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"No Juegues Conmigo"

Buenos viernes para todos! Espero que tengan ganas de leer a esta pareja tan... particular xDDD Saludos para todos y gracias por los votos y comentarios. Tammy ^^

Capítulo XIX:

No juegues conmigo

Él le daba la espalda y muy probablemente, se injuriaba por lo acontecido. Abi se encargó de arreglarse el vestido y como pudo, de retocarse el maquillaje. A decir verdad ella no se sentía culpable o arrepentida, en toda su vida se había acostado con un solo hombre... bueno, dos contando a Will. Y comparando con el no mágico momento en los campos de su abuela, esta experiencia había sido cien veces mejor. Pero no iba quitarle crédito al pobre Jack, después de todo ambos eran unos críos jugando a ser adultos y más que sexo, había sido un encuentro de risas y sonrojos mal disimulados.

—¿Will? —lo llamó en el momento que se sintió lista para enfrentarlo.

Él se volvió sobre su hombro, algo renuente a mirarla. ¿Cómo decirle que no importaba? Que podían seguir siendo amigos después de eso, ¿podían? ¿Realmente ella lo quería de amigo? La primera palabra que reverberaba en su mente era un rotundo y estridente ¡No! Pero luego también estaba esa parte racional que la obligaba a poner pie en tierra, ¿qué podía ofrecerle ella, además de una amistad? Will jamás la tomaría en serio después de lo ocurrido y menos ahora que sabía que no era virgen. Abi se negaba a conocer lo que acontecía en su cabeza, pero muy en su interior se hacía una idea. Si Iker avivaba un poco las llamas, Will se terminaría convenciendo de que ella era una arrastrada o mucho peor. Y en cierta forma, solita se había metido en ese predicamento, una verdadera dama no entraría en la habitación de un hombre, no lo abofetearía, no lo besaría y por ¡Dios! no tendría sexo con él. ¿En dónde rayos se había olvidado a su dama interna?

—Abi... creo que es mejor que te vayas.

Ella sintió un crujido en su pecho y estuvo segura que era su corazón deshaciéndose en pena. Presionó las manos a cada lado de sus caderas y tras respirar profundamente, emprendió el camino hacia la puerta. Pero en el último segundo se detuvo, no podía irse sin decir nada, tal vez había cometido un error pero no por eso se sentiría indigna.

—Eres un cobarde, al menos ten el valor de mirarme. —Se volvió para enfrentarlo, él continuaba con la vista fija en el piso. Abi aguardó un segundo que pareció eterno y finalmente William le devolvió la mirada—. Yo, a diferencia de ti, soy capaz de mirar atrás sin sentirme asqueada de mí misma. —Y tras decir eso tomó la perilla de la puerta para salir, pero una mano le bloqueó el camino—. Déjame salir, William, no tendrás que...

Él le dio la vuelta tan repentinamente que a Abi se le atoraron las palabras en la boca.

—De lo único que me arrepiento, es de no haber esperado... —Ella enarcó una ceja confusa—. No debió pasar así Abi. —Will la miró fijamente—. Pero eso no quiere decir, que no quisiera que pasara. —No supo cómo responder a eso, por lo que se limitó a mirarlo con los ojos abiertos de par en par—. No me comporté como un caballero contigo, podrías perdonarme...

Abi aún continuaba en blanco, ¿él le pedía perdón? Eso sí que era nuevo.

—Sí... —susurró notando su voz extraña—. Pero... que no vuelva a ocurrir.

Will asintió y una pequeña sonrisa surcó sus labios con algo de cautela, él la tomó por la barbilla para que se miraran a los ojos.

—No puedo prometerte eso.

Abi sonrió sin poder evitarlo, la mirada de Will centellaba con una emoción que no pudo dirimir.

—No quiero que me prometas eso. —Tras esa confesión, él tomó sus labios por unos segundos, a modo de cerrar ese trato. Pero cuando sus ojos se volvieron a encontrar, Abi notó que algo le preocupaba—. ¿Qué ocurre? —instó sorprendiéndose de lo rápido que se había acostumbrado a sus gestos, sus muecas o sus silencios. Todos ellos parecían esconder un poco de la personalidad de Will.

—Nada. —Abi sacudió la cabeza y le hizo un gesto con la mano, para que hablara. Él dejó ir un suspiro antes de rendirse—. Es solo que... —Bajó la vista a sus manos que se mantenían unidas, luego de ese besito de reconciliación—. ¿No te escapas de nadie verdad?

En un principio no logró comprender de qué hablaba.

—¿Qué?

—Ya sabes... ¿algún esposo... que no querías?

—¡¡Ohh!! —dijo ella, finalmente captando la dirección de su pregunta. Abi lo pensó por unos segundos, él creía que estaba escapando de un esposo porque no era virgen. Al menos no asoció ese último punto a que ella fuese una especie de prostituta—. No, no hay ningún esposo.

