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"N.O.A.H"

Capítulo VIII:

N.O.A.H

El camino era irregular, lleno de baches. El tiempo que llevaba transitándolo Abi había notado, muy a su pesar, que montar no era lo que ella recordaba. En su infancia había visitado a sus abuelos en el campo y siempre se había divertido dando vueltas en los pequeños caballos, que casi podían pasar por ponis. Sugar, aunque era un amor de caballo, le estaba causando un gran agarrotamiento a los músculos de su trasero, y sus piernas pedían a gritos algo de elongación. Sin duda debería haber calentado antes de meterse en ese dilema y para colmo de males no llevaba ni una hora cabalgando. Era patética, ni para escapar correctamente era buena. La noche lentamente la iba alcanzando y Abi se giraba sobre su hombro con recurrencia, como si de esa forma pudiese medir la distanciaba de la oscuridad absoluta. Evidentemente aquel lugar no era como una carretera, no había una ninguna luz o siquiera casitas a los alrededores, no había nada más que árboles. Lo único que seguía dejando atrás era campo, campo y más campo; descontando aquella solitaria liebre que había cruzado por delante de ella unos cinco kilómetros más atrás.

A esas alturas de la noche, lo único que deseaba era encontrar a una persona y pedir direcciones. ¿Estaría en el camino correcto hacia Londres? ¿Por qué diantres no se preocupó por escuchar mejor las cosas que decía Catrina? Hasta donde recordaba estaba cerca de Bath al... ¿oeste? ¡No! ¿Norte?

—¡Maldita sea Bath! —exclamó para sí misma, injuriando a una ciudad que no tenía la culpa de su impertinencia. Pero siempre había una solución y esa era pegar la vuelta, morderse la lengua y besar los pies de Will para que la dejara regresar—. Ni de broma —murmuró al instante, negándose siquiera a transitar por esa idea.

Luego de que la noche la envolviera por completo, encontrándola en medio de la nada, realmente comenzó a sentir miedo. En esa época había bandidos. «¿Y en qué época no?», le gritó su subconsciente con bastante tino. El peligro estaba latente en todos los tiempos, si eres mujer y estás sola, eres la potencial víctima de alguien. Por lo que Abi iba a ser una chica precavida y no hablaría con extraños, a menos que pudiera conseguir algo de ellos. Podía ser precavida y práctica al mismo tiempo, no había nada de malo en pedir cosas y ella no quería nada regalado. Por el momento solo necesitaba un lugar donde dormir y del resto de sus necesidades se encargaría cuando saliera el sol.

Presionó los ojos al entrever entre la densa arboleda que los laterales se iban limpiando. ¡Civilización!, gritó su mente llena de euforia. Y tal como lo había previsto, diez minutos después cruzó la entrada de un pueblo que era bastante ordinario. Pues tenía que ser honesta, no era nada parecido a lo que graficaban las películas, aunque Abi sabía que las películas solo mostraban la vida de la gente rica y bonita. En ese momento ella vería de primera mano cómo la pasaban el resto de los habitantes.

Las calles eran estrechas y estaban completamente enlodadas, como si vivieran en un continuo estado tormentoso. Había mugre acumulada en los estrechos pasillos, que separaban por centímetros a los edificios negros por el hollín. Echó una mirada rápida a las construcciones y frunció el gesto, en comparación con la casa de Will el lugar donde ella estaba en ese instante, parecía sacada de la época anterior.

Desmontó de su caballo al toparse con una taberna que al parecer también daba asilo, en palabras de la época: una mal habida posada. Ella dejaría constancia de que no le ponía los nombres a las cosas allí, pues esa posada se llamaba La Mula Coja y honestamente Abi no quiso saber por qué. Al bordear el lugar en busca de la puerta, un jovencito de no más de diez años, salió de uno de los pasillos laterales.

—Por un penique se lo llevo a las caballerizas, señorita.

Abi lo observó entre divertida y sorprendida, era como el muchachito que abre las puertas de los taxis. Sí, definitivamente los tiempos cambiaban pero las personas seguían siendo las mismas.

—No tengo un penique —respondió con toda la sinceridad posible, el niño frunció el ceño pensando un instante y luego le enseñó una pequeña sonrisa, un tanto amarillenta.

—Bueno... hoy a las damas bonitas se lo dejo gratis. — Era increíble que hasta incluso los pequeños ya estuviesen entrenados para soltar piropos.

