"Tal Y Como Eres"
Hola, gente... ¿cómo la están pasando? xDDD Bueno, sé que es medio tonton tener un capítulo preferido de la historia de uno mismo, pero es que siempre me gustó este. No sé, cuando lo escribí, recuerdo haberme enamorado de mi Will. Awwww lo sé, que cursi! No lo digan xDDDD En fin, acá lo tienen que lo disfruten.
Capítulo XXII:
Tal como eres
—¡Ahh, diablos Iker!
—Si no te quedas quieto... —le reprochó mientras intentaba limpiarle la herida con su pañuelo. Iker tomó a su hermano por la barbilla y a pesar de su reticencia, logró eficientemente detener la tira de sangre que caía en cascada desde su ojo derecho.
—¡Ya! ¡Ya! —se quejó escapando como un niño asustado, Iker tuvo que morderse el labio para no romper en una carcajada—. Déjalo así. —William le golpeó la mano, para que se apartara.
—No te pongas violento, está claro que eso no te da resultados. —Su hermano intentó fruncir el ceño, pero el gesto quedó perdido tras una mueca de dolor—. Tienes suerte que Hech no haya decidido patear tu borracho trasero.
—Podía con él, no debías sacarme.
—Disculpa, en el momento en que te vi en el piso no supe si lo hacías para darle ventaja o... ¡¡Auch!! —William lo calló con un golpe en el brazo.
—Se movió —apuntó con rudeza y él se vio obligado a asentir en un intento de reprimir la tentación, William podía decir lo que quisiera pero había varios testigos para contradecirlo.
—¿O sea que tu objetivo no era la pared? ¡Rayos! ¿Me pregunto a quién se lo ocurrió ponerla allí? —instó irónico, ganándose una patada que esquivó con elegancia—. ¿Ves? Eso es moverse con gracia, deberías tenerlo en cuenta para tu próxima pelea.
—¡Suficiente! —Sabía que estaba acrecentando la humillación de su ebrio hermano, pero se lo tenía merecido por no pensar antes de actuar.
Su precipitado puñetazo hacia Hech, terminó con el impacto de su cabeza contra una pared y el conde completamente ileso. Incluso la señorita en disputa soltó una carcajada, frente al fallido ataque de su príncipe azul. Iker tuvo que disculparse con Hech y sacar a su hermano de la fiesta, antes de que cavara su propia fosa. Afortunadamente Louis Hech era un hombre sensato y prefirió pasar por alto el asalto de un ebrio marqués resentido.
—No comprendo en qué estabas pensando.
Will chasqueó la lengua y tras soltar un suspiro le arrebató el pañuelo, para detener el gorgoteo carmesí que volvía una vez más a hacer su aparición en escena.
—Pues no suelo pensar mucho y con unas copas encima... creo que perdí perspectiva.
—Y el equilibrio —murmuró dejando escapar una risilla, William asintió desganado, claramente él no veía el incidente como algo hilarante.
A decir verdad Iker tampoco lo hacía, bueno... quizás sí un poco, pero sabía que la actitud de su hermano se debía a su confusión respecto a Abi. No le gustaría estar en su lugar, no sabría cómo lidiar con eso. Iker ya había luchado por su dama y también le había costado sus buenas noches de pesar, era tiempo de que Will se pusiera en riesgo una vez más. Sabía que el destino ya había hecho de las suyas, pero no veía que el camino emprendido por él fuese el correcto.
—William...
—¿Qué?
—¿Puedo hablar libremente? —Jamás daba su opinión al menos que realmente la quisieran, había aprendido de la peor forma que su familia prefería hacer oídos sordos a sus consejos.
Las pocas veces que intentó advertir a Will, este decidió ignorarlo. Aún no sabía bien por qué rayos se molestaba, pero a decir verdad, de todos Will era el que más le agradaba.
—Presiento que esto no va gustarme. —Eso confirmaba que no era el único perceptivo en la familia—. Habla.
