"Los Warenne"
Bueno sé que me demoré, pero tuve muchos inconvenientes. Enfermedades, finales en la uni y la vida... en fin, gracias a todos los que se pasan a leer esta historia. A todos por darle una oportunidad a mis escritos, desde el corazón se los agradezco. Sin más les dejo este cap, que es uno de los más largo de la historia. Espero les guste.
Capítulo XIII:
Los Warenne
Las calles estaban abarrotadas de transeúntes, la gente se movía tanto en carretas como a pie. Los niños vendedores gritaban con voces fuertes y las mujeres de la alta sociedad se pavoneaban con vestidos que quitaban el aliento. Pasaron por Hyde Park, donde Nikky le explicó que ese era el lugar escogido por los jóvenes para sus encuentros previos al compromiso. Ella notó un gran número de chicas montadas a caballo o en hermosos carruajes abiertos.
—¡Oh vaya, parece de princesa! —apuntó admirando una de las carrozas que le recordaba al cuento de la Cenicienta.
—Es una calesa. —Le indicó Will y Abi asintió tomando la información, era bueno estar instruida.
—Son las indicadas para paseos con un pretendiente, pues al estar abiertas no da pie a especulaciones. —Ella sonrió con la observación de Nikky y confirmó que en la Calesa, había una parejita bastante joven que estaban tan apartados el uno del otro que parecían temerosos de contagiarse algo. Un gran parque se abrió frente a sus ojos, los árboles altos flanqueaban el camino prodigando sombra y creando una atmosfera amena. Abi aspiró el aroma de las flores silvestres y por un momento sintió que Londres se abría ante ella.
—Esto es tan bonito.
—Spring Garden —susurró Will poniéndose a su lado para admirar la vista, Abi se giró lo suficiente para captar su perfil y él también se volvió encontrándose con sus ojos—. Algún día te traeré de paseo, en la noche presenta la mejor vista del cielo estrellado.
—Pero es un tanto peligroso —señaló Nikky y Will pareció recordar que tenían compañía, pues se echó para atrás en su asiento volviendo a colocar distancias.
—¿Peligroso? —instó mirando a la chica, esta asintió con efusividad.
—Mi madre dice que los peores rateros se esconden tras los setos de Spring Garden. —Will soltó una carcajada y golpeó la ventana de comunicación.
—¡Oíste eso Nigel, creo que aquí te quedas! —Del otro lado respondieron con una maldición y Abi no tuvo que ser un genio, pues aunque no sabía francés reconocía un insulto sin importar su procedencia.
Por cada sitio que pasaban Will o Nikky tenían alguna observación que hacer, él hablaba de la historia o de la arquitectura y ella de los cotilleos que eran como los fantasmas de cada lugar. Abi se sentía cada vez más compenetrada con Londres, Bath no le había dado buena espina pero esa ciudad sin duda alguna era el centro de la vida Inglesa. Los hombres parecían esforzarse por lucir bien, las mujeres estaban afanosas por mostrar sus mejores galas e incluso ostentar la última carreta era un símbolo de status. Ella observó clubes de caballeros y centro de lecturas para damas, al parecer no era correcto que ambos géneros se reunieran en un mismo lugar, por lo que se esforzaban por delimitar sus territorios. Will incluso le apuntó una librería específica para mujeres y otra solo para hombres, pues muchas de las cosas permitidas para la lectura de hombres no incumbían al intelecto de las mujeres. Ella pensó que eso era una estupidez, pero como ya estaba aprendiendo, en ese lugar su opinión era la última que importaba. No dejó que las limitaciones de pensamiento de la época la amilanaran, tal vez ella estaba acostumbrada a un trato de iguales con los hombres pero allí eso era considerado vulgar. Ninguna mujer que se quisiera considerar una dama, hablaba con un hombre sin que este la invitara antes, tampoco mostraba su opinión si no era requerida y anteponerse sobre la voz de un hombre, se consideraba una falta imperdonable.
Para cuando llegaron a Autumn manor, Abi llegó a pensar que no podía sorprenderse más. Pero se había equivocado, los portones de hierro decorados con trabajosos diseños de enredaderas plateadas, era digno de admiración. Al entrar por el camino de piedritas una enorme mansión estilo palacio, se elevó majestuosa e impoluta. El color champagne sobrio combinaba a la perfección con las flores que ribeteaban los laterales, las ventanas estaban cubiertas por densas cortinas aun así no lograban aplacar la grandeza de los ventanales. Ella pensaba que la mansión de Will era imponente, pero esa casa era simplemente indescriptible.
