrupción, pero esta mente brillante merece un descanso ¿no? ¡No respondan! Buena lectura, saludos ^^

Por cierto, aclaración al paso... la persona de la que hablan Will e Iker al inicio del capítulo, es el tipo que inventó la maquina de vapor. Sólo lo aclaro para que no haya dudas xDD

Capítulo XXIII:

Todo lo que necesitas es amor

Sentado en el despacho que una vez perteneció a su padre, William revisaba las últimas noticias que le llegaban desde el puerto de Liverpool. No dejaba de recibir propuestas para futuras inversiones y debía admitir que muchas llamaban su atención.

—Iker —murmuró, llevando su mirada hacia su hermano que se mantenía ocupado blandiendo el florín de un lado a otro. El aludido dejó sus juegos con el arma y lo observó de soslayo—. ¿Qué se está hablando en la corte con respecto a las ideas de Watt? —Su hermano tomó asiento en la silla que lo enfrentaba y tras pensárselo unos segundos respondió.

—Creen que es un escocés muy charlatán...

Will supo por la expresión de Iker, que él tenía un juicio propio.

—¿Y tú qué crees?

—Pienso que Boulton es el único capaz de ver su potencial. —Asintió lentamente apartando la carta del escocés a un lado—. ¿Te ha pedido participar? —preguntó con curiosidad.

—Quiere que asista a una demostración, necesita apoyo y ahora que he decidido salir de Bath...

—Piensa que hablarás positivamente de él con el rey. — Una vez más asintió para darle la razón. Will no tenía nada en contra del progreso, pero no había alcanzado su posición tomando malas decisiones. Normalmente analizaba hasta la menor variación y siempre tomando en cuenta las palabras de Iker, pues a pesar de ser como era, su hermano tenía un ojo bien entrenado para los negocios—. ¿Irás?

Se encogió de hombros.

—Supongo que no pierdo nada con ir a ver, además que me asegura que este invento le dará ventaja a mis navíos en el Atlántico.

Iker hizo un gesto analizador.

—Eso suena interesante...

Will estuvo de acuerdo y tras ese intercambio, ambos se quedaron en un momentáneo silencio. Pero repentinamente las puertas se abrieron de par en par logrando que se pusieran en alerta.

—Iker, retírate —ordenó su madre con voz firme y sin admitir réplica.

Will se puso de pie para recibirla, no era común que ella interrumpiera una charla de negocios. Su hermano igual de confundido, tomó su florín y se despidió con una burlona reverencia.

—Mis pobres oídos, son demasiado sensibles para esto —murmuró camino a la puerta y tanto William como Rosalie rodaron los ojos por ese comentario.

—¿Cómo te puedo ayudar madre? —instó solícito, ella se colocó las manos en las caderas y tras soltar un pesado suspiro, lo fulminó con la mirada.

Fue entonces cuando Will lo comprendió, había llegado el momento de la reprimenda. Ni por un segundo pensó que se salvaría de esa, pero teniendo en cuenta que ya no era un niño, esperaba que al menos fuese leve.

—No entiendo cómo puedes estar tan tranquilo, luego de tu actuación de anoche. —Mantuvo el silencio, sabía que esto tenía para largo—. ¿Sabes lo que tus hermanos y yo tuvimos que hacer para que lord Hech no te retara?

Estaba exagerando, pues Will sabía que Hech no era de invitar a duelos y menos por alguien que casi no conocía. Como mucho se habrían enzarzado en una pequeña lucha de puños y seguramente esta se habría interrumpido rápido. Por lo que no albergaba el menor remordimiento, añadiendo el detalle de que ni había llegado a tocar al conde.

—William, ¿dónde está tu sensatez? Tú no actúas así hijo. ¿No pensaste en esa chica, no pensaste en tu familia?

Bien, hasta allí había llegado su silencio.

—Madre no cometí homicidio, estaba ebrio de acuerdo...

—¿Y te justificas de esa forma? ¿Qué crees que dirán de Abi ahora? —Sí, eso también lo había pensado. Pero en dos días sabría si se tendría que preocupar por eso o no, todo dependía de Abi por el momento—. Ya es suficiente que no tenga una familia en el continente, pero con mi influencia podía posicionarla bien. Ahora has echado todo a perder, la acabas de etiquetar, William... —Su rostro lució ligeramente afligido—. Nadie pensará que es una digna candidata...

