CAP 20: REGALO DE DESPEDIDA.
El comunicado que le había llegado a Alexandra de parte de la empresa, Gettford Venezuela de su colega, Jacinto Hernández, había descolocado a la empresaria, sabía el contenido de la carta y se entristeció de tan sólo pensar estar lejos de la ingeniera, pero tampoco podría ser egoísta y menos sabiendo que esa propuesta era una gran oportunidad para Amanda.
El día libre que le dio a Amanda lo aprovechó para atender unas cuantas reuniones y estar lo más ocupada posible. Hizo algunas llamadas y de vez en cuando miraba al despacho vacío de la ingeniera y le entraban unas ganas locas de llamarla, pero por obvias razones no lo haría.
La tarde pasó entre hojeando documentos y leyendo la Carta del Sr. Jacinto Hernández, —6 meses en Caracas con todos los gastos pagos...— leía en voz baja.
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Al siguiente día, la mañana en ATechnology's había pasado sin novedad. Amanda estaba visiblemente contenta y desde su despacho miraba a Alexandra trabajar incesantemente, miró el reloj y casi era la hora de salida para almorzar y decidió enviarle un mensaje.
La pelirroja vio el mensaje y se emocionó, le iba a contestar que no, pero se dejó llevar, no quiso poner resistencia, pero si estaba intrigada «¿Para qué me querrá ver Amanda?» —se preguntó— Por otra parte, la ingeniera se dio cuenta del reloj y dejó un mensaje a Jhoan para salir rumbo a la entrada para esperar a su cita. En minutos Martell se dejó ver en la entrada, Amanda la vio con su cabello rojo suelto le resaltaba el color por la intensidad del Sol. «Preciosa» dijo la ingeniera desde su carro, caminaba con una sensualidad deslumbrante. Amanda sacudió la cabeza porque los pensamientos lujuriosos estaban dominando su mente y cuerpo, le tocó corneta y se dirigió hasta llegar al carro.
—Deseo que el motivo de invitarme a comer valga la pena— la joven la miró se puso sus lentes de sol y sonrió.
—Prometido.
Alexandra estaba contenta pero la respuesta la motivó más, su sonrisa fue sutil y silenciosa. Le gustaba estar cerca de la ingeniería así que se soltó para disfrutar de su compañía.
—¿Te gusta la comida Mediterránea, Alexandra? — preguntó Amanda. La empresaria la miró y asentó con la cabeza. —Pues te voy llevar al mejor restaurante aquí en Valencia. Aunque de repente ya lo conoces, pero es mi favorito. — le dijo arrancando el carro.
Entraron al restaurant, Casa Valencia y el chico las llevó hasta una mesa muy cerca de la fuente, es un lugar muy íntimo donde la iluminación era un poco baja. En seguida llegó el mesero y les dio la carta, esta vez fue la joven la que eligió todo, Alexandra parecía impresionada. A veces le gustaba dejar que otros decidieran por ella. Hablaron de muchas cosas, la empresa, la propuesta de Hernández, las chicas intentaban no pasar esa barrera de lo profesional a lo personal.
—Sé que la persona que manden a sustituirme no me llegará ni a los talones. Pero le pido algo Señora Martell, que no le haga la vida imposible— Alexandra se quedó sorprendida, pero a la vez sonreía —Y como sé que me extrañaras. Volveré pronto, Jefa.
—Pero, qué rápido se te han subido los humos— dice en una actitud bromista.
—Bueno, lo he aprendido de la mejor— dijo Amanda picándole el ojo.
El mesero llegó con los platos escogidos y mientras la ingeniera sacó un sobre amarillo y lo colocó al lado de la mesa. Espero que el chico se fuera y antes de empezar a comer Amanda le dijo:
—Antes de empezar quiero darte una sorpresa... Es algo que te pertenece— le colocó el sobre en sus manos. Alexandra los recibió asombrada.
—¿Qué es? — preguntó.
La ingeniera la invitó a que lo abriera. La pelirroja estaba alucinada, ojeo uno a uno los documentos de traspaso de acciones sin acabar de creérselo.
—¿Qué...?
—No fue fácil pero ahí lo tienes. Ya no tienes solo el 50% de la empresa, sobrepasas ese porcentaje... Considéralo un regalo de despedida.
Ambas se quedaron en silencio por unos segundos, Alexandra necesitaba asimilarlo. —¿Lograste comprar el 9% a Urquiza? Pero ¿Cómo? — preguntó con asombro Alexandra.
—Pues digamos que hice lo que Martha intentó contigo... pero claro, yo lo he hecho con bases y aquí— le sacó otro sobre —Aquí tienes las pruebas, aunque no creo que las necesites.
—¿Lo chantajeaste? pero ¿cómo? ¿por qué?
—Alex, Urquiza está metido en negocios turbios es un testaferro y están en el contrabando de las cámaras web— se acercó un poco más a ella y le habló en susurro. —No tengo más información, pero estoy segura que César Suarez está metiendo en algo ilegal a la empresa y por eso tu empresa es caso de Interés Nacional.
—Pero ¿qué me estás diciendo? —dijo Alex tomando un sorbo de vino.
—Urquiza es un pelele, la negociación con él fue de lo más "fácil" pero a cambio de no ser denunciado me hizo el traspaso de su porcentaje, pero esas pruebas puedes dárselas a la Policía Militar.
Cuando pasaron unos segundos Alexandra miró a Amanda y alzó su copa para brindar con ella. En cuanto deja los sobres en la mesa, agarró las manos de la ingeniera suavemente.
—Gracias, Amanda, no tienes ni idea de lo que esto significa para mí. Te debo una muy grande— la miró con ese azul intenso y con sus ojos aguados. —Aunque se que estás dando dos noticias completamente diferentes, este gesto de tu parte acaba de mover algo en mí, eres muy importante para mí, Amanda. No lo dudes nunca, por favor.
Sin planificarlo o pensarlo, la ingeniera había conseguido doblegar el orgullo de Alexandra Martell, con este gesto la ingeniera demostraba que le era leal, que podía confiar en ella, «Es hermosa» Amanda no podía evitar sonreír. Ese gesto le produjo a la empresaria un pinchazo en el estómago que le relajó la cara.
—Lo siento, en serio —dijo retirando rápidamente sus manos de la joven.
—Tranquila— le dijo la joven. —Solo te reitero lo que te dije en el despacho en estos días. Todo saldrá bien y quién sea que esté jugando sucio y utilizando tu empresa va a caer.
La semana pasó y Amanda aprovechó para cerrar todos los pendientes que tenía antes de partir. Escribió un par de Informes para dejar todo detallado a la persona que llegaría a sustituir a la ingeniera por los próximos 6 meses, pero a pesar de dejar todo detallado sobre sus responsabilidades en la empresa le estaba dejando diferentes brechas abiertas para que Alexandra tuviera que comunicarse en momentos dado.
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