Abi rio y le revolvió el cabello negro con una mano, el niño jaló de las riendas de Sugar y con un ademán se despidió.

—Tenga cuidado señorita, no es bueno ganarse admiradores por estos lados. —Abi se volvió en redondo al oír una profunda voz detrás de ella, en las escaleras que guiaban al interior había un hombre sentado que jugaba con un cuchillo dándole vueltas en sus largos dedos.

—Prefiero pensar en ellos como amigos —señaló escuetamente. Y aunque le daba un poco de miedo pasó junto a él, acelerando deliberadamente el paso cuando estuvo en el mismo escalón.

—No debería entrar allí —aconsejó el hombre sin apartar la vista de su cuchillo—. No encontrará a nadie digno de su amistad, créame.

—¿Acaso los encontraré aquí fuera? —El extraño soltó una risilla apenas audible y alzó la cabeza para encontrarse con sus ojos.

Abi lo observó al detalle, a pesar de que su rostro estaba bastante sucio ella pudo distinguir sus rasgos afilados y una sonrisa ladeada que parecía ocultar mucha picardía. Sus ojos brillaban tanto como un pote de las más suculenta miel, eran bonitos tuvo que admitir. Tal vez el tipo no sería feo si le pusiese un poco de empeño a su aspecto, estaba vestido con una camisa sin botones de esas que se abren hasta medio pecho. Tenía una chaqueta de piel negra y unos pantalones que terminaban de consumirse por unas botas que llegaban hasta sus rodillas.

Él se puso de pie con pereza, rascándose la oreja, y para su sorpresa dejando en evidencia un cuerpo alto, esbelto y delgado. Si debía guiarse por sus propias comidas, no debía sorprenderle su aspecto. Allí hasta los ricos pasaban hambre, ¿cómo diantres no parecer modelo de pasarela entonces?

—Soy N.O.A.H. —Abi soltó una carcajada al oír como pronunciaba su nombre, como si en cada letra pusiera una buena separación.

—¿Es una sigla o qué? —instó sin comprender bien la razón de su particular manera de hablar.

—Nigel Otto Abel Honorio III. —Y tras soltar todos esos nombres, ejecutó una perfecta flexión.

—¿Todos esos?

Él se encogió de hombro y sonrió con aspereza.

—Mi madre pensó que sería justo darle crédito a todos los posibles candidatos a padre. —Lo dijo de una manera tan seria que ella no supo qué decir al respecto. Pero como era típico en Abi, eso no la detuvo al momento de hacer un comentario.

—¿Por qué tercero?

—Porque hubo tres Honorios. —Le guiñó un ojo en juego y ella supo que era seguro reír.

—Yo soy Abi... —Hizo una pausa, una vez más sintiéndose extraña, era como si su presentación estuviese incompleta frente a las que ellos hacían—. Fletcher — añadió y luego sonrió—. Mi madre no creía en los segundos nombres. —Noah arqueó una ceja pero pasó de hacer algún comentario al respecto.

—Entonces señorita Fletcher, ¿qué la trae a Coven Garden?

—Pensé que estaba en Bath. —Él soltó una pequeña risa entre dientes.

—Bath esta hacia el oeste y lo ha dejado un poco atrás — explicó rascándose con una mano la incipiente barba que le daban un toque de pirata—. Creo que ha errado el camino.

—Bueno eso no me importa, aunque mi idea era llegar a Londres. —Noah hizo una mueca mordiéndose el labio—. Sí, lo sé estoy aún más lejos ¿verdad?

El asintió con elocuencia.

—¿Busca empleo?

—¿Por qué? ¿Buscas una empleada? —replicó sintiéndose bastante tranquila en su presencia. Él alzó las cejas sorprendido, pero al instante sacudió la cabeza en una negación.

—No, yo no necesito a nadie, pero dudo mucho que aquí encuentre algo. —Abi lo miró con suspicacia al notar cómo bajaba la voz al nivel de un susurro.

—¿Por qué? —inquirió con inocencia. Él volvió a desplegar una sonrisita, desconcertándola bastante con ello. Parecía que Noah manejaba alguna información que a ella se le escapaba, obviamente que lo hacía... él pertenecía a ese lugar y ella no.

—Las mujeres solo tienen un oficio aquí. —Con su cabeza hizo un gesto apuntando algo detrás de ella, Abi se volvió para notar que en la esquina había un corillo de mujeres que reían y charlaban con tranquilidad.

