Capítulo 1
Don't speak, no, don't try
It's been a secret for the longest time
Don't run (oh), no, don't hide
Been running from it for the longest time
So many mornings, I woke up confused
In my dreams, I do anything I want to you
My emotions are naked, they're taking me out of my mind.
—Shameless, Camila Cabello.
✨✨✨
La noche anterior
«Mierda, mierda, mierda...»
Sasha se lanza sobre el sanitario, esperando que no sea demasiado tarde para expulsar todo el alcohol que ha ingerido en la última media hora. Si el chico tan solo hubiera sabido que su primera borrachera sería así, mejor se hubiera quedado con el corazón roto escuchando canciones de desamor a través de Spotify, pero no, se dejó influenciar por aquella mala dupla que son los gemelos Carson.
«¡Los aborrezco!», piensa Sasha mientras su cuerpo tiembla. No puede creer que se haya dejado llevar por la presión social. Es horrible. Él siempre se ha repetido que no debe hacer nada que no quiera, pero he aquí, vomitando hasta el desayuno de la semana pasada por una mala decisión. Pero eso no es lo que más preocupa al pelirrojo, no, lo que más le alarma es pensar que él también quería beber, que él también quería emborracharse, que él también quería olvidar.
Lo que el joven no sabía es que para olvidar tenía que pasar por una serie de desafíos para los cuales no estaba físicamente preparado, pero ya no hay nada que pueda hacer, ya metió la pata y ahora debe afrontar las consecuencias, aunque para afrontar esas consecuencias deba enfrentarse a sus demonios más oscuros; su pasado.
Se abofetea mentalmente cada que su estómago se vuelve en su contra, siente que su cuerpo se ha convertido en un globo a punto de explotar, y eso lo mantiene con la incertidumbre de no saber qué ocurrirá. ¿Acaso morirá por beber mucho alcohol? ¿Siquiera eso es posible? Sasha quiere liberar el alma que mantiene cautiva en su cuerpo, todo esto para amarrarla a una nube donde todo sea cómodo, donde no sienta ningún tipo de dolor o emoción que le pueda afectar más de la cuenta, pero ¿cómo se supone que logre eso? Él es solo un humano, y no tiene conexiones en el más allá como para cobrarles un favor. Un tan anhelado favor. Por otro lado, sí, tal vez él decía odiar su vida hace menos de 15 minutos, pero eso no significa que quiera morir.
Puta vida.
En estos segundos, en los que apenas es capaz de controlar su respiración, Sasha escucha como alguien golpea la puerta del baño, no está seguro de si es un golpe de preocupación o desesperación, pero lo que sí quiere, y con todo su corazón, es que nadie lo vea así; vomitado, débil y en una situación comprometedora. Con las pocas fuerzas que puede reunir, levanta su cabeza y grita:
—¡O-ocupa...! —La oración queda a medio terminar, pues todo su cuerpo se ha vuelto en su contra, haciendo que el joven se retuerza en el piso con una mano sobre su panza. En un ataque de desesperación fue entonces cuando el chico, al borde del llanto, se cuestiona sobre cómo existen personas que se emborrachan por gusto –¡si es lo más asqueroso del mundo!–.
«Espero haberla dejado con seguro», se dice el menor de los Germain, de verdad no quiere que alguien lo vea en tan vergonzosa situación, y si alguien va a entrar por esa puerta, espera que sea la muerte para llevarse su alma, porque de vivir ya no quiere nada. Y sí, 'contradictorio' debería ser su segundo nombre, porque Sasha puede decir algo, pero a los segundos ya estaba arrepintiéndose. He aquí el mejor ejemplo.
La puerta de madera continúa resonando en los oídos del afectado, haciendo que a Sasha le den ganas de llorar, tal vez de impotencia o algo más. Joder, que odiosos son, piensa el joven pelirrojo, exhausto de aquel ruido. ¿Acaso se trata de una chica que anda en busca de su novio que, probablemente, le es infiel? ¿O piensan que alguna parejita por allí está haciendo de lo suyo en el baño? Eso sería extraño, el pelirrojo se encuentra seguro de que su lamentable grito de 'ocupado' no sonó como un gemido ni nada parecido.