Varias personas pasaban por los lados de su carreta y había un grupo amontonado en la entrada, al parecer esperando su llegada. Ella los admiró por la ventana y una vez más fue presa de la incertidumbre ¿Y si no les agradaba? ¿Y si descubrían su engaño? Will había sido permisivo en el tema de la tía muerta y nunca había hecho preguntas al respecto, pero Abi estaba segura que no sería lo mismo para la madre de él. Ella seguramente querría una explicación detallada o al menos algo que sonora creíble. La puerta se abrió en ese momento dejándola en blanco, aun no tenía un plan y sintió la necesidad de encerrarse en el interior de la carreta al menos un día más. Will descendió con un movimiento grácil, el mismo que denotaba entrenamiento en eso de subir y bajar de carretas. Nikky le obsequió una sonrisa alentadora y a Abi el estómago se le comprimió hasta alcanzar el tamaño de una nuez. No se sentía lista pero no podría retrasarlo, Noah la aguardó con una mano enguantada extendida en su dirección y ella tan solo lo miró.
—Estoy contigo, no tengas miedo, chérie. —Aunque el nerviosismo no remitió, saber que contaba con el apoyo de su amigo la calmó considerablemente.
Se colgó de su mano como la última tabla de salvación y no lo liberó en todo el camino, hasta alcanzar a Will en las escalinatas. Él le dirigió una mirada extraña y por un segundo, pareció molesto por el hecho de que llevara a Noah aferrado por el brazo. Ella se encogió de hombros en gesto altivo, pues no tenía razones para presentar demanda. Will no la había esperado, la había dejado sola, ignorando su sentimiento de aprensión. Al menos Noah era más considerado en ese aspecto.
No tuvo tiempo de analizar esos detalles pues luego de que una mujer se reverenciara para el marqués, este pasó por delante de los criados y les hizo un gesto para que lo siguieran. Noah se movía con mucha más confianza que ella, y Nikky les pisaba los talones como si también se sintiera con ganas de aferrarse al Sir.
Tras atravesar la enorme puerta blanca, Abi tuvo que esforzarse por recordarse cómo respirar. El lugar quitaba el aliento e incluso ella notó que no era la única impresionada, pues Nikky había soltado un «Oh» por lo bajo. Ella estudió las alfombras, las escaleras de mármol, los pisos que de tan pulidos que estaba otorgaban una imagen más clara que un espejo. Las paredes impecablemente decoradas, sin estar verdaderamente cargadas y entonces su vista viajó inexorablemente hacia arriba. A un techo que parecía inacabable, todo en ese lugar estaba diseñado para resplandecer. No podía ser una casa pues allí no se podría vivir realmente cómodo, pues sería egoísta mantener su belleza aislada del resto del mundo.
—Mi Dios... —susurró logrando que Noah soltara una risita.
—No te muestres tan impresionada chérie. —Él la miró un segundo para luego añadir—. Esto para ti tiene que ser como la casita del té, nunca demuestres admiración, eso te dejará en desventaja. —Abi no estuvo muy segura de comprender.
—¿Por qué lo dices?
—Porque aquí las personas se alimentan de los halagos y tú tienes que inspirarlos, no propiciarlos. —Ella asintió concienzudamente y aunque aún estaba tentada de caminar por allí arrastrando la boca, trató de modularse. Echó los hombros para atrás y se apeó del brazo de Noah con mayor firmeza, al menos ya no parecía que él venía cogiéndola—. Así está mejor —murmuró sonriéndole de soslayo y ella sintió una oleada de orgullo.
Will los guio hasta una biblioteca enormísima, pero Abi se limitó a mantener los ojos en la espalda del lord. Tal y como Noah había dicho no se mostró perturbada por la ostentosa riqueza.
—¡William! —Una mujer de unos cincuenta años se levantó de un sillón y se dirigió hacia el marqués a una velocidad moderada.
Ella posó las manos en los hombros de Will y le plantó un beso fugaz en la mejilla, parecía cautelosa de mantener el menor contacto posible. Y Will no puso objeciones, pues le devolvió la cortesía besándole el dorso de la mano con practicada elegancia. La señora que llevaba un vestido de corte imperial color miel, despedía sofisticación, las joyas que resplandecían en su cuello y dedos, era marcas indiscutibles de su buena posición. No necesitaba presentaciones, aunque el cabello rubio rizado y los ojos azules no tenían nada que ver con Will, Abi supo al instante que frente a sus ojos tenía a Lady Adler. En ese momento esta posó su atención en ella y Noah respectivamente.
—¿Nigel? —Parecía verdaderamente sorprendida y él soltó a Abi el tiempo suficiente para ofrecerle una reverencia a la dama.
—Lady Adler —murmuró mostrando el mismo respeto que su hijo.
