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Capítulo 2

Everyone is so soft, everyone is so sensitive
Do I offend you? You're hanging on my sentences
You can keep your costume and you can keep your mask
I'ma take a bow so you can kiss my ass.

I never signed up for your drama
Up for your drama, up for your drama club
I never signed up for your drama
Up for your drama club.

—Drama Club, Melanie Martinez.

✨✨✨

Hace 4 años

El hermoso baile que mantienen Silencio y Soledad es opacado por unos tristes suspiros que provienen de la ensangrentada boca de Sasha. Soledad, con una sonrisa que llama a la angustia, se despide de su eterno amante, a la par que su fiel compañero se desvanece en el aire, clamando promesas de amor que perduran en el tiempo. Soledad se acerca hasta el joven, lo inspecciona con una mueca triste y lo abraza. El día de hoy ella no encuentra concentrada en su trabajo, es más, ni siquiera quiere estar por más de un minuto en esa opaca habitación. Sin embargo, no tiene más remedio, ya que ella le ha encargado al niño, y debe protegerlo de todo lo malo, aunque eso también la involucre a ella como emoción.

Soledad no puede evitar pensar en un futuro próspero y feliz al lado de su amante, donde ella quede libre de todo trabajo y pueda traspasarle su peso a otro, pero es complicado, ninguna vieja emoción, por más que lo desee, ha logrado tener su eterna historia de amor. La felicidad se suicidó porque no podía sentir más que alegría, la tristeza se ahogó en su mar de lágrimas el día que sintió que su vida acabaría, la furia aniquiló a esperanza porque siempre veía el lado positivo de la vida, y así un buen de historias que se han extendido a través de los siglos...

—¿P-por qué duele tanto? —tartamudea el joven, sintiendo un gran vacío en el pecho. Él cree que nadie lo escucha, que nadie lo cuida, que nadie lo observa; no puede estar más equivocado. Ella siempre ha tenido puesto su ojo en él, siempre lo ha intentado guiar y proteger en el camino del bien, pero el día que el Diablo lo reclamó como suyo, tuvo que entrenarse y cobrar uno que otro favor para volver a tenerlo como propio.

«Duele porque eres débil», responden las voces de los demonios que ha enviado el Diablo a atormentarlo.

Soledad quiere ayudar, sin embargo, no puede, todo lo que trae consigo es una vieja maleta que, de abrirla, desencadenará la muerte del muchacho, por lo tanto, solo le queda suspirar y aguardar.

El pelirrojo se relame sus gruesos y salados labios, probando el metálico sabor de la sangre y solloza. Su mirada es oscura, casi no llegan a apreciarse sus preciosos ojos detrás de la gran mancha que es su cabello. Los demonios brindan por ello, están dichosos porque el joven está bajando sus defensas para que ellos puedan destruirlo hasta que no quede nada.

La habitación del chico se ha convertido en una gran pista de baile, donde los entes del infierno bailan, brindan por la oscuridad y se devoran entre sí, dejando apartados al invitado especial y a su pareja.

¿Cómo es que llegaron hasta este punto?, se pregunta Soledad, aun sin tener la respuesta. Pero lo que ella no tiene en cuenta es que, lo que para ella son horas, para Sasha son meses. Lo que ella no ignoraba es que el dolor que el chico comenzó a sentir hace meses empezó como un pequeño malestar que se alojaba en el centro de su pecho, el cual, poco a poco, echo raíces en todo su cuerpo, estropeando todos sus sentidos.

El joven solo reza porque su alma sea reclamada por alguien del paraíso, ya que su temor al infierno es cada día más grande debido ataques de pánico. Quiere que alguna divinidad se apiade de él y le entregue la luz necesaria para que su alma trascienda y pueda continuar su camino, ya sea en la tierra o en el cielo. De no ocurrir eso, estará perdido.