A primera vista no aparentaban nada distinto, pero en un segundo vistazo se podían vislumbrar sus vestidos demasiados pequeños en los pechos, los extravagantes peinados y los exagerados coloretes. Buena parte de su carne desnuda brillara bajo la tenue luz que emanaban de los edificios, pareciendo estar casi sin ropas (para la época pues en su tiempo eso sería un chiste de prostituta).

—Son...

—Cortesanas o damas de compañía —completó él saludando con la mano a una de las muchachas, la misma le soltó un piropo que dejó a Abi perpleja—. ¿Usted busca algo así?

—¡Claro que no! —Se apresuró a responder, ella vendería su fuerza de trabajo no su resistencia en la cama—. Tiene que haber algo más.

Él negó lentamente.

—Este lugar es conocido por su mercado tan variado... —Alguien pasó junto a ellos golpeando los taquitos de las botas en la madera, para llamar la atención de ambos.

—¡Noah, amor, he oído que te están buscando, puedes esconderte aquí! —Le gritó la mujer apuntando a una parte bastante clara de su anatomía.

—... los visitantes saben a qué vienen y por quién — terminó de decir él mientras le regalaba una radiante sonrisa a la prostituta que le ofrecía asilo.

—Entonces creo que seguiré mi camino —musitó Abi más que decidida, aún no estaba en el punto de desesperación en que buscara la salida por entre sus piernas. Noah regresó su mirada color miel a ella y le sonrió con pesar.

—No sería bueno que siguiera sola, este lugar y los siguientes son peligrosos para una dama sin compañía.

—Pero si continúo encontrando amigos como tú, entonces no tendré problemas. —Su afirmación logró arrancarle una nueva carcajada, por alguna razón Noah le parecía una persona confiable y no sentía que tuviera que ponerse a la defensiva con él.

—Quizás sea mejor que continúe por la mañana. —En ese punto ella no tenía objeción, sabía que sería más fácil avanzar con el apoyo de la luz solar.

—Es buena idea, pero no tengo dónde quedarme. —Él le ofreció su brazo y ella cruzó su mano por el pequeño hueco que había formado. Abi se regañó internamente, no debería ser tan confiada pero, ¿qué otra opción tenía? —. No vas a matarme o algo así, ¿verdad?

—Señorita me ofende, yo jamás lastimaría una de las obras maestras del gran creador. —Y tras decir eso, ella se vio guiada al interior de la posada.

***

—¡Explícate! —bramó dando un golpe de puño en el escritorio, Ezequiel dio un respingo frente a la marcada irritación en su timbre.

—La señorita... pidió dar una vuelta por el pueblo... —El mozo apretó los dobleces de su chaqueta con nerviosismo—. Cuando regresé con mi caballo, ella se había marchado con Sugar... lo lamento milord, no entiendo por qué hizo algo así. —Pero William lo hacía, lo entendía a la perfección y no valía la pena humillar a Ezequiel, cuando toda la culpa por la fuga de Abi recaía sobre sus hombros—. Fui al pueblo, pero nadie la vio pasar por allí... me temo que se ha perdido.

—Con un demonio —masculló entre dientes mientras apuraba su copa de brandy—. Tal vez decidió largarse sola a Londres.

—No —respondió el joven casi al instante, William lo observó con los ojos en rendijas—. Pregunté por los alrededores, no tomó esa dirección... tenía pensado ir al norte pero creí que era mejor notificarle antes. —Ambos se quedaron en un silencio analítico, Will tratando de recordar los distintos caminos que se abrían hacia el norte. ¿Cuál de todos habría tomado Abi? Luego de pensar por unos segundos, se puso de pie con un movimiento brusco y a tientas buscó su chaqueta que reposaba en uno de los sofás—. Milord es muy tarde, los caminos son peligrosos.

—Si son peligrosos para mí, ¿piensas que serán menos peligrosos para ella?

—Pero... quizás tengamos más suerte buscando a la luz del día. —Ezequiel estaba en lo cierto pero William no podía esperar tanto, no sabiendo que la vida de la muchacha podía estar en riesgo. Y todo por su maldito coraje, no tendría que haber arremetido contra ella.

