"Fioletowy"
Muchas gracias a las personas que se han sumado a leer esta historia, espero que sigan disfrutando de los capítulos. Les dejo un saludo a todos ^_^ Para el que se siente con suerte, a ver si adivina lo que significa el título xDD
Capítulo XI:
Fioletowy
Tres días después de su fuga y posterior rescate, Abi se había sumido en la rutina. Se levantaba, desayunaba en su habitación como una buena dama, se vestía y se preparaba para afrontar las tareas de mujer que Catrina le tenía preparadas.
El mismo día de su llegada Cat le enseñó una forma de mantenerse entretenida aunque Abi no le veía ninguna gracia aún. La había dejado enfrente de una gran canasta repleta de ropa, sábanas, cortinas o lo que sea que necesitara ser remendado. Ella no pudo evitar soltar una pregunta tonta: ¿si Will era un marqués, porque rayos no compraba cosas nuevas? Bueno, Cat y Nikky le explicaron que las damas se encargaban del manejo de la casa y que está en sus manos decidir sobre esas cuestiones, dado que no se puede molestar al marqués por nimiedades. Por lo que, todas a las ocho de la mañana, comenzaban con sus labores.
Entre ellas, preparar el desayuno, algo que iniciaba a las cinco pues se necesitaba de mucho tiempo para tener la comida lista para todos. Abi había sentido un poco de pena por la pobre cocinera, pero la mujer tenía un grupo numeroso de ayudantes que le hacían más liviano el trabajo. El resto de las mujeres limpiaba, mientras otras lavaban la ropa o cosían. A ella le había tocado esa última tarea y para ser honesta se le daba terrible, luego de tres días haciendo lo mismo tenía los dedos tan agujereados que ya parecían coladores. En su interior deseaba caer inconsciente como la bella durmiente, al menos se salvaría de ese doloroso menester. Pero nada se comparaba con la tortura que representaba para ella el bordar, Nikky le había enseñado los puntos básicos que Abi nunca llegó a entender del todo. La doncella hacía dibujos extravagantes con su bordado y Abi una sarta de líneas sin sentido que asimilaban a unos gusanitos.
—No es tan difícil —sonrió Nikky mientras la veía echar al piso su ruedita de bordado—. Vea —Abi se acercó hasta su silla para echar una ojeada, vio que Nikky había hecho una liga violeta, y en azul tenía resaltado su nombre, ribeteado a los alrededores con encaje del mismo azul profundo.
—¡Oh! Es hermoso —dijo con honestidad, era imposible no admirar la habilidad de esa chica con las agujas—. Me gustaría poder hacer algo así... —murmuró desanimada.
—Venga, vamos a practicar... le aseguro que en unas horas hará uno mucho más bonito.
—¿Y qué con ese? —apuntó el que llevaba su nombre, Nikky le sonrió y le entregó la liga.
—Para usted por supuesto. —Abi quiso abrazarla por ser tan buena pero en cambio, como ya se lo había remarcado Catrina, sonrió en agradecimiento.
Pasaron un poco más de unas cuantas horas, pero Abi finalmente comprendió que escribir nombres no se le daba tan mal. Había logrado escribir el de Nikky y el de Cat, pero no le había salido tan bonito como a ellas. Luego de almorzar subió para continuar con su bordado, no era superdivertido pero al menos tenía algo con que distraerse unas horas, dado que no podía hablar con Will o con Noah, pues el primero vivía encerrado en su estudio o fuera haciendo sus encargos, los que fuesen...y el segundo estaba hasta las orejas de trabajo, Will se había tomado muy en serio eso de enseñarle su lugar. Noah casi ni entraba en la casa y ella no tenía permitido salir fuera, una de las consecuencias por haberse escapado. A decir verdad Abi los echaba de menos, Will no desayunaba, no almorzaba, ni cenaba con ella. Las pocas veces que lo veía era de camino a algún lado y se detenía el tiempo suficiente para decirle «hola». Pero no era como si le importase que la estuviese evitando, al día siguiente partiría hacia Londres y ellos ya no volverían a verse. Aunque Abi no estaba segura de cómo viajaría o quién iría con ella. Esperaba que al menos le dejaran llevar a Nikky, la doncella le había dicho que la acompañaría pero nunca se podía estar demasiado seguro de nada allí.
