CAP. 2: LLÁMAME INSOLENTE
Amanda Guzmán, odiaba llegar tarde a cualquier sitio, para ella la puntualidad era una virtud y si de trabajo se trataba era el doble de cumplida, la chica de 26 años recién cumplidos se había graduado en unas de las más prestigiosas universidades del país en Ingeniería en Telecomunicaciones y gracias a su excelente rendimiento académico la oportunidad de oro le llegó al encontrar trabajo en unas de las empresas más importantes en la rama tecnológica, ATechnology's, al momento de su contratación, Amanda no sabía quiénes eran los dueños hasta que se puso a investigar y supo quién era la dueña de aquél emporio, era la exuberante y bella emperatriz empresarial, Alexandra Martell, famosa por salir en las portadas de revistas de temática empresarial y a veces por algunos escándalos "amorosos" pero a Amanda no le parecía interesar eso de quién sería su jefa, lo que realmente le interesaba era la parte profesional, escalar peldaños y ser una mujer importante en el área tecnológica. Por tanto, unas de las características que se podría resaltar en Amanda era su ambición.
¡Claro! Ya de todo esto habían pasado 3 años desde que la chica de piel blanca, ojos ámbar y cabello castaño oscuro liso había conseguido el puesto en la empresa donde se desarrollaban cámaras web que identificaban caras de personas, tenía una oficina y su trabajo constaba de chequear todas las innovaciones de los nuevos productos que llegaban para hacérselos llegar a su jefa después presentarlos al mercado y venderlos a las empresas.
—¡Vamos! Amandi. Llegarás tarde al trabajo. ¡Wake up my love! — le dijo su amiga y compañera de piso Andrea dándole una pequeña palmada en el trasero por encima del edredón que la cubría.
Amanda tenía en su personalidad una mezcla muy interesante, era responsable y cumplida con su horario laboral, pero odiaba levantarse temprano y más cuando se despertaba con un dolor de cabeza, ya que se levantaba con mal humor.
—Andre no me despiertes así que me molesta— le dijo la chica con malestar y gritando.
—Pues te estoy llamando desde hace rato para que desayunes y nada, entonces, tengo que recurrir a éstas prácticas que tanto te gustan. ¡Adios! — Amanda escuchó la puerta de entrada cerrarse, su amiga se había ido y mientras que ella se levantaba vio el reloj de su celular que marcaba las 7:45 AM. Fue entonces cuando aceleró el paso y se metió a bañar.
—¡Dios! Voy a llegar tarde. Ahora Alexandra me va a matar— dijo Amanda con una mezcla de preocupación y fastidio. Y es que la ejecutiva y Amanda no se llevaban muy bien qué digamos, en los tres años que la chica tenía en la empresa su relación se limitaba solo a la parte profesional, para la ingeniera su jefa era la piedra de tranca en su intento de ascenso en la empresa, había pasado todo ese tiempo y Amanda se sentía estancada.
Al llegar a la oficina, todos la miraban con ojos atentos y llenos de incertidumbre. La chica iba caminando por el pasillo que la llevaba a su oficina y se sentía como si era la presa de depredadores al acecho. Cuando por fin se instaló en su oficina, Julio entró cómo toro desbocado.
Amanda subió la mirada hacia su compañero de trabajo con una ligera molestia. —Qué pasa Julio, ¿Por qué entras así? Me asústate— dijo con una mano puesta en el corazón. ