"¡Juro Decir la Verdad! Algún Día..."
¡Llegó el momento! ¿De qué? Ah no, de nada... solo me pareció un buen modo de captar su atención xDDD Lo siento, les dejo un cap nuevo y espero que lo disfruten, a mí me gusta pero ya saben mi opinión no es del todo imparcial. Saludos ^^
Capítulo XVIII:
¡Juro decir la verdad! Algún día...
Las manos le transpiraban un poco mientras se dirigía en puntas de pies al laberinto. La casa estaba sumida en un apremiante silencio, Abi no estaba segura a qué hora tendría lugar la "cita", pero esperaba que media noche fuese lo indicado. Después de todo, ya no había tanta actividad y los criados, así como los dueños, dormían. Todo el trayecto se preguntaba qué sería lo que Will esperaba de ella. ¿Querría continuar con su pequeña sesión de besos? No podía negar que la idea se le hacía más que interesante, pero también había otra cosa. Algo en su pecho que le dificultaba llevar a cabo esa confrontación. Todo era culpa de Iker, ella estaba cómoda consigo misma hasta que ese condenado le comenzó a meter ideas raras en la cabeza. «A la larga usted causará un daño mayor...» Abi no podía dejar de darle vueltas a esa frase, ¿y si tenía razón? ¿Y si ella no era buena para Will? Había una sola forma de sacarse esa duda, pero ni siquiera se animaba a pensar en esa posibilidad. Lo que sea que Will despertaba en ella, cada vez estaba tomando mayor importancia. Y si en algún momento pensó que dejar todo ese mundo atrás sería una decisión fácil, en ese instante su resolución ya no tenía tanta fuerza. Tarde o temprano tendría que regresar. Al menos de eso se había convencido cuando toda esa locura había dado inicio. Pero en ese instante tan solo se preguntaba, ¿para qué? ¿Con qué objeto? El plan principal había perdido su atractivo, repentinamente había sido reemplazado por las ganas de quedarse. Todo quedaba en sus manos, ella sería la que en un año debería decidirlo. Si no pedía nunca ese deseo, entonces podría permanecer allí, con Will, para... siempre.
¿Pero acaso él la aceptaría? ¿Will la querría a su lado? Su relación, si se podía llamar así, recién estaba comenzando a darse y estaba basada en mentiras. Abi no era partidaria de los engaños pero si le revelaba a Will la verdad, ¿estaría dispuesta a afrontar las consecuencias? Quizás él la creyera una loca, quizá la encerraba en un manicomio o quizá... quizá debería tener un poco de fe en él. De lo único que estaba segura, era que no podía seguir mintiéndole, si ella no le revelaba la verdad Iker terminaría haciéndolo y eso sería mucho peor. Aunque no estaba segura qué tanto supiera el conde, el simple hecho de que haya descubierto gran parte del engaño ya era malo. Y si en algún momento se cansaba de intimidarla e iba directo a Will, ella estaría perdida. Tenía que adelantarse al conde y enfrentar a su marqués, si él sentía la mitad de lo que ella sentía entonces la entendería. Y si no... pues al menos no se quedaría con la duda clavada en el pecho.
Al verlo de espalda admirando el horizonte, el corazón le dio un vuelco. Ya no quería analizar ese sentimiento, era mucho mejor dejarse llevar por él.
—¿Will? —Él se volvió al oírla y una sonrisa ladeada surcó sus labios, Abi no pudo evitar correr los últimos metros que los separaban y él la recibió entre sus brazos sin vacilar.
Afortunadamente su marqués era fuerte, pues en un segundo la tomó por la cintura alzándola del suelo para saborear sus labios. ¿Dudas? ¿Quién las conoce? En ese instante Abi solo podía pensar en sus besos, en el calor de su cuerpo, en sus manos que marcaban un sendero por su espalda. Y lo envolvió con sus brazos buscando saciar la sed que despertaba en su interior. Will la llevó en alzas hasta un banco de granito que decoraba el laberinto y ella se apartó, cuando sintió que sus pies tocaban la fría superficie.