—¿Recuerdas lo que te dije aquella noche en la carreta? —Will asintió suavemente—. Decidiste ignorarme... —Él soltó un sonido entre dientes que pudo ser una risa, o un bufido.
—Decidí que no me importaba de dónde viniera.
Iker lo observó por un instante y luego sus ojos viajaron hasta la puerta de entrada. Desde el banco en que se sentaban, se podía ver el interior de Bedford Manor. La muestra musical estaba en su apogeo y ellos eran invitados no gratos.
—¿Entonces qué ocurrió en el laberinto? —Fue el turno de su hermano de apartar la mirada con reticencia—. Ella estaba allí, Will, la vi llorando...
—¿Lloraba? —Por alguna razón ese dato pareció afectar al marqués—. No sé qué pasó... esto... ella continuó con las mentiras.
—¿Lo hizo? —preguntó seriamente, William sacudió la cabeza molesto.
—Iker no hagas eso, realmente su historia no tienes pies ni cabeza... ella solo quería... ni siquiera sé lo que quiere.
—Pues, ¿desde cuándo lo que una mujer quiere importa?
Will le obsequió una confundida mirada y él no pudo reprimir una sonrisa.
—Sé que no hablas enserio. —Prefirió no decir nada al respecto, aunque Ailim lo mataría por eso—. No quiero obligarla a nada... no puedo forzarla a aceptarme, ni siquiera puedo lograr que sea honesta conmigo.
—¿Y por qué piensas que no lo es?
Él alzó las manos mostrándose completamente perdido, William no sabía qué creer y a decir verdad Iker tampoco. No contaba con toda la información, tan solo conjeturaba por lo que lograba ver y por lo que Ailim había compartido con él. Tal vez la historia de la señorita Abi fuese algo completamente difícil de entender, pero él sabía que las cosas imposibles no existían. No conocía el secreto de Abi, pero eso no significaba que no creyera en ella.
—Tal vez, deberías otorgarle el beneficio de la duda.
—¿Por qué la defiendes? —inquirió William repentinamente más alerta, Iker se encogió de hombros, a veces hablaba demás—. Pensé que no te agradaba.
Se tensó al oír eso, él jamás había dicho algo así, las personas insistían en poner palabras en su boca.
—Sabes que nunca dije eso, tan solo te advertí de las posibles consecuencias.
—¿Por qué no eres útil y me dices que hacer?
Se quedaron en silencio por largo rato, ambos admirando la fachada de una casa que odiaban.
—No puedo decirte eso, tú debes tomar tus propias decisiones. Pero piénsalo de esta forma, no arrastres en tus errores a los demás. —Hizo una pequeña pausa para mirarlo a la cara—. Hech no tiene la culpa de que no tengas las agallas para aceptar a Abi tal y como es...
—¿Y si es una embustera? —Lo interrumpió golpeando el piso con la punta de su bota—. ¿Y si resulta peor que Marian? —Los ojos negros de su hermano parecían rogar por una respuesta directa, Iker le dio una pequeña palmada en el hombro.
—¿Y si es lo que necesitas?
William sonrió pesaroso, eso no era lo que esperaba pero Iker no podía darle lo que quería. Había hecho su parte antes, ahora dependía de él.
—Eras más directo cuando me odiabas.
Él dio un respingo al oír eso y no pudo más que mirarlo molesto.
—Aún te odio... no sé por qué piensas lo contrario.
Su hermano rio por lo bajo y le cruzó un brazo por los hombros.
—Llévame a casa, odioso hermano.
Iker lo acarreó sin quejarse pero no pudo evitar soltar un último comentario.
—Realmente debes dejar la bebida.
Will se irguió para mirarlo fijamente.
—En todos estos años, nunca me dijiste algo así... — Parecía sorprendido al respecto, pero Iker no supo decir por qué. Will volvió a reír con mayor entusiasmo—. Oh, Iker el matrimonio te ha ablandado, estoy empezando a pensar que te preocupas por mí.
Él rodó los ojos y terminó de empujarlo dentro de la carreta.