—Pero mira nada más, tan guapo. —En ese instante ella no pudo evitar sonreír, el comentario de la madre de Will había sido casual y sincero.
—Por favor, si usted se ha apoderado de toda la belleza del mundo. —Abi abrió los ojos como platos, pensando que en esa ocasión Noah se había excedido. Pero para su sorpresa la mujer soltó una musical risilla y le dio un golpecito en el brazo.
—Eres un dandi —sitió la dama correspondiéndole la sonrisa como si se estuviera dirigiendo a un pequeño—. Tienes el encanto de los Berkeley —señaló, para luego terminar de estudiar a Abi—. ¿Esta es ella? —preguntó volviéndose en dirección de Will, que ya estaba saqueando la vitrina de licores.
—Sí —respondió con desinterés mientras servía el líquido rojo en dos grandes copas. Abi no pudo evitar ver cuando Will le entregaba una a Noah, era extraño, en algunos momentos lo trataba con desprecio y en otros le ofrecía de beber.
—Abigail Fletcher. —No lo preguntó pero Abi se vio en la obligación de asentir, la mujer la estudió al detalle repasando con los ojos azules cada parte de su figura. Abi se sintió como un carro a punto de ser vendido, tan solo se fijaban si tenía todos los ajustes hechos—. ¡Es una original! —espetó luego de lo que ella sintió, como horas de escrutinio—. Tendremos una propuesta en la primera semana, yo sé lo que digo.
Abi se tensó, en realidad no tenía idea que era ser una original y no le interesaba tampoco. Pero por sobre todo esperaba que la mujer no tuviese ojo para cazar marido. Will se acercó y la observó de arriba abajo, como si fuese la primera vez que reparaba en su belleza.
—Puede que estés en lo cierto. —Lady Adler chasqueó la lengua para acallar a su hijo y tomó una de las manos de Abi con delicadeza.
—Soy Rosalie y te aseguro que brillarás en la temporada.
—¡Después de mí por supuesto! —Todos se volvieron en dirección de la voz chillona que había gritado eso desde la puerta. Abi se encontró con una muchacha menuda, de cabello oscuro y ojos tan negros como la noche.
Ella sonrió de medio lado y la observó una milésima de segundo, que fue lo que le tomó ver a Will a sus espaldas. La chica no se mostró tan recatada como Rosalie, sino que corrió los metros que los separaban y se colgó del cuello de Will apretándolo con firmeza entre sus brazos. Abi se quedó de piedra, jamás había visto a alguien que tratara al marqués con tanto desenfado, a nadie más que ella misma. Pero esa chica incluso había logrado que Will soltara una carcajada y le devolviera el abrazo con la misma intensidad.
—Zulima... —la reprendió Rosalie pero sin obtener éxito, pues la joven se encontraba entretenida contándole algo a su hermano.
Este la soltó hasta que sus pies volvieron a tocar el piso, Will era mucho más alto que Zulima pero ella parecía ser la que mandaba en esa relación.
—¿Qué tal estás, princesa? —Abi lo escuchó susurrar, él parecía precavido al dar muestra de afecto y se encargó de que solo Zulima atendiera a sus palabras. Mientras ellos se ponían al corriente Lady Adler la tomó por el codo hasta guiarla a una antesala, donde se podía contar un numeroso juego de sofás color borgoña.
—Ellos tardarán y nosotros mientras podemos pedir el té —señaló la mujer haciendo sonar una campañilla—. ¿A dónde vas Nigel? —Por el rabillo del ojo Abi notó que Noah intentaba escaparse, pero al oír la regia voz de la marquesa se detuvo en seco.
—Pensaba ayudar con las maletas. —Lady Adler rio entre dientes y con un gesto de su mano dejó pasar ese menester, que más bien se le atribuía a un criado y no a un Sir. Lo que al parecer no sabía era que Noah llevaba algunos días ya de criado.
—No digas tonterías, siéntate y acompáñanos. —En ese momento unas enormes puertas laterales se abrieron de par en par y un hombre ya bastante mayor, cruzó refunfuñando algo a la criada que lo seguía. Ella intentaba acomodar un pañuelo en su cuello y él se quejaba diciendo: que no era ningún crío y que de sentir frío solo podría cubrirse.
Al notar al número de personas reunidas en la sala, el hombre pareció recobrar la compostura. No miró a Abi ni a Rosalie, al parecer el primer rostro que capturó fue el de Noah.
—¿Nigel? —Al igual que la marquesa, la nota de sorpresa en su voz era incuestionable.