—Está frío... —se quejó, a pesar que llevaba sus pantuflas en algún momento estas habían decidido abandonarla.
—¿Viniste descalza? —preguntó él levantándola una vez más y tomando asiento, para luego colocarla sobre sus rodillas.
—No, creo que se me cayeron cuando me levantaste.
Will tomó uno de sus pies y los calentó con sus manos, le sorprendía que con ese frío él siempre mantuviera las manos calientes.
—Bueno, las buscaremos luego... —Ella sonrió y se arrellenó mejor contra su pecho.
En esa posición podía pasar la noche más helada, pues dudaba que en sus brazos pudiera enfriarse. Aunque de todos modos metió las manos debajo de su casaca, haciendo que él se estremeciera ligeramente.
—No sé cómo logras mantener las manos calientes, las mías parecen dos pedazos de hielo.
Will asintió dándole la razón, pues Abi cada vez hundía más a las susodichas debajo de sus ropas.
—Son años de práctica, ¿sabes? —Ella lo observó con la duda escrita en el rostro—. Un buen bebedor de brandy tiene que poder calentar su bebida en cualquier clima.
Abi soltó una carcajada sin poder contenerse.
—Will, hablas como un alcohólico.
Él le guiñó un ojo y la atrajo lentamente hasta su boca.
—Tus pies no se están quejando —murmuró suavemente mientras continuaba con su tarea, aunque en ese momento más que calentar sus pies parecía darles un masaje.
Abi se dejó besar y calentar (en el buen sentido de la palabra), pero luego de un momento las dudas volvieron a asomar su horrible rostro. Dejó caer la cabeza en su hombro y soltó un amplio suspiro. ¿Le creería? Eso era lo único que se preguntaba mientras acariciaba su torso por encima de la fina camisa. Su Will no parecía el hombre más soñador del mundo, en realidad era bastante pragmático y su historia sin duda, sonaría como una locura a oídos de cualquier ser humano.
—¿Qué ocurre, Abi? —Claramente él la notaba desconectada.
—Yo... —«Bien Abi, llegó el momento»—. Quiero decirte algo.
Will se acomodó mejor de modo que pudiese verle el rostro. Pero lo único que ella quería era esconderlo contra su pechera, como una niña pequeña.
—Te escucho.
Claro, porque esa es la parte más fácil, se quejó ella en su fuero interno.
—Es acerca de... —Los ojos negros de Will parecían reclamar la atención de la luna, pues esta se veía claramente reflejada en ambos. Por un segundo Abi se olvidó hasta de su nombre, pero tras pasar saliva con rigidez lo intentó una vez más—. Will... la cosa es que... te mentí sobre mi tía. — La primera parte ya, ahora solo faltaba decirle que venía del futuro. Él no se inmutó por esa confesión, en realidad se le quedó viendo sin decir nada—. Sé que hice mal, pero quiero que sepas que me arrepiento de eso y de... lo otro.
—¿Lo otro? —Abi asintió dispuesta a soltarle la segunda bomba, pero se congeló y su mente comenzó a buscar una nueva escapatoria—. Ya sabía lo de tu tía.
—¿Cómo? ¿Cuándo? —La sorpresa la hacía preguntar tonterías, aunque al parecer eso le pareció gracioso a él.
—¿Qué tan tonto me crees? —sonrió—. Nunca te creí eso... —En ese momento a ella casi se le cae la boca al suelo. ¿Él lo sabía? ¿Y no había dicho nada?
—¿Y por qué no me dijiste nada? —le recriminó, como si fuese él quien se tuviera que justificar en ese lugar.
—Me pareció divertido ver lo lejos que llegabas. —Se llevó el dedo índice a la boca pensando algo—. Incluso lloraste, eso sí que fue bueno.
Abi abrió los ojos como platos y sin poder contenerse le dio un golpe en el brazo.
—Eres un maldito, si hasta me consolaste.
Will se encogió de hombros, la sonrisa no se borraba de su rostro.
