CAP 29: DOMAR UNA FIERA.
A la mañana siguiente Amanda se levantó primero «Al fin creo que logré domar a la fiera... con sexo, mucho sexo» dijo bajito entre risas para no despertar a Alexandra que dormía plácidamente. Amanda tenía un par de días mientras el Sr. Hernández terminaba con el papeleo y quitaba del medio a su sobrino Maximiliano, así qué esos días los iba a aprovechar al máximo.
Para Amanda era súper raro la idea de estar compartiendo esos momentos con Alexandra. Compartir una cama, un lugar para las dos era como estar viviendo un sueño. Se vistió y bajo a panadería a comprar el desayuno. Unos cachitos y una malta para ella y unos croissants con café y jugó de naranja para su emperatriz. «Aunque mi desayuno podría ser ella» —¡Dios! Martell. Has creado una depredadora sexual —dijo.
Después de desayunar salieron un rato, visitaron centros comerciales, tiendas, museo, para después llegar al apartamento cansadas, Amanda resolvió darse una ducha y al rato tenía a Alexandra con ella.
—Pensé que me extrañabas, bebé— dijo la pelirroja con una sonrisa y besando por el cuello a la joven.
—Eres insaciable— exclamó Amanda acercándola a ella para que el agua mojaba su cuerpo perfecto, pero cuando la pelirroja iba a darle un beso, la joven se apartó para admirar todas esas gotas cayendo sobre su piel, aparte de mirar unos senos voluptuos—Te ves realmente sexy, Martell— le dijo Amanda con ojos de pasión.
—Me siento sexy, pero tu haces que realmente me lo crea.
Alexandra estaba rendida de placer, necesitaba tocar a su compañera, pero esta se lo impedida, pasaba es que Amanda quería grabar esa visión tan sensual que tenía de la empresaria, aunque eso suponía una tortura para las dos. Al poco tiempo una corriente en el cuerpo de Amanda pasó haciendo aflojar sus piernas y era porque Alexandra había pegado su cuerpo contra el de ella, solo bastó unos minutos para cada una entregarse en el deseo contenido, el momento paso entre besos, caricias y gemidos, todos ellos envueltos en el más sincero y genuino amor que ambas sentían mutuamente.
Ya en la noche se fueron a comer al mismo restaurante donde el Sr. Hernández la había llevado cuando llegó a Caracas, pero por lo tarde que era, la cocina estaba cerrando, una propina escandalosa por parte de Alexandra hizo que las chicas se convirtieran en clientes VIP que cualquier negocio de comida quisiera tener.
Después de cenar, se fueron a caminar y justo dieron a parar a un parque, Amanda le gustaba caminar de noche, ella sentía que la noche tenía un encanto especial y por eso le propuso caminar a Alexandra antes de ir al apartamento llegaron y se sentaron en unas butacas un poco apartadas, el lugar estaba un poco vacío, lógico por la hora, pero había una que otras parejas aisladas. «Alex está callada»— pensó Amanda.
— ¿Por qué estás tan callada?, ¿Qué piensas? —le preguntó haciéndola reaccionar.
—Algo en mis pensamientos.
—¿Algo como qué?
—No, solo que me he dado cuenta de la realidad de todo lo que hemos vivido últimamente— Alexandra miraba al horizonte y Amanda la escuchaba atentamente. —He vivido todo muy acelerado en mi vida, pero siento que es por el dinero que lo he tenido siempre a la mano, no sé si me explico, mujeres, fiestas todo lo he obteniendo sin sacrificios, tengo unos empleados que no me soportan y trabajo en algo que no elegí en su momento, pero con el tiempo me he ido adaptando, además mi vida antes de AT no es que era muy productiva.