Antes de que el rizado pueda perderse en el hilo de sus pensamientos, la puerta se abre con una patada. Sasha, sobresaltado, levanta la mirada, la vergüenza y terror se marcan en aquellas esmeraldas que lleva por ojos. ¿Algo malo le va a ocurrir? Se preguntó el joven, empequeñeciéndose en su lugar.
—Sasha... —susurra un chico con voz suave desde el marco de la puerta, se ve tranquilo, pero algo en menor de los Germain le dice que ese hombre no está allí para platicar sobre la vida, quizá es el hermano de su último ligue, o tal vez se trata de un bully que viene a hacerlo pagar por alguna razón que desconoce.
Mierda.
El pelirrojo hace su mejor esfuerzo por reconocer al desconocido que está en la entrada del baño, pero se siente atontado, tal vez sea la luz, el que ha estado vomitando por los últimos 5 minutos o que sus pensamientos se vuelven vagos a medida que el tiempo pasa. Por su cabeza rondan nombres de amigos, conocidos y familiares, pero ninguno parece encajar con la gran figura que se encuentra de pie ante él, imponente. Su mirada se desliza por el cuerpo del muchacho hasta llegar a sus ojos, en cuanto ve el color en estos descubre de quién se trata.
—K-Kaleo... —Aquellos hermosos -pero viles- ojos eran difíciles de olvidar. Un recuerdo es desbloqueado en la cabeza de Sasha.
Él se encontraba en un baño llorando cuando Kaleo entró. El niño que recién ingresaba escaneó el lugar en busca de aquel lloriqueo amortiguado. El pequeño, a pasos tímidos fue buscando cubículo por cubículo hasta que llegó al de Sasha, con preocupación golpeó la puerta, esperando una respuesta de parte del rizado. Sasha no respondió, solo trató de ahogar aún más sus sollozos, porque sabía que si alguien lo escuchaba llorando lo tratarían de 'maricón', no era la primera vez.
—¿Sasha? —preguntó el niño con cautela. El otro no respondió, solo se quedó quieto, pensando que si no hacía ruido Kaleo se iría, después de todo, ¿por qué querría ayuda de aquel niño con el que nunca había entablado una conversación? Quizá ese niño todavía no estaba enterado de aquellos cotilleos que corrían por la escuela, o tal vez solo buscaba humillarlo para ganarse el respeto de alguien. Todo parecía ir en contra en esos momentos...
Kaleo siguió insistiendo en que Sasha saliera del cubículo, pero, al no tener ninguna respuesta más que sollozos ahogados, se decidió a entrar por la fuerza. El chico de camisa blanca se agachó en el sucio piso del baño y comenzó a arrastrarse hasta pasar su cuerpo por la abertura. Una vez estuvo dentro, se levantó, limpió sus pantalones y miró a Sasha, quien se encontraba hecho una bolita encima del retrete.
Al niño de ojos ámbar se le rompió el corazón al ver a su compañero de salón llorando, sucio y con heridas en la cara y el brazo.
—Dios, ¿qué te ocurrió? —preguntó el jovencito mientras se acercaba al afectado para reconfortarlo, haciendo oídos sordos a esos pensamientos que venían a su cabeza. No era momento para dejarse llevar por lo que los demás dijeran de ese niño, él necesitaba ayuda, y Kaleo estaba dispuesto a ayudarlo. Sasha se tensó en su lugar, dejó de llorar y abrió sus grandes ojos para mirar al rubio, quien de pronto lo estaba abrazando mientras le decía que todo estaría bien.
¿Qué demonios estaba pasando?
—¿T-tú me e-estás abrazando? —preguntó Sasha incrédulo. No podía creer que Kaleo hiciera eso, no después de todos los rumores que había sobre Sasha y lo gay que era. La mayoría de sus compañeros afirmaba que la 'enfermedad' del chico era contagiosa, y que no debían acercarse a él para no contraerla...