Al caer la tarde Abi ya tenía terminado su triste bordado y lo levantó a contra luz, para observarlo críticamente. Era algo que pretendía ser una pulsera, negra y en el centro había escrito, lo mejor que pudo, William. No tenía pensado dársela ni nada por el estilo, ni siquiera estaba segura de porque había escrito el nombre de él. Pero ya estaba hecho y le había puesto mucho empeño, por lo que pensó que lo mejor sería conservarla como un recuerdo de él y su casa. Rápidamente se la anudó en el tobillo, para que nadie pudiese verla y también se colocó en el muslo la liga que Nikky le había obsequiado. La chica le había comentado que una vez que estuvieran en Londres, ambas se encargarían de su ajuar y Abi se sintió emocionada, porque a pesar que no tenía pensado casarse, hacer su propia ropa interior para su noche de bodas sonaba divertido.
—Señorita, ¿quiere salir a tomar aire? —Catrina le sonrió desde la entrada de su cuarto, Abi casi salta de la cama aguardando cualquier excusa para salir.
—Ni tienes que preguntar Cat. —La mujer rio y le entregó una canastita de metal.
—Vaya al granero y busque huevos, todos los que quepan en la canasta.
—¿Se los pido a las gallinas? —Su inocencia o ignorancia parecía divertir a todos.
—Las levanta y quita los huevos, son muy mansas con las personas que las tratan bien. —Abi asintió concienzudamente a sabiendas de que le estaban dando un encargo del cual dependía la cena.
—No te defraudaré —espetó seriamente en tanto que salía de la habitación, en dirección de su nueva misión.
Quitarle los huevos a las gallinas en un principio fue algo complicado pero tras dialogar con ellas, lograron llegar a un acuerdo bastante justo. Algunas se mostraron reticentes y se llevó algunos picotazos en los brazos, otra le había cacareado en el oído y la que más vieja parecía, se puso tensa cuando metió su mano por debajo por lo que le terminó soltando un pequeño regalo allí mismo. Sonrió para sus adentros, porque a pesar de todo salió victoriosa y con la canasta desbordando de huevos tibios.
Abi iba jugando con uno de los huevos en la mano, preguntándose si tendría algún pollito cuando unos ruidos llamaron su atención. Se dirigió hacia los establos de donde salía todo el alboroto y notó a un hermoso caballo dorado, bastante encabronado luchando por tirar a su jinete. El hombre se apretaba con fuerza en el caballo que no llevaba montura, mientras intentaba dirigirlo con una soga. Nada más, no tenía ninguna de las cosas necesarias para montar y aun así el animal, no lograba tirarlo.
—Dios —susurró con asombro, dejando su canasta en el piso y colgándose de uno de los maderos que la separaban del interior, donde se desataba la lucha.
—Impresionante, ¿verdad? —Abi dio un respingo, no lo había visto antes pero Ezequiel estaba a unos metros de ella observando la misma escena.
—Sí, pero tal vez se lastime —señaló un tanto preocupada por el jinete, a quien aún no podía definir por la distancia que los separaban.
—Sir Nigel es uno de los mejores, jamás vi a alguien manejar a un caballo como él.
Abi frunció el ceño y lo observó con una ceja enarcada.
—¿Ese es Noah? —Ezequiel asintió y ella casi suelta una maldición. ¿Qué estaba haciendo ese estúpido? ¿Acaso quería matarse? Aún estaba herido y se ponía a montar animales con problemas de actitud—. ¡Es un idiota! —prorrumpió sin darse cuenta, haciendo que el mozo soltara una risita.
—No se moleste señorita Abi, como le dije él es muy bueno.
—No importa que tan bueno sea, está herido debería estar descansando. —Eze rio incluso más alto.
—Siempre que haya un caballo que domar, sir Nigel estará dispuesto para la tarea. —El muchacho observó con admiración a Noah. Abi bufó, por supuesto que también podía admirar su tenacidad, pero su estupidez no era muy atractiva—. Recuerdo la primera vez que lo vi, yo era un crio... y él tenía quince años. —Ella lo miró para mostrarle su atención—. Lord Adler había adquirido un nuevo caballo, uno que era digno de alabanzas pero que nadie podía montar.