Él alzó la vista una vez más.

—¿Segura?

—Creo que recordaría algún matrimonio. —Pero por alguna razón esa explicación no parecía suficiente, tal vez si no se explayaba Will terminaría creyendo que era una zorra o una caza fortunas. ¿Quién podría saberlo? En esa época esas cosas estaban de moda—. Lo preguntas porque... — Ella no tenía problemas en hablar sobre su virginidad, pero sabía que a él eso lo incomodaba, por lo que eligió no ser tan directa—. Verás, yo tenía un amigo y... ambos sentíamos curiosidad, ocurrió solo una vez. —Will la observaba fijo, algo que le dificultaba dar su explicación—. Fue como un experimento...

¿Cómo decirle que todas sus amigas ya no eran vírgenes y que ella no quería quedarse atrás? Obviamente en su época eso no sería muy trascendental, pero seguramente Will estaría pensando que era un idiota. Una idiota que se acostaba con un hombre a modo de experimento. ¡¿Experimento?! ¿En qué demonios estaba pensando?

—¿Cuál fue el resultado?

—¿El resultado? —preguntó confundida.

—Dijiste que hacías un experimento, ¿qué resultó de él?

Abi se devanó los sesos pensando alguna respuesta que dejara de hundirla, ya había dicho que el sexo era un experimento para ella. ¿Cómo podía hundirse aún más?

—Pues... el resultado fue que... el sexo entre amigos no funciona. —Su aseveración terminó sonando como una pregunta, pero ya era tarde para echarse atrás.

—¿Y nosotros somos amigos?

Abi se mordió el labio para no sonreír, Will siempre se lo hacía todo más sencillo. Se puso de puntillas para alcanzar su boca y tras dejar ir un suspiro se recargó contra su pecho para no perder el equilibrio. No importaba que tanto lo conociera, el tenerlo cerca siempre representaba una amenaza para su motricidad.

—Nunca —susurró surcando con su lengua la comisura de sus labios.

—Eso... me deja más tranquilo. —Ella rio tímidamente, pero entonces algo pareció hacer eco en su mente obnubilada por el deseo. Algo que no podía esperar, ese algo que la había llevado a ese lugar. Se apartó de los brazos de Will y él la observó confundido—. ¿Qué pasa?

—Eso pregunto yo... —replicó depositando mayor fuerza a su timbre—. ¿Qué pasa con Noah? —Fue como si esa palabra activara algo en el marqués, al segundo pareció perder su dulzura y Abi tuvo que tomarlo por los brazos, para que no le diera la espalda—. Will... ¡Will! No seas infantil.

—¿Por qué tenemos que hablar de él?

—Quizás porque intentas mandarlo a torturar —ironizó ella, ganándose una fría mirada a cambio—. Will por favor... —rogó persiguiéndolo por la habitación, él claramente se resistía a abordar el tema—. Si envías a Noah a ese lugar... yo...

Él se volvió en ese instante para dirigirle toda su atención, Abi pasó saliva con dificultad al notar la amenaza implícita en sus ojos. Había un momento para cada cosa y estaba claro que él había alcanzado el tope esa mañana. No quería saber nada de Noah, pero Abi no se iría de ese lugar sin haber solucionado ese problema.

—¿Tú qué? —La urgió, a sabiendas que ella no podía hacer nada para intimidarlo. Abi cuadró los hombros y alzó el mentón con altanería, improvisaría algo sobre la marcha, eso siempre le resultaba.

—Yo no volveré a... —¿Qué podría afectarlo?—. No volveré a besarte —terminó por soltar, aunque a sus oídos esas palabras sonaron como una tremenda mentira. Will se cruzó de brazos y la observó con los ojos en rendijas.

—¿Intentas chantajearme, Abi? —Su voz hasta parecía burlarse de ella, Abi no respondió, por lo que Will sintió la necesidad de llenar el vacío—. ¿Qué tal... si yo te beso? —Él se acercó lentamente hasta posar su rostro en su cuello—. ¿Eso tampoco cuenta? —Abi contuvo un gemido, al sentir su lengua rozándole el lóbulo de la oreja—. ¿No piensas responder?

Asintió casi imperceptiblemente y con la poca voluntad que le quedaba, posó sus manos sobre su pecho y lo apartó de su lado.

—Nada de besos, hasta que Noah este a salvo. —¡Maldición! Esto le saldría caro a Noah, estaba rechazando a Will para salvarlo. Definitivamente se merecía el Óscar a la mejor amiga.

—No puedo simplemente arrepentirme, Abi, el trato está cerrado. Los franceses saben que tengo a Nigel y si no lo envío, tanto él como yo estaremos en problemas.