—Lord Richard. —Saludó Noah y frente a la posibilidad de una reverencia, el hombre se acercó hasta tomar su mano y darle algunas palmadas en la espalda. Abi supo que allí había una amistad de años, por alguna razón las ganas de conocer esa historia fueron creciendo conforme pasaban los minutos.
Tomaron el té sin Will o Zulima a la vista, Richard resultó ser una compañía agradable y hablaba con desenvoltura. En muchas ocasiones Rosalie se veía obligada a callarlo, frente a comentarios que no consideraba pertinentes en presencia de una señorita. Y Abi se divertía con las peleas de ese par, al parecer llevaban largo tiempo viviendo juntos y ya no existía ninguna clase de barrera diplomática entre ellos. Se trababan con la cordialidad nuera suegro que se podría atribuir a cualquier otra familia. Rosalie era bastante formal y en muchos puntos parecía inflexible, pero en rasgos generales no parecía la clase de persona que causara dificultades. Abi estaba encantada con Richard y su humor inglés ya tan deteriorado, ella sentía que frente a él no tendría que actuar, aunque sí que debía guardar las apariencias con Rosalie. Ambos la trataban con amabilidad, pero como Abi no era fuente de conversación ellos se decantaban por hablar con Noah. este maravillaba a sus interlocutores con su capacidad tan bien entrenada del habla y nunca dejó de mostrar su picardía, pero siempre adornada por la grandilocuencia de un Sir.
Durante la charla descubrió que Zulima también se presentaría en la temporada y que estaba encantada con la idea de tener una amiga. Abi no sabía si sentirse feliz al respecto, tendría que mostrarse interesada y dispuesta. Algo que en verdad no quería, pero tampoco quería apuntar los cañones en su dirección. Si lograba mantener las atenciones de los pretendientes en Zulima, ella se consideraría afortunada.
La susodicha y su hermano se reunieron en la sala con el resto, pero pasaron del té. Will prácticamente no hablaba y dejaba que la conversación la llevara su abuelo. Tan solo interrumpía cuando tocaban temas relacionados con la navegación y negocios, en tanto que Noah parecía más instruido en los asuntos sociales. En un momento a Abi le llegó a parecer que ambos luchaban por llamar la atención de Richard y este, al menos, salió bien librado. Pues lograba encausar todo en un solo tema, hasta que los chicos terminaban discutiéndolo entre ellos. Eso le pareció algo infantil, pero estaba claro que ambos querían ganar y mostraban su espíritu competitivo en cada oportunidad. La lucha verbal se vio interrumpida cuando un nuevo miembro de la familia se unió. Su entrada produjo reacciones variadas, desde un silencio acallador en Richard, hasta una posición de tensión en Will.
—Iker —saludó el marqués poniéndose de pie para estrechar su mano, Abi estudio al joven hermano del medio.
Era quizás uno o dos años menor que Will, aparentaba estar en sus veinticuatro, pero su mirada desprovista de brillo le quitaba lustre. Era alto, tanto como el marqués de cabello negro y para sorpresa de la muchacha, ojos verdes. No tenía una similitud completa con el resto de su familia, en tanto que Will y Zulima compartían varios rasgos con Richard. Iker lucía más pálido e incluso de mirada ausente.
—William —respondió soltándose tan rápido como lo había rozado.
—¿Qué tal está tu esposa? —preguntó Will aparentemente intentando amenizar el encuentro.
—Viva, que es mucho más de lo que se puede decir de la tuya. —En ese momento Abi decidió que Iker era un hijo de puta y pidió una disculpa mental a Rosalie por el insulto.
Pero es que aún no daba crédito de lo que había oído. Will no respondió se limitó a observarlo con los ojos entornados, seguramente masticándose la rabia. Por su parte Iker no rio o hizo gesto alguno, solo caminó hasta donde estaba Noah y desde su metro ochenta lo observó con desdén.
—Sir Nigel... oí que tenía una cita con la horca. ¿Acaso se retrasó?
Noah se levantó del sillón y le regaló una reverencia forzosa.
—Lamento decepcionarlo milord, me temo que hemos pospuesto el encuentro...
Iker soltó una risa corta y desprovista de humor.
—Pues al parecer Dios está vendiendo indultos, felicidades sir... Es bueno ver que mi hermano aún posee ojos para la inversión. —Ella notó al instante el insulto oculto entre sus palabras, estaba acusando a Will de comprar la libertad de Noah y con eso lo rebajaba aún más.
Abi descubrió entonces que Iker era malicioso a un grado mayor que Will y eso logró estremecerla.
—Lo que yo haga o deje de hacer con mi dinero no es asunto tuyo —interrumpió Will al parecer recuperando el don del habla—. Y te agradecería que muestres respeto, incluso mi mozo de cuadra sabe callar cuando es pertinente.