Su madre se esmera en repetirle que todo estará bien, pero él no lo siente así, y Soledad tampoco. Ella se ha demorado mucho en volver a tomar el control, pero sus razones ha de tener, porque Soledad, en su inocencia, no cree que elladisfrute del dolor ajeno.

Sasha quiere salir de ese pozo lleno de mierda. Aunque la cruda realidad es que nadie —a excepción de su madre que vaya que lo ha intentado— le ha prestado la mínima atención sobre lo especial que es el muchacho y de cómo deben guiarlo para que se vuelva fuerte, tanto en mente como en espíritu.

No obstante: ¿quién querría tan oscuro y podrido ser que solo se lamenta por todas las situaciones que ha tenido que vivir? El Diablo, por supuesto. Ese vil y aterrador ser que se trae muchas cosas entre manos. Aunque lo que no anticipaba era que alguien llegaría a interrumpir su juego, quizá no era tan fuerte como él, pero lo que sí es que le tiene un gran respeto. Fue entonces cuando una maravilla ocurrió; llegó la salvación. Para cuando todo parecía acabar, ella hizo su gloriosa aparición en la vida de Sasha, y, de alguna forma extraña, lo salvó...

«Limpiaré tus lágrimas si tú me ayudas a limpiar mis alas, querubín».

***

No me lo puedo creer.

Los ojos del muchacho se abren hasta que, en su frente, se marcan arrugas de la impresión.

¿Acaso se trata de una broma de mal gusto o es que la vida ama joderlo?

Sasha se inclina por la segunda.

—Por favor, que esto sea una maldita broma... —susurra con sorpresa. Quiere convencerse de que todo es un juego que acabará lo antes posible. Su cabeza gira en  un torbellino de pensamientos que terminaran por colapsarlo. No es posible que todo deba volverse tan perturbador a altas horas de la ¿mañana? ¿Noche? No lo sabe, en el cuarto no se aprecian ventanas que puedan orientarlo.

Sasha observa con suma atención su alrededor. Lo que necesita es encontrar una ruta de escape en caso de que tenga la oportunidad, pero a cambio obtiene un corazón acelerado que, de un segundo al otro, podría detenerse por el pánico. Su respiración se vuelve pesada cuando repara en como unas luces rojas aparecen y desaparecen a su gusto, trayendo un muy mal augurio, seguido de eso logra advertir un fuerte olor a putrefacción, el cual se combina con la cera de las velas que se distribuyen por la habitación. Esa combinación crea un reactivo en los sentidos del chico, ocasionando que las ganas de vomitar y chillar se hagan presente.

Joder. Esto no es bueno. Esto no es para nada bueno, se repite a sí mismo por varios segundos. Quiere —necesita— recordar la oración que aprendió en la iglesia, aquella que sirve para ahuyentar a todos los males, pero no viene nada a su cabeza; esta bloqueado.

Palabras de difícil comprensión relucen en las paredes del cuarto, como si se tratara de oro rojo. El pánico se vuelve más fuerte a medida que los segundos pasan, ya que todo parece indicar que esta ocurriendo eso de lo que tanto se le habló.

Dios, por favor que no sea lo que creo que es...

Una figura humanoide emerge desde las sombras. Asiente y sonríe. es lo que supone que es. Sasha quiere vencer sus miedos y persuadir aquellos pensamientos que gritan 'peligro'. Tanto el ente como él saben que si el pelirrojo se deja llevar por el pánico será peor. Muchísimo peor.

El joven quiere creer que se trata de un mal sueño y que, una vez se haya espantado lo suficiente, logrará despertar. Aunque la realidad no puede estar más alejada, ya que los sueños nunca fueron más reales y tangibles como ahora. Su vida corre peligro. Y los demonios están expectantes por lo que viene a continuación.

La cosa se queda de pie frente a la cama, creando nerviosismo en cada músculo tenso de Sasha. A pesar de que no se consiguen apreciar sus ojos por el gran sombrero que lleva, el ente emana una perversión que logra erizar la piel del pelirrojo.