—¿William? —instó interrumpiéndolo en su ensoñación.
—No, su padre... —Eze hizo una pausa como dudando pero luego pareció tomar una decisión—, Jonathan Warenne. —Abi asintió, recordando que ese era uno de los nombres que había leído en las tumbas, un estremecimiento la recorrió sin que pudiera evitarlo—. Todos habían oído hablar del hijo de Berkeley, según se decía podía con cualquier bestia. Por lo que milord decidió pedir su ayuda y cuando vio a un chicuelo casi se echa a reír, pero sir Nigel demostró que su fama le era bien correspondida.
—¿Fue entonces cuando William y Noah se conocieron? —Un gesto sombrío atravesó la mirada celeste del mozo, Abi sintió que había dicho algo malo.
—No, ellos se conocían de antes. —Ella quería saber más, pero él no dio indicios de seguir ese camino. Así que decidió encarar las cosas de una manera menos directa.
—No sabía que Noah, tuviese un título —comentó como si nada.
—Bueno, es hijo de un conde por supuesto que tiene que tener un reconocimiento. —Y ella no era quien para discutir aquello—. Es un título de cortesía.
—¿Hijo de un conde y ladrón?
Ezequiel se encogió de hombros, dando a entender que no conocía los misterios que se ocultaban tras esa extraña combinación.
—El viejo conde de Berkeley, protegía mucho a su hijo menor pero cuando murió, sir Nigel se quedó sin nada... aunque no sé cómo perdió todo el dinero que había amasado con sus labores como domador.
—Pensé que cuando el padre muere, el título lo heredaba el hijo ¿o no? —Al menos eso era lo que recordaba de la escuela y las películas. Todos se mataban entre todos por quedarse con la herencia.
—Sí, pero sir Nigel es el hijo menor... el nuevo conde de Berkeley es Philip, el hermano mayor. —Abi hizo una mueca al escuchar el nombre de ese cerdo con cara de sapo, aún le dolía el golpazo que le había dado.
—¿Noah es hermano de Philip? —Nada podía ocultar la ironía en sus palabras, eran tan diferentes que ella no podía verlos como familiares ni lejanos.
—Medio hermano —apuntó Eze dejándole más claro el detallito de la falta de similitudes—. Sé que sir Nigel es hijo del conde y de una francesa, otra razón por la que no puede heredar el título, es un bastardo. —Abi abrió los ojos como platos, pero se tuvo que recordar que allí bastardo no significaba lo mismo que en sus tiempos. Aunque no sonaba menos insultante—. Sus padres nunca se casaron, pero el viejo conde lo reconoció como suyo.
Alguien silbó con la intención de llamar la atención de Eze, él se despidió rápidamente y salió corriendo en busca del caballo que Noah había liberado. Los hombres intercambiaron algunas palabras, antes de que Ezequiel se llevara a tirones al nuevo caballo dentro.
Noah la vio en ese instante y desplegó una sonrisa que podía parar corazones. Era un bastardo después de todo. Ella lo miró en profundidad mientras él se acercaba, tenía el cabello rubio revuelto algo largo pero de una manera que le sentaba genial. Los ojos le chispeaban con vivacidad, parecían incluso dorados bajo la tenue luz del sol de la tarde y en esa ocasión llevaba el rostro despejado, más limpio y ella pudo notar que su primera impresión de él fue acertada. Si Noah quería, podía ser un hombre muy apuesto, incluso vestido como un mozo se le notaba su porte aristocrático. Abi no podía evitar preguntarse, ¿por qué Will y él ya no eran amigos? ¿Qué los habría apartado? O mejor dicho, ¿qué los habría unido en primer momento? Eran tan diferentes, Noah era pura gracia y espontaneidad, en cambio Will estaba todo el tiempo serio como alguien que encuentra a la alegría, como una de las peores enfermedades.
—¡Madeimoselle Abi! —Bueno al menos eso si lo había logrado descifrar, pero iba a tener que recordarle que ella era nula en las lenguas—. Comment êtes-vous?