—Mejor, no quiero que nadie la crea candidata — replicó en un exabrupto y los ojos de Rosalie se abrieron desmesuradamente, ella había terminado de atar los cabos sueltos. Era una mujer inteligente, no necesitaba toda la información para saber lo que realmente ocurría.

—William, no puedes estar hablando enserio. —Ella se llevó una mano a la frente teatralmente y él sacudió la cabeza molesto por esa reacción—. Abi es una muchacha estupenda, no me malentiendas... pero...

—¿Pero? —La apremió escrutándola en profundidad, si decía algo desagradable Dios sabía que Will reaccionaría mal. Su madre volvió a suspirar y en esa ocasión su mirada lució cautelosa.

—La primera vez cometí el error de quedarme callada, no te apoyé cuando me pediste ayuda. Aún me culpo por eso...

Él negó ligeramente, aunque en cierta forma era cierto que su madre lo había ignorado cuando le pidió que interviniera en su nombre. Jonathan lo había obligado a comprometerse con Marian y tras oír el consejo de Iker, Will quiso retractarse pero nadie quiso escucharlo entonces, entre ellos su madre.

—Todo este tiempo solo quise que recuperaras la luz en tus ojos, te hemos causado tanto dolor...

—Aun así tienes tus condiciones —replicó Will sabiendo que su comprensión tenía límite.

—Abi no es de tu posición, William... eres un marqués. Ella es una chica de las colonias. —Él hizo un gesto aburrido, nadie más que Abi impediría que se casara con ella—. Una muy simpática y amorosa, pero sigue sin estar a tu altura...

Will se acercó lentamente hasta su madre y la tomó de una mano con respeto.

—Ya me casé por conveniencia una vez, en esta ocasión tengo la autonomía suficiente como para darme el lujo de elegir. —Sonrió con aspereza, él podía elegir pero eso no le aseguraba nada aún—. Me encargué de formar mi propia fortuna y yo escogeré con quien compartirla, sino apruebas a Abi para sucederte como marquesa... —se encogió de hombros para remarcar que le daba igual—, renunció al título, no dependo de él para vivir y lo sabes.

Rosalie lo observó con seriedad por largo rato.

—Parece que estás decidido —asintió con firmeza—. Sería estúpido de mi parte negarme... —Will sonrió casi al instante—. Supongo que tendremos una boda... ¿Has escogido una fecha?

—Aún no... es que Abi todavía no me responde — murmuró avergonzado, pues no le agradaba admitir que lo mantenían en espera. Su madre rio suavemente y le dio una palmadita en el hombro.

—¿Entonces el viaje Bath queda suspendido?

Arqueó una ceja confundido por el cambio de tema.

—No, ¿por qué lo suspendería?

—¿Pues piensas organizar una boda en dos días? —le recriminó ella como remarcando lo obvio, en realidad esa parte él no la había pensado. Rosalie pareció consternada por su silencio—. Ni creas que te llevarás a esa chica sin haberte casado antes.

—Pero tengo que regresar, hay muchas cosas que atender en la finca. —No podía continuar manejando todo a la distancia, ese dinero del que se sentía tan orgulloso se esfumaría en el aire si él seguía de paseo.

—William, no —señaló ella resuelta—. Regresarás a Bath solo, encárgate de tus negocios y deja que nosotras arreglemos los detalles. Es mejor que tengan un compromiso largo, de ese modo no daremos pie a especulaciones.

Frunció el ceño, esa noticia no lo hacía muy feliz.

—¿Qué tan largo? —instó a su pesar, pues en cierta forma sabía que su madre estaba haciendo lo correcto. Luego de lo que había pasado la noche anterior, era mejor que ellos dejaran de atraer ojos curiosos. Mientras menos hablaran de Abi, más sencillo sería para ella moverse en la sociedad más adelante. No sería agradable que la repudiaran, debía iniciar con el pie derecho o las damas inglesas no le darían respiro.

—Cuatro meses.