—Ni veinte matrimonios me harían caer tan bajo — murmuró en respuesta y pudo oír la carcajada que soltó William cuando cerró la puerta.
***
Finalmente podía relajarse, había estado tan tensa todo ese día que se sorprendía de no estar completamente agarrotada. No comprendía nada, si normalmente las cosas la confundían, en ese momento estaba como hundida en el mar de las dudas. ¿Por qué había hecho eso Will? Esa era la primera pregunta que saltaba a su atiborrada cabeza. No lo había considerado un hombre agresivo, a decir verdad en ese momento seguía considerándolo bastante pacífico. Pues a pesar de que había intentado golpear a Louis, su falta de puntería le dio a entender que no era algo que acostumbraba hacer. Abi se sintió tan humillada, tan abrumada y fuera de lugar, que no supo cómo logró terminar aquella velada. Afortunadamente Iker se había hecho cargo de la situación y se había llevado a un sangrante Will, prácticamente a las rastras.
Ella pensaba que en cierta forma se merecía aquello, no porque estuviese dolida por su rechazo, sino porque su actuación había sido estúpida. ¿Acaso estaba celoso de Louis? No pudo evitar que esa teoría golpeara su mente, era probable y por alguna estúpida razón, eso la hizo sonreír. Al menos le interesaba lo suficiente como para ponerse celoso de otro hombre. Ella deseaba que ese interés creciera, hasta hacerlo capaz de creer en lo que le decía. Si se había negado a hablar con él, fue porque no estaba segura de cómo afrontar ese encuentro, no porque no quisiera. Pero Will mal interpretó todo, incluso el mismo Louis presintió que debía protegerla de su marqués. En contrapartida, todo resultó en un enorme desastre. La velada había continuado a pesar de ese pequeño contratiempo, pero ella no pudo escapar por completo de las miradas reprobadoras que recibía del resto de los invitados. Abi se sintió peor al notar que Rosalie le ofrecía un gesto igual de acusador. No podía precisar qué pensaba la marquesa, pero tenía sus teorías y en ninguna ella quedaba bien parada.
De regreso a la casa, casi sube a trote a su habitación. Ni Rosalie ni Richard hicieron comentario alguno durante el viaje, Ailim y Zulima se encargaron de llenar el vacío con una conversación superficial. Por lo que Abi no sintió ánimos de unirse a ellas, optando por mantenerse en un silencio analizador. Ya en su cuarto se permitió despotricar, tenía tanta ira acumulada. Él no debió hacer eso, no delante de tantas personas, no con su familia presente. Ahora todos pensarían lo peor de ella, pues la razón de la disputa estaba más que obvia. Nunca llegó a pensar que le importaría tanto su reputación, hasta ese momento se vanagloriaba de no tener una. Pero frente a los últimos acontecimientos, Abi sabía que estaría en boca de todos y sería fuente de especulaciones.
No le importaba como esto la afectara a ella, en realidad no quería que los Warenne tuvieran que cargar con sus errores. Porque sin importar qué, sabía que los más maliciosos no dudarían en sumarle picante al rumor. Dejando mal parada a Rosalie, quien después de todo era su carabina.
Era muy entrada la noche, cuando se descubrió dando vueltas en la cama. Había intentado de una y mil formas poner su mente en blanco, dejar de pensar. Pero hasta que no hablara con él, no podría reconciliarse con su colchón. La etapa de odiarlo estaba casi superada, pues aún estaba bastante cabreada, pero no podía negar que también se sentía preocupada. Will se había dado un fuerte porrazo contra la pared y ella vio la sangre que le cubría, casi en su totalidad la mejilla derecha. No confiaba en los médicos de esa época, ni siquiera confiaba en los de su época. Por lo que la idea de que tuviese una contusión o algo peor, la atormentaba a cada segundo.
Salió de la cama ya resignada, iría a verlo, si notaba que aún respiraba lo asfixiaría con una almohada. O le daría un beso para que se sintiera mejor, aún estaba dudando entre ambas posibilidades. Junto a la puerta de su alcoba un repentino sentimiento la golpeó. ¿Debía entrar? Él le había dicho que se mantuviera alejada, pero teniendo en cuenta que Will se había acercado a ella en la fiesta, supuso que esa regla quedaba abolida. No lo pensó más, pues sabía que eso la detendría.
