CAP 27: AMIGOS DE LA INFANCIA.
Amanda estaba muy concentrada explicando un objetivo en clase cuando de repente escuchó la puerta abrirse estruendosamente entrando Alexandra, ve como todos se devoran con la mirada a la mujer, la empresaria iba directo hacía la joven, pero ve como Maximiliano interrumpe su paso y fue cuando ella lo miró con picardía, se acercó y lo besó en los labios. «No, no puede ser» Vio como ambos después sonreían con ínfulas de superioridad y el hombre le dijo: —No vas a poder conmigo, Amanda.
La joven abrió los ojos de golpe, estaba sudando frío, su corazón latía fuertemente giró su cabeza y Alexandra dormía plácidamente, estaba desnuda y solo la cubría un pedazo de las sábanas que compartían las dos. «¡Qué sueño tan loco!» dijo casi en un susurro, se levantó en silencio después de contemplar brevemente el rostro relajado de su amante, camino al baño y se echó un poco de agua en la nuca y lavó su cara. Fue a la cocina a preparar un poco de café y vio el reloj de pared que marcaba, «sábado 7:55 AM» cuando el café estuvo listo tomó una taza y se fue hacía la terraza que quedaba justo al comedor. Desde ahí podía ver gran parte de la ciudad de Caracas.
—El cielo está hermoso. ¿No te parece? — dijo Alexandra sorprendiéndola con un abrazo de espalda. —¡Buenos días!
Amanda sonrió —¡Buenos días! Solo por eso me quedaría aquí. Su vista es hermosa— por unos segundos se quedaron calladas y absorbiendo esa tranquilidad.
—Dime una cosa— dijo Amanda —¿Cuál era el contenido de ese documento que le diste al Sr. Hernández?
—Pruebas de algunas estafas que ha hecho Maximiliano con la empresa de su tío y algunas demandas que tiene por acoso laboral de antiguas ex compañeras de trabajo— Amanda la miraba asombrada, definitivamente Alexandra era una caja de sorpresas. — He tratado mucho con ese tipo de hombre, Amanda —Y antes de que la joven pudiera contestar, una llamada al celular cortó el ambiente de las chicas, la mujer le dio un beso y fue atender la llamada, cuando lo tomó en pantalla mostraba el nombre del Sr. Hernández, el hombre solicitó una reunión con Alexandra y también le pidió que Amanda no asistiera y por supuesto eso a la ingeniera no le dio buena espina. Mientras que Martell fue a la reunión la joven no paró de dar vueltas en el apartamento, intentó despejarse y hacer cualquier actividad para dispersar la mente, esperaba con ansiedad que Alexandra o que por lo menos le enviará con un mensaje, hasta que escuchó una notificación en su celular y cuando fue al chat solo se encontró un emoji con el dedito arriba. (👍🏻) se imaginó que había salido bien todo —Pero por qué no manda un texto, un mensaje de voz... Supongo que no me queda más remedio que esperar a que aparezca para contarme lo sucedido.
Miró el reloj y marcaban casi las 12 del mediodía y decidió darse un baño relajante mientras lo hacía pensaba en lo encantada que estaba por tener a Alexandra con ella, sentía que lo que había pasado la noche anterior era un paso más en la relación que tenía con la empresaria —Al parecer, ella se va abriendo un poco más a mí. Poco a poco se van quitando esa careta que esconde todos sus sentimientos, todavía falta, pero vamos bien, paso lento pero seguro— ¡Sonó el timbre!
—¡Dios! Llegó el Icebergs Martell— dijo entre risas —Se acabó el momento de relax. — así que fue rápidamente a buscar una toalla y salió envuelta en ella. Antes, vio por la mirilla: después de todo, iba casi semidesnuda y no quería sorpresas.
—¿Dani? — dijo en silencio sorprendida. Daniela Rocha, era una amiga de la infancia, estudiaron juntas en el colegio pero fue hasta la Universidad que se empezaron a tratar. Daniela vivía en Valencia y una vez que se graduaron en la misma carrera la chica de piel canela se fue a buscar otro futuro en la ciudad capital, no habían dejado de tener contacto a pesar de la distancia, tenían una relación curiosa porque era como una especie de seducción constante, a pesar de que Amanda en otros tiempos tenía su novio oficial.
Dani, como usualmente llamaba Amanda, enrojeció cuando la vio en paños menores. —¡Dios mío! Sí sé que me vas a recibir así hubiese venido antes— dijo pasando de largo y dando la vuelta hasta ver a la ingeniera cerrando la puerta. —¿Por qué no me dijiste que venías a Caracas? — Amanda sonrió de medio lado y esquivó un poco su contacto. Ya las cosas habían cambiado para la ingeniera.
Amanda le hizo una reverencia para que terminara de pasar. —No te avisé en su momento porque he estado full y además no es una vista de placer, estoy contratada por una empresa para dictar un diplomado a los empleados, pero te iba a llamar.