Abrió los ojos como platos, seguramente había escuchado mal.

—Demasiado —espetó automáticamente—. Uno — ofreció en contra oferta.

—Tres —replicó su madre.

—Dos.

Ella asintió y por alguna razón, Will sintió que salió perdiendo en esa disputa. Rosalie dio unos palmaditas eufórica, sin importar quién se casara, una boda era motivo de felicidad para todas las mujeres de la mansión.

—Tenemos tanto que arreglar —apuntó apretando los ojos en finas líneas, seguramente ya maquetando todo en su mente.

—Nada muy ostentoso.

Ella chasqueó la lengua y desmereció sus palabras con un gesto de su mano.

—Iker ya me quitó la posibilidad casándose por poderes, tú no me arruinarás esta oportunidad.

Will sonrió, era imposible intentar convencerla, si de ella dependiera haría una boda hasta para los caballos.

—Bien, pero aún no planees nada... —Después de todo, necesitaba una prometida antes. Su madre se dirigió a la salida y en la puerta se volvió para observarlo con una amplia sonrisa.

—Pierde cuidado, ella dirá que sí.

Y luego simplemente se fue, Will se quedó por unos minutos observando la nada. En verdad esperaba que su madre estuviese en lo cierto, porque no tenía un plan de apoyo y el rechazo no era una posibilidad factible. Por el momento solo le restaba esperar.

Convencido de que ya no podría seguir trabajando, decidió dar una vuelta a caballo. Pero en la salida se encontró con Iker, que curiosamente parecía estar hablando solo o... ¿discutiendo?

—¿Con quién hablas? —preguntó a sus espaldas, su hermano prácticamente brincó en su lugar y cuando se volvió parecía ligeramente avergonzado.

—Con... nadie... —balbuceó con poca convicción, Will enarcó una ceja y lo dejó pasar.

Después de todo le había pedido matrimonio a una chica que decía venir del futuro, que su hermano continuara con su extraña manía no iba a sorprenderlo. Se dijo, efectivamente que esas cosas no lo hacían menos familia suya. Iker seguía siendo su hermano, hablara o no con el aire y Abi seguía siendo la mujer de sus sueños, creyera o no venir del futuro. Nadie podía negar, que eso era un enorme paso adelante para él.

—Bien...voy a montar. ¿Quieres venir? —Iker negó casi imperceptiblemente, Will pudo notar que algo le incomodaba—. ¿Qué va mal?

—Es que... William, necesito decirte algo. —Ese día aparentemente era para tener sorpresas, se cruzó de brazos mostrándose atento—. Es sobre Nigel...

—¿Qué con él?

Iker hizo una pequeña mueca antes de hablar, por algún motivo presintió que la información no le iba a agradar.

***

—¡¡Nigel Berkeley, voy a matarte!!

Tanto Abi como Zulima, saltaron de sus asientos al oír la sonora amenaza. Las chicas se observaron unos segundos y por un momento, resultaron tan temerosas como una liebre.

—Vamos —indicó poniéndose de pie y dejando el bordado a un lado, la joven la siguió por los pasillos sin emitir juicio.

Abi no sabía muy bien a dónde dirigirse pero había visto a Noah, por última vez vagando por el solárium, por lo que hacía allí apuntaron sus pies. La escena con la que se encontró, la hizo atragantarse con su propio grito de exclamación.

—¡No, William! —Pero Zulima se le adelantó y juntándose las faldas, corrió los metros que los separaban para situarse entre su hermano y su amado.

—Quítate, Zulima —bramó Will sosteniendo su espada de manera amenazadora, ella no pudo evitar pensar que debían deshacerse de todos los elementos cortantes en esa casa. ¿A quién demonios se le ocurre darle una espada a ese demente?—. Sácala, Iker —ordenó y el hermano menor, no tuvo reparos en coger a la chica del lado de Noah. este no hizo ademán por defenderse, dejó que Will posara la punta del florín en su garganta, mientras una Zulima aterrada se revolvía en los brazos del conde—. ¿Cómo demonios te atreves? Después de todo lo que hiciste... ¡¿Intentas irrespetar a mi hermana?!