La inquietud se hace camino hasta llegar a sus pensamientos. La ansiedad insta a Sasha para que se mueva e intente escapar aquella situación, no obstante, las esposas —¿en qué momento aparecieron unas esposas?— que se adhieren con fiereza a sus muñecas y tobillos le dan una cachetada de realidad; está atrapado.

—P-pero... —balbucea el muchacho. Está confundido, por más que observa su alrededor no logra encontrarle la relación a todo, ¿acaso se unió a una secta satánica y ni cuenta se dio?

No es momento de bromear.

El ente parece burlarse de Sasha, pues sus movimientos se muestran ansiosos mientras se pasea por el cuarto con un látigo en mano, considerándose el dueño del universo. Algo muy curioso es que esa cosa lleva una máscara de Saw, y eso solo provoca que los pensamientos del joven, entre tanto caos, se dirijan hasta un punto en concreto; ¿por qué un ser del bajo astral ocultaría su identidad? Es extraño...

Sasha indaga en sus pensamientos, buscando la respuesta a una pregunta curiosa. Pero La cosa no le permite husmear  demasiado, ya que, para devolver a la realidad al chico, le propina unas punzadas se localizan en la zona del pecho. Estas aparecen poco a poco, como si fuera un simple dolor provocado por el estrés, sin embargo, el ente aumenta la intensidad hasta que los quejidos del chico son lo único que resuena en la habitación.

¿Por qué tiene que pasar esto ahora?

—Vale, vale... —murmura Sasha. El chico intenta calmar sus dolores a través de la respiración, el problema recae en que respirar le provoca muchísimo más dolor, pero hace lo posible para poder comunicarse. Seres de mierda—... suéltame y haré como que esto no paso, así nos ahorramos el trauma y... lo judicial, ¿no crees? —Estúpido. ¿Cómo se supone que un ente que NO está vivo vaya a pasar por un proceso judicial? Doble estúpido. Aunque, sin ser tan críticos, no es del todo "errado", ya que el joven intenta que, de una puta vez, lo liberen y dejen volver a su realidad, pues no se siente en condiciones para seguir un juego erótico-abusivo donde un demonio intenta someterlo a hacer cosas sin su consentimiento.

«¿Desde cuándo debo pedir permiso para hacer las cosas que quiero?»

El demonio, divertido al escuchar la propuesta del muchacho, se sube a la cama y gatea por ella. Una vez esta a centímetros del encadenado, el ente le ofrece el látigo a Sasha, como quien hace una ofrenda a una Deidad, y, con su voz grave, susurra:

—Saca la lengua.

El corazón del pelirrojo se detiene por varios segundo. Su alma parece salir de su cuerpo al escuchar esas palabras. Lo que era sorpresa y, tal vez, un poco de curiosidad se ha transformado en un vil juego entre el miedo y el tormento. ¿Esto va en serio? Es lo que se pregunta el sometido.

—N-no. Me n-niego. Vete. Sig-sigue tu... —No puede terminar la oración, pues el ser ha levantado una garra, silenciándolo en el acto para demostrar autoridad. El dolor en el pecho del pelirrojo se agudiza mientras que los gemidos de dolor quedan ahogados.

—Ya veo... —La cosa se levanta, alejándose del afectado mientras planea su próximo movimiento, el cual no tarda en llegar—, haremos esto de la forma difícil —. En cuanto Sasha suelta ahoga un alarido de dolor, el monstruo ríe y vuelve a azotar el pálido cuerpo del joven, dejando marcas que tardarían toda una eternidad en sanar.

La horrorosa aberración se acerca hasta el ojiverde, el cual se encuentra empapado en lágrimas, y se levanta un poco la máscara, mostrando su oscura naturaleza.