Amanda la abrazó con fuerza, intentando que dejará esos pensamientos a un lado. Pero al parecer no los consiguió y entendió que este era el momento de la empresaria para comunicarse. —El caso Amanda— la miró fijamente a los ojos. — Es que después de conocerte y pasar tiempo juntas, has hecho que yo quiera cambiar algunos aspectos de mi vida personal, quiero tener todo contigo, Amanda. Quiero que vivamos juntas, quiero viajar contigo, quiero amanecer contigo, quiero discutir contigo para después reconciliarnos haciendo el amor... Yo estoy enamorada de ti Amanda Guzmán y no me quiero esconder, ya no lo quiero ocultar ante nadie.
Amanda estaba visiblemente emocionada, la emperatriz de hielo como la llamaban en su empresa le estaba abriendo su corazón, y por un lado le causaba ternura y por otro le excitaba esa declaración tan emotiva, un sentimiento fuera de lugar, lo era, pero ese era el efecto Martell que podía hacer sentir a Amanda miles de cosas con una confesión, con un toque, una mirada. Amanda le urgía sacarla de ahí y Alexandra sabía que si se acercaba las intenciones de la joven no serían nada inocentes.
—Si te dejo que me beses, nos pueden denunciar por escándalo público— dijo la pelirroja con una sonrisa juguetona.
—En realidad porque no es que sólo me provoca besarte nada más, quiero quitarte la ropa aquí mismo y hacerte el amor ¡Ya! Así que nos vamos. —la joven le tomó la mano para irse, pero antes de empezar a caminar la detuvo.
—Espera un momento— le dijo. —Escuché todo lo que me dijiste, y yo también estoy enamorada de ti, te lo he confesado y yo también quiero todo contigo... hasta... hasta bebés me he imagino contigo— la joven se tapó la boca y ojos como apenada —pero es lo que quiero.
Alexandra se le suavizó el rostro y una mirada de ternura se posó en su cara, tomando con sus manos el rostro de la ingeniera. —Mi vida todo a su tiempo. Pero me emociona que quieras compartir algo tan lindo como es la maternidad conmigo. ¡Te amo!
*************
Habían pasado algunas semanas y Alexandra había tenido que irse a Valencia a atender sus asuntos en la empresa, mientras las chicas estaban separadas mantenían una comunicación fluida, uno que otro fin de semana Alexandra se daba una escapada para ver a Amanda. Era la última clase del diplomado y el Sr. Hernández daba una charla para finalizar. Tanto él como la ingeniera estaban satisfechos con los resultados.
—(...)Espero que todos aprovechen los conocimientos que la Señorita Guzmán les ha compartido y que los pongan en práctica para mejorar el rendimiento en sus trabajos— dijo para cerrar el discurso.
Mientras todos aplaudían, el Sr. Hernández le daba un abrazo a Amanda y felicitándola por el trabajo realizado, también aprovechó para ofrecerle una plaza que estaba vacante en su empresa ya que había destituido del cargo a su sobrino Maximiliano, la ingeniera prometió darle una respuesta lo más pronto posible le hacía muchas ilusiones ya que era lo que siempre había querido ascender en su trabajo, evolucionar como ingeniera en telecomunicaciones. La joven Se había quedado sola en la Sala de conferencias donde solía dictar el curso tomó su celular para llamar a su amante, pero no contestaba en eso escuchó unos toques en la puerta y se extrañó, pero cuando abrió y se dio cuenta que era su pelirroja se sorprendió y fue incapaz de reaccionar, el corazón sentía que se le iba a salir por la boca, sus manos le sudaban. Estaba feliz de ver a la empresaria.
—Espero no molestar a la Señorita Guzmán— dijo Alexandra desde la puerta.
Fue con la voz de la exuberante, la mujer de ojos azules hizo que Amanda reaccionará, tomándola de la mano obligándola a entrar, la besó con ternura y unas ganas inmensas. Alexandra la abrazo con las mismas ganas, afirmando que era real porque todavía existía una parte de la empresaria que no creía que se merecía ese amor. Amanda notó a su amada cansada y con ojeras.
—¿Qué pasa, Alex?
