"El Pasado habla Francés"
Capítulo X:
El pasado habla francés
En el interior de la posada su incertidumbre iba de mal en peor, estaba ansiosa por saber si Will conseguía salvar o no a Noah. Pero también estaba ese otro sentimiento que la contrariaba, quería ver a Will y al mismo tiempo quería esconderse de él para siempre. ¿Cómo había sido tan estúpida? ¿En qué demonios había estado pensando? Bueno, era tarde para arrepentimientos, lo había besado y muy en su interior, le habría encantado profundizar ese beso hasta lograr que Will se lo correspondiera. ¡Dios! El hombre incluso olía mejor a esa distancia, lo cual desmentía un poco la teoría sobre la falta de higiene en esa época. Al menos Will cuidaba de la suya. ¡Ya, Abi, contrólate!
—Sí, eso no es de vital importancia. —Se respondió a sí misma, mientras jugaba con una de las borlas que colgaban de la cortina.
No tenía un reloj cerca pero a juzgar por el aburrimiento, debía llevar alrededor de dos horas en ese maldito antro. Se había sentado, parado, acostado y vuelto a sentar, y aún seguía sin noticias de Will. ¿La habría olvidado? Tal vez la había abandonado y todo por haberlo besado. ¡Ella era tan impulsiva! Pero había querido agradecerle, en realidad ni siquiera iba con destino a sus labios. Pero en algún momento entre su acercamiento y el momento del impacto, el objetivo cambió y ya no hubo vuelta atrás.
—¡Estúpida!
—¿Señorita? —Unos golpecitos en la puerta la hicieron brincar en su lugar, aunque reconoció la voz al instante. Prácticamente se trepó de la puerta y la abrió de par en par para, para recibir a Ezequiel—. Estamos listos para partir. —Y con el mismo rostro inexpresivo de antes, le ofreció su brazo. Abi bufó en su lugar y se negó a tomarlo—. ¿No viene? —inquirió él, confundido por su rechazo.
—No —respondió escuetamente.
—¿Por qué?
Abi hizo un pequeño puchero y lo miró con su mejor rostro de arrepentimiento.
—Porque primero quiero disculparme contigo... no debí hacer lo que hice... y sé que estuvo mal. —Se detuvo para inflar los pulmones y cargarse de valor para terminar. Las disculpas siempre le costaban su buena dosis de humillación, pero estando tan acostumbrada a meter la pata que ya hasta casi se le hacían naturales—. Espero que encuentres en tu corazón, la bondad suficiente como para perdonar a una tonta que no sabe diferenciar una yegua de un perro...
Ezequiel claramente quiso resistir la tentación de reír, pero su patético acto terminó por ganar la batalla y le sonrió muy a su pesar.
—Creo que es imposible molestarse con usted.
Abi tomó su brazo entonces y descendieron las escaleras burlándose de ella y su mala educación. A Eze parecía causarle gracia la forma que tenía para expresarse, alegando que muchas veces no la comprendía cuando hablaba rápido.
—Procuraré ser más recatada —prometió, alzando la nariz como una dama de sociedad y él volvió a reír musicalmente. Le importaba poco que Eze fuese un mozo, para ella era el muchacho más servicial y amigable de toda la finca.
Al salir de la posada se encontró con toda una comitiva de hombres a caballo.
¡Diantres! ¿Todos esos por mí? Bueno claro que no habían ido todos por ella, pero no podía negar que se sentía halagada, al menos sí fueron con la idea de llevarla de regreso. A muchos de los jinetes no los reconoció, pero sí a algunos de los caballos y en cuanto sus ojos se toparon con una cabellera rubia, Abi casi brinca de euforia. Sin dudarlo un segundo corrió en su dirección y lo envolvió en un abrazo, ella se encariñaba rápido con la gente. Y si la persona en cuestión había estado a punto de pasar a mejor vida, incluso más.
—¡¡Noah!! —Él la recibió sin problemas y soltó una gran carcajada.
—¡Ah, mademoiselle, despacio que soy frágil!
Abi lo soltó y no pudo evitar que el rubor se le subiera a las mejillas, pobre hombre estaba todo magullado y ella lo apretaba sin reparos.