En cuanto sus labios son liberados con un movimiento de manos, los gritos no tardan en ser liberados. El muchacho chilla, solloza y pide clemencia por su alma, pero el ente, con sus horrorosas garras, se niega a entregarle lo que pide. La escena se vuelve grotesca a medida que la sangre mancha las sábanas.

Así pasan unos segundos hasta que, sin anticiparlo, una fuerza empuja al monstruo lejos de Sasha, dejándolo atontado por unos segundos. Mientras que, por su lado, el encadenado es rodeado en una hermosa luz que simulan ser brazos protectores. La hermosa piel de porcelana que tiene el joven sana con rapidez mientras, por lo bajo, el demonio susurra desesperado en un idioma incomprensible para oídos humanos. Nada esta saliendo como él quería.

Sasha, el cual perdió la consciencia en cuanto la sangre comenzó a ser expulsada de su cuerpo, no es capaz de apreciar la hermosa luz que ha venido a salvarlo, ya que todo rastro de cordura ha sido eliminado de su mente en el segundo que el ser le mostró sus ojos; aquellos que albergan miles de almas y se muestran viles ante su presencia.

Los rugidos del ente resuenan en el cuarto mientras ella lo somete, doblegándolo hasta liberar cada una de las pobres almas que el maldito ha recolectado. Su precioso vestido blanco se ha manchado, pero no le importa, y eso lo demuestra con una hermosa sonrisa que llama a la esperanza.

Elegiste el peor de los días ... —dice ella en el idioma del demonio. Su vestido levita por la energía que se encuentra acumulada en la habitación, ella se muestra etérea, a pesar de las circunstancias—, tu dueño sabrá de esto. —Y, con un tierno chasquido de dedos, el maldito es enviado hasta el inframundo, donde el Rey lo ha recibido con su más diabólica disposición.

***

Por la mañana

—Eh, Sasha...

«Estás a salvo, corazón».

—Despierta, vamos...

Voy a morir.

—Mierda.

Espero ir al...

—¡Eh, Sasha!

«Tranquilo. Estás a salvo».

—¡Saaashhha!

«Todo salió bien».

—¡¡¡SASHA!!!

Unos bruscos vaivenes terminan por espabilar al joven pelirrojo. El cual, apenas se hace consciente de su condición, siente la angustia llenar su pecho y garganta. Pareciera que su cuerpo, por inercia, realiza siempre el mismo procedimiento; inhalar, sentir angustia y exhalar. Es frustrante, tanto para él como para su madre.

La duda hace carrera en las atentas esmeraldas del chico. Repasa de arriba abajo todo lo que le permite su visión, lo cual tampoco es muy interesante; zapatos desordenados, ropa en el suelo y un rollo de toalla nova que se encuentra en el velador que tiene a su lado. Siente la tentación agarrar un pedazo del papel para limpiar su nariz, pero no está en su habitación así que...

Esperen.

Con lentitud, y una cara de horror, Sasha se incorpora. Cualquiera que lo viera con esa expresión pensaría que un fantasma con tacones rojos y overol celeste acaba de pasar por delante de él. Las neuronas del pelirrojo se mueven hasta, poco a poco, conectar todos los recuerdos en su cabeza. Ahora recuerda lo que ocurrió. Desde los gemelos Carson siendo insistentes, hasta la desastrosa fiesta, el alcohol y...

¡Mal-di-ción!

Se lleva una mano a su cabeza, atemorizado, y es en ese preciso instante cuando, por el rabillo del ojo, repara que una figura se acomoda a su lado, pero no se trata de una figura cualquiera, se trata de un maldito con nombre y apellido que, para resumirlo mejor, debería ser llamado Satanás, el dueño personal de su infierno.

—T-tranquilo... no es lo que parece —intenta explicar Kaleo ante la mirada asesina de Sasha. Por algún motivo se siente intimidado por el pelirrojo, no recuerda que de pequeño fuera tan... interesante. Esta nueva faceta le encanta y atemoriza a partes iguales.