Presionó aún con mayor fuerza, instándolo a responder. Noah no lucía temeroso, sino más bien resignado.

—No la he irrespetado —musitó con voz firme, tanto Iker como Will soltaron un bufido de incredulidad.

—¡Y una mierda! Estás muerto... sabía que debía matarte antes...

—¡No te detengo! —exclamó Noah, al parecer deseoso de firmar su sentencia—. ¡Hazlo! Pero no delante de ellas...

La mirada del marqués viajó unos segundos al lugar en donde ella observaba todo en silencio. Abi nunca había presenciado una escena así y por un instante no pudo mover un músculo.

—A la liza —respondió resuelto.

—¡¡No, Will, por favor!! —Iker aún mantenía a Zulima aferrada, pero ella no dejó de luchar en ningún momento—. No hagas esto... —Las lágrimas de la chica fueron desgarradoras, Noah no logró mantenerle la mirada y Abi supo entonces que debía hacer algo.

—Esto es por tu bien —masculló William en respuesta, apuntándole a Noah que se pusiera en movimiento. Abi sacó fuerza de su silencio, para ponerse delante de ellos—. Apártate, Abi, esta vez no funcionará.

Ella supo que la mirada asesina de Will, estaba pidiendo a gritos algo de comprensión. Pero matar a una persona no era lo que necesitaba y ella iba demostrárselo, aunque no sabía cómo pero eso no la detendría.

—No voy a dejarte pasar, si quieres matarlo —dijo refiriéndose a Noah—, vas a tener que hacerlo delante de nosotros.

El desafío estaba planteado y ya no había vuelta atrás, por un segundo albergó sus dudas. Sin poder evitarlo, la conversación de la noche anterior se hizo presente en su mente. ¿Estaría dispuesta a casarse con alguien así? Will podía ser tan impredecible y contundente a veces, que en cierta forma esas actitudes la intimidaban. Ella era muy consciente de que un duelo en esa época era de lo más común, pero Will estaba por matar a alguien por el simple placer de verlo sufrir. Eso no era humano, era... ni siquiera tenía una palabra para definirlo o quizá sí, pero no le gustaba pensar en Will como en un bárbaro.

—Esto no es un juego —murmuró en tono amenazador y Abi cuadró los hombros.

—Yo no estoy jugando. —Se miraron en silencio por lo que pudo ser una eternidad, entonces Will le dio la espada a Iker y este se encargó de mantener a Noah quieto.

Él la agarró de un brazo para llevarla a la habitación contigua, y allí el enfrentamiento firme continuó.

—¡Hice lo suficiente por él, le perdoné la vida una vez más y mira! ¿Crees que matarlo me hace alguna gracia?

—No te veo muy compungido tampoco —replicó sarcástica, él se revolvió el cabello con una mano y pareció buscar su centro por un instante.

—Abi, no entiendes... soy el hombre de esta casa, yo debo responder por mis hermanos. No puedo dejar que un...

—¿Que un qué? —Lo increpó molesta, pues si Will pensaba que Noah era un cualquiera sin nombre, ella iba demostrarle algunas cosas—. Anda dilo, ¿un qué? —Él no respondió—. ¿Un bastardo? ¿Un traidor? ¿Un don nadie? — Will continuó en silencio, pero ella notó cuanto le afectaron esas palabras—. Déjame decirte una cosa, yo soy nadie... incluso menos que Noah... —En ese momento sintió empatía con el Sir, Will estaba acostumbrado a codearse con personas de alto renombre. ¿Pero qué ocurría cuando los comunes interferían en su preciosa vida?—. ¿Piensas que no valgo la pena?

—No es lo mismo. —Su voz fue apenas audible.

—¿Por qué no es lo mismo? ¿Por qué tú puedes hacer tus elecciones y Zulima no? Lo único que debería importarte es que él sea capaz de hacerla feliz...

—¡No! —espetó resuelto, ella se sorprendió por la vehemencia de su negación—. Yo puedo elegir, porque puedo ofrecerte comodidades... él... —Alzó la mano apuntando a la puerta—. Él no puede ofrecerle nada a mi hermana... ella...