Abi no había hecho nada mal, él era el que estaba mal. Desde hace mucho tiempo que no tenía un sentido o una dirección, solo encontraba tranquilidad en su dolor. Pero ella era como demasiada vida, demasiada espontaneidad, algo que lograba desestabilizarlo. No le gustaba aquello, pero la idea de que algo malo pudiera llegar a ocurrirle simplemente lo ponía loco.

—No hay tiempo que perder. —Cerró los ojos con frustración—. ¡Con una mierda, Ezequiel llama a Fabio y a los hombres, vamos a salir! —El mozo casi sale en voladas a cumplir su orden, William buscó su arma y la espada.

Como bien sabía los distintos peligros asediaban y él era una presa codiciada para los bandidos. Por eso tendría que llevar una buena comitiva, si se atrevía a salir completamente solo, sus enemigos no dudarían en buscar su cuello para cobrarle algunos asuntillos pendientes. En la puerta de entrada Catrina le echó su capa sobre los hombros y le entregó otra de piel negra, forrada con raso de seda azul. Él la obsequió una mirada extrañada.

—Es para la señorita, solo lleva un vestido y seguramente debe estar calada. —Will asintió y se apresuró al patio, donde lo esperaba su caballo, metió la capa para Abi en la alforja y dio unas últimas indicaciones para los hombres que se quedaban en la finca.

Una salida apresurada no le daba tiempo a planear cualquier posible traspié en el camino por lo que debía improvisar rápidamente.

—Estaremos de regreso pronto. Darton, mantente pendiente de los mensajeros ellos cruzan a muchas personas en los caminos.

—Sí milord, no se preocupe si la señorita tomó otro camino estoy seguro que alguien la verá. —Él tan solo esperaba que ella no hubiese tomado la dirección que estaba en su mente, pero sabiendo cómo era Abi estaba casi convencido de que la muchacha se había dirigido a Coven Garden. Ese sitio estaba plagado de oportunistas, rastreros, piratas y gente de la peor calaña que iban con una sola idea en la mente... ese pensamiento logró crisparlo.

Abi le resultaba demasiado inocente para un lugar de andanzas por demás bajas y de muy reprobable tratamiento. Las mujeres eran objetos y si no sabían del oficio que se llevaba a cabo, o se terminaban adaptando o perecían la primera noche.

—Envíen un emisario a cada pueblo cercano, quiero que descarten todas las opciones posibles. —Fabio asintió y retrasó su paso para darle la tarea a alguno de los lacayos. Will perfiló su semental llevándolo al extremo, se lamentó por el pobre animal pero tampoco se pudo detener a pensar en ello, solo deseaba llegar y tener a Abi junto a él, un remolino de culpa conseguía llenarlo de un nerviosismo extraño. Necesitaba saber que ella estaba segura.

***

El olor era una mezcla entre tabaco viejo, cerveza, sudor y la acumulación de basura de días. Abi frunció la nariz, pero siguió caminando junto a Noah con el rostro desprovisto de emociones, como si todo aquello fuese de lo más normal para ella. Él la guió hasta la barra, donde la dejó a un lado mientras se inclinaba para pedirle algo al cantinero. Abi espió el sitio rápidamente, las mesas estaban diseminadas sin ningún orden, las sillas (las que tenían patas) eran ocupadas por pocas personas civilizadas, el resto se sentaba sobre las mesas o cualquier superficie lo bastante estable. Las risas y las maldiciones se levaban como un murmullo eterno, los cuchicheos y choques de vasos de metal, eran como otro trasfondo. Logró determinar que el lugar estaba abarrotado de mujeres, algunas tumbadas semidesnudas sobre las mesas, otras sentadas a horcajadas sobre algún hombre e incluso sobre otra mujer. Algunas trabajaban sin ningún reparo delante de todos los presentes y cuando la cosa parecía ponerse demasiado caliente, corrían escaleras arribas seguidas por sus amantes de turno. Era repulsivo, ni los peores cabarets tenían ese ambiente tan denso y cargado de sexualidad, que prácticamente se podía palpar en el aire.

—Está de suerte señorita. —Ella se volvió en dirección de Noah al oír su voz—. El buen hombre dice tener una habitación libre. —Abi arqueó una ceja y temió preguntar si le ofrecían la habitación para dormir o para trabajar—. Se la rentará por un bajo costo, solo por ser amiga de Noah, claro —repuso él obsequiándole una de sus sonrisas fáciles.