—Nada. ¿Por qué?
—Porqué te noto rara. Hasta tienes ojeras.
—No es nada amor, solo un poco cansada y me urgía estar aquí contigo en tu último día. Ya quiero que nos vayamos a casa.
Esa última frase hizo que Amanda tomara aire, la desestabilizó por la propuesta que le había hecho el Sr. Hernández. Pero Alexandra se había presentado para llevarla a comer, mientras iban por las instalaciones de la empresa ni siquiera tomó de la mano a Amanda, tampoco se acercaba a ella y la seguía desde una distancia prudencial hasta el carro. Todavía guardaban las apariencias, disimulaban su amor delante de ciertas personas, pero esto no era una aptitud que le molestaba a Amanda, al contrario, llevar esa relación un tanto clandestina la excitaba y porque no decirlo, Alexandra también le gustaba este juego que tenían entre las dos. Cuando el carro iba en movimiento y se para en el primer semáforo, Alexandra se abalanzó sobre ella y la beso con todas sus ganas.
—¡Hola! Guzmán— dijo sonriendo. —Había que guardar las apariencias delante de Hernández y su gente, pero me moría por besarte como te lo mereces.
—¿Morías por besarme? — pregunta muy coqueta Amanda.
—Siempre, todos los días, a cada hora. Es que creo que tengo una pequeña adicción por tus besos— confiesa sonriendo.
Comieron en un lugar cerca de la empresa y entre todo lo que hablaron Amanda le comentó sobre la propuesta de Hernández.
—Sabes que Hernández me ha ofrecido el puesto que era de Maximiliano— dijo un poco tímida. Viendo el visible cambio de Alexandra al de descomposición, pero eso no le impidió darle una respuesta objetiva a Amanda.
—Es de esperarse, Amanda. Eres una mujer muy profesional y cualquier empresa quisiera tenerte en su personal. Deberías planteártelo. — fue la sorpresiva respuesta que le dio Alexandra a Amanda. La joven quedó sorprendida y solo la miraba con ojos de confusión. —Me gusta tenerte cerca y poder verte desde mi oficina todos los días —sonríe— Y sobre todo me encanta verte con tus lentes tan concentrada porque ni te das cuenta lo sexy que te ves —confesó— Pero no puedo cortarte las alas, linda. Creo que aquí tienes más opciones de ascender que en AT. No puedo ser egoísta.
—Ok. Gracias, lo tendré en cuenta a la hora de darle una respuesta al Sr. Hernández. — Amanda también le dio una respuesta sincera a Alexandra y se quedó en silencio por unos minutos. La joven no estaba molesta, solo sorprendida por la actitud de la pelirroja.
—¡Um! Así que me espías desde tu Oficina... Y me veo sexy con lente, ¿no? — dijo sonriendo.
—¡Ay! No te hagas la interesante— dijo Alexandra— Te he visto con tu mirada clava en mí y no precisamente a mis ojos — tomó de su copa de vino.
—No me estoy haciendo la interesante— respondió Amanda riendo.
—Esa era tu táctica ¿no? —preguntó Alex, fingiendo molestia.
—La verdad es que no lo sé, jefa. Pero creo que lo que hice, funcionó, soy muy buena en todo, Martell —dijo Amanda con picardía y un ego fingido.
—Funcionó tanto que hasta tu caíste. —añade riendo despreocupada.
Para Amanda, Alexandra tenía una de las sonrisas más cautivadoras e irresistibles. Cuando la veía reír simplemente le causaba emoción y no se podía creer que las dos cambiarán tanto que le resultaba difícil de asimilar. «¿Quién iba a creer que tendría una historia con la dueña de la empresa dónde estaba entrando?» —pensó la joven mientras veía a Alex. La llegada de la empresaria a la capital era para llevar de vuelta a casa a Amanda, no quería que regresará sola. «La realidad es que Alexandra siempre se ha preocupado por mí, solo que antes lo demostraba de otras maneras más sutiles». Cuando el mesero llegó a ofrecerles la variedad de postres la mirada de Alex se posó en la de Amanda y entre sus códigos la joven prefirió un mejor plan.