—¡Lo ama! Y antes de juzgar a Noah, deberías intentar entender a Zulima. Ella no quiere comodidades y lujos, lo quiere a él... —Will sacudió la cabeza y Abi lo tomó del rostro para instarlo a mirarla—. Escúchame...

—No.

—Escúchame... —Negó tratando de apartarse—. William, no pienses ni por un segundo que si acepto tú propuesta, será por lo que puedas ofrecerme. —Él la observó confundido—. El dinero no asegura el amor para nadie, tu hermana tomó una decisión... respétala.

—Abi... —Por un momento pareció estar rogándole con sus ojos—. Debo hacer lo correcto.

—Lo correcto, no siempre es lo mejor —susurró y él le ofreció un gesto extrañado, Abi lo miró curiosa—. ¿Qué ocurre?

—Nada, solo que siempre sabes qué decir... —Ella sonrió, hasta ese momento notó lo tensa que la había puesto toda esa situación—. Es la tercera vez que le salvas la vida, voy a comenzar a creer que eres un ángel.

Rio sin poder contenerse y le dio una palmadita en el brazo.

—Oh, cariño, soy muchas cosas... pero nunca un ángel. —Le guiñó un ojo juguetonamente y él la jaló de la cintura para comerle la boca sin reparos.

—Bien... creo que hay finalizar este drama.

Abi asintió al momento que respiraba profundamente.

Los arrebatadores besos de Will, muchas veces la dejaban descolocada y él parecía recuperarse tan rápido, sin duda debería hacer algo al respecto.

—Sabes que después de esto, deberás recompensarme —señaló en tanto que cruzaban a la otra habitación, Abi se guardó la respuesta pues sabía a qué apuntaba él y ella aún no había decidido nada. No es que no lo amase, pero también estaban todos esos pequeños cabos sueltos. Era como si nunca se pudiera poner de acuerdo con todas las partes implicadas.

En el solárium Iker aún mantenía su antigua posición, Noah seguía estando literalmente entre la espada y la pared, con Zulima pegada a su lateral izquierdo. Parecía como la guardiana de su corazón y eso logró pintarle una sonrisa en el rostro. Al momento en que sus miradas se cruzaron la chica pareció leer que todo se solucionaría. En cierta forma Abi esperaba que Will buscara un punto intermedio para todos, al fin y al cabo él decidía por su hermana. Sí, era un tontería pero también era lo que estaba de moda. Por lo que Abi sabía, su hombre tenía la última palabra, lo bueno de todo eso es que él era manipulable.

—Baja la espada, Iker. —El aludido arqueó una ceja e incluso lució un tanto descontento por cumplir esa orden—. Esto es lo que pasará...

Todas las miradas estaban fijas en el marqués, el corazón de Abi palpitaba a mil por hora. Sin duda alguna esa continúa montaña rusa de emociones, le causaría una arritmia permanente.

—Volverás conmigo a Bath... —Zulima hizo ademán de interrumpir, pero Will la silenció pidiendo la palabra—. Trabajarás en mis establos y manejarás a mis caballos de carrera... —Noah asintió serio—. Con el dinero que ganes pagarás tu deuda, pues yo me encargué de cubrir tus deslices en Francia, pero eso no significa que estés libre. Ahora me debes a mí y la forma en que me pagarás es trabajando gratis por dos años. Puedes comprometerte con mi hermana, pero no casarte con ella hasta que hayas cumplido ese plazo. ¿Estás de acuerdo?

—Sí. —El murmullo del sir fue por demás bajo, pero todos sintieron la rigidez en su voz.

—Me encargaré de que el resto de los hacendados sepan de que regresas a tus labores como domador... y espero que en esta ocasión utilices eso correctamente.

—Sí, milord.

Ella no se daba una idea de cómo harían para trabajar juntos dos años, estaba más que claro que debían arreglar varios asuntos personales aún.

—¿Qué hay de las tierras? —interrumpió Iker—. Él no tiene posesiones, todo el mundo sabe que Philip lo despojó de cada penique.

Abi frunció el ceño, aunque el comentario del conde fue bastante malicioso. Ella tuvo que admitir que la observación era justa, Noah no tenía dónde llevarse a Zulima. En ese punto, él era tan dependiente de Will como ella. Por un instante nadie dijo nada, como si en ese momento hubiesen encontrado un obstáculo difícil de derribar.

