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CAP. 7: LA VENGANZA DE UN EMPERATRIZ

La mañana del jueves, Amanda había amanecido muy confusa, prácticamente pasó toda la madrugada en vela pensando en lo que había sucedido la noche anterior en el bar. No podía sacarse de la mente a esa mujer tan altanera y egocéntrica, pero a la vez tan interesante y tan exuberante, su lugar de trabajo se había convertido en un campo minado donde tenía que caminar con cautela porque ante un mal paso detonaría la bomba fulminante de Alexandra Martell.

Una vez que llegó a la empresa esa mañana, se encerró en su oficina a organizar todo para la Expoventa que se celebraría en la Isla de Margarita, durante un fin de semana. Ahí se daba lugar a las más grandes presentaciones de las novedades en área de tecnología en cuestión de seguridad para la empresa, por tanto, era un nido de posibles clientes potenciales, de ahí su importancia en proyección de ventas. Desde que Amanda estaba en la empresa, nunca había sido tomada en cuenta por su jefa para asistir, pero como el destino es tan caprichoso, las cosas podían cambiar. Simplemente este sería el momento.

Alexandra siempre procuraba llevar con ella al mejor equipo, hoy recibiría al Gerente de Ventas de la franquicia que tenían en el Estado Nueva Esparta. La Convención Anual de Tecnología en Seguridad Industrial (Expoventa) se celebraría en el Hotel Hesperia Isla Margarita, unos de los complejos hoteleros mejor calificados para este tipo de eventos. Pasadas las 10:00 AM fue cuando Alexandra llamó a Amanda solicitando su presencia en el despacho. La ingeniera hubiese preferido no verla en todo el día, pero era un deseo imposible, ella trabajaba en su compañía y para colmo, sus oficinas estaban frente a frente. Así qué  —¡Vamos a ver a la fiera indomable! — se dijo tomando una respiración profunda.

—Guzmán, te presentó al Gerente de Ventas de la compañía en Nueva Esparta, César Suárez— lo dijo con incomodidad.

César era un tipo de personas con el cuál Alexandra no le gustaba tratar ya que en el pasado había tenido algunas discrepancias en el plano laboral, pero, por qué si tenía esas diferencias con él, ¿Por qué seguía en la franquicia? Fácil, en la gestión del Sr. Francisco Martell, padre de Alexandra, tuvo un problema de acoso laboral con una empleada, el caso llegó a la justicia y fue acusado por abuso sexual en ese entonces Marcos Suárez, padre de César, era un abogado de dudosa reputación y Don Francisco lo contrató, este se encargó de eliminar todas las pruebas que lo incriminaban y que podría llevar a la empresa a un escándalo por abusar sexualmente de la Señorita Inés Duarte, coordinadora de ventas del aquel entonces FTechnology's que era como se llamaba en un principio, pero cómo todo... o casi todo tiene un precio, el abogado pidió a cambio que su hijo ocupará un cargo importante en la empresa y si eso sucedía, Francisco Martell dormiría tranquilo el resto de lo que le quedaría de vida. El cual no fue así, porque Martell no tuvo más vida, su mente todo el tiempo le recordaba, que si había cometido un delito sexual contra aquella mujer y que por lo tanto era un violador.

El hombre murió después dejando una injusticia que hasta pasados casi 12 años no se ha podido saldar.

—Él está interesado en todas las nuevas propuestas que vamos a llevar a la Expo y le gustaría una demostración de lo que tenemos preparado. Vamos a cuadrar una reunión para después del almuerzo. ¿Ok?

—Si. Está bien— contestó la ingeniera pensado en un momento su siguiente intervención.

—Señora Martell. ¿Será posible que podamos hablar un minuto? Por favor.

Los ojos de la empresaria estaban llenos de duda, pero al ver a César cambió a una respuesta dura y tajante.

—Señorita Guzmán, lo que tenga que decirme lo puede hacer delante de él.

La reacción de la empresaria sorprendió notablemente a la ingeniera. Primero, porque Alexandra era muy discreta con sus asuntos personales y llevaba el control de todos lo que dice y hace, si ella notó el cambio de tono de Amanda al referirse a ella sabía que quería hablar de lo que pasó en el bar, así que cambió la jugada retando a su empleada a hablar.

—Ok... Bueno, si es así...— la empresaria trago grueso, pensó que Amanda no tocaría ese tema tan personal, ¿Delante de un extraño? Pero Amanda vio la pequeña inestabilidad de su jefa y decidió cambiar de tema.