—No tengo dinero, Noah. —Hizo una pequeña mueca al escucharla para luego volverse hacia el cantinero, como pidiéndole ayuda. El hombre la miró de arriba abajo sopesando su precio y luego le murmuró algo a Noah en el oído.

—El broche del canesú y podrá pasar la noche —dijo él casi sin mirarla. Abi se llevó una mano al pecho, allí donde descansaba el broche que Nikky le había colocado esa misma mañana.

Siempre le ponía alguna chuchería como decoración, pero Abi nunca llegó a pensar que podrían valer algo. Le daba mala espina eso de andar vendiendo algo que no era suyo, tal vez el broche tenía algún significado para Will o Nikky, ¿quién sabe? Pero era un caso de vida o muerte, no podía pasar la noche en la calle, no sobreviviría. Lentamente se quitó el broche y lo depositó en la mano del cantinero, el hombre le sonrió deslumbrándola con tres o cuatro dientes. Ella tragó saliva con dificultad, esa sería una larga noche.

—Bien... ahora que tiene un cuarto, tome una cerveza conmigo. Yo invito. —Noah le puso un jarrón de metal en la mano sin que ella pudiera rehusarse y lo entrechocó con un cordial brindis a su belleza.

—Pero miren nada más... —Abi dio un respingo cuando una voz pastosa y ronca reverberó muy cerca de su oído—. Si es mi querido Noah, te has decidido aparecer y también me has traído una chica. —El hombre le rozó un hombro desnudo y Noah se puso de pie anteponiéndose entre el extraño y ella.

—No traje nada para ti, lárgate —masculló en tono bajo pero tajante.

—Me debes —le recordó el otro con clara irritación—. Y ya que no piensas pagarme, dame esa chica y estamos a mano.

—¡Vete al infierno, Philip! —El aludido se dio la vuelta soltando una carcajada hueca, como dirigiéndosela a los demás ocupantes de la posada, para luego posar sus pequeños ojos grises en Noah.

—Es una pena que no te sientas cooperativo, mi hermano. —Repentinamente una mano la apartó con brusquedad y Abi fue a aterrizar contra la barra, Noah la había movido en el momento en que Philip arremetía con una navaja sacada de quién sabía dónde.

Abi abrió los ojos como platos al ver que Noah caía al piso tomándose el estómago con ambas manos.

—Era cuestión de tiempo para que te diera tu merecido Noah, aún no comprendes que no tienes que desobedecerme, hermanito —dijo con marcado énfasis en la última palabra y le soltó un escupitajo al cuerpo caído de Noah, Abi se precipitó a su lado tratando de ayudarlo. Pero entonces un brazo la envolvió por la cintura—. ¡Y este es mi premio! — bramó Philip lanzándola contra su cuerpo, Abi se removió intentando liberarse del férreo amarre del enorme hombre.

—¡Suéltame idiota! —gritó mordiéndole el brazo, el orangután soltó un bramido y la tiró al piso para luego descargarle un fuerte golpe en el rostro. Abi sintió que su mundo se perdía entre la bruma del inconsciente y tuvo que luchar para mantenerse despierta. No podía darse el lujo de perder el conocimiento, debía luchar, debía ayudar a Noah y debía escapar. Se puso de pie tomándose de un taburete y la misma mano regordeta la atrapó del antebrazo con inusitada fuerza. Era demasiado difícil resistirse a los tirones de un hombre que la doblaba en tamaño y peso, Abi se tiró al piso en un intento de poder entorpecerle la tarea a Philip y este solo sonrió, divertido.

La gente reía a su alrededor mientras Noah laobservaba con una nota de pesar en sus ojos, él logró murmurarle un «lo siento»antes de que los hombres de Philip lo sacaran del lugar también a las rastras.Ella sintió como si un par de esposas se les cernieran en las muñecas y supoque estaba perdida, únicamente pudo enviarle una disculpa mental a Will.Esperaba de alguna forma que él la escuchara, pues en ese instante de lo quemás se arrepentía era de haberlo dejado.


1-Una reverencia formal, el que la ejecuta suele posar la mano en el pecho o en el vientre para darle una mayor inclinación, que parecía haber sido la copia exacta de una reverencia real. 

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Eso es todo por ahora, espero que les haya gustado el capítulo y gracias a los que leen. En la imagen les dejo a Noah, para que vayan conociendo a los personajes.

Saludos Tammy ^_^

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