Quizá el miedo sea mayor al encanto..., piensa el rubio.

Sasha, por su lado, siente que su cabeza explotará del dolor, no puede bajar la guardia, no con ese maldito ahí mismo. El muy cochino creyó que se aprovecharía de él mientras dormía. Eso sí que no, piensa el chico, antes le corto los huevos con un cortaúñas. Reúne oxígeno y, con una sonrisa llena de dientes y la cabeza torturándolo, habla:

—Tienes 30 segundos para darme una buena explicación, de lo contrario te cortaré los huevos y haré que te atragantes con ellos —sentencia con la voz rasposa por la falta de líquidos en su sistema, pero la sonrisa sigue ahí, inmutable.

—Eso suena muy exci... —Sasha cambia su sonrisa por una cara de advertencia. Ante los ojos de Kaleo se muestra como un gato con disfraz de Diablo, pero no quiere arriesgarse a perder sus huevos por bromear en una circunstancia que no lo ameritan, son muy importantes para el futuro —Vale, vale, ya entendí... eh...

—20 segundos.

—Es que... —Sasha lo interrumpe antes de que el rubio pueda decir nada.

—10 segundos. —A pesar de que su cabeza lo está matando, aún así decide mostrarse como si nada, pero su cara lo delata. Por otro lado, el joven se encarga de remarcar cada palabra, aunque no lo admita, su pasatiempo favorito es poner nervioso a las personas, y más si estás se lo merecen. Por idiotas, le repite a su amiga por centésima vez..

—¡Te desmayaste en el baño, te cargue hasta la habitación y ya! —se apresura a aclarar el rubio con expresión de miedo, cree ver chispas de fuego saliendo de los ojos del pelirrojo, y no tiene ganas de quemarse, al menos no de esa manera...

¿Cómo apagar tus pensamientos? Yahoo! Respuestas.

—Ah, entonces tengo que darte las gracias, señor Correcto —Le toma la mano con una mueca de asco y recita—: ¡nos has salvado, estamos agradecidos! —fuerza su voz a ser aguda y le estrecha la mano, no sin antes reparar en las prendas que lleva su excompañero; sudadera color crema, pantalones verde militar y unas medias a rayas. No viste nada mal para ser un monstruo.

—Vamos, que tampoco hace falta ponerse dramático... —replica con cara seria y un montón de pensamientos de como bajarle a la tensión que hay en el ambiente—, te podría haberte dejado en el baño y que te pasara cualquier cosa, ¿eso querías? Porque yo creo que no. Nadie en su sano juicio desearía que... —Se corta a sí mismo, un escalofrío recorre su espalda como el fantasma de un viejo recuerdo que ha sido desenterrado luego de muchos años.

—¡Ja! El señor Correcto lo hizo de nuevo. Me hartaste, me voy de aquí.

Sasha suelta su agarre y se pone de pie, intentando ignorar el mareo, las ganas de vomitar y su abombada cabeza, su testarudez puede ser inmensa a veces.

¿Solo a veces?

Cállate.

Je, je...

No. Lo. Digas.

Déjale eso a Kaleo...

Ugh.

Mientras busca sus zapatillas en el montón de ropa, un sonido lo devuelve forzosamente a la realidad. Su móvil está sonando y, por el tono que emite el aparato, debe ser su madre. Bueno, tampoco es como que reciba muchas llamadas de otras personas. Se vuelve hacia la cama y descubre a Kaleo con una armoniosa sonrisa de quien no rompe un plato. El rubio levanta su mano izquierda y revela el objeto, en la pantalla se puede leer «Mami» junto con un corazón verde. Él da la vuelta al móvil para leer de quién es la llamada y, con un tono de diversión, dice:

—¿Debería contestarle? —Por unos segundos finge una mueca de duda, haciendo como si de verdad se lo estuviera pensando. Sasha esta a nada de agarrar lo primero que se encuentre (de seguro podría ser una zapatilla) y atacar al joven que tiene cautivo a su diario personal, alias teléfono—, después de todo hay que reconciliarse con la suegra.

