—¿Bailas conmigo, princesa? —Alexandra extendió la mano sonriendo.
—Por supuesto, bella —contestó Amanda con visible emoción.
Amanda observó con tranquilidad a su alrededor, era como si el tiempo se detuviera para ella permitiéndole analizar gestos y miradas de todos los que estaban presentes en la boda de su amiga Andrea y Humberto que después de vivir por tres años juntos habían decidido tomar el paso de unir sus vidas en matrimonio. Sintió en su pecho una plenitud que nunca antes había experimentado. La felicidad la desborda y todo gracias a las personas que tenía a su alrededor, pero en particular a la que tenía de frente.
Andrea y Humberto se veían felices, ellos abrieron el baile nupcial y estaban increíbles, mi amiga tenía un brillo en su mirada que nadie podía opacar. La ingeniería se sentía tan orgullosa de ella, por lo valiente que había sido al tomar la decisión de abandonar todo por seguir al amor de su vida, ¿Cuántas veces esas amigas habían sufrido por amor?, ¿Cuántas veces habían empezado de nuevo? Muchas, pero ahí estaban felices cada una con su pareja.
Por otra parte, estaban en una silla sentados Julio, su amigo y compañero de trabajo acompañado de la ex-pasante, Catalina que ahora era licenciada en Telecomunicaciones, graduadas con honores y por tal hecho, Alexandra la incorporó en la nómina oficialmente, ella y Julio están de novios, llevan un poco menos de 3 años y Amanda los veía muy contentos. Un poco más a la derecha observaba a su madre con un galán que tenía como pretendiente y según le contó fueron compañeros de trabajo, el hombre le caía muy bien a la joven.
—¿Ámbar no estaba saliendo con alguien? — preguntó Alexandra sacando de la pequeña distracción a la ingeniera.
—Sí, pero al parecer está sola y pasando de mujer en mujer— respondió Amanda. —Creo que todavía tiene esa espinita conmigo y lo notó por las miradas que me da cuando bebe.
—Sí me imagino. Además, el alcohol hace que ese deseo aflore. Aun así, es bastante discreta, y consciente de cuál es la situación— respondió Alexandra un poco incómoda. Amanda notó su malestar y decidió abrazarla más fuerte en la pista de baile y darle un sutil beso.
Cuando acaba la canción, ambas chicas se separaron un momento, Alexandra fue a la mesa donde estaban Julio, Catalina y Jhoan, y Amanda se fue hasta la mesa dónde estaba su mamá en ella charlaron un rato sobre varios temas. Entre ellas la asociación de Alexandra con su amigo y colega, el Sr. Hernández, hace un par de años le había ofrecido a la ingeniera una plaza de trabajo en su compañía en Caracas, pero la joven había decidido estar con Alexandra y en esa oportunidad lo rechazó, aunque estaba muy cerca de él.
—¿Es verdad que el dueño de la compañía Gettford Venezuela le propuso a Alexandra fusionar las franquicias? — preguntó muy cautelosa la madre de Amanda.
—Es correcto. Lo ha estado pensando y después de sopesar los pros y los contras, creo que lo va a aceptar. Claro tiene algunas condiciones y sé que está siendo asesorada por su abogado — dijo Amanda. — Por otro lado, Hernández ya quiere jubilarse y por eso creo que de ahí viene la idea. El Sr. le confesó que ella era la persona en quién más confiaba para mantener a flote las empresas.
—Estoy contenta entonces, hija— dijo la madre muy emocionada. Por fin veía a su hija estable y con una persona que se veía que estaba enamorada.
Amanda veía a Alexandra hablando muy efusiva con Jhoan, y conociéndola seguro sería de trabajo, no le quitó el ojo y no precisamente por desconfianza, sino porque estaba bellísima estaba babeada por ella. Sabía que ella era consciente de su mirada y jugaba con ella. Cada movimiento, cada gesto y cada sonrisa era para su ingeniera, pero también fingía concentración e interés por la conversación.
Amanda era feliz y como en aquella carta que Alexandra le había dado, muchas veces se desanimó en la relación, pero juntas lo arreglaban, la pelirroja resultó ser la más equilibrada en la relación, todos los días conquistaba a la ingeniera y, aún cuando pasaba el tiempo, todavía conseguía sorpréndela con cada detalle. La miró de nuevo y sonrío.
—Deja de mirarla, te la vas a comer con los ojos— la ingeniera se sobresaltó y se dio cuenta que era su amiga Andrea quién se sentó con ella en la mesa.
—¡Uff! Esa es mi pasión. Comérmela—le dijo sonriendo con picardía.
—¡Ay! Qué flojita eres, Amandi.
—¿Y tú a quién engañas? Si tú haces lo mismo con el que ahora es tu marido— dijo divertida.
—Bueno, bueno ya— trató de desviar la conversión, pero luego le reafirmó —Pero si, mira lo bello que está— se mordió el labio —tengo ganas de sacarlo de aquí y de.... — Amanda le dio un stop con la mano.
—No quiero detalles, por favor.
Al instante las chicas se estaban riendo de sus ocurrencias.
—Estas increíblemente hermosa amiga—dijo de repente mirando a Andrea.
—La próxima en casarse eres tú, eres consciente de ello, ¿verdad?
—No lo sé, bebita. Quién quita que Alex de el paso— dijo Amanda emocionada.
—Pues yo creo que está apuntó. Solo es cuestión de tiempo.
En eso nos interrumpe Humberto y se lleva a Andrea, Amanda se queda, se toma la última copa de vino viendo a su mujer en la otra mesa, sus miradas se encontraron, la ingeniera sonrió de forma con maldad, porque ella también sabía jugar. Amanda era muy consciente de que ella era la única persona en el mundo capaz de dominar a quién todavía era su jefa. «Es tan jodidamente sexy... Siento el calor invadiendo mi cuerpo» —pensó— así que se levantó y fue hasta ella. Lo hizo de manera seductora, y sonriendo con altivez. Alexandra la veía acercarse, se sentía ardiente, picante, incluso podía sentir cuanto deseo y lujuria había en su ser, el azul de sus ojos se habían oscurecido. Cuando llegó, ella (Amanda) dejó su copa y se puso de pie para colocarse frente ella, cara a cara, cuerpo a cuerpo. «Mi bella y egocéntrica, Alexandra Martell»
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Nota de Autor: Como siempre agradecerte si llegaste haste el final de la historia 🙏
Pide lo que Quieras (Versión erótica) puesdes leerla en Censurado Vol. 2 🔥
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