Iker guardó silencio un segundo y arqueó una ceja al dirigirse a su hermano mayor.
—¿Es que acaso debo ocultar el hecho, de que gastas el dinero de tu familia en pagar por un ratero? —Rosalie dio un respingo y Richard apretó la mandíbula, pero a pesar de ello ninguno se interpuso ante los asaltos verbales de Iker.
—Mi dinero, Iker, yo puse de mi bolsillo cada penique. Así que la próxima vez que quieras jugar al detective, asegúrate de ver todos los detalles o limítate a cerrar la boca.
—¿A quién le importa? —respondió el aludido con un encogimiento de hombros—. Eres el único estúpido que daría abrigo al mismo hombre que mató a su familia.
—¡No te permito...! —Noah intentó tomar a Iker por el cuello pero Will se interpuso a tiempo. Y lo detuvo por los hombros.
—¡Lárgate, Iker! —bramó Will sin volverse a mirarlo, este le obsequió una mirada divertida a Abi quien veía toda la escena con ojos como platos.
—Es mi casa también William y me quedaré el tiempo que me apetezca. —Se acercó a ella y en ese momento tanto Will como Noah lo fulminaron con la mirada. Iker le tomó una mano y Abi sintió como si su contacto la quemara, pero aun así se obligó a no apartarse y le permitió que le besara el dorso—. Tú y yo nos volveremos ver... —susurró de modo que solo ella oyó esa confesión. Luego se giró sobre sus talones y tras sacudir una mano en el aire, se retiró con paso majestuoso.
—Lo lamento mucho William. —Rosalie se puso de pie y rozó con una mano el brazo de su hijo—. Tú sabes que...
—Sí, lo sé madre, pero eso no lo justifica. —Y con esas palabras Will se retiró de la sala seguido por Noah a escasos centímetros. Richard maldijo a Iker entre dientes y le indicó a una criada que le enseñara a Abi su cuarto, acompañando luego a una contrariada Rose al estudio.
Zulima, Abi y Nikky se quedaron solas y fue turno de la hermana menor, disculparse por los arranques de Iker.
—Aquí todos intentamos ignorarlo, tú debes hacer lo mismo... luego de un tiempo se cansa y se va —apuntó en tanto que subían a los pisos superiores, Abi sintió un escozor en su piel al recordar las únicas palabras que Iker le había dirigido. Y muy en su interior sabía que él causaría más de un problema y no solo a la familia.
***
William y Nigel se movían por los pasillos en completo silencio, antaño ellos compartían muchas cosas en común. Entre esas cosas se encontraban las mujeres y aún por encima de esa categoría, preponderaba el recelo que sentían hacia Iker. Noah al igual que todos en esa casa era conocedor a medias de la historia del conde de Pembroke, sabía que Iker no había sido criado por sus padres. Sino que con menos de un año de vida, su abuela materna lo reclamó para sí, y nadie puso objeción sobre esa antigua práctica que para ese tiempo, ya casi nadie implementaba. Entonces la relación de Iker y su grand-mère fue mucho más estrecha que la de William o Zulima.
Si Noah podía criticar algo a Jonathan y Rosalie Warenne, era el hecho de que se deshicieran de su hijo de una manera tan frívola. En cierta forma esa era la razón por la cual ni Richard, ni Rosalie se atrevían a callar a Iker. Muy en su interior sentían que le debían algo, pues cuando la abuela del muchacho murió él se vio obligado a regresar a Inglaterra. Y su recibimiento no fue el más acogedor, hasta donde William le había contado, Iker sufría de alucinaciones cuando era un niño. A tal punto de sostener que su mejor amiga era una niña que nadie más podía ver. Los padres de Iker se preocuparon porque él se mostraba reticente a abandonar las tierras circundantes a la mansión y también porque no lograban que el niño se relacionara con nadie. Fue entonces cuando Richard había decidido intervenir y un día se cargó al niño de ocho años en un carruaje, alejándolo para siempre de la casa familiar.
En esa época Noah conoció a Iker, el pequeño llegó a su château en Francia con el gesto de derrota más doloroso que jamás había tenido la desdicha de ver. William que se encontraba en Francia hacía año y medio, lo instó a acoger a su hermanito solitario. Tanto Noah como William, intentaron congeniar con Iker pero de él en un principio, solo obtuvieron lágrimas. Y cuando el muchacho fue ganando edad, comenzó a darle soltura a su filosa lengua. Noah recordaba su niñez y la de Will en conjunto con Iker, y lo único que se aparecía en su mente, eran los continuos problemas en los que los había metido el pequeño conde.