Ambas estaban en la cama tratando de regular la respiración, —Definitivamente es mejor este postre que el del restaurante— dijo Amanda sonriendo.
—Siempre este será el mejor plan, Amanda— dijo Alex dándole besos en el hombro. Cuando el celular de la joven vibró, estiró su brazo y tomó el móvil y se dio cuenta que era un mensaje de Daniela, invitándola a tomar una Copa de despedida.
—Daniela me está invitando a tomar algo hoy en la noche— soltó sin darle mucha importancia. —Me dice que quiere despedirse de mí.
Alexandra se tensó al escuchar el nombre de Daniela, pero cerró sus ojos concentrándose en el cuerpo de la mujer que tenía a su lado. No quería romper con el ambiente tan bonito que tenía con su amada.
—Ok. Está bien— dice con una voz calmada, pero Amanda ya conocía ciertas cosas de su pelirroja y esa aparente tranquilidad no se la creía. Así que resolvió colocarse encima de ella y mirarla a esos ojos azules que en ese momento estaban claros y brillantes.
—Sabes que es sólo una amiga de la cuál debo de despedirme, ¿verdad? — refuerza su comentario con un tierno beso —Y qué de no ser por esta llamada preferiría quedarme contigo toda la noche — La pelirroja asintió, pero le hizo un pequeño puchero y antes de que se sintiera manipulada se levantó para darse una ducha, las horas corrieron y se hizo de noche, la ingeniera se arregló, le dio un beso corto a Alex. —¿Te espero despierta? — preguntó Alex.
—Si... y sobretodo desnuda— le guiño un ojo desde la puerta y se fue.
La noche con Daniela iba muy bien, entre risas y anécdota de ambas y así pasaron las horas. Para Amanda, Daniela siempre ha sido una chicas buena, cómica, extrovertida y que si las circunstancias las hubiese unido de seguro hubiese tenido algo con ella, pero el verbo hubiese en la práctica no existe.
—Un pajarito me contó que te hicieron una propuesta para quedarte en Gettford Venezuela. ¿No?
—¡Um! Ese pajarito aparte de chismoso te contó bien — risas. —pero no sé. Estoy pasando por muchas experiencias nuevas, Daniela. Lo estoy pensando, sí.
—Experiencias nuevas, con la mujer que tienes en tu apartamento de seguro.
Daniela ha entendido perfectamente la relación de Amanda y Alexandra y es que se necesitaba tener una venda en los ojos para no darse cuenta que ellas tenían química, que de solo estar cerca se sentía el corto circuito, de sus miradas y gestos. —¡Wow! Me encantaría encontrar a alguien así— dijo Daniela con cierta nostalgia.
—Estoy segura que te llegará, Dani. El universo tiene a alguien destinado para nosotras. Mírame a mí, la tenía frente de mis ojos y no la veía; es más, me caía tan mal que me cerraba y ella también.
Las chicas se despidieron con un fuerte abrazo con la promesa de seguir manteniendo el contacto. En el trayecto a casa Amanda estaba feliz de pensar que Alexandra la estaba esperando, le gustaba esa sensación de tener a alguien en casa, fuera de su amiga Andrea. Alguien quién contará las horas para verla.
El reloj marcaba las 11:40 pm cuando Amanda escuchó —Tardaste mucho— Alexandra la esperaba con una bata de seda color salmón donde se le notaba que debajo solo estaba como Dios la trajo al mundo.
—Te mostraré cómo la señora Martell debe de recibir a su amante— Amanda la tomó con fuerza y le dio un beso profundo, quitándole la bata y dejando que cayera al suelo.
—Te extrañaba— la pelirroja dijo en un susurro mientras entre besos y caricias sé encaminaban a la habitación.
—Demuéstramelo.
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