—Bueno, pensé que si mostraba empatía te apiadarías de mí y me dirías la verdad. —Ella lo fulminó con la mirada, aunque saber que él se divertía con sus tonterías la relajó considerablemente. Todo ese tiempo Will supo que ella le mentía y aun así la mantuvo a su lado. Sin poder evitarlo se abalanzó sobre él, para comerle la boca a besos y Will afianzó su amarre alrededor de su cintura de modo que el contacto fuese completo. Pero luego simplemente se apartó y la observo con fijeza—. ¿Qué era lo otro?
Abi intentó dejar ese tema atrás, acariciándole el cabello y buscando sus labios otra vez, pero él la detuvo otorgándole un gesto duro.
—¡Oh, no es nada!
Will suspiró, dándole a entender que no le creía y Abi se devanó los sesos pensando; repentinamente la idea de revelarle la verdad ya no parecía tan atractiva.
—¿Tiene que ver con tu procedencia? —Como siempre él parecía facilitarle el trabajo, otorgándole distintas líneas de escape.
—Sí, es sobre eso.
Will volvió a apretarla contra su pecho y tras plantarle un besito en la frente, le dijo:
—No importa de dónde vengas, siempre y cuando decidas que aquí te quedas.
Abi alzó la cabeza para mirarlo confundida y él le ofreció una alentadora sonrisa. Will le acarició la mejilla con delicadeza, apartando un mechón de cabello rojizo que había caído sobre sus ojos.
—Tú... ¿quieres que me quede? —preguntó avergonzada y sin poder mantenerle la mirada. Will reposó la cabeza sobre la suya y Abi sintió como sus músculos se tensaban debajo de sus manos.
—Quiero muchas cosas que no debería.
Abi asintió casi imperceptiblemente, pues ella sabía muy bien cómo se sentía eso.
Con el rostro descansado en el pecho de Will, cerró los ojos y se dejó embriagar por su aroma, por todas las sensaciones que lentamente parecían despertar de su letargo. Nunca sintió la necesidad de estar junto a otra persona como lo sentía con Will. Por alguna razón la seguridad que prodigaban sus abrazos la llenaban de coraje y al mismo tiempo de pesar. Tenía que sincerarse con ella misma y con él, si no terminaría creyendo que Iker tenía razón.
—Cuando estés lista, estaré dispuesto a escucharte.
Ella se estremeció ligeramente, pues en cierta forma sus pensamientos habían coincidido. Will sabía que ella se estaba debatiendo internamente y le había ofrecido tiempo, algo que últimamente parecía ser un inconveniente para Abi.
—Gracias.
Él la tomó por la barbilla, para detener sus labios a escasos centímetros de su boca. Se mantuvo unos segundos así, respirando el aire que ella dejaba ir por entre sus labios y luego simplemente selló el beso.
—Confío en ti.
—También yo.
Al despertar el mundo parecía no darle tantas vueltas; desde que había llegado a esa época, era la primera vez que se sentía en balance. No sabía a qué atribuirlo, pero saber que había ganado la confianza de Will le había sacado un gran peso de encima. Pero al mismo tiempo sabía que no tenía que tomárselo a la ligera, aún le debía explicaciones. Salió de su habitación dispuesta a tomar su desayuno. Lo bueno de tener tantos hombres en la casa, era que siempre encontraba a uno para que la acompañara y además que la regla no se aplicaba si podía desayunar con alguna dama. En las escaleras casi tropieza con Noah que se encontraba bajando un enorme baúl. Al verla notó que le bloqueaba el camino, por lo que alzó el baúl por las manivelas y le obsequió una sonrisa en disculpa. Abi lo saludó como de costumbre, pero él le devolvió un murmullo bajo. Necesitó mirarlo cinco segundos seguidos, para notar que algo no iba bien. Aunque a decir verdad, desde que habían llegado a Londres el Noah que ella conocía se había apagado notoriamente. Abi se sintió un tanto culpable, pues se había concentrado más en sí misma y se había olvidado de él. ¿Qué clase de amiga era? Pues la clase de tonta que se deja obnubilar por unos hipnóticos ojos negros. Olvidándose de su condenado desayuno decidió seguir a Noah, cuando terminara con la tarea que hacía ellos dos mantendrían una conversación.