—Bien, gracias —respondió, esperando haber adivinado su pregunta. Él sonrió con elocuencia y le obsequió una pequeña reverencia—. ¿Y tú? No creo que debieras estar montando, teniendo en cuenta tu herida.
—¡Ah! Pero si ellos me ayudan a sanar —aseguró apuntando a los caballos como si fuesen sus mejores amigos—. Además, no puedo quejarme. Monsieur Adler al menos tuvo ese detalle conmigo... —Rodó los ojos—. Claro después de hacerme limpiar cada fosa del château. —Abi soltó una carcajada.
—Eres incorregible, Noah. —Soltó un suspiro por lo bajo, en verdad que echaba de menos hablar con las personas, tan solo por hablar.
Ella mantenía relaciones estrechas con sus pocos amigos y pasar un día sin verlos era todo un suplicio, ahora llevaba casi una semana sin saber nada de su antigua vida y no podía evitar sentirse vacía. Todo lo que ella era, fue o... ¿será? Todo había quedado tan lejano que Abi hasta casi lo había olvidado. Quizás para no causarse dolor, pues por supuesto que extrañaba a sus padres y a todos los que formaban parte de su existencia. Después de todo allí estaba lo que la definía, lo que le daba realismo, en cambio en ese siglo no tenía nada, ni a nadie. No tenía un nombre o lugar de nacimiento, tan solo una sarta de mentiras que tarde o temprano terminarían por consumirla. Y justo cuando comenzaba a hacerse un pequeño lugar en ese sitio, debía pensar en los adioses.
—Voy a echarte de menos —admitió luego de un corto silencio, él la miró con una nota de pesar en sus dorados ojos.
—Oh chérie, no se preocupe la visitaré en cuanto pueda. —Noah sonrió con malicia y enarcó una ceja arrogante—. Al menos que su esposo sea de esos que les gusta echar correas.
—¡A mi ningún hombre me atará, por supuesto que vendrás a visitarme! —exclamó con su orgullo femenino por las nubes, Noah solo rio y asintió en acuerdo.
—Es toda una Fleur d'épines... —Abi lo observó esperando a que se explicara y él pareció captar la indirecta—. Una flor con espinas, con una hermosura que todos ostentan, pero que solo el más valiente será capaz de tomar entre sus manos. —Ella se sonrojó notoriamente, las personas de allí la harían adquirir un rubor permanente si seguían así.
Abi bajó la vista y se encontró con su canasta... ¡Diablos! Se le habían olvidado por completo. Alzó la vista lentamente para posarla en su amigo, este subió una ceja con curiosidad ante su silencioso escrutinio.
—¿Sabes lo que tú eres? —Él inclinó la cabeza a un lado, dándose un toque muy angelical. Abi desplegó una sonrisa y antes de que él la descubriera, le embarró en el pecho el huevo que aún tenía en la mano—. Eres un proyecto de tortilla —terminó diciendo para luego captar la mirada del joven que parecía debatirse entre la risa y el enfado.
Abi no pensaba quedarse a averiguarlo, se bajó del madero pero olvidó su canasta y cuando se volvió para tomarla, se encontró con un proyectil de huevo que voló hasta su cabello. Soltó un grito y derrapó hasta alcanzar la canasta, tomó dos huevos y los arrojó dando en el blanco sistemáticamente. Noah cruzó de su lado trepándose de las vallas de madera y esquivando huevazos, logró robarle la canasta y por ende todos sus suministros de guerra.
—¡Ratero! —exclamó intentando cubrirse en vano.
—¡Sabe que sí! —replicó él entre carcajadas, Abi logró hacerse de un huevo y corrió detrás de Noah que aún llevaba su canasta.
Él se detuvo junto a las caballerizas y le guiñó un ojo, retándola. Abi concentró su mirada en su objetivo y cuando vio el camino libre, se dispuso a soltar su disparo. Pero algo no salió como lo esperaba, el condenado se había agachado a tiempo de esquivar al huevo volador y en contrapartida este acabó su viaje en la frente de cierto lord que parecía estar por estallar de la rabia. Noah se incorporó y al ver a William, abrió los ojos como platos pero con deseos de resguardar su integridad física, desapareció antes de que el otro lo viera.