—Dame el móvil... —Su boca se ha convertido en una tensa línea en la cual se puede leer la clara amenaza de "entrégame el teléfono o tendremos un GRAN problema".

—Antes de eso necesito que me prometas algo.

Ni estando loco te prometería nada.

Eso es el colmo. Lo siguiente que ocurre es que Sasha se encuentra en el aire, dirigiéndose como un misil hacía su objetivo. Sus ojos arden en furia al igual que su cabeza taladra sus pensamientos, ese dolor se está volviendo igual de insoportable que la persona que tiene enfrente. Y no puede evitar reflexionar sobre si es necesario tener que pasar por todo eso. ¿Acaso no ha aprendido las lecciones suficientes sobre tener cuidado con los humanos? Al parecer no, porque el universo —¿o es él mismo?— se sigue esmerando en traerle más angustias que alegrías.

El rubio, perplejo por la actitud defensiva que ha tomado Sasha, se levanta en el último segundo antes de que el otro chico lo atrape, mientras recobra la estabilidad sobre su cuerpo observa como la desordenada cabellera de su compañero de habitación rebota sobre su almohada. De seguro en el cine debe verse muy cómico, pero en la vida real, con un demonio metido en el cuerpo del que fue su amigo, da más miedo que risa.

—¡Eh, tranquilo! —exclama con el corazón en la boca por el miedo—. Te daré tu móvil, pero antes necesito que me es... —De nuevo no puede terminar la frase, ya que Sasha lo ha agarrado de la sudadera y lo ha empujado para que caiga sobre la cama, el pelirrojo no pierde la oportunidad y se pone encima del tenso cuerpo de Kaleo, intenta arrebatarle el móvil, no obstante, el otro no se deja.

—¡Dame el puto móvil! —exige con la voz cargada de rabia.

El móvil deja de vibrar, sin embargo, solo bastan unos segundos para que el mismo tono de antes vuelva a inundar la habitación. La respiración acelerada de Sasha junto con su cara roja provoca que el bochorno en el cuerpo de Kaleo incremente. ¿En qué diablos se metió?

—¡Escúchame y te lo doy! —Es todo lo que puede decir, el olor a alcohol llega hasta sus fosas nasales tan rápido como Sasha, casi escupiéndole en la cara le responde con un:

—Habla.

Se ve más calmado, eso debe ser bueno, piensa Kaleo. No pierde la oportunidad y, esbozando una sonrisa encantadora que haría estremecer a cualquier profesor o profesora en periodo de sequía le revela su propuesta:

—Acéptame una cita.

—¿Qué? —Eso sí fue un golpe bajo para el chico, por unos momentos parece que hasta el dolor de cabeza ha quedado sorprendido por la petición, dado que no se atreve a mover un músculo para hacer sufrir al joven mientras busca cuáles serán sus próximas palabras.

Debe ser una broma, interviene el impostor de su cabeza.

Esto no es asunto tuyo.

—Eso. Quiero hablar contigo, quiero que arreglemos nuestras... pequeñas diferencias y podamos... —Se encoge de hombros. El muy maldito sabe cómo poner de los nervios a la gente cuando se lo propone.

—Dime que es una maldita broma.

—No, lo digo en serio. Quiero que aclaremos las cosas, no quiero que me odies de por vida por un error.

Varios errores —remarca Sasha con un dejo de ira contenida.

—Varios errores que cometí de niño —se corrige Kaleo.

—Dame el celular —insiste el pelirrojo, agotado de la situación. Solo quiere salir de ahí, llegar a su casa, tomar una pastilla y recostarse por un rato mientras su madre lo sermonea por no responderle el móvil, y él solo responderá con un "no creerás lo que ocurrió", y su madre levantara una ceja y esperará la explicación, intrigada y enfadada a partes iguales.