Al ingresar sus ojos viajaron a la cama casi por inercia, Will estaba allí sentado de espaldas a la entrada, con la vista fija en la ventana. Ella se quedó anclada en su lugar, con solo verlo un nudo se formó en la base de su estómago, haciendo que un triste movimiento fuese toda una aventura. Al parecer él sintió su presencia pues en un segundo se volvió sobre su hombro, clavando su oscuro mirar en su persona. Abi pasó saliva con dificultad, la luz de la luna acariciaba en parcialidad la parte de su rostro sana y en cierta forma le daba un toque sombrío. No dijo nada, tras observarla por un instante se volvió nuevamente hacia la ventana. Abi avanzó hasta detenerse justo entre él y su objeto de admiración. Bajó la mano hasta rozarle la mejilla y cuando alcanzó su mentón, lo obligó a levantar el rostro. Él se dejó hacer, no se apartó cuando ella lo inspeccionó. Tenía el ojo derecho hinchado y un corte por encima de la ceja que parecía bastante doloroso. Ella le acarició suavemente el párpado y Will cerró los ojos, disfrutando de la dulzura depositada en esa simple acción.
—Eres un idiota. —Lo soltó abruptamente, él no se movió de su lugar en la cama—. ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? —inquirió con la voz en un susurro.
Will posó una de sus manos sobre su cintura y luego la atrajo hacia él, para hundir el rostro en su vientre. Abi se sorprendió por ese movimiento repentino, pero comprendió lo que le pedía. Le acarició el cabello, presionándolo ligeramente contra su cuerpo, en un intento de devolverle el abrazo. Permanecieron así unos minutos sin que ninguno rompiera el contacto o el silencio, pero luego él se incorporó para enfrentarla con la completa contundencia de sus negras orbes.
—Quiero decirte algo... —anunció y a ella le fue imposible leer algo en su expresión.
—Dime.
—Hice mal, no quise decirte todas esas cosas antes. —Abi no supo cómo responder. ¿En verdad él volvía a disculparse? —. Te dije que podías confiar en mí y al momento de ponerle credibilidad a mis palabras, te fallé.
—No... —murmuró ella, sabiendo que eso no era su culpa. Will estaba intentando ser nuevamente un caballero, quería que ella se sintiera segura a su lado. Pero eso no era lo que deseaba, ella no quería sumisión por su parte quería aceptación.
—Abi. —Él la tomó de las manos y el calor de su piel pareció extenderse desde ese punto a cada célula de su cuerpo, se estremeció—. Estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario para que confíes en mí...
—Yo confió en ti —lo interrumpió ella con la voz afectada por las distintas emociones, Will asintió y un primer esbozo de sonrisa surcó sus labios.
—Gracias... pero...
—No, sin peros —musitó incapaz de oír lo que se avecinaba, no quería que le preguntara por la verdad una vez más. Pues le sería imposible mentirle a la cara, Abi había tomado una decisión esa noche. No iba a enmascararle la verdad, Will tenía que aceptarla tal y como era, eso incluía su peculiar procedencia. Pero en ese momento, no tenía la entereza mental para afrontar dicha tarea, necesitaba más tiempo, necesitaba buscar las palabras adecuadas, el momento indicado. No iba a permitirse otro error, no lo atacaría con frases improvisadas, él nunca le creería de esa forma.
—Quiero que me oigas —insistió y a pesar de que cada parte de su cuerpo decía que no, Abi terminó por asentir a su pedido—. No me importa si quieres venir del futuro, del pasado o de las estrellas... te lo dije antes y te lo repito ahora. Siempre que decidas que tu viaje termina aquí, estoy dispuesto a aceptarlo... no te pediré explicaciones.
