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CAP 5: LA ESTRATEGIA DE CHOI

A la mañana siguiente Alexandra había jurado que las manecillas de su reloj de pared que tenía frente a su escritorio no se movían, la mañana había pasado muy lenta. Los papeles que tenía encima de la mesa estaban pasando de un lado a otro sin pena ni gloria, había fingido que los había leído, su mente estaba dividida entre la Organización de la Expoventa próxima a realizarse y en esa chiquilla insolente de Amanda. No dejaba de pensar en ella y ese beso que le había robado su paz. Al cabo de unos minutos volvió a ver la hora, esta vez por su reloj de pulsera marcaba las 11:00 AM así que decidió ir a "comer algo" al office, mentira, solo iba a ver si por casualidad se encontraba a Amanda, casi en toda la mañana no la había visto y estaba desesperada, pero como es, Alexandra Martell, sería una estupidez que lo reconociera.

La empresaria no tuvo éxito, no encontró a su tormento, entonces cuando pasó por el escritorio de su asistente este le pasó una nota, donde le comunicaba que Juan Márquez Choi, había llamado para avisar que estaba en camino después de que finalizara una reunión. Alexandra tomó la nota y le agradeció con un gestó al chico, se dirigió a su despacho a terminar de revisar unos documentos cuando al rato sintió el toqué de su puerta y era Jhoan avisando la llegada del abogado. El hombre entró con toda confianza y se dirigió a saludarla.

—Alex, ¿Cómo estás? — dándole un apretón de mano muy sutil.

—Hombre, creo que no tan también como tú— risas —Por favor, toma asiento. ¿Quieres algo de tomar? —le ofreció la empresaria al abogado, cosa que él rechazó.

Juan Márquez Choi, era un apuesto abogado que trabajaba en la empresa mucho antes que Alexandra tomará el cargo, en aquél tiempo el hombre de 45 años y de decencia coreana por parte de su madre, era muy amigo de la familia Martell, ya que el padre de Juan fue amigo y socio del papá de la empresaria. No mantenían la típica relación entre abogado y cliente, a pesar de tantos conflictos de intereses que habían surgido entre los dos, Alexandra sabía que él era un hombre íntegro, educado y formado en una familia de valores; de hecho, nunca le ha fallado.

—Alex, ayer en la tarde recibí los documentos del abogado de Martha.

La empresaria no parpadeo, estaba tan segura de que se le venía un problema.

—Va a denunciarte.

—¡Uju! ¿Y por qué?— preguntó tranquila. Ella sabía que su amigo estaba con todo en este caso, así que se sentía protegida.

—Por alienación de afecto, fraude y difamación. Es sumamente ridículo porque tú no has hecho pública tu opinión, pero supongo que cuando le dijiste que no valía los 500 mil dólares se volvió como loca y no lo supo manejar.

Alexandra suspiró y se levantó de su silla caminando hasta el gran ventanal que le ofrecía las calles de su gran ciudad. No le sorprendía nada esta situación, Jhoan se lo advirtió en una oportunidad y no le hizo caso, y menos a su intuición. Sabía que Martha le podría traer complicaciones, ahora sólo quería saber, cuántas. Se dio vuelta y le hizo señas para que el abogado continuará mientras volvía a su escritorio.

Martha Indriago era una mujer de cuidado, era muy astuta y sabía que en aquellos documentos legales había muchas cosas para sacar provecho. Pero no contaba con que la defensa de Alexandra era unos de los mejores abogados del país, en cuanto Juan recibió los documentos el día anterior por correo a las 4:00PM, estudió minuciosamente cada y unas de las 20 páginas haciendo sus anotaciones, le había dicho a su asistente que buscará información en la web y rastreará información sobre Martha y su marido, cualquier información era valiosa. También se puso a investigar el negocio automotriz del Sr. Bustamante. Había que tener una forma de desarticular a Martha.

—El caso tiene muchas aristas, pero con todo y eso tengo que ser sincero, y es que no está fácil— le dijo el abogado —Hay un par de cosas que voy a hacer.

Estuvieron más de 40 min hablando sobre las coartadas que se ejecutarían, detalló cada hoja, cada frase, cada punto y aparte, el abogado advirtió que la situación se podría poner un tanto engorrosa pero que lo lograrían. A la empresaria, le fascinaba la seguridad con que Juan manejaba el caso y por supuesto, el que le dijera que las cosas se podrían ponerse difíciles, no lo dudaba ni un segundo, pelear con una mujer herida era despertar a un demonio. La empresaria prestó más atención en un punto de la defensa en particular, ...«voy a presentar testigos». —¿Cómo?, ¿Cómo? —dijo la pelirroja. —Repítelo, despacio. Por favor. ¿Qué testigos?