—Acéptame la cita.

—¡Deja de llamarlo cita! —explota Sasha, enrollando sus piernas en las de Kaleo para no dejarlo escapar. Pero, siendo sinceros, si el rubio quisiera escapar, lo hubiera hecho hace un buen rato, pero claro, ambos harán como que no es así y seguirán con el forcejeo para que el más alto de los dos pueda recuperar su aparato vibra-vibra—, ¡por poco y propones que nos vayamos a un motel!

—No dejo de pensar en dónde quedo el tierno niño que conocí hace muchos años.

—¡Esto no es un juego! Dame. El. Puto. Móvil.

—¿Aceptas?

—¡Bueno!

Los sentidos de Sasha se revuelven cuando Kaleo se ríe, espera que sea porque quiere vomitar y no por algo más.

—Maravilloso, dame tu número y te confirmo.

¿Qué?

—No.

Los hoyuelos que se habían formado en la cara del rubio desaparecen cuando su expresión se vuelve seria, no se esperaba un no por respuesta. Es increíble lo mucho que puede cambiar una persona a través del tiempo. Él es el claro ejemplo de ello, pero aún así le impresiona que los demás tengan sus momentos de... ¿redención? No es la palabra adecuada, pero ahora mismo se siente confundido cómo para ponerse a buscar palabra por palabra la que encaje en su frase.

—¿No?

—No. Dame el tuyo. Ya veré si te hablo desde la cárcel para que no tengas cómo ubicarme.

—Eres tan divertido.

—Lo mismo me dirás cuando te regale un pastel con una bomba dentro que te explotará en la cara. —Sus dedos índice y medio se mueven sobre su pera, en un claro gesto de contemplar la oportunidad.

—¿Y eso premio o castigo?

Sasha suspira.

—El móvil.

—No es justo, quiero que quedemos en buenos términos y estás reacio a aceptar.

—¿Por qué será...? —Lleva su mirada a un punto cualquiera en la habitación—, ¿será que no quiero terminar humillado? ¿Será que estoy harto de terminar en el suelo? ¿Será que no quiero volver a cambiarme de ciudad por la culpa de alguien aquí presente? No lo sé, fíjate que no se me ocurre el porqué. —El sarcasmo se ha vuelto un segundo idioma para el pelirrojo, quizá esa es su única manera de escudar a su niño interior de los malintencionados seres humanos que buscan corromper todo lo que se mueva.

—Perdón —Sasha vuelve su mirada a Kaleo, y piensa en que el rubio de verdad parece arrepentirse por lo sucedido. Pero su niño interior se encuentra muy dañado como para aceptar unas míseras disculpas, él necesita mucho más para lograr sanar.

El ojiverde suelta el aire que ha estado reteniendo y busca la manera para salir de ese apuro. Si algo hay que aceptar es que entre las olas de sarcasmo que marcaban sus palabras, ha dicho la verdad. Sasha reveló lo que más le acompleja si le vuelve a confiar algo al rubio; salir herido. Él sabe que todo ocurrió cuando solo eran unos niños, sin embargo, el dolor fue tan intenso que teme que la historia se repita. Después de todo no sería la primera ni última persona que se tropieza con la misma piedra.

—Te daré mi Instagram, como mínimo ahí no podrás hacer nada.

—Vale.

—Anota... —Sasha está dispuesto a revelarle su verdadero perfil, aunque después deba eliminar esa cuenta para volverse indetectable, pero en el último segundo hay un click en su cabeza y cambia de opinión—: ConejitaPicarona69.

La respuesta que obtiene a cambio es un bufido.

—¿Qué? No puedes juzgarme por ser una sexy, divina y atractiva conejita picarona adicta al 69 —El pelirrojo sacude sus pestañas tratando de mostrarse inocente.

—No sabía que eras comediante.