Para su mala suerte, el sir se le escapó al salir fuera y Abi desperdició unos buenos diez minutos en encontrarlo. Pero finalmente lo había hallado camino a la liza; un sitio que los hombres utilizaban para entrenar con los caballos o su físico. Pues todos ellos se retiraban allí por horas, para hacer ejercicio con las espadas. Abi notó que Noah se acercaba a Will, quien en ese momento se encontraba en un acalorado enfrentamiento con su hermano. Por un instante sintió las ganas de gritarle unas palabras de aliento. Su marqués se movía con desenvoltura y el florín parecía una extensión de su mano. En cuanto a Iker, bueno... él no lo hacía tan mal. Ella sabía que no tenía permitido entrar allí sin autorización o sin acompañante, por lo que utilizó el tronco de un árbol como escondite para poder continuar apreciando aquella escena. La camisa de Will le marcaba los músculos de una manera tan tentadora, que ella simplemente no podía apartar la vista.
—¡Milord! —Noah los interrumpió y ambos hermanos lo observaron acercarse—. Está todo listo para salir —señaló con la vista fija en el suelo.
Will expelió su espada tocando con la punta el pecho de Iker, este dio un brinco con el ceño fruncido.
—¡Eso fue trampa! —espetó indignado—. Nigel estaba hablando.
—Apartaste la vista de la batalla, ¿en un duelo le dirás a tu oponente que aguarde mientras discutes las finanzas? —El conde soltó un gruñido y le apuntó a Will con el florín de forma amenazante—. Bien Nigel, salimos en media hora.
Luego se reverenció para Iker, a modo de dar por finalizado el encuentro. Este hizo un ademán desdeñoso y Will sonrió antes de darse la vuelta, Abi al ver que se había terminado el espectáculo se dispuso a volver también. Pero en ese momento se acordó que estaba allí por Noah, no por Will.
—Toma el florín, Nigel, veamos cómo te mueves. — Noah no parecía muy dispuesto, pero finalmente se decidió por enfrentar al conde.
—No tengo mucho tiempo —apuntó haciendo el gesto para abrir el enfrentamiento. Ambos tomaron la posición y luego simplemente comenzaron a entrechocar sus espadas.
—Claro, hoy te regresas, ¿verdad? —Iker no parecía fatigado, en realidad se movía con mucha desenvoltura, en tanto que Noah tan solo se encargaba de detener sus ataques. Abi permaneció en silencio, pensando en las últimas palabras del conde. ¿A dónde se iba Noah?
—Hogar dulce hogar —murmuró el sir cerrando los ojos una fracción de segundos.
Ella no lo soportó más, ¿por qué nadie le había dicho eso? Noah no podía irse, no aún, ella lo necesitaba. Will aunque no quisiera admitirlo, también lo necesitaba. ¿Cómo rayos se reconciliaría con su pasado, si este se iba?
—¿Cómo que te vas?
Los dos la miraron con sorpresa al verla salir de su escondite, pero Iker se recobró rápido de su estupor, pues con un movimiento rápido tocó el pecho de Noah con su espada. El sir bajó la vista notando que había perdido y luego le obsequió una agria mirada al conde.
—Muy maduro —se quejó, logrando que Iker soltara una carcajada. Abi se cruzó de brazos mostrándose impaciente—. Mademoiselle, tarde o temprano, tengo que regresar.
Ella pasó saliva con dificultad, la palabra regresar últimamente parecía perseguirla por todos lados, atormentándola a cada instante.
—Pero, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Acaso planeabas irte sin una despedida? —Él apartó la mirada y le indicó a Iker que comenzaran una vez más, Abi se interpuso entre ellos ignorando las quejas del conde—. Responde... —pidió y repentinamente algo pareció golpearla de lleno. Will había dicho «salimos en media hora...», eso significaba que... ¿Él también se iba? —. ¿Will y tú regresarán a Bath?