—Lo siento.
—Pierda cuidado Petite fleur un abrazo suyo es mejor que mil antidote... —Abi arqueó una ceja perdida en sus palabras, si ella hablaba difícil Noah hablaba en acertijos.
—¿Qué es antidote? —A ella se le ocurrió que podría ser alguien que no le gustaran las dotes, pero, ¿a qué hombre no le gustaría una mujer dotada? ¿O con una dote?
—Cura. ¿Petite no habla usted francés? —Ella sacudió la cabeza en una rápida negación—. Oh, pues siempre hay tiempo para aprender —sonrió pero al segundo pareció olvidarse de su alegre charla, porque de un instante a otro su rostro se oscureció.
—¿Qué ocurre? —preguntó ella volviéndose sobre su hombro. Y entonces lo vio, montado en su enorme caballo negro Will los observaba a ambos con un gesto de superioridad y molestia.
Abi pensó en agradecerle una vez más el que hubiese salvado a Noah, pero terminó por convencerse que el hombre ya había tenido demasiados agradecimientos por ese día.
—¡Partimos! —exclamó él a toda su hueste, Eze rápidamente le alcanzó a Sugar y la ayudó a montar.
—¡Milord! —Todos se volvieron para escuchar al recién llegado, alguien que ella no conocía. Era un hombre de unos cuarenta años, alto y corpulento, de rostro firme y ojos sagaces—. Me temo que no tenemos un caballo para sir Nigel.
Will observó en su dirección en un parpadeo fugaz y luego terminó por responderle al hombre con un ligero encogimiento de hombros.
—Estoy seguro que a Nigel no le molestará caminar.
Fue tras oír aquello que ella notó de lo que hablaban, Nigel era Noah. Ese era su primer nombre después de todo. ¿Acaso querían mandarlo a pie? ¿Eran tan rastreros, como para mandar a alguien herido en un camino de horas sin caballo?
—¡Pero está herido! —protestó Abi ganándose varias miradas extrañadas, al parecer nadie le había dado permiso de hablar.
—Más razón para que comience ahora —respondió Will escuetamente, logrando que sus hombres rieran a carcajadas. Abi lo fulminó con la mirada y luego observó a Noah allí de pie junto a ella, sin decir ni una palabra. Seguramente él sí sabía cuál era su lugar y no pensaba reclamar por esa injusticia. Pero Abi ya estaba metida hasta el cuello, qué más daba si se ganaba otra enemistad con Will, no es como si fuesen los mejores amigos.
—¡Eso es injusto! —En esa ocasión la mirada de Will fue de advertencia, claramente no quería que lo cuestionara frente a sus hombres. Abi se lo pensó mejor, enfrentarlo no tendría buenos resultados para nadie y Will todavía podía decidir dejarla allí a su suerte, por lo que tras soltar un suspiro tomó una decisión con la que esperaba dejar a todos contentos—. Noah puede montar conmigo.
—No.
—¿Por qué no? —exclamó, extrañada de que Will comenzara a comportarse como un niño caprichoso.
—Porque Sugar es un caballo de carrera, no puede cargar tanto peso... —Abi maldijo entre dientes, no podía echar a perder un caballo que muy probablemente costara más que su vida. Se devanó los sesos pensando y finalmente dio con una solución, no muy cómoda pero al menos pensaba enseñarle una lección a todos esos que se hacían llamar caballeros.
—Ten —dijo y descendió del caballo, entregándole las correas a Noah.
—¿Qué? ¡No, no, no! Yo no podría... —Él intentó resistirse pero ella no se lo permitió.
—Anda. —Puso las riendas en sus manos—. No puedes caminar.
—¿Y usted?
—Yo estoy en forma y si no llego, bueno... fue un placer. —Abi soltó una risilla pero al parecer nadie más compartía su humor.
—Muy masculino, Nigel —murmuró alguno de los hombres y tanto Noah como Will le observaron con sorna.
—Ah, petite... no puedo.
—¡Pero te lo estoy pidiendo! —replicó Abi, odiando aquella selectiva caballerosidad que tenían esas personas.