—(...) En todos los productos de cámaras web que hemos revisado el avance tecnológico ha sido muy significativo, el uso de inteligencia artificial (IA) y machine Learning, los sistemas de reconocimiento facial han funcionado con los más altos estándares de seguridad. Además, trabajan en tiempo real y brindan mayor fiabilidad.

Amanda dio muy buena impresión a César, con su corta, concisa y breve explicación que le había contado con todo lo nuevo que se iba a presentar en la Expoventa y por otra parte sentía una sensación de victoria porque sabía que había puesto en jaque a su jefa.

—Me encanta Amanda— dijo César con visible emoción y efusividad, también comiéndose con la mirada a la ingeniera. — Qué buen equipo tienes aquí, Alexandra. De seguro está niña será un batacazo en el evento. Sin duda la quiero con nosotros allá.

—Pues no creo que sea posible porque no soy parte de ese equipo de la Expoventa, señor Suárez — dijo muy tajante la ingeniera mirando a su jefa. El hombre de traje color azul marino oscuro rápidamente vio a Alexandra quién estaba en una esquina de su escrito.

—¿Pero Alexandra es cierto eso? No la puedes dejar fuera de la Convención —dijo con visible asombró  —Además, siento que esta señorita y yo... nos llevaremos muy bien — esto último lo dijo con una mirada intimidante hacia Amanda.

Alexandra rápidamente notó las intenciones distorsionadas de su Gerente de Ventas y no le agrado. La empresaria ya había tomado la decisión de llevar a Amanda al evento no dudaba de sus capacidades profesionales, a diferencia de lo que la joven creía, pero al ver las verdaderas intenciones de César lo dudó o por lo menos tendría que buscar la forma de qué él no estuviera tan cerca de su empleada.

Amanda miró sorprendida a su jefa y esta enseguida reaccionó.

—Guzmán, ya te puedes retirar y no hará falta una reunión. Gracias.

—Está bien, señora Martell. Ha sido un placer— dijo dirigiéndose a César Suárez.

—¡Adiós! Señorita Guzmán— César le extendió su mano y Alexandra entró en un cólera disimuladamente.

—¡Adiós! Señor Suárez—le contestó estrechando su mano.

Amanda salió del despacho sumamente desconcertada con una vibración muy densa. Cuando la ingeniera llegó a su Oficina nuevamente vio de reojo hasta el despacho de Alexandra y vio como César estaba muy sonriente mientras la pelirroja estaba como con una nube gris, su mirada era muy sombría, pesada. —Esto me da mala vibra— dijo Amanda en voz baja.

*********

La hora del almuerzo pasó sin ninguna novedad, pero en la mente de Amanda seguía pensando que algo no estaba bien, la actitud de su jefa con respecto al señor Suárez le parecía muy rara. Claro que la ingeniera quería ir a la Expo le hizo mucha ilusión escuchar siquiera la posibilidad de asistir, pero la forma en cómo se sintió con Suárez y la negativa de su jefa le hacía ruido. Amanda comenzó a divagar en una posible razón con respecto a Alexandra, ¿Serían celos? ¿Alexandra estaba celosa del señor, Suárez? Por un momento esa posibilidad le alegró el corazón, pero, así como le llegó se fue el encanto. —Qué estupidez está pensando esa cabezota loca, Amanda—se dijo mientras se dirigía al despacho de su jefa qué ya estaba sola.

A las 3:00 PM estaba Amanda abriendo la puerta del despacho con una cara de pocos amigos, la pelirroja estaba hablando por teléfono y en su cara se dejó ver la molestia que le causaba al ver cómo interrumpían en su lugar de trabajo. La ingeniera esperó de pie con los brazos cruzados mientras se lanzaban miradas en formas de flechas.

—¿Pero bueno, Guzmán es que perdió la educación? —dijo molesta por el atrevimiento de la joven. —¿Y dónde está Jhoan que te dejo pasar así?

—Él no está, así que aproveche para entrar... Dígame, que están tramando usted y el señor ese que vino..., ¿Cómo se llama? César. ¿No? —preguntó Amanda visiblemente molesta.

—Tramando ¿Qué niña? — respondió Alexandra mientras iba a cerrar las persianas para tener más privacidad.

—No sé—se quedó pensativa —Está todo raro... ¿Por qué siento que no quiere llevarme a la Expo? Cuando el señor Suárez dejó ver la posibilidad enseguida me mandó a salir. ¿Por qué nunca me voltea a ver?, ¿Por qué mientras que otros avanzan yo sigo teniendo las mismas responsabilidades? —Alexandra estaba callada escuchando el reclamo que le hacía la ingeniera porque no se iba a poner a la misma altura de esa muchachita, insolente. Pero la realidad es que si la tomaba en cuenta más de lo que ella pensaba.