—No, solo yo vuelvo a casa... —El alma regresó a su cuerpo al oír aquello, aunque el tono de voz de Noah la desconcertó. Abi frunció el ceño analizando sus palabras. ¿A casa? Eso para Noah, sería... Francia.
—¿Te vas a Francia? —preguntó con un murmullo de voz, ella sabía que él quería regresar pero entonces, ¿por qué parecía tan desanimado?
—Oui.
—¿Podemos seguir? —instó Iker haciendo que Abi le dirigiera una cansina mirada. Ella intentaba despedirse de un amigo y el otro fastidiaba—. No es como si a Nigel le quedara mucho tiempo.
—Iker. —De un momento a otro, la voz de Noah cobró mayor fuerza y estaba claro que quería silenciar al conde.
—No entiendo por qué todos insisten en mantener las mentiras. —Iker le sonrió de medio lado y ella sabía que ese había sido un ataque directo, aun así, en ese momento lo único que debía importarle era Noah.
—Es mejor que no sigas.
Pero por alguna razón este fue el que respondió a su provocación, a cada segundo que pasaba Abi se sentía más confundida. Quizás después de todo, Iker no estaba apuntando a ella y lo que realmente pretendía era molestar a Noah.
—¿O qué? —replicó manteniendo el desafío de miradas, Noah afianzó el amarre alrededor de su espada y al conde este gesto no se le escapó—. ¿Vas a cortarme la lengua? — La ironía con la que soltaba sus preguntas, daba ganas de atravesarlo con el florín de lado a lado, aún no supo cómo Noah no le atacaba—. Ah Nigel, en cierta forma echaré de menos tu estupidez.
—¡Ya basta, Iker! —Al ver que su amigo no respondía, Abi decidió intervenir pero no fue la mejor idea, pues concentró la atención del conde en ella y este claramente estaba molesto por esa intromisión.
—Voy a hacerle un favor, solo porque odio las mentiras...
—¡No, Iker! —Noah pareció salir de su letargo y avanzó hasta tomar al conde por el hombro, él lo observó un segundo antes de apartarse de su tacto.
—¿Por qué no le pregunta adónde va?
—¿De qué estás hablando? —inquirió Abi dirigiéndole una mirada interrogante a Noah, este se mantenía con la vista fija en el piso—. ¿Noah?
—Abi, no importa —susurró cabizbajo.
—¿Qué ocurre? —instó harta de ese jueguito, Iker arqueó una ceja con suficiencia—. ¡Ya, dime qué ocurre!
—Díselo, Nigel, no le mientas.
Un amargo suspiro escapó de los labios del sir.
—Irás a Francia, ¿qué hay de malo en eso?
—Que en Francia es un fugitivo y lo esperan para dictar una condena.
Ella observó a uno y otro sin poder creer lo que oía, Noah sacudió la cabeza y le dirigió una avergonzada mirada.
—Entonces... quédate aquí... —Se oyó una pequeña carcajada por parte de Iker y Abi se volvió ofreciéndole un gesto indignado.
—No puede quedarse, el trato está hecho... —comentó este ignorando su advertencia.
—¡Iker, por favor! ¡Calla!
Pero en esa ocasión, ella solo deseaba que él continuara hablando. La frustración y el desconcierto se unieron para otorgarle la paciencia necesaria para hablar directamente con él y no matarlo en el intento.
—¿De qué trato hablas?
—Del que hizo William con las autoridades francesas. — Un frío le recorrió por la espalda y por un instante sintió que la respiración se le cortaba—. Ofreció entregarles a su fugitivo y enviarlo directamente a la Bastille.
Abi observó a Noah y una vez más a Iker, la boca se le había secado y solo pudo pensar en ese maldito.
—No es posible... —susurró al tiempo que el desconcierto era rápidamente reemplazado por la ira.