Todos justificaban a Iker y se decían a sí mismos que ignorarlo era lo mejor, pues él estaba dispuesto a patear y escupir sobre la tumba de cualquier habitante de esa mansión. Iker irradiaba odio con solo ocho años y ninguno de los dos había estado listo para manejarlo entonces. La decisión de Richard de apartar a Iker de Londres, les había salido caro a todos. Pero quienes habían tenido que padecer los arranques del resentido conde, fueron unos inocentes William y Nigel, quienes jamás pudieron zanjar las distancias o flanquear los escudos de Iker. Siempre pensó en William como el más cuerdo de todos los Warenne, pero sus últimos actos incluso comenzaban a plantearle dudas. ¿Sería posible que la locura de Iker hubiese alcanzado a Will también?
—Si se queda en esta casa, lo asfixiaré mientras duerme... —masculló William y Noah no pudo más que reír por su ocurrencia.
Muchas veces habían planeado en conjunto la mejor forma de hacer caer a Iker y el hecho de oír a su antiguo amigo fraguando un plan, lo hizo rememorar sus cortos momentos de paz.
—Ya lo intenté, duerme con los ojos a medio cerrar. —Will frunció el ceño antes de volverse a mirarlo, Noah se encogió de hombros con sutileza y el marqués le correspondió con una ligera carcajada. En ese momento Rosalie se acercaba por el pasillo a paso apresurado.
—¡Madre! —Ella se detuvo dando un respingo y al constatar que se trataba de Will, le sonrió avergonzada.
—Tu recamara está lista y pedí que limpiaran la de Nigel.
—Yo dormiré en cualquier parte. —Se apresuró a decir, consciente de que William lo enviaría al sótano o al ático, como al resto de los criados.
—Tonterías. —Rió la marquesa haciendo que incluso una palabra sonara a discurso en sus labios. Noah siempre había abrigado cierto respeto por Rosalie, pues en muchas formas, ella había sido una madre para él en esos momentos de mayor perdición.
—Bien, que suban el equipaje... —interrumpió Will al momento que él iba a responder, Noah lo observó con extrañeza.
Pero se limitó a cerrar lo boca, si quería obsequiarle una última semana de lujos, él no se resistiría. Aun así tampoco podía sacar de su cabeza la imagen del barco que en una semana lo llevaría a su hogar. Se sentía desdichado por tener que regresar a Francia, como un traidor, ladrón e impostor. Pero varios de esos títulos se los había ganado gracias a Philip y el de traición, era su cruz por haber interferido en la vida de Will.
—Estupendo, ¿se quedarán para la temporada? —Noah aguardó su respuesta a sabiendas que William se negaría.
—No, solo estaré una semana y luego me regreso a Bath.
—Oh, pero a Zulima le habría encantado que tú la acompañaras en su primera presentación. —El punto débil de Will era Zulima y Rose sabía cómo manipularlo.
—No puedo madre, tengo asuntos que atender y con Iker al acecho, preferiría mantener las distancias. —Esa respuesta logró acallar los pedidos de su madre, pero era una retirada temporaria pues Noah sabía que Rose aún no había presentado todas sus cartas.
—¿Qué hay de ti Nigel? —El rostro tenso del marqués casi lo hace reír, Noah observó unos segundos a Rosalie y sonrió de la manera más convincente.
—Me encantaría, pero me temo que en este caso William y yo compartimos destino. —Tarde reparó en el hecho de que se había referido al marqués por su nombre, seguramente eso le acarrearía problemas pero frente a Rosalie olvidó su situación actual. Ella los escrutó con los ojos en rendija y tras asentir, se recogió ligeramente la falda para retomar su camino. Noah se puso en movimiento al mismo tiempo que Will—. Lamento mi impertinencia milord. —Él no lo miró al responder.
—Haz algo por mi Nigel, busca toda la información que puedas sobre la esposa de Iker. —No comprendió el por qué del cambio en la dirección de la conversación, pero terminó por dejarlo pasar.
—Información, ¿cómo qué? ¿Familia y posición? —Will se giró con una mirada que no auguraba nada bueno.
—Sí, eso... y también fíjate su grado de realidad. —El marqués rio con su propia observación y sin poder evitarlo él también compartió la broma. Seguramente ambos visualizaron a Iker casado con una dama invisible.
—Creía que aún no se casaba —comentó al recordar que pensaban celebrar una boda prontamente.
—Se casó por poderes hace unas semanas, pero mi madre cree que deben hacer la correspondiente fiesta. Si Iker se niega entonces sabremos por qué... —Una vez más se quedaron en silencio analizando la situación y la carcajada compartida fue aún mayor que la anterior.