—Tiene que haber alguna forma —murmuró repentinamente alarmada. ¿Y si Will decía la verdad? ¿Y si ya no podía hacer nada por Noah?

—¡No! No hagas eso... —Pero a pesar de su advertencia no pudo evitarlo, sin previo aviso las lágrimas comenzaron a brotar—. ¡Abi no llores por él!

—Pero es mi amigo... —espetó entre sollozos, Will soltó una maldición entre dientes y la atrajo hasta su cuerpo para abrazarla con fuerza.

—Vas a dejarme en la bancarrota niña.

Ella alzó el rostro húmedo de su pechera y lo observó dudosa.

—¿Qué quieres decir?

—Pagaré sus deudas con los franceses. —Abi quiso chillar de la dicha, se pegó a su cuerpo tratando de grabar cada parte de él en ella. Ese era el Will que quería, era el Will que ama... Sí, ¿por qué no? Ese era el Will que amaba—. ¡Dios, Abi! Solo por ti haría algo así.

Ella sonrió sabiendo en su interior, que por él haría virtualmente cualquier cosa.

***

—¡¡Oh, chérie!! ¡¡Muchas gracias!! —Nigel la apresó entre sus brazos una vez más—. Tu es mon ange, merci, merci... Oh merci beaucoup! —Mientras le agradecía de una y mil maneras.

—No entiendo lo que dices, pero de nada —se excusó ella entre risas. Will observaba toda la escena a unos cuantos metros y no dejaba de preguntarse si había hecho lo correcto.

—Lo que quieras, pídeme lo que quieras... —continuó Nigel sin soltarla, entonces Will lo supo, tendría que haberlo matado cuando tuvo la oportunidad.

Una mano se posó sobre su espalda, sobresaltándolo. William se dio la vuelta para encontrarse con los ojos verdes de su hermano, que lo escrutaban con un gesto divertido.

—Cada día me sorprendes más —dijo este admirando la escena que montaban Nigel y Abi en el recibidor.

Él frunció el ceño y resopló entre dientes, pues aunque le costaba admitirlo, también se estaba sorprendiendo a sí mismo. Y no estaba dispuesto a analizar la razón de su repentino cambio de actitud.

Abi lo buscó con la mirada en ese instante y le obsequió una nívea sonrisita que él no pudo devolver, se giró sobre sus talones dispuesto a ignorar todo aquello. Quizá sí sabía la razón después de todo, pero eso no hacía las cosas más fáciles.

—Presentía que no podrías...

Will se dio la vuelta, al notar que Iker lo seguía.

—¿De qué hablas?

—Bueno, Nigel ha sido tu amigo desde... ¿siempre? —Él se encogió de hombros con desinterés, su hermano no buscaba una respuesta a su retórica pregunta—. Solo necesitabas de una excusa para no enviarlo...

—Yo no necesitaba nada —masculló molesto por esa estúpida teoría, ya que no había decidido salvarlo por él, lo había hecho por ella. No quería que Abi sufriera, solo por eso.

—Bien, cree lo que quieras... —espetó el otro en respuesta, mientras cruzaban el umbral del estudio y ambos se internaban en su interior.

Will fue a la vitrina de licores, para servirse algo de beber en tanto que Iker cerraba la puerta y luego se dejaba caer en uno de los amplios sillones. Le pasó una copa a su hermano y también tomó asiento.

—Veo que la señorita Abi, tiene más control del que me imaginaba. —No respondió al poco enmascarado insulto—. Una mujer así... —murmuró pensativo, William se irguió repentinamente alerta, soportaba cualquier cosa que fuese en su dirección pero no sería tan permisivo en lo que respectaba a Abi.

—¿Qué tienes que decir, Iker? —El aludido se encogió de hombros y tras beber un trago de brandy, su expresión pareció cambiar.

—¿Piensas casarte con ella? —La pregunta lo tomó con la guardia baja y como pocas veces, se quedó sin palabras—. Me lo temía... —susurró Iker tomando su silencio como una afirmación.

Will se permitió un segundo para repensar aquello, pues podía decir que no tenía deseos de cometer ese error por segunda vez. Pero algo en su mente lo detenía, pues no concebía la idea de casarse con Abi como un error. Marian tendría que haber sido suficiente para matar toda esperanza, pero aunque le gustaría negarlo, Abi lograba dominar sobre los malos recuerdos. Se había hecho un lugar en todo el caos que era su interior y era estúpido pensar que podría apartarse de ella. La quería a su lado, la quería para él. Pero luego estaban todas esas dudas, que simplemente no podía desechar.

Confiaba en Abi, a tal punto que prefería no indagar en su pasado. Aunque sabía que un hombre sensato, se tomaría el trabajo de cubrir esos puntos en blanco. Ella representaba un misterio de muchas maneras y él podía optar por creer en su palabra, pero a esa altura de su vida, sabía mejor que nadie, que las personas no eran lo que aparentaban.