—Traidor... —susurró Abi al encontrarse completamente sola. William se limpió el huevo que se le escurría por los ojos y no solo la fulminó, sino que la fusiló y luego la enterró, con la mirada—. Ay... —Tenía pensado disculparse pero al verlo acercarse con pasos largos y letales, las palabras rehuyeron de su boca. Abi se mordió el labio y cerró los ojos esperando. Entonces lo sintió detenerse justo enfrente de ella, lo oyó respirar pesadamente como un toro tentado por la más suculenta visión sanguinolenta y sus ganas de hacerse invisible se multiplicaron.
—Abigail —siseó claramente apretando los dientes, ella no abrió los ojos, parecía una cobarde pero temía enfrentar esos ojos negros—. Mírame. —Ella negó con vehemencia—. Mírame... —espetó esta vez sin admitir réplica.
—Perdón... —murmuró desplegando a regañadientes uno de sus párpados.
Dios, él estaba tan cerca y era tan alto que parecía haberla reducido al tamaño de hormiga con solo mirarla. Will alzó una mano y ella se contrajo esperando la bofetada, con los ojos cerrados y una súplica pendiendo de sus labios. Pero entonces sintió que algo le rozaba la frente para luego tomar un camino descendente por sobre sus ojos, deslizándose por su nariz hasta terminar el viaje en su boca. Abi hizo una mueca al probar el líquido que retozaba en sus labios y completamente desconcertada abrió los ojos para encontrarse con una sonrisa divertida que logró descolocarla más.
—Miedosa —musitó Will presionando la cáscara que tenía en la mano sobre su cabeza. Abi soltó un bufido y lo observó con ojos en rendijas.
—¿Sabe lo que eso significa, milord?
—¿Qué? —inquirió él con el desafío escrito en cada ángulo de su rostro.
—¡¡La guerra!! —exclamó escapando de él para recargar las armas, Will la seguía a escasos metros y cuando se abalanzó por la canasta, él la tomó de la cintura haciendo que ambos se fueran de bruces contra los huevos—. ¡Dios! —gritó Abi viendo su vestido como la réplica del vestuario de una mala película de terror. Tenía tierra que en combinación con el huevo, se había vuelto una cosa pastosa y apestosa. Will soltó una carcajada tomándola de un brazo para darle la vuelta, pues ella aún seguía boca abajo y él yacía a su lado, tenían las piernas enredadas producto de la carrera y posterior caída—. Catrina va a matarme. —Él se incorporó hasta quedar sentado y Abi se sintió en desventaja aún despatarrada en el suelo.
—Le diremos que tropezaste.
—¿Sí? ¿Y cómo explicas que tú y Noah también estén cubiertos de huevo? —Will apretó los ojos en gesto pensativo, se veía demasiado lindo haciendo eso.
—Pues tropezaste, Nigel y yo estábamos cerca y quisimos atraparte, pero terminamos por caer todos... —Él concluyó su explicación con una sonrisa de suficiencia y Abi arqueó una ceja.
—¿En realidad esperas que se crean eso? —le preguntó completamente seria, él se encogió de hombros y luego se inclinó en su dirección, atrapándola bajo su cuerpo.
Abi no se movió pero no pudo evitar recorrer con la mirada los brazos de Will que soportaban su peso a escasos centímetros de ella.
—Van a creerlo porque yo lo digo —apuntó, adquiriendo su tono autoritario. Abi recordó entonces que él siempre le hablaba así cuando no quería que contestara. Pero la situación no era exactamente pacífica como para que ella se estuviese conteniendo, ¿verdad?
—El marqués tiene todo lo que quiere —dijo sarcásticamente y él asintió frunciendo el ceño.
—Todo —remarcó descendiendo incluso más, al punto en que Abi ya podía respirar su oxígeno. «¿Qué rayos?», se preguntó internamente, incapaz de entender esta nueva faceta de Will. ¿Acaso estaba intentando bromear con ella? ¿Castigarla por la guerra de huevos?—. Fioletowy... —susurró con gesto pensativo, sin apartar sus ojos negros de los de ella. A Abi se le atoró el aire en los pulmones cuando él arrastró una mano por su mejilla en una lenta caricia. Will se apartó lo suficiente como para ver su rostro de desconcierto y le sonrió mostrando una linda fila de deslumbrantes dientes.