Abi se presionó los ojos con los dedos, las lágrimas lentamente comenzaron a buscar abrirse paso. Pero logró contenerlas y posicionando una mano sobre su corazón, sacudió la cabeza en una tenue negación. Will abrió los ojos sorprendido, claramente no esperando esa respuesta.
—Yo... quiero que creas en mí... —La voz se le quebró en esa última palabra, pero aun así logró hacerse oír.
Will bajó la vista al piso y ella lo supo entonces, lo había perdido. Él le estaba ofreciendo un pacto, un punto medio en donde ambos podrían plantar la bandera blanca. Pero eso no era suficiente, Abi nunca estaría cómoda a su lado sabiendo que él albergaba dudas. Su entrega debía ser completa, ella lo amaba de ese modo y deseaba que él la aceptara igual.
—En dos días regreso a Bath... —Por un segundo creyó haberse imaginado aquello, pero entonces Will alzó la mirada y Abi se congeló en su lugar. No sabía qué veía en sus ojos, tanta confusión, tanto dolor... algo que ella estaba causando—. Y quiero que vengas conmigo.
—Will yo... —Él la silenció posando un dedo sobre sus labios.
—Quiero que vengas conmigo... como mi esposa. —El aire se negó a entrar por sus pulmones, solo fue consciente de su profunda mirada que parecía estar escaneando su alma. Will apartó el dedo con el cual le impedía hablar y lo reemplazó por un fugaz roce de sus labios. Abi sintió la almizclada dulzura de su boca, pero fue incapaz de responder, pues aún sentía que el corazón iba a parársele en cualquier momento—. No tienes que responder ya, pero espero que dos días sean suficientes.
¿Lo serían? Se preguntó internamente. ¿Quería tanto a Will como para ignorarlo todo y casarse con él? Aparentemente Will podía vivir con la idea de no conocerla por completo. Pero ella solo se podía preguntar si la desconfianza sería una buena base para un matrimonio.
—¿Quieres que sea tu esposa? —preguntó aún sin saber cómo salió el sonido entre sus labios.
—No quiero perderte, estoy cansado de estar así. —Hizo un gesto con sus manos que Abi no comprendió—. Es como si los últimos años pasaran junto a mí, sin producir ningún cambio. Me paralicé... elegí hacerme a un lado y dejar de luchar por mi vida. —Con suma paciencia, Will limpió cada una de las lágrimas que rodaban sin reparos por su rostro—. Pero luego tú llegaste y no pude seguir de esa forma, me obligaste a despertar al mundo... me haces sentir que aún hay algo más para mí además de dolor.
—Will... —susurró aferrándose a su cuerpo con fuerza, él la envolvió entre sus brazos acariciando su cabello como si de seda se tratase.
Abi sintió como reposaba la mejilla sobre su cabeza y por un segundo soñó con estar así para siempre. Solo ellos dos, refugiándose en los brazos del otro, llenándose con el consuelo y la compañía que ni tres siglos pudieron otorgarles.
—Abi quiero hacerte feliz, quiero que sientas lo mismo que yo siento al mirarte a los ojos... por favor... no quiero ser más el responsable de tu llanto. —Ella no necesito mirarlo, para saber que Will estaba hablando desde lo más profundo de su corazón—. Pero sí el que reciba todas tus sonrisas.
Tras esa frase Abi notó como el suyo se encogía con cada latido, eran pocas las veces que se quedaba sin palabras. Pero en esa ocasión solo pudo pensar en él, más tarde se detendría en lo que implicaba aceptar o no hacerlo. Tenía dos días para decidirlo y en ese instante, con él tan cerca su cerebro se negaba a funcionar.
—Sé mi esposa... —murmuró dejando la últimapalabra suspendida en el aire, Abi se dejó acariciar por el melodioso sonido desu voz y por unos segundos fantaseó con la idea mientras dejaba que Will larecostara junto a él en la cama.
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¿Opiniones? ¿No es mi Will un amor de hombre? Ya, ya... prometo dejar de tirarme flores. Está mal, lo sé xDDDDDDDDDD Besos ^^
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