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CAP 25: ASALTO A UN TRAIDOR

El mes pasó sin contratiempos, pero con poca interacción entre Amanda y Alexandra, cosa que había inquietado a la joven esa actitud, sentía que le estaba escondiendo algo y sobre todo por lo que había pasado entre ella. Pero lo que sí era seguro es que las clases parecían estar dando resultados. La ingeniera se centró en sus clases, les explicaba a sus colegas, que con la llegada del mundo virtual se ha aperturado un gran número de nuevas oportunidades para las empresas y su forma de hacer negocio. La capacidad que proporciona la tecnología para el almacenamiento, la organización y el acceso a datos ha permitido a empresas aumentar la cartera de clientes, llegando a ámbitos internacionales de negocio. Quería que aprendieran a utilizar la tecnología en beneficio de la humanidad, estaba fascinada con el resultado de la interacción de los alumnos, había mucho talento en esa empresa.

Por otra parte, Andrea la había puesto al corriente de su relación con Humberto, al parecer el chico iba muy en serio con ella. Después de la despedida en el aeropuerto volvió a Valencia a visitarla y ya lo ha hecho en varias ocasiones así que de esta manera estarían solucionando el tema de la distancia. El problema, según Andrea, es que ese tiempo se ha convertido en insuficiente. Le comentó que tenían una necesidad mayor el uno del otro. Y hasta habían tocado el tema de vivir juntos «Se verá cómo termina esta situación».

También le habló de Ámbar y según Humberto, había conocido a alguien y estaba ilusionada, situación que emocionó a la ingeniera porque ella no le podía corresponder como se merecía, Amanda estaba muy clavada con su jefa.

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Alexandra estaba recorriendo el pasillo pensado en toda la suciedad en la que César Suárez había involucrado a su empresa y gracias al sobre que había recibido en completó anonimato con las pruebas de los delitos cometidos por Suárez la empresaria había entregado la pruebas a la PM para detener al Gerente de Ventas de la sucursal de ATechnology's en Puerto La Cruz. Pero no sólo estaba involucrado en delitos como narcotráfico y su relación con el cartel «Hijos del Sol» sino que junto a Martha Indriago armaron un show para que hicieran las fotos para comprometer y chantajear a la empresaria.

Por petición de la propia Alexandra Martell a la Policía Militar les suplicó que primero la dejaran hablar con César Suárez antes de entrar a las oficinas y detenerlo. La solicitud fue discutida, a la que al final accedieron y sin levantar ninguna sospecha esperarían el momento para actuar. Sin llamar antes de entrar abrió la puerta, cruzó la habitación y dio un manotazo en la mesa. Con sólo ver la expresión de culpabilidad reflejada en el rostro de César supo que había hecho de todo lo que se le acusaba.

-Tú- dijo tragando de golpe un bocado de pizza que estaba comiendo-. ¿Qué...qué te trae a mi humilde oficina?

-No me hagas perder el tiempo, infeliz- Alexandra colocó sus brazos cruzados -Ya sabes por qué carajo estoy aquí- César miró furtivamente hacia la puerta, como si estuviera pensando en echarse a correr. Después, con una fanfarronería que a duras penas podía mantener, dijo: -¡Relax! Alex. Escucha, no sé qué te habrán contado, pero no he hecho más que dedicarme a esta empresa. Solo son rumores.

-¿Si? ¿Rumores? - la empresaria soltó una carcajada -Mucho que le has dedicado a la empresa, tanto que la has vinculado en tus negocios sucios con el cartel de los hijos del Sol, la has utilizado para lavar dinero, infeliz. -explotó la empresaria, sin poder dar crédito a sus oídos a lo que había dicho Suárez.

Todo tenía sentido, incluso aquellos puntos oscuros del interrogatorio que Alexandra no entendía con la PM. Le habían preguntado si había estado alguna vez en Colombia, México y si la empresa tenía relaciones con algún proveedor de armamento militar y policial ruso, también le pidieron una lista de todos los contactos comerciales de César Suárez, lista que en su oportunidad también le había pedido Amanda.

-Pues te puedo reunir toda información adecuada para que tengas todos los datos en tu poder -dijo César-. Comprendo tu preocupación, pero esos rumores los han puesto en circulación mis enemigos, Alex. El asunto es...

-¡El asunto es...que estás muerto y enterrado! Tengo todas las pruebas en mi poder, y muchas de esas pruebas me las hizo llegar alguien que te conoce muy bien- Alexandra tomó el teléfono de la oficina y llamó -Hazla pasar- la mente de César trabajaba a marchas forzadas para saber quién lo había traicionado.

-¿Tú? - César estaba petrificado y pensó que jamás volvería a ver a Judith Anderson. Anderson fue durante mucho tiempo su asistente, tiempo en el cual Suárez cometió muchos abusos con la mujer, intentando denunciarlo, pero todas las pruebas fueron eliminadas por el padre de Suárez, así como hizo en su momento con el padre de Alexandra, pero en vez de renunciar a la empresa se quedó en el mismo sitio reuniendo todas las pruebas para en algún momento poder vengarse de ese hombre. Judith llegó a conocer todos los movimientos del Gerente de Ventas y cuando se enteró que AT estaba siendo investigada contactó a Alexandra, la chica estaba segura que toda esa documentación estaría en buenas manos.

-Yo... Tu peor pesadilla y vas a pagar por todos los delitos que has cometido... - dijo su ex asistente.

César no tenía ya nada que decir. La miraba con mala cara, con una mezcla de temor e incertidumbre. -Ponla aquí encima -dijo Alexandra, golpeando la mesa secamente.

-¿Qué?

-La carpeta con las fotografías.

César se puso rojo como un tomate, soltó una especie de silbido y se agarró el pecho. «Por favor, un ataque de corazón no.» No estaba de humor para hacerle la boca a boca a aquella sanguijuela. -¡Vamos! -gritó Alexandra.

-No sabía que iba a hacer fotos, la prostituta de Martha, lo juro. -Empezó a decir tonterías, mientras se agachaba y sacaba la carpeta del último cajón- Sólo le dije que te vigilara y me informara, pero esos... Parece que no saben hacer nada si no usan la cámara. «Que no me muera aquí mismo.»

-¿Encargaste a un detective para que me vigilara?

-No es lo que parece. La idea no fue mía. Esa mujer...Martha. Vino aquí un día...

-Y te la cogiste.

-Si. Sabía que yo te odiaba -replicó, incapaz de contenerse ni aun estando hundido hasta las orejas.

-Estás despedido, César -dijo, y la expresión golosa que tenía Casar desapareció al instante.

-No puedes despedirme, aún tengo el 15% de la empresa.

-Acabo de despedirte y con respecto a eso te las voy a quitar, malparido -Alexandra descolgó el teléfono y llamó a los agentes de la Policía Militar.

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