—Me pondré en ello... —murmuró dispuesto a entretenerse con algo para variar.
Si pensaba mucho en su futuro terminaría por odiar a William y aunque muy en su interior quería detestarlo, no podía. En muchas formas así como la familia justificaba a Iker, él había aprendido a justificar la rabia de Will pues sabía que era responsable de gran parte de sus penas.
—Con discreción, Noah —espetó Will antes de perderse escaleras arriba, él lo observó por un segundo completo, percatándose de que lo había llamado con el apodo que hacía tantos años él lo había rebautizado.
***
Abi salió de su habitación color lila con una sonrisa en los labios, el sitio que le habían puesto a disposición era encantador. No podía quejarse, las paredes, las cortinas, el dosel, el edredón, todo era de color lila o violeta pálido. Al parecer alguien se había metido en su mente y robado su idea de cuarto de ensueño, para sorprenderla en ese siglo. Caminó por los pasillos pasando los dedos por las telas que adornaban las paredes, había algunos cuadros y ella se detuvo el tiempo suficiente para admirarlos. No tenía un destino fijo y como nadie le había dicho que tenía que permanecer en la habitación, ella había decidido salir a explorar. Al llegar a la escalera notó que alguien ascendía, al ver la caballera negra pensó que sería buen momento para hablar con Will. Pero para su sorpresa el hombre resultó ser Iker, él alzó la cabeza justo cuando ella decidía correr de regreso. Desafortunadamente los ojos verdes de ese hombre la dejaron anclada en su lugar, Iker siguió subiendo hasta pasar por su lado. Abi dejó ir un suspiro entre dientes y cuando se dispuso a seguir bajando, sintió cómo una mano la empujaba escaleras arriba.
No tuvo tiempo de reaccionar pues la sorpresa de ser acarreada tan repentinamente, le había borrado toda idea de la mente. Iker abrió la primera puerta que encontró y la llevó con él dentro. Abi intentó volverse para salir, pero solo logró que él la empujara con fuerza contra la puerta.
—Suéltame —espetó tratando de quitarse las pesadas manos de sus hombros.
—Cierre la boca —masculló Iker luciendo un gesto tan duro que Abi se vio obligada a callar. Él sonrió con suficiencia y posó una de las manos en su garganta, ella se echó para atrás escapando de su tacto. Pero él la apretó con mayor ahínco—. Quieta.
—Gritaré... —Lo amenazó y él respondió presionándole la tráquea sin apartar sus ojos de ella, Abi sintió como gradualmente se le hacía más difícil respirar. Intentó llenar sus pulmones y en ese momento Iker aflojó su amarre.
—Ya ve que no gritará. —No se daba una idea de porque la tenía allí o qué demonios quería de ella. Pero intentara lo que intentara al primer descuido, Abi soltaría un alarido con el que la escucharían hasta en Francia.
—¿Qué quieres? —Él tenía una expresión ilegible, para Abi podía tanto querer matarla como jugar a las damas.
Iker no poseía la mirada de un ser humano normal, estaba turbado y ella pensaba que tras toda esa frialdad, ocultaba mucho más de lo que todos allí imaginaban.
—Descuide, a diferencia del sir yo no tomo mujeres ajenas. —Y sus comentarios no hacían más que acrecentar sus dudas, Iker sabía muy bien lo que había pasado entre Noah y Will. Al parecer lo divertía esa enemistad.
Ella no respondió y lo único que pudo hacer, fue observarlo tan fijamente como él lo hacía.
—Soy muy bueno leyendo a las personas y tan solo verle, descubrí que oculta algo. —Abi dio un respingo, era imposible que Iker supiese su secreto, sí ella no lo había hablado con nadie—. No sé qué quiere en esta casa o con esta familia, pero se lo advierto no le dejaré ir pululando con libertad.
—Yo no quiero nada. —Consiguió decir, aunque su voz sonó demasiado afectada por la amenaza.
—No intente pasarte de lista conmigo, reconozco la mentira en sus ojos y voy a descubrirla. —Abi pasó saliva con dificultad, Iker no hablaba por hablar... estaba siendo contundente—. Mi hermano está cegado por su belleza y piensa que con su protección lo obtendrá todo, no subestime a esta familia, niña. —Y tras decir esas palabras abrió la puerta para salir, Abi se quedó helada y por un segundo no supo cómo moverse. Salió detrás de Iker por inercia y al oír una tercera voz alzó los ojos del piso.
—¿Qué ocurre? —preguntaba Will a un sonriente Iker.
—Nada —respondió el aludido enviándole con la mirada una advertencia.