—No sé qué hacer —confesó en un exabrupto, obteniendo una extraña mirada por parte de su hermano—. Hay muchas cosas que...

—No sabes —completó él y Will asintió por lo bajo—. Pregúntale. —Iker tenía la facultad de dar soluciones rápidas que no siempre se caracterizaban por su sutiliza—. Sabes que ella miente y no creo que deberías recorrer ese camino nuevamente.

—Lo sé, pero...

—¿Temes lo que vayas a descubrir? —Asintió una vez más, sabía que su actitud era la de un cobarde por lo que optó por apartar la mirada—. Si te ayuda de algo, pienso que no tiene esposo y ni siquiera está en busca de uno.

—¿Cómo lo sabes?

—No tiene problemas en exponerse en la temporada, si estuviese casada y escapando, mantendría un perfil bajo. — Will tuvo que darle crédito a esa observación—. Tampoco se muestra inclinada a llamar la atención de los hombres, prefiere perderse contigo en los jardines que atender a lord Arbush, quien se mostraba más que interesado en ella. —Esa noticia lo molestó y lo tranquilizó en dosis similares—. Y por último diré que no aparenta ser una cazadora de fortunas...

—¿Por qué? —instó mostrándole toda su atención, era imposible negar que Iker tuviera un don al momento de leer a las personas. Gracias a su habilidad de ver más allá que el común de los mortales, Will había cerrado más de un trato provechoso.

—Hace dos días la oí preguntándole a Zulima, cuál era la diferencia entre un penique y un chelín. —Una sonrisa traicionera rompió su frío semblante—. Y en realidad parecía muy seria.

—¿Entonces qué piensas de ella?

Su hermano frunció el ceño, mostrándose pensativo.

—No estoy seguro, hay ciertas cosas que no terminan de cerrarme. Pero si quieres mi consejo...

—Por favor. —Se apresuró a decir, logrando una pequeña sonrisa en su interlocutor.

—Pues diría que antes de precipitarte, deberías intentar conocer más de ella.

—¿Y si ya he hecho algo un tanto precipitado? —preguntó evasivo.

—¿Algo que te compromete? —replicó su hermano, buscando su mirada que se mantenía fija en sus manos.

—Un poco.

—Ah, William... —El silencio se prolongó por largo rato—. Muchas veces lo correcto, no significa lo mejor. — Él lo observó arqueando una ceja—. Tú lo sabes mejor que nadie. —Y tras decir aquello, se levantó del sillón para dejarlo aún más confundido que antes.

***

Iker salió de la mansión familiar con una sonrisa surcándole los labios, el cochero lo aguardaba con la puerta del carruaje abierta y él tras saludar al hombre, subió de un salto. En el interior, unos azules orbes lo fulminaron con la mirada, pero estos no lograron quitarle la complacida sonrisa.

—Hiciste trampa —le espetó ella mostrándose realmente ofendida al respecto, él soltó una risa por lo bajo.

—Pidió mi consejo —se excusó extendiendo una mano en su dirección.

—Lo manipulaste —continuó ella, haciendo caso omiso de la mano que intentaba tomarla—. Y eso no era lo que habíamos acordado.

—¿Temes perder? —inquirió con burla y ella bufó observándolo con un gesto desafiante.

—No, tú eres el que teme perder y por eso hiciste trampa. —Iker finalmente logró tomarla por la cintura y con un movimiento rápido la sentó sobre sus piernas—. Y ni creas que puedes... —Él la silenció tomando sus labios en un profundo beso—. Callarme con eso... —añadió con las mejillas enrojecidas por la repentina dirección que tomaba la conversación.

—No intento callarte, amor —murmuró fingiendo estar arrepentido, obviamente sin mucho éxito.

—Dado que interferiste, no me dejas más opciones que interferir...

Iker hundió el rostro en su cuello y sonrió contra su tersa piel.

—Sabes que ganaré de una forma u otra... —susurró plantando un camino de besos que lo guiaron una vez más a sus labios—. Solo date por vencida y prometo ser indulgente contigo.

—Nunca —espetó resuelta—. Cuando yo gane, tú serás el que me rogará de rodillas.

Él se apartó lo suficiente para mirarla a los ojos.

—¿Es que no te das cuenta que ya estoy rendido a tus pies?

Ella rodó los ojos antes de atraerlo una vez más a sus labios, donde él se divirtió redescubriendo sus dulces sabores una y otra vez.

—Mañana me toca a mí —anunció guiñándole un ojo con malicia, él sacudió la cabeza en una negación, pero no pudo evitar sonreír frente a su gesto decidido. 

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