Se recogió las faldas ignorando las lágrimas que se amontonaban en sus ojos y se echó a correr. Noah intentó detenerla, pero ella se liberó de su amarre de un tirón. No podía creerlo, luego de que él lo hubiese salvado de la horca lo había vendido a los franceses. Abi sentía nauseas, Will no había olvidado nada y estaba más que dispuesto a hacer que Noah pagase. ¿Pero enviarlo al peor centro de detención de París? Incluso ella sin ser de esa época, sabía de la reputación que adornaba las paredes de la Bastilla. Los hombres morían de hambre, torturados o fusilados en los paredones. ¿Cómo era posible que Will quisiera hacerle eso a Noah? No importaba, pues ella no iba a permitirlo, no dejaría que Will condenara su alma con un acto tan vil.
***
William se quitó la sudada camisa, mientras aguardaba a que su ayuda de cámara terminara de prepararle el baño.
—Todo listo, milord —anunció Jared reclamando su atención—. ¿Desea algo más?
—No gracias, puedes retirarte.
El hombre le ofreció una rápida reverencia antes de dejarlo solo, Will se quitó las botas con pereza y se desabotonó el pantalón. En ese momento la puerta se abrió de par en par y por un segundo pensó que Jared había olvidado algo. Pero él jamás entraría azotando la puerta; la sorpresa fue en aumento al ver que Abi se acercaba a él con paso decidido.
—¿Abi? —preguntó desconcertado por esa extraña visita, en realidad él no estaba en condiciones de recibirla y mucho menos en su recámara. Pero lo que menos parecía importarle a ella eran esas nimiedades. Se plantó delante de él y sin que pudiera llegar a procesarlo, le descargó una fuerte bofetada en la mejilla. Will completamente confundido no hizo nada por detenerla, en realidad lo último que se esperaba era eso—. ¿Qué demonios te ocurre?
—¡¿Cómo puedes ser tan hipócrita?! —exclamó ella con los ojos echando chispas.
—¡No sé de qué estás hablando! —replicó alzando la voz del mismo modo que ella lo hacía.
Abi le clavó un dedo en el pecho y lo observó con la rabia apenas contenida, la mirada de ella por un segundo despertó un antiguo recuerdo. Pero se obligó a reprimirlo, eso pertenecía al pasado, aunque al parecer este nunca lo soltaría por completo.
—¿No sabes de lo que hablo? ¡Por favor! —Abi soltó una risa irónica y él frunció el ceño molesto—. Me vendiste toda esa actuación anoche y...
—¡¿Y qué?!
Ella le otorgó una fría mirada.
—Lo más triste es que realmente confiaba en ti — repentinamente su voz se convirtió en algo menos que un susurro, Will sintió aquellas palabras más duras que cualquier grito—. ¡¿Cómo pudiste?! Actúas como un caballero para el mundo y luego planeas esas terribles cosas en las sombras. —Él no respondió, aunque se daba una idea de adónde se dirigía esa crítica—. ¿Acaso no dirás nada?
—¿Qué quieres que diga? —instó sin un ápice de remordimiento, él no tenía por qué justificarse, no con ella ni con nadie.
—¡Dime que no es verdad! —rogó con la mirada turbada por las lágrimas que se forzaba en contener—. Dime que no enviarás a Noah a ese horrible lugar.
—No voy a mentirte, quieres la verdad... —Hizo una pequeña pausa, tratando de no verse afectado por sus bellos ojos entristecidos—. Y esa es.
—Oh, Will, por favor... —murmuró y en ese instante fue incapaz de contener su llanto, él apartó la mirada con rabia. Ella lloraba, lloraba por ese ratero, por ese traidor—. No hagas esto, no le estarás haciendo daño a Noah, te lo harás a ti.
—No sabes lo que dices —masculló reprimiendo las ganas de decir algo que la tranquilizara. Abi suspiró posando una mano sobre su pecho, Will contuvo el aliento.
—Sé que estás herido, sé que lo que hizo te lastimó...
—¡No sabes nada! —La interrumpió él en un exabrupto, renuente a oír lo mismo que todos le decían. Muchos podían hablar del dolor, pero nadie lo había vivido en su carne. Nadie había tenido que soportarlo en su piel, nadie había perdido como él lo había hecho.