—Tal vez tú puedas interferir en la corte...

Iker se volvió en dirección de Will completamente sorprendido, eso sí que no se lo esperaba.

—¿Yo? ¿Por él? —Sí, indiscutiblemente eso lo agarró desprevenido.

—El rey te escucha, Iker, si le pides que divida las tierras de Berkeley seguramente buscará la forma...

—En primera: de ser posible, no me interesa... —Abi lo fulminó con la mirada y Zulima le copió el gesto—. En segunda: yo no formo parte del parlamento... tú estás en la cámara, dile tú.

—No estoy diciendo que lo propongamos como debate Iker, te pido que lo hables como el amigo de cacería que finges ser. —En ese punto ella estaba un poco pérdida, pero intentó seguir la discusión con total entrega—. ¿Cómo es la relación de Berkeley con el rey?

—Es un pomposo insoportable, Jorge nunca lo quiere rondando... —Allí estaba la familiaridad que Abi había notado antes, Iker en verdad estaba de favores con el rey. Eso en sí era digno de admirar, pues Jorge debía ser bastante excéntrico para tener de amigo al conde.

—Entonces no te será difícil convencerlo, dile que será una buena forma de afianzar el comercio en esa zona... más si hay un Warenne que lo respalda.

—¿Puedo sugerir algo? —Ella prácticamente exclama un sí, toda esa conversación comenzaba a marearla. Nunca había sido buena con los negocios y las relaciones públicas, algo que al parecer Will manejaba a la perfección—. No quiero nada de Philip... —Los hermanos arquearon las cejas frente a ese comentario—. No deseo que repartan sus tierras, pues nada de lo que hay en este suelo me pertenece.

—¿Y qué propones? —intervino Iker con un deje de frustración.

—Que solo me regrese el château de mi madre.

—Pero eso está en Francia...

Abi pudo sentir la silenciosa nota de pesar en la voz de Iker, aunque dijera y jurara que no se interesaba por sus hermanos. La idea de alejarse de Zulima no se le hizo para nada graciosa y personalmente a ella tampoco. Abi no quería que sus dos buenos amigos se fueran tan lejos. Will fue el primero en reaccionar, a pesar de que todos se quedaron un tanto pensaste después de eso.

—¿Puedes conseguirlo, Iker? —Él asintió ausente, entonces Will dirigió su atención a la pareja—. Todo arreglado, tienes mi permiso... pero si cumples con mis condiciones.

Tanto Noah como Zulima sonrieron ampliamente, ellos querían estar juntos no importaba dónde y dos años no parecía mucho tiempo.

—Sí, por supuesto que acepto.

Will le estrechó la mano a modo de cerrar el trato y por detrás se escuchó el bufido del conde.

—Nunca nos divertimos —murmuró desanimado, Abi se dio la vuelta y le obsequió unos pulgares arriba.

—Ya Iker, di lo que quieras... yo conozco tu secreto. —Él le mostró la lengua infantilmente, antes de salir de la habitación. Ella que aún permanecía a la siniestra de Will, se colgó de su cuello para darle un fuerte abrazo—. ¡Eres el hombre más dulce del mundo! —Y en esa ocasión ella fue la que buscó sus labios con urgencia, después de todo se lo había ganado.

***

Después de dos días de pensar todos los puntos de la cuestión, Abi se preguntaba si los Beatles tenían razón. ¿Todo lo que necesitas es amor? Eso ella lo tenía y de amontones, eso era lo que más la confundía. Si decidía no aceptar la propuesta de Will, sabía que nunca jamás en su vida podría amar a alguien como a él. Tal vez sonaba un poco extremista, pero ella no podía explicar lo que acontecía en su interior. El simple hecho de imaginar su vida apartada de su lado, era doloroso. Y luego también estaba su familia, durante dieciocho años habían sido su padre, su madre y ella. Un equipo reducido, pero que se apoyaban mutuamente. Eran malos organizando fiestas, pero si Abi debía elegir unos padres mejores, simplemente le sería imposible. No podía quejarse de ellos, la amaban, ella los amaba y los echaba tanto de menos. Quería verlos al menos una vez más, decirles que todo estaría bien y luego quizás estaría lista para aceptar casarse. Nunca tomaba decisiones grandes sin hablarlo con ellos primero y sabía que esto era algo que marcaría su vida. De esa decisión dependía su futuro o la falta de él. Si se negaba debía regresar, pues estar cerca de Will después de eso sería fatal para ambos y ella no estaba dispuesta a causarle sufrimiento. Si aceptaba, eso significaba aceptar al siglo XVIII como su hogar permanente.