Kaleo se remueve en su lugar, sin acordarse de la posición tan... estimulante en la que se encuentran. Un jadeo deja su boca y se queda quieto, ¿por cuánto tiempo Sasha pensará quedarse encima de él? Porque el cuerpo tiene reacciones naturales a ciertos estímulos, y algunas no se pueden controlar, como él...

—Ni se te ocurra pensarlo —Las palabras del ojiverde salen como dagas envenenadas de su boca—, empieza a bajar esa cosita porque no estoy de humor para tonterías, es más: dame el teléfono y olvidaré tu accidente.

Creo que después tendremos que hacer una tirada especial para esto, se pone interesante y necesitamos prepararnos.

Las mejillas del ojiámbar se tiñen de un rojo intenso: —No es mi culpa que estés encima de mí...

—Pues mala suerte. No me bajaré hasta que me des el puto móvil —Ya no hay sonrisas, solo tensión.

—Vale, te daré mi número, será tu decisión hablarme o no, aunque, si soy sincero, espero que lo hagas. Por mucho tiempo quise disculparme.

—Veo que no hiciste un buen trabajo.

—Eso no fue mi culpa. Desapareciste del mapa, y para cuando quise encontrarte ya era muy tarde, no quiero perder esta nueva oportunidad para intentar remediar mis pecados.

—Con que de eso trata... "remediar tus pecados". Presentía que no te importaba en lo absoluto, solo ves por ti mismo.

—Vale, vale, sí, solo veo por mí y por nadie más, solo te estoy hablando para volver a usarte y herirte. —Le entrega el móvil y gira sus ojos. Hablar con Sasha es como hablar con una piedra, no se llega a nada.

—¡Lo sabía! —Sasha mira la pantalla y observa como aparecen 3 llamadas pérdidas de su queridísima madre.

Mierda, es todo lo que puede pensar, el castigo se viene fuerte.

—Es sarcasmo...

—Oh.

—... Y será mejor que te bajes de mí. No es bueno que calientes la comida que no te vas a comer.

—Ni en tus peores pesadillas.

Desenrolla sus piernas y se pone de pie. Estira su cuerpo y observa como aparece una nueva llamada entrante. Oh, su madre sí que va a querer matarlo.

—Dame tu número rápido, que debo irme.

Sasha revisa la habitación, buscando si es que no le falta nada y se dirige hasta la puerta, está listo para irse y olvidar ese caótico despertar. Pero entonces Kaleo le dicta el número y se detiene a anotarlo, una vez está todo listo, piensa en lo mucho que quiere estar solo por un rato.

—Gracias por ayudarme, supongo —intenta sonar lo más sincero posible, pero el cabreo sigue aferrado a su cuerpo como un mono a una rama de árbol.

—No hay de qué, nos vemos luego, querubín.

El pelirrojo sale de la habitación y le contesta a su madre. Apenas se descuelga la llamada, los gritos del otro lado de la línea están por destrozarle el tímpano.

Necesitaré un baño de sal para limpiarme de todas estas mierdas. Y creo que a mi madre no le gastará para nada lo del Demonio...

— — —

¡Hola, hermosuras! ¿Cómo están? Oh Dios, tanto tiempo que no nos veíamos por estos lugares ✨, espero que todxs y cada uno de ustedes se encuentre de maravilla, y, de no ser así, no se preocupen, que Joa subió un nuevo capítulo 🙊(créditos a la Sailorfag por la frase).

En fin, espero que el capítulo les guste tanto como a mi escribirlos 💛, hay mucho de Sasha y Kaleo que todavía no sé sabe, pero si leen entre líneas se darán cuenta de esos detallitos, jiji (👀).

Cuídense mucho, hermosuras, que la vida no es tan mala como lo parece, siempre logramos volver a la luz, la cuestión es no rendirse 🐼💛, los tkm.

—Joa 💛.

P.D: Nótese que no sé escribir notas de autor 😖💔.

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