—Por favor, castigarlo de esa forma no traerá a tu familia de regreso. —Ella intentaba confundirlo, pero no iba a lograrlo. Hacía mucho tiempo había tomado la decisión errada con respecto a Nigel, era hora de limpiar aquel error—. Se equivocó, intenta encontrar la fuerza para olvidar... — Sacudió la cabeza en una ligera negación, ella posó ambas manos a cada lado de su rostro—. Perdónalo... —Will apretó los ojos y soltó un pesado suspiro, luego la tomó por las muñecas y la apartó de su lado.
—¿Perdonarlo? —preguntó incrédulo—. ¡Tú no sabes lo que hizo!
—Sí, lo sé, sé lo de Marian...
Él la fulminó con la mirada al oírla pronunciar el nombre de su esposa muerta, Abi retrocedió unos pasos consciente de que lo había molestado. Ella no tenía derecho a hablar de su pasado y sobre todo no tenía derecho a opinar sobre su vida. William avanzó en su dirección hasta dejarla pegada a la pared.
—¿Crees que sabiendo eso me conoces? —siseó entre dientes, posando una mano en la pared de modo que no pudiera escapar de su mirada—. ¡¿Crees que sabes algo?! ¡Tú no sabes nada... nada de lo que esa escoria me hizo vivir!
Descargó un golpe en la pared y ella dio un brinco en su lugar.
—Perdonaste a Marian... —su voz fue apenas audible, pero lo suficiente para que él la escuchara—. Te traicionó y la perdonaste, ¿por qué con Noah es distinto?
Él soltó una risa desprovista de humor y se inclinó aun más sobre ella, pues no comprendía por qué rayos aún le quedaban ganas de salvar a ese infeliz.
—¿Por qué es distinto? —Se silenció fingiendo analizar la pregunta—. Porque cuando decidí perdonarla a ella, también le otorgué indulgencia a Nigel. Yo debí responder a su insulto, él me había traicionado. —Lentamente su voz iba cobrando mayor intensidad.
»¡El condenado, se había acostado con mi esposa en mi cama, bajo mi propio techo! Y yo lo perdoné, le dije que se fuera, que olvidara todas sus deudas conmigo. Le otorgué el perdón, no lo enfrenté en ese momento porque intenté comprenderlo... —soltó un suspiro por lo bajo—. Yo lo había herido antes, ignoré sus sentimientos hacia ella y me sentí culpable al respecto. Intenté enmendar mi error... — Will apretó los puños con frustración, sin importar cuánto lo recordara, nunca se hacía más fácil—. Lo acepté en mi casa cuando Philip lo echó, le di un empleo, lo ayudé a empezar de nuevo. Y él se reía de mí a mis espaldas.
—Oh, Will...
Notó que ella lloraba y le acarició el rostro, limpiando aquella tristeza que él mismo estaba causando.
—Aun así lo perdoné —continuó, bajando la vista al piso—. Él no tenía derecho a entrometerse... ¡No debía volver! —Una lágrima traicionera rodó por su mejilla y Will la borró con rabia—. No me importó lo de Marian, estaba dispuesto a dejar todo eso atrás. Pero Nigel hizo algo mucho peor y su intromisión, le costó la vida a un inocente niño que nada tenía que ver.
Abi lo atrajo hasta su cuerpo y él hundió el rostro en su cuello.
—Marian no quería al bebé, iba a dejarlo conmigo una vez que naciera. Luego desaparecería de nuestras vidas, tan solo debía cuidar de ella durante el embarazo, pero fui tan estúpido como para dejarla sola. —Un quejido escapó de sus labios al recordar aquel último viaje. Él había estado a cada momento a su lado, pero frente a la muerte de Jonathan sus responsabilidades habían aumentado y se había visto obligado a ir a Rusia, para encargarse de la administración. No demoraría más de una semana, pero era como si el mundo se hubiese confabulado para echar todos sus planes a perder—. El antiguo amante de Marian supo lo del embarazo y se puso en contacto con ella, diciéndole que la quería a ella y al bebé a su lado.
Su tono de voz ahora parecía monótono incluso ante sus oídos.