—¿Qué hago? —susurró sentada en la pequeña silla enfrente del tocador.

—Estoy segura que ya conoces la respuesta.

Abi sonrió con pesar y por el reflejo del espejo, logró ver la alentadora sonrisa de Ailim.

—Él espera que le responda hoy...

La condesa asintió desde su posición en la cama y su mirada por un segundo lució preocupada.

—No tardará mucho en buscarte, debes estar lista.

—¿Pero cómo? Ambas opciones tienen su peso... —soltó un suspiro volviéndose para mirarla a los ojos—. Dime qué hacer... —rogó con rostro de borrego.

—Pues en algo son compatibles, ambos no saben tomar decisiones.

Ailim codeó a su indiscreto marido y Abi rodó los ojos ofendida. Ella sí podía decidir por sí sola, solo que también le gustaba oír opiniones.

—Entiendo que la idea de no volver a ver a tu familia te paralice, pero estoy segura que no fuiste puesta en esta situación para tener miedo. —La condesa se puso de pie y la tomó de las manos para ayudarla a incorporarse—. Eres especial, Abi, mereces que cosas especiales te ocurran.

—Aún no entiendo cómo es que sabes tanto... —Ambos soltaron risillas cómplices. En esos últimos días Abi había recibido ayuda extra y por primera vez desde que había llegado, sintió que podía ser completamente honesta—. Pero me alegro de contar con algo de apoyo...

—Las cosas son muy distintas aquí, de cómo lo eran de donde tú vienes.

Ella asintió locuazmente, pues Ailim no tenía ni idea que tan distintas eran. Aunque la condesa era muy consciente de las condiciones en que ella había arribado a ese siglo, no poseía conocimiento de su época.

—Pero estoy casi segura, que tanto allí como aquí, los padres solo quieren que sus hijos sean felices.

Un nudo se formó repentinamente en su garganta, ella estaba en lo cierto, pero Abi aún tenía sus reservas.

—Will jamás me creerá... y no sé si eso sea algo bueno. ¿Qué ocurrirá cuando los años pasen y él quiera saber de mi familia? Sé que ahora dice que no importa, pero más adelante si importará... —Otro gran suspiro escapó por su parte, tanto Ailim como Iker se dirigieron una pesarosa mirada.

—Tu historia suena increíble, pero presiento que eso se solucionará antes de lo que esperas...

Ailim frunció el ceño y observó a su esposo, extrañada.

—¿De qué hablas? —Le instó curiosa, Abi también se inclinó por saber esa respuesta.

—Bueno... —Él se encogió de hombros—. Es solo un presentimiento.

—Gracias —murmuró sarcástica, aunque Ailim le había dicho que los presentimientos de Iker eran demasiado acertados, hecho que los llevó a conocerse y posteriormente unirse.

Alguien tocó la puerta en ese instante y el corazón de Abi se saltó un latido. Rápidamente abrió y del otro lado se encontró con él, fue como si repentinamente cada preocupación se esfumara. Will estaba allí, esperándola y nada parecía ir mal en ese cuadro.

—¿Con quién hablabas? —preguntó observando la habitación de soslayo y ella sonrió forzosamente.

—Con nadie —respondió a tiempo que empujaba por completo la puerta, para que pudiera saciar su curiosidad—. Solo pensaba en voz alta.

Will enarcó una ceja pero terminó por guardarse su comentario.

—Bien... cuando termines te espero en el salón de música.

Abi asintió y cuando él desapareció por el pasillo, se volvió para mirar a sus cómplices.