Abi apretó los labios en una línea y pasando de Will se dirigió a su habitación, con movimientos robóticos. Cerró la puerta detrás de sí y respiró profundamente tratando de hallar su centro. No pasaba nada, Iker no sabía nada de ella, solo estaba en su naturaleza fastidiar, era un condenado que quería asustarla. No debía hacerle caso, ella no estaba haciendo nada malo. Necesitaba refugio durante ese año y luego regresaría a su casa, podía lidiar con él. Podía lidiar con toda esa familia...
—Abi. —La mano de Will en su brazo casi la hizo soltar un grito, se obligó a mantener la calma. Pues aunque había decidido que Iker no la intimidaría, tampoco quería apoyarse en Will por cada cosa que ocurría. No era necesario crear más conflictos entre los hermanos—. ¿Qué hizo?
—Nada —respondió ella y él le obsequió una mirada de incredulidad, obviamente Will no era estúpido y seguramente conocía a su hermano, mejor de lo que ella podía mentir—. Solo hablamos.
—Si te puso un dedo encima... —Will parecía dispuesto a salir para enfrentarlo, por lo que Abi lo aferró por la casaca para detenerlo.
—No me tocó, solo hablamos —murmuró en un intento de calmar a ambos, al parecer Iker despertaba la furia de muchos.
Will la observó por largo rato y ella comenzó a sentirse mareada, la profundidad y el calor de sus ojos negros era demasiado para una mente como la de Abi. Lo cogió de la casaca hasta poder hundir el rostro en su pecho y para su sorpresa Will no la apartó, le devolvió el abrazo murmurándole unas palabras contra su cabello.
—¿Estás segura que está todo bien? —Quizás a él también le sorprendía esa repentina muestra de cariño, pero dado que Abi no iba a compartir su problema con él se limitaba a dejarse reconfortar por sus brazos y por su firme pecho.
—Estoy bien, feliz de verte. —Él la apartó lo suficiente obligándola a encontrarse con sus ojos.
El tiempo pareció detenerse en ese instante y solo existieron sus manos alrededor de su rostro, Will se inclinó lentamente hasta rozar sus labios con delicadeza. Abi gimió frente a ese encuentro tan inofensivo y le pasó una mano por el cuello, en un intento de zanjar sus distancias. Will la tomó por las caderas apretándola contra su cuerpo y ella ahondó el beso, hasta que cada parte de Will quedó en concordancia con las suyas. Parecía como si una llama creciera en su interior y solo pudiera apagar el deseo con los labios de él.
—No espera... —Entonces la burbuja se rompió, Will dejó de besarla pero no la soltó por completo—. No me dejes hacer eso.
—Quiero que lo hagas —respondió convencida y él sonrió con aspereza, Abi paseó con sus labios por su mejilla para luego aspirar su aroma por unos segundos. Will no se movió en tanto que ella lo exploraba y echó la cabeza para atrás, dándole libre acceso a su cuello.
—Abi no es correcto... —susurró con poca convicción y una vez más intentó poner distancias tomándola por los hombros. Ella se sintió mal por el rechazo y se apartó haciendo una mueca molesta—. No te enfades...
—No lo hago —lo cortó cuando él intentó mostrar compasión, Will la giró en su dirección y le plantó un beso en la frente.
—Nigel tiene razón, yo no soy bueno para ti... yo no soy bueno para nadie. —Abi alzó la cabeza para capturar sus ojos, no entendía muy bien a qué se refería o por qué Noah y él hablaban de ella.
—Deberías dejarme decidir eso.
Él negó ligeramente, Abi sintió como la frustración se apoderaba de su cuerpo.
No podía negar que deseaba a Will, que quería besarlo y perderse entre sus brazos. Y al parecer él quería lo mismo, ¿entonces cuál era el problema?
—Es mejor para ti, confía en mí... —Will dio un paso hacia atrás y ella colocó ambas manos en su pecho, pues aún no creía que la conversación debiera terminar.
—No sabes lo que es mejor para mí.
Él se quedó en silencio por largo rato, para luego posar una de sus manos sobre la de ella.
—¿Sientes? —preguntó y en un principio Abi no supo a qué se refería. Will bajó la mirada hasta sus manos juntas y entonces ella lo comprendió.
—Tú corazón —apuntó, notando el golpeteo firme debajo de su tacto, él asintió.
—Ha recibido demasiados golpes y hace un tiempo, decidió que no quería más. —Will le acarició una mejilla con el pulgar—. No puedo darte más que sufrimiento, ¿entiendes? —Se inclinó para volver a besar su frente y sus últimas palabras, las murmuró sin despegar sus labios de ese punto—. No dejes que me acerqué a ti. —Entonces simplemente se fue.
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