—Sí, Alex. Toda persona que haya mantenido contacto sexual contigo que eres la acusada o que mantengan en la actualidad, así como también las que puedan llegar a mantenerlo... — finalizó el abogado como si se tratará de algo rutinario. Por supuesto que esto a la empresaria la descolocó, en principio la idea de hurgar en su pasado era inconcebible ya que era una mujer discreta y segundo no sabía por qué cuándo le nombraron, "...las que puedan llegar a mantenerlo", pesó en Amanda; es decir, que la pelirroja, estaba pensando en ¿Llevarse a la ingeniería a la cama? La mujer sacudió su cabeza ligeramente para disipar esos pensamientos y se centró en la conversión.

—Ok, ok. Déjame ver si entendí— dijo frotándose la sien. —¿Tú piensas citar a todas o todos, porque hubo hombres con los cuales he intimado y con las que pienso acostarme? — Aquello le parecía una total locura.

—Si. Lo voy a intentar.

—¿Y puedes hacerlo? —le preguntó incrédula.

—No. Es un montaje. Mira si quisiera hacerlo, mandar una citación con los que te acostaste y con las que quieras acostarte, nos morimos todos antes de envejecer.

—No estoy segura de que sea un halago- dijo en respuesta a la risa de Juan al decir eso.

—¡Escucha! Alex. Esto podría ser un gran problema si no llegamos a un acuerdo con Martha porqué de la justicia citar a la hija del pastor, Davis sería un escándalo. Además, no es necesario molestarlo, tiene muchas influencias. El abogado de repente paró en seco y le preguntó nuevamente, —¿Alex, estás segura que solo fue un intercambio de mensajes con esa niña?, ¿No hay más que saber? —solo quería asegurarse.

Alexandra lo vio asombrada y le respondió. —Por supuesto que no pasó a más, Juan. Si prácticamente es una niña, si acaso llega a 22 años, que no los aparenta es otra cosa— La hija del pastor era hermosa, una morena de ojos cafés y piel oscura con unas caderas que fácilmente una mujer como Alexandra Martell podría caer, pero gracias al poco control que tenía la empresaria con el sexo femenino, logró zafar.

—Mira Juan. Si algo tengo claro es que no pienso darle ni un lapicero a esa desgraciada. Ni un millón, ni medio millón, nada. Y por eso te pago muy bien y espero que lo arregles Inmediatamente. — Ahí estaba hablando la mujer, altanera y prepotente, a veces se le olvida que Juan era un aliado, no un enemigo.

El abogado optó por irse al ver el carácter de su cliente, y como ya no había de qué hablar sino actuar, era mejor hacerlo ya.

—Bueno. Me voy y nos estamos comunicando. Qué estés bien, Alex.—le estrechó la mano y se fue, dejando un ambiente un poco tenso...—¡Qué desgraciada hija de perra! —dijo Alexandra en voz baja en cuanto vio que se quedó sola.

Al darse cuenta su asistente que su abogado había salido de la oficina, el chico se asomó por la puerta, sabía que su jefa no estaba pasando por el mejor momento así que optó por preguntar por su estado.

—¿Estás bien? —como vio que todavía seguía vivo por la pregunta, entró y se sentó frente al escritorio. con su traje de sastre y su cabello peinado con aspecto húmedo y su Tablet pegada al pecho.

—¡Esto es insólito, Jhoan!— exclamó. Parándose de su asiento para estirar las piernas y caminar por toda la oficina. —Se me está cayendo el mundo— murmuró. Habían sido contadas las veces que Jhoan, había visto a su jefa tan preocupada, tan afligida. Su jefa, no solía perder los estribos era muy pensada para actuar, pero esta vez era todo lo contrario se sentía pequeña e incapaz por no poder arreglar la situación, pero se dio cuenta que Johan estaba con ella al igual que una sombra y alzó los brazos, como dando a entender que estaría bien, el joven asistente contuvo la respiración al ver a su jefa tan angustiada. Nunca la había visto tan alterada, y lo peor de todo es que no sabía qué hacer.

—Jefa. ¿Quieres que te traiga algo?

«Amanda» Alexandra se sorprendió que su pensamiento nuevamente fuera para la Ingeniera. "Me estoy desmoronando de verdad", —pensó. Tomándose unos minutos para responder y ordenar sus pensamientos y emociones logró responderle a su asistente.

—Nada, tranquilo—le dijo acercándose y colocando la mano en su hombro derecho —Siento mucho preocuparte con mis cosas personales, suficiente ya tienes con llevar las cosas del trabajo.

—¿Por qué no sales un rato? Creo que deberías a salir a despejarte, no sé, ve a una discoteca o a un bar a tomar algo—le dijo Jhoan al ver el agotamiento físico de su jefa.