—Bien, suficiente de este absurdo —los cortó William con molestia. Abi lo miró y tragó saliva con dificultad—. Deme la mano. —Ella arqueó una ceja observando fijamente la mano enguantada que le tendía—. ¡Vamos! —El grito la tomó desprevenida, pero se obligó a ponerse en movimiento y al segundo que tocó la palma de Will, él la jalo hacia arriba. De un instante a otro se encontraba sobre la montura de Will, sentada frente él—. Nigel ese caballo cuesta más que tu vida —musitó a modo de advertencia y luego espoleó su semental haciendo que el animal soltara un rebuzne molesto.
—Oui Monsieur... —La respuesta de Noah casi se pierde en el viento, ya que el caballo de Will avanzaba tan rápido que en un minuto estuvieron encabezando la comitiva.
Llevaban alrededor de media hora de viaje y Abi comenzó a sentir las primeras incomodidades con respecto a venir sentada en un caballote. Dado que venía experimentando otro tipo de incomodidades desde hace largo rato. ¿Qué sentido tenía negar que tener a Will pegado a su espalda representaba una gran, gran incomodidad? No del mal modo, claro, sino del modo menos indicado para cualquier señorita que se preste de serlo. ¿Acaso podrían culparla? Will tenía un pecho firme y musculoso, el vientre marcado y los brazos fuertes. ¿Cómo no visualizarse a sí misma enredada con ese cuerpo de macho? ¿Prendada de esos labios?
¡Dioses! El viaje se estaba volviendo una tortura para ella, que cada vez que inhalaba se veía atrapada por ese aroma tan a Will. Y en su interior ya comenzaba a planear las mejores formas de apartarlo del camino con excusa y... entretenerlo un poco. Taimada suerte tenía él le gustaba y mucho, y el hecho de que Will fuese completamente ignorante de eso, lo hacía más interesante, más prohibido y alocado. Pero Abi tenía que obligarse a encontrar su sensatez, Will no era siquiera una posibilidad. Era demasiado impredecible, frío y en muchos casos inhumano, pero luego también tenía esos arranques de caballerosidad. En donde recorría media Inglaterra para rescatarla e incluso salvaba a un ladrón de la horca para complacerla.
Sí, Will era complicado y era mucho mejor no incursionar por esos lados, pero una parte de su cerebro la instaba a completar aquel misterio que representaba ese hombre. Sabía que había mucho más de él de lo que mostraba al mundo y muy seguramente perdería todo su año sin descubrirlo.
—Gracias por salvar a Noah —murmuró en un momento para cortar el silencio. Él no respondió por lo que Abi se volvió sobre su hombro para mirarlo—. ¿Cómo lo hiciste?
—Confórmate sabiendo que está hecho. —Ella frunció el ceño no muy conforme, Will ya estaba en cabezotas. ¡Como si en algún momento dejara de estarlo! Pero bien, no podía quejarse él aún podía echarla de una patada y con justa razón.
—¡Mon ange! —Abi escuchó la voz de Noah y se giró para obsequiarle una sonrisa, él venía a trote tranquilo con Sugar.
—Ne pensez même pas Nigel —respondió Will, sin que ella se enterara de nada. Comenzó a fastidiarse por no haber prestado atención en la escuela, le habría sido de mucha utilidad saber de qué hablaban.
—Ah William, no tenía idea de que estaba tomando votre trésor...—Noah le envió una sonrisa torcida a Will y este le respondió con un chasquido de lengua.
—Cabalga atrás —ordenó con tono rígido.
—Comme vous voulez Monsieur. —La respuesta de Noah más que formal, fue como un insulto en francés.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Abi una vez que el otro se hubo ido.
—Le estoy enseñando a respetar su nueva posición. — Algo que parecía ser gracioso para él porque sonrió con suficiencia.
A ella no le gustó mucho lo que auguraba ese gesto y menos lo que podría llegar a esconder sus palabras, aun así hizo la pregunta.
—¿Nueva posición? —Will asintió y con una mano la pegó más a su cuerpo, Abi tuvo que ahogar un gemido.