—Claro que sí, bobo —susurró Kaleo, notando como Sasha seguía tenso bajo sus delgados brazos—, no tienes de que preocuparte, todo estará bien —continuó el rubio mientras frotaba su mano en la espalda de Sasha, mostrándole su apoyo.
En ese momento Kaleo observó a Sasha directo a los ojos, esperando que se sintiera mejor. Al notar como este ya se estaba tranquilizando, decidió arriesgarse a hacer algo que, para aquella época, podría haber sido impensable y muy peligroso; lo beso en la mejilla.
El pelirrojo se volvió a tensar y su cara se tornó de un rojo intenso, casi tan intenso como su cabello, fue en ese momento que la puerta del baño se abrió de golpe, lo último que recordó Sasha de ese día era que el profesor de religión lo golpeo muy fuerte en las manos y espalda por haber 'faltado el respeto' a Dios...
Vaya, vaya, el destino sí que era un maldito cuando se lo proponía. La cara de sorpresa que llevaba Sasha se convierte en una de anhelo hasta terminar en una de enfado y dolor. No podía creer que ese chico estuviera ahí, casi parecía un déjà vu, pero no, la situación había cambiado y el 'desconocido' era un completo idiota, ya no le importaba nada que no fuera su dignidad.
Para Sasha esto es una broma de mal gusto. De MUY mal gusto. No puede creer que Kaleo; el chico que lo ilusionó, le hizo creer que era alguien importante, lo humilló y luego desapareció, se encuentre en la misma habitación que él. Insólito.
—¡L-largo! —exclama el pelirrojo con enfado. El rizado tiene intenciones de vencer a sus piernas temblorosas e ir a cerrar la puerta de la habitación, dejando al Diablo fuera, pero las arcadas vuelven, malditas arcadas, y Sasha se desploma en el piso con lágrimas en los ojos mientras vuelve a introducir su cabeza en el sanitario. Todo vuelve a empezar.
Kaleo, el Diablo disfrazado de Ángel, se queda en el marco de la puerta, esperando alguna señal de que debería entrar y ayudar a su –casi– amigo de la infancia, pero está casi seguro de que Sasha rechazará su ayuda si se la ofrece. Después de todo, no se encuentra tan equivocado; para Sasha ese chico fue una de las peores cosas que le ocurrió en su vida, o al menos eso piensa.
—Nunca pensé que serías tan bobo como para hacerles caso —Fue todo lo que comento el rubio. Kaleo vio todo lo ocurrido, y se lamenta el no haber interferido, pero ¿cómo se suponía que lo hiciese? Su cuerpo se congeló por completo cuando divisó al joven entre la multitud, no sabía qué hacer, ni como reaccionar.
El rubio sacude la cabeza y entra en el baño, intentando reunir todas las agallas que había recobrado hasta hace unos minutos para entrar en aquella habitación, pero, de pronto, se siente como un estúpido al seguir al menor de los Germain hasta el baño, de seguro parecía un acosador al acecho, y eso solo lo disgusta. Sasha está borracho e incapacitado, no puede entablar una conversación coherente así, ¿no? ¿Entonces qué hace Kaleo bloqueando la puerta del baño con su espalda? ¿Acaso pensaba que podría hablar con Sasha? ¿Pensaba que el pelirrojo querría arreglar sus asuntos con él?
«Estúpido, estúpido, estúpido», la culpa empieza a carcomerse el cuerpo de Kaleo.
Por otro lado se encuentra Sasha, quien ha estado observando de reojo al chico de ojos ámbar, rezando porque se largue y lo deje solo con sus pequeños problemas, pero si algo recuerda el rizado de ese chico es su insistencia. Joder, de pronto su vida parece ser un tobogán donde él arrasa con todo hasta llegar a la dura realidad que lo espera, y eso no le hace un mínimo de gracia a Sasha.