La realidad es que a Alexandra no le desagradó la idea, tenía algunas semanas sin salir, además el hecho que estuviese pasando por este trance, no tenía ningún impedimento para salir y divertirse un poco. Pensó en algunas compañías de una que otra amiga, pero ya sentía que tenía suficiente con Martha como para seguir buscando mujeres. Esta noche sería para ella.

—Sabes que tienes razón, voy a salir y será esta noche. La verdad es que tengo muchas noches sin pasarla bien— le contestó Alexandra segura de sí misma.

—Pero, con control, jefa. No queremos más problemas... y sabes a qué me refiero— le dijo Jhoan con firmeza viéndola a los ojos.

El chico salió de la oficina y la pelirroja rápidamente desvió la mirada hacia la Oficina de Amanda, la estaba viendo trabajar muy concentrada con sus lentes de carey y una cola de caballo, tenía la punta del lápiz cerca de su boca y ver eso la descontrolaba. ¡Qué hermosa es! Sin duda alguna, el problema de Martha era un hecho que tenía a la empresaria los pelos de punta, pero no lograba dejar de pensar constantemente en Amanda, esa muchachita insolente que la desesperaba y no sabía por qué, ¿Por qué antes no se había fijado en ella cómo ahora? A pesar que tuvieran sus diferencias tenía que reconocer que Guzmán era muy profesional y capaz para hacer cualquier trabajo, de hecho, la estaba tomando en cuenta para llevarla al próximo evento de AT de la Expoventa, sería de gran ayuda. Y aunque no conocía mucho de Amanda, veía que era cordial con sus compañeros, era popular y accesible, aptitudes que llamaban mucho la atención en una empresa, cosa muy diferente a ella. —Eso es, ella es diferente a todas— se dijo para sí misma. Desde luego, era ingeniosa e inteligente, y tenía carácter.

Era todo un reto para ella en todos los sentidos. Sin lugar a dudas, Amanda Guzmán era para Alexandra Martell, la mujer más enigmática que había conocido en mucho tiempo. En toda la vida, quizá.

**********

Al igual que Alexandra ha pensado en Amanda, la joven también lo ha hecho. Y es que desde ese beso en el asesor la ingeniera ni en su trabajo se lograba concentrar. Cada dos por tres Amanda sitúa su mirada hacia el despacho de su jefa, hace solo un momento Amanda tuvo un pequeño desencuentro con Catalina, la pasante a su cargo, y es que ella sabe perfectamente que la chica tiene sentimientos y la ingeniera la hace sentir bien y se aprovecha un poco.

—Dame razón de Catalina. Sé que me pase con ella— le dijo con visible arrepiento a su amigo y compañero de trabajo, Julio.

—¡Umm! ¿En serio te interesa? Muy mal, Amanda. Muy mal, esa chica es noble y sabes que tiene una admiración por ti. No te aproveches, no pagues tus frustraciones con otras personas.

Amanda sabía a lo que se refería, en estas últimas semanas había actuado un poco mal con Catalina.

—Lo sé. Y es feo lo que hago, pero sabes que a pesar de qué me gustaría tener alguien así en la vida, siempre me voy por el lado difícil. ¿En serio le gusto a está Chiquita? ¡Por Dios! Que me vio; es decir, no me conoce en realidad, solo se fija en como actuó aquí en la empresa.

—¡Ay! Mamita, ya sabes cómo funciona el corazón. Es mejor que dejes eso así, las cosas claritas.

—Si pudiera— Amanda levantó su mirada con tristeza y resignación hacia la oficina de Martell y Julio intuyó algo raro entre su amiga y la empresaria, algo estaba pasado. Y debía descubrirlo.

—Y bueno que todo fluya. ¿Cómo está todo?.. ¿Martell?

—No ha salido casi desde que llegó, es más me atrevería a decir que ni siquiera salió a almorzar, está muy rara desde que salió está mañana su abogado de su despacho. Es muy extraño, ha hecho llamadas, cara de preocupación, aunque sabes, lo ha disimulado muy bien, como siempre- Amanda se expresaba con preocupación, gesto que Julio le causaba inquietud.

—Muy extraño, ¿no? Quizás algo no vaya bien... ¡Ay! Con tal que no sea de la empresa, porque no quiero quedarme sin trabajo... y tú muy preocupada, te noto— Julio está última frase con toda su intención de sacar información.

Amanda salió de su estado de preocupación y volteo la tortilla. —¿Yo? No, no. Lo normal—se aclaró la garganta.

—Si. Claro— Julio se le quedó mirando incrédulo.

La semana venía muy cargada así qué Julio le propuso salir a Amanda está aceptó un poco renolona pero rápido se armó un grupo de amigos. Julio invitó a Catalina y Amanda llamó a su amiga de piso, Andrea para salir en la noche, la noche era muy joven y Amanda la iba a aprovechar al máximo.

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