—La única forma de salvarlo era... comprándolo. —La mirada de Will centelleó con diversión—. Sir Nigel de ahora en más me pertenece.
—¡Eso es terrible! —exclamó ella sin poder creer la malicia de ese hombre, estaba festejando que había esclavizado a una persona.
—Apuesto a que sí es terrible —convino con los ojos puestos en el camino—. Pero no para mí.
Al llegar a la casa o château, como lo llamaba Noah. Abi se ocupó de las cosas más elementales: bañarse, cambiarse y deshacerse en disculpas con cada uno de los habitantes de la finca. Al parecer todos le guardaban un poco de rencor por lo que había hecho. Catrina la llamó irresponsable y luego la abrazó con cariño. Nikky le dio una lección rápida de lo que una señorita haría en tal y cual situación, y le imploró ser un poco más precavida. Luego de eso también se había ganado su perdón, con el resto había tenido que usar sus encantos infantiles y hasta se ganó unas tartaletas por parte de la cocinera. Debía admitir que ese era el mejor lugar para ella, muchos ya la querían incluso con el poco tiempo que llevaban tratándola. Era un poco contradictorio que solo el jefe de la casa la quisiera lejos, pero bueno, no siempre se puede agradar al mundo entero.
Bajó las escaleras brincando de dos en dos, Nikky le había puesto un vestido lavanda que según la doncella, combinaba con sus ojos. Ella no se inmutó frente a esa comparación, aunque Abi no vio ningún parecido entre los colores. Iba de camino al estudio de Will, nunca antes había entrado allí y le daba un poco de coraje, pero él la había llamado para hablar y ella, claro está, no podía negarse. Probablemente él le cortaría la lengua y se la daría a los perros, antes de oírla hablar voluntariamente, pero tenía que mantener una imagen para sus empleados. Al llegar a la puerta estuvo a punto de golpear, cuando escuchó voces en el interior.
—¿Tienes más dudas? —preguntó Will con su clásico tono exasperado.
—Oui. ¿Dónde está la soga para que me cuelgue ahora mismo? —El lord soltó una risa entre dientes, ella podía distinguirlo, pues sabía que la otra persona tenía una risa más estridente.
—¿Acaso no estás de acuerdo con mi trato, Nigel?
—¡Con un demonio, William! ¿Qué ha sido de ti?
—Lo pregunta el ladrón que iba a morir en la horca — repuso el otro con sorna, haciendo que la réplica de Noah fuese una maldición en francés.
—No, lo pregunta tu amigo. —Tras esas palabras se produjo un silencio que se mantuvo por largo rato.
—Tú dejaste de ser mi amigo hace muchos años.
—¿Por qué? ¿Por ella? ¿Aún piensas esas idioteces? —Will no respondió—. Sabes que te dije la verdad, eras el único en quien en verdad confiaba.
—Tu verdad y la mía, nunca fue la misma Nigel. —La voz del marqués en todo momento se mantuvo inexpresiva, pero en Noah se podía palpar la frustración y el desagrado—. Y dado que pertenece al pasado, me gustaría olvidarlo.
—Merde. ¿Cómo puedes ser tan cínico? Sé que aún tienes deseos de venganza, pero sabe una cosa mon ami... —Otro silencio, Abi sentía ganas de atravesar la puerta con la mirada para poder dar cuenta clara de lo que ocurría—. Yo fui el único que se atrevió a decirte la verdad... deberías considerar eso. —Ella sintió la voz de Noah más cercana y los pasos que se dirigían en su dirección, rápidamente Abi se escabulló hasta meterse detrás de una gran planta.
El caballero salió del estudio con el rostro contraído en una mueca de amargura, mientras que en el interior el marqués jugaba con su abrecartas preguntándose por qué diantres lo había salvado. Sabiendo que el pasado siempre se mantenía mejor callado... muerto.
4- En Francés significa: «Pequeña Flor»...
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Todas las frases en francés no traducidas, no es que me haya olvidado simplemente que así quedan porque teoricamente Abi no sabe lo que ellos están diciendo.
Bueno, espero que les haya gustado el cap. Gracias a los que se pasan a leer esta historia. Saludos ^_^
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