—¿Qué...? —intentó preguntar, pero el resto de sus palabras terminaron por ser devoradas por un par de labios que a ella le supieron suaves e irreales.
Por un segundo se sintió como una quinceañera recibiendo su primer beso, pero cuando notó que él realmente no iba a echarse para atrás, decidió tomar cartas en el asunto. Enredó una de sus manos en la densa mata de cabello azabache y lo obligó a profundizar ese beso del modo en que ella lo deseaba. Abi sintió la lengua de Will abriéndose paso a cada recóndito lugar de su boca y cuando ambos fue como si desataran una pequeña batalla de voluntades. Will la besó con avidez, instándola a responder cada uno de sus avances y por supuesto que Abi se afanó por estar a la altura de la demanda. La sed de Will y sus labios era incluso más fuerte que la de mantener su cuerpo oxigenado. Cuando él hizo una pequeña pausa para dejarla respirar y se apartó un resquicio, Abi descansó la mano en su cuello atrapando sus ojos en una conversación sin palabras. Ella habría pagado por saber lo que estaba pensando o el por qué de esa mirada tan penetrante y meditabunda.
—¿Pasa algo? —Su voz sonó un tanto afectada pero aún así se hizo entender. Will sacudió la cabeza en una negación y sin apartar la vista de ella, se puso de pie para luego ayudarla a incorporarse. Abi se sentía confundida, él había tenido un pequeño arrebato de lujuria y luego seguramente el consecuente golpe de conciencia. Era una pena porque ella en verdad que había disfrutado de ese intercambio—. ¿Will, mañana me voy a Londres?
Él la tomó de la mano jugando con sus dedos de manera casual, era extraño que hiciera eso mientras caminaban a la casa o que lo hiciera siquiera.
—Sí, mañana nos vamos. —Abi lo miró confundida.
—¿Nos? —Él asintió.
—Nigel, Nicole, tú y yo —respondió jalándola un poco para que quedaran enfrentados.
Will le rozó con un dedo la sien y luego descendió lentamente hasta su sonrojada mejilla. Su mano siguió un camino hasta el valle de sus senos y Abi comenzó a respirar con pesadez, disfrutando del suave y tibio tacto de las yemas de sus dedos contra su piel. Will se detuvo en la entrada de su corpiño y con dos dedos, tomó un pedacito de cascara de huevo que se le había pegado.
—No pensabas que te dejaríamos ir sola ¿no?
A ella la mente no le funcionaba como para responder, incapaz de no seguir con la mirada cada movimiento que hacía Will. Él había terminado por reposar su juguetona mano en su cintura y con ella la había apretado un poco, para recordarle que esperaba una respuesta.
—Yo... no pensaba —admitió. No pensaba antes y no comenzaría en ese momento.
—Perfecto entonces, ¿te parece si entramos Fioletowy? — Will le ofreció su mano para ponerse a andar y ella frunció el ceño, no le gustaba que le hablaran en otros idiomas. Aunque oír a Will pronunciar con un acento diferente, era muy sexi. ¿Quién no tuvo una fantasía con un extranjero?
—¿Qué... significa eso? —Él se volvió para exponer una sonrisa cómplice.
—Algún día te lo diré —murmuró enigmáticamente, Abi apretó los ojos en finas líneas.
—No me gusta no saber.
—Lo sé —acordó él con la sonrisa aún más grande, si fuese posible.
—Le preguntaré a Noah.
—No es francés —replicó al instante cortando su pequeño segundo de regocijo.
—¿Y qué es? —Will se encogió de hombros como un niño y soltó una carcajada al verla fruncir el ceño, cabreada. La atrajo con un movimiento rápido y posó sus labios junto a su oreja, Abi tembló involuntariamente al sentir su respiración tan cerca de ella.
—Es lo que veo, cuando te miro a los ojos. —Y tras susurrarle aquello se apartó para seguir caminando como si nada.
Ella completamente en blanco se dejó guiar,mientras sus pensamientos cabalgaban lejos de allí, llevándola de paseo a unafantasía que valía la pena cumplir.
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