Kaleo finge mirar el suelo, pero la realidad es que está perdido en sus pensamientos, recordando de una forma poco sana como ocurrió y terminó su corta travesía con la persona que él considera más pura del mundo, su mundo. Una punzada de dolor ataca el pecho del ojiámbar, por segundos solo quiere derrumbarse y pedir perdón de rodillas, pero, lamentablemente, ya no es ese chico al que se le hacía fácil mostrar sus sentimientos. No lo malinterpreten, tampoco es una momia sin expresión, es solo que a Kaleo se le dificulta mucho mostrar sus emociones, lo obligaron a crecer así luego del incidente.
«Debo ayudarlo».
«Pero él no te ha pedido su ayuda».
«Pero la necesita».
«No es sano».
«Cállate».
«Piensa antes de actuar...»
El chico se aguanta las ganas de sujetarse la cabeza. Los demonios han vuelto, y eso no significa nada bueno. Debe ser fuerte, debe mostrar que ya no es la misma persona de antes y de que está dispuesto a enmendar sus errores, pero ¿cómo se supone que lo haga si se siente un cobarde? Un cobarde de mierda.
Las voces de su cabeza le repiten una y otra vez que una persona nunca deja de ser cobarde, no importa cuánto haga por demostrar lo contrario, ese humano siempre vivirá con el miedo a flor de piel, ya que está en su naturaleza. Su maldita naturaleza. El rubio se ha replanteado miles de veces esa frase, diciéndose así mismo que, sí, una persona puede ser cobarde, pero también valiente, y en eso está el dejar de lado el miedo para arriesgarse y vivir de una mejor manera. No todo se puede resumir en cobarde o valiente. Él tiene miedo, pero eso no significa que se eche para atrás en el nuevo desafío que le ha entregado la vida, este es su momento para redimirse y demostrar, tanto a él como a ese chico que no deja de vomitar, que ha cambiado, y, que a pesar de tener altibajos, nunca volverá a dejarse llevar por la decisión de los demás para mantener una reputación que, al final del día, vale una mierda.
Sasha levanta su cabeza luego de una intensa sesión de retorcijones, sintiendo asco por la situación y por sí mismo. Sin decir una palabra, saca un poco de papel higiénico para limpiarse la boca, lo echa en el retrete, tira la cadena y, mientras la bendita agua se lleva todo el desastre, gatea hasta quedar apoyado en la pared más cercana. La infernal presión que sentía sobre la boca del estómago ha desaparecido para dejarle su lugar al dolor de garganta y cabeza. Sasha solo piensa en que no quiere repetir esto en su perra vida.
El pelirrojo cierra los ojos, de pronto siente un cansancio enorme, su cabeza palpita de forma dolorosa, necesita salir de ahí e ir por una pastilla, pero eso no será posible, no en su condición. Se siente atrapado con el idiota ahí dentro. La impotencia y las lágrimas no tardan en hacer aparición, la pared está fría y Sasha no lleva chaleco, se estremece en su lugar y no puede evitar pensar en lo miserable que se siente. ¿Acaso nada puede salirle bien?
Solo queda una opción: dormir y olvidarse de todo, aunque sea por un momento. Los recuerdos de esta noche se comienzan a hacer borrosos a medida que el joven pierde la consciencia. Kaleo se da cuenta y se acerca a toda velocidad para ayudar al chico, esperando que no esté sufriendo un ataque o algo peor. Le golpea las mejillas y el chico no reacciona, así que, con cuidado, lo levanta hasta llegar al lavamanos para mojarle la cara y despertarlo.
—¿Sasha? Eh, Sasha... —dice el rubio con desesperación, abre el grifo, se empapa la mano y le moja un poco la cara al Ángel para hacerlo reaccionar.
—Mhm... muérete —susurra Sasha, apenas consciente.
«Vale, solo está dormido, bebió mucho y mañana estará mejor...», piensa Kaleo, intentando tranquilizar a esa voz en su cabeza. Kaleo mueve el cuerpo de Sasha hasta que este queda sobre su hombro, es entonces cuando ambos salen del baño. La misión del ojiámbar hoy será: cuidar a Sasha, evitar que se muera ahogado en su vómito y protegerse de sus demonios personales. Nada difícil, ¿no?
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