—¡Ay! Guzmán, no sabe ni que es lo que quiere— volteo los ojos y se sentó en su escritorio. —Todas las preguntas que me hiciste, ninguna se las voy a responder, pero si le tengo que decir algo, pensaba darle la noticia mañana pero cómo ha entrado como una cabrá loca... Siéntese, por favor.

—No, lo que tenga que decirme me lo dice así, de pie— le dijo con voz desafiante.

—No seas terca. Por Dios. Actúa como una adulta.

—Eso mismo debería hacer usted. Hacerse responsable de sus actos y actuar como adulta, que me besa y luego me da una patada por el trasero —La empresaria se puso los dedos sobre la sien y respiró, alzó su mirada y le sonrió un poco como invitando a la joven a que se sentará. Amanda entendió y bajó la guardia.

—Quieren que seas parte del equipo de ATechnology's en la Expo y segundo, quieren que te traslades allá; es decir, que trabajes en Nueva Esparta en un nuevo cargo.—dijo mostrando un total desacuerdo.

Para la joven era oportunidad que había estado esperando para ascender y estaba contenta pero una parte de ella no emitía ninguna emoción, era una mezcla de sentimientos; es decir, quería el ascenso, pero no de salir de su ciudad, porque si algo tenía Amanda es que amaba su Valencia, lugar de nacimiento y aunque en su adolescencia estuvo en muchos países y ciudades, para ella nada era como Venezuela. «No quiero ir a otra ciudad. Aunque mi vida sentimental sea una locura, aquí tengo mis amigos, mi hogar, todo lo tengo acá... Aquí está, Alexandra» —pensó.

—Pues no lo sé—  dijo indecisa.

—¿No quieres ir a la Expo? — preguntó una expectante Alexandra. En realidad, no quería que fuera ya que conocía las intenciones de César.

—No. Por supuesto que quiero ir a la Expo, he estado esperando esa oportunidad desde que llegué aquí. A lo que me refiero es cuando dice, traslado... ¿Qué hay si me niego?

—De negarte, te puedes negar. Lo que pasa que en su contrato está presente la movilidad geográfica, Guzmán... Contrato que firmó—le contestó con cierta malicia. ¡Mierda! Tengo que leer más para la próxima.

—Guzmán, yo podría... entiéndase, podría hacer que no se mueva de aquí —dijo.

—¡Ah! Que bien y me imagino que le gustaría qué le duplicará. ¿No?

—Pues no estaría mal, Guzmán— lo dijo en un tono de burla.

—Pues espere en su trono señora Martell, porque nunca le duplicaría ¡Jamás!... Yo sé que usted me está haciendo pagar por lo que pasó en el ascensor y no entiendo, porque más bien le hice un favor, otro día la dejo que se ahogue en su ataque de pánico. —Amanda estaba que echaba chispas. Cuando escuchó unas carcajadas con ganas de su jefa, la ingeniera no entendía, pero a la vez disfrutaba verla reír; es más, que ella recordará nunca había escuchado su melodiosa risa. Tan despreocupada, tan genuina, tan preciosa, pero al volver a la realidad levantó una ceja y se paró recta.

—No sé cuál sea el motivo de la risa, me gustaría enterarme.

—El motivo es su cara, Guzmán. Por eso me río y veo que no tiene sentido del humor. ¡Claro! Al menos que usted se lo haga a otro, típico de los bromistas— dijo Alexandra tratando de arreglarse en su silla. —¡Cálmese! Qué aquí me es útil todavía. Sí va a ir a Nueva Esparta, pero sólo por la Expo y regresamos. Así que organicé todo porque usted se suma al equipo que va a representar a ATechnology's de este año. Tenemos que dar una buena impresión con nuestro producto y veo que usted puede conseguir muchos beneficios para la empresa y su carrera. Ahora ¡Váyase!

Amanda descubrió otras cualidades de su jefa, además de ser altanera, egocéntrica, maleducada, era rencorosa. En efecto, le había hecho pagar la bromita que le hizo en el ascensor, pero no le importaba porque había conseguido ir al evento y sobre todo acompañaría a Alexandra. Por otra parte, sentía la seguridad que la pelirroja colocaba de pretexto que la necesitaba con ella y en cierta forma tenía razón, pero también la quería cerca porque en el fondo sentía una atracción por la muchacha insolente.

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