»Ella se asustó porque sabía que teníamos un acuerdo, Marian quería respetar lo que ambos habíamos pactado. Me envió una carta diciéndome que Randall la estaba presionando para que se fuera con él. Yo le respondí que se marchara a Londres con mi familia que allí nadie la molestaría hasta que yo regresara. Pero al parecer Marian prefirió pedir ayuda a un viejo amigo, como Nigel estaba de regreso en Bath no le fue difícil encontrarlo. Él le dio dinero, pensando que la ayudaba a escapar con su amante —rió amargamente—. Pero lo que ella intentaba era llegar a mí... murió en el camino porque no había nadie acompañándola. —El silencio se alargó varios minutos—. Debí permanecer a su lado...
—No fue tu culpa.
William alzó la cabeza para mirarla a los ojos, en labios de Abi hasta casi parecía verdad. Pero él sabía que esa cruz la cargaría en su espalda para siempre.
—Sí lo fue, ella no habría recurrido a Nigel, si yo me hubiese quedado.
—No puedes culparte por eso, no fue culpa de nadie, solo fue el destino...
—Quería una familia Abi y él se encargó de matar todas mis esperanzas en una sola noche.
Ella lo apretó con fuerza entre sus brazos y él sintió que algo del dolor lentamente remitía. Como si en ella reviviera aquella parte en su interior, que hacía tiempo había decidido dejar de sentir. Will respiró junto a su cuello, llenando sus pulmones del dulce aroma de Abi. Posó sus labios en su tráquea y lentamente buscó el mejor camino hasta sus labios. Ella soltó un leve gemido cuando sus bocas se encontraron, ambos ansiando el consuelo que solo el otro podía otorgarle. Will profundizó el beso y la tomó por las caderas pegándola a su cuerpo, Abi hundió sus manos en su cabello a modo de cerrar ese enlace. Él recorrió sus mejillas con la boca hasta alcanzar su oído, el deseo latiendo en sus venas como una antigua llama que parecía renacer.
—Te necesito... —murmuró en un instante y ella le respondió tomando sus labios en un beso que logró borrarle hasta el último pensamiento racional. Will la alzó en vilo y ella entrelazó sus piernas alrededor de su cintura.
—Will... —susurró mientras él deshacía los nudos que cerraban su canesú, Abi soltó un gemido dentro de su boca, al momento que su mano encontró la curvatura de sus pechos.
William acaricio la tersa piel que se escondía bajo la camisola de lino y con su otra mano marcó un sendero por su pierna hasta rozar una liga que decoraba su muslo. Ella le clavó las uñas en la espalda, al momento que su mano se hizo de su parte femenina. Sus besos adquirieron un tono más impaciente, Abi gemía arqueando las caderas instintivamente.
Will retiró su mano de su entrepierna y la levantó aún más, afianzando su amarre por su trasero. Sus pantalones a medio desabotonar, no presentaron gran resistencia y en un momento tan solo un movimiento lo separaba de tomarla para sí. Will hundió el rostro en su pecho saboreando y saciándose de su suavidad. Abi parecía decir algo, pero él no se preocupó por intentar entenderle, pues en ese momento sabía lo que ambos querían. Y no lo retrasó más, asiéndola por las caderas se introdujo en ella dejándose atrapar por el calor de su interior. Abi soltó un leve gemido que terminó ahogándolo en su hombro, Will empujó una vez más y ella rápidamente se acompasó a sus movimientos. No había quedado espacio para la sutileza, ambos alcanzaron un ritmo vertiginoso que solo podían aplacar de un modo. Él incrementó la velocidad de sus acometidas y ella supo responder a su necesidad. Abi exclamó su nombre y le susurró algunas palabras al oído, que solo aumentaron su deseo. Will recorrió con sus manos su cuerpo, intentando mantener esa imagen de ella, la de su rostro al momento de alcanzar el orgasmo. El cuerpo de Abi tembló contra el suyo y Will se dejó ir con un gruñido, antes de abrazarla con fuerza y prometerse a sí mismo, que eso solo era el principio.
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