Daniela miraba con cierto deseo a la joven y esta se dio cuenta así que prefirió irse a vestir, también por si llegaba Alexandra ya que sus fachas podrían malinterpretar la situación. Pero no le dio tiempo porque al momento empezó a sonar el timbre y salió rápido abrir, esta vez no vio por la mirilla, sabía quién tocaba con esa insistencia.
—¿No puedes tocar como una persona normal, Martell?
—Tranquila mi amor. Más bien deberías estar de brincos porque te salve el trasero, que por cierto vas a tener que compensarme— esto último lo dijo cerca de su oreja
—Se me ocurren muchas maneras de hacerlo, pero quizá prefieras elegir una tú misma —le contestó la ingeniera con malicia. Alexandra no se había fijado en que uno, tenían visitas y dos, en las fachas con las que Amanda la había recibido. Pero ni hacía falta que las presentarán porque Daniela fue hasta la pelirroja y se presentó —¡Hola! Un placer soy Daniela, pero tú me puedes decir Dani. Soy amiga de esta belleza— una mano se la extendió a Alexandra y la otra libre agarró del lado por la cintura a Amanda, gesto que hizo sentir incómoda tanto a la empresaria como Amanda, aunque por diferentes razones.
—Mucho gusto, Alexandra, pero tú me puedes llamar, Alexandra— contestó la dueña de aquellos ojos azul intenso y con cara de pocos amigos.
Amanda hizo un movimiento para soltarse de su amiga, sabía que ese gesto había incómodo a la pelirroja y con justa razón, si hubiese sido lo contrario ya Daniela no estaría en el departamento. Pero la mejor manera de tirar a Martell hacia ella era poniéndola celosa, le gustaba la fiera que se despertaba dentro de ella. Siempre y cuando no le pegara, claro. Cómo lo hizo en el ascensor.
—Miren me tengo que vestir, pero qué tal si tú y yo, Dani, nos vemos después, yo te llamó, no sé y salimos. ¿Si? — mientras Amanda iba conduciendo a su amiga a la salida.
—Ok, ok. Me voy con una condición— Amanda estaba impaciente esperando que se fuera sentía la mirada clavada de Alexandra. —Quieres que vayamos a uno de esos sexshops donde hacen espectáculos picantes.
«¿Por qué no? Puede ser divertido» dijo pensativa y casi empujó a su amiga —Te aviso, pero ya vete.
Dani insistía —Dile a tu amiga la amargada esa, tal vez allá se le quité lo estirada— dijo con risas.
—Veré. ¡Adiós!
Terminó de cerrar la puerta y con la misma se dio cuenta que Alexandra se había marchado a su cuarto, decidió no molestarla por ahora y de una vez por toda fue a vestirse. Cuando salió vio que era la hora del almuerzo y preparó la comida, puso la mesa muy bonita y cuando se disponía a llamar a su compañera esta salió de la habitación algo molesta. Durante la comida Amanda intentó sacarle conversación, pero la esquivaba con facilidad. «Ya sé que carnada lanzaré para que mi fierecita muerda» —pensó.
—¿Quieres más vino? — le preguntó con cautela. Ella asintió.
—Dani nos invitó a un espectáculo erótico hoy en la noche. Y por mi iría porque siempre he tenido curiosidad y seguro será divertido.
A Alexandra no la podían engañar, sabía la clase de artimañas que personas como Daniela utilizaban para atraer a las mujeres a su terreno. Muchas veces fue Daniela en la vida.
—Esa está loquita por acostarse contigo y por eso te invita a esos sitios dónde te ponen bien prendida para que estés flojita al momento de lanzarse.
—¡Ahhh! Pero ves, aquí es dónde entras tú. Si vienés me salvas de esas malas tentaciones— si le preguntarán a Amaba, ¿cuál era su pasión? Seguro respondería, «picar a Alexandra»
—Lo siento, no soy tu baby sister, Guzmán. ¿Te da curiosidad? Anda con tu amiga, Danielita.
Y antes de que se abriera un debate excitante ahí mismo a Amanda se le escapó una carcajada, no sé imaginó que la empresaria fuera tan egoísta porque estaba segura que Alexandra Martell había utilizado esa estrategia más de una vez, pero más allá de ponerse celosa o molesta, a la ingeniera lo que hacía era excitarla de sólo pensar verla en ese sitio. Alexandra se paró de la mesa llevó su servicio al fregadero lo lavó lo más rápido posible y se llevó la copa de vino a su cuarto, dejando a Amanda fuera y obviamente cerrando el juego que tenían. ¡Lástima!
Amanda era muy inteligente emocionalmente. Pues si Alexandra no quería acompañarla, pues ella se iría con su amiga. La tarde paso sin ninguna novedad, ya en la noche y antes de irse Amanda tocó la puerta de donde estaba la pelirroja y al ver que no le contestaba le pasó un papel por debajo de la puerta con le dirección del sexshop, por si quería ir. —Te estaré esperando, dulzura.
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