—¿Cómo si necesitara otra razón para que me crea loca? —Ellos rieron divertidos por el comentario y ella le hizo una seña con la mano para que se esfumasen—. Deben irse mis lindas conciencias... luego les diré cómo resultó.

—Podríamos ver...

Ailim negó al pedido del conde, leyendo la respuesta en sus ojos.

—Gracias —volvió a susurrar Abi y en esa ocasión, ambos sonrieron antes de convertirse en no más que una brisa. La primera vez que vio eso, casi moja sus enaguas, ahora ya no se sorprendió ni tantito.

Salió de su habitación con la idea fija en su mente, Ailim tenía razón, ella ya sabía la respuesta. Pero se negaba a precipitarse en algo sin antes haber analizado las opciones. Una vez más se encontró con Will de espaldas a ella, en esa ocasión no tocaba ningún instrumento pero parecía querer mantenerse ocupado en algo por lo que golpeaba con sus uñas la superficie brillosa del piano. Se detuvo para admirarlo en silencio, era tan guapo, tan masculino, tan fuerte y tan caballeroso. Sin duda alguna era el sueño de cualquier dama y aunque ella no era algo siquiera cercano a una, él la había escogido. Y por eso era especial, no por viajar en el tiempo, lo era porque Will fue quien la notó cuando más invisible se sentía. Por él, ella estaba dispuesta a aprender a brillar.

—¿Will? —Él se volvió lentamente, Abi contuvo el aliento al encontrarse con sus ojos—. Ya tomé una decisión.

Will asintió en silencio, aguardando porque ella continuara. Cargó los pulmones, lista para soltar su discursillo, solo esperaba estar haciendo lo mejor.

—Durante dieciocho años, solo fuimos mis padres y yo... desde que llegué aquí he intentado no pensar en lo mucho que los echo de menos. Pero ahora simplemente se me hace imposible, nunca voy a poder dejar de pensar en ellos... nunca voy a poder dejar de querer estar a su lado. —Se detuvo un segundo, para leer su expresión y su corazón se encogió, al ver como lentamente los ojos de Will parecían opacarse. Apartó el rostro, no podría terminar si seguía observándolo. Él no decía nada, pero no necesitaba hablar su cuerpo prácticamente lo decía todo—. Ellos lo son todo para mí...

—Entiendo. —La dureza en su timbre le dio a comprender otra cosa, Will hablaba por mera cortesía, no porque la comprendiera en verdad—. Si eso es todo... —murmuró reverenciándose bruscamente para retirarse, Abi lo tomó de la casaca deteniéndolo a su lado.

—No es todo. —Will la observó de soslayo, con una expresión forzosa—. Lo que te quiero decir, es que nunca voy a dejar de amarlos... no importa donde estén o que tantos años nos separen. No importa, porque sé que ellos también piensan en mí y que de esa forma siempre estaremos unidos. Me han tenido durante dieciocho años, creo que ya es hora de que se independicen...

Frente a esas palabras Will lució ligeramente confundido, pero una pequeña sonrisa hizo ademán de aparecer.

—¿Qué significa? —instó cautelosamente.

—Que si la oferta sigue en pie... me encantaría poder ser tu esposa. —Abi lo observó un tanto avergonzada y la sonrisa de Will se ensanchó, hasta convertirse en una pequeña risa.

—¡Por supuesto que sigue en pie! —Él la estrechó entre sus brazos repentinamente y Abi rio a tiempo que se colgaba de su cuello, para devolverle el abrazo con fuerza—. Abi nunca dejaré que te sientas sola, formaremos nuestra familia... lo prometo.

Ella se apartó, las lágrimas parecían estar desentonando con su sonrisa. Pero era llanto de felicidad, hasta ese momento nunca llegó a pensar lo mucho que deseaba estar a su lado para siempre. Ya había tomado su decisión, extrañaría a sus padres de eso no cabía duda, pero por primera vez había decidido seguir a su corazón. De algo estaba segura y era que sus padres la apoyarían de estar allí con ella. Pues amaba a Will y en ese instante lo supo, todo lo que se necesita es amor... y quizás también a un marqués superguapo.

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Hasta dentro de unos días, gente, se portan bien. Espero les haya gustado el cap. y recuerden que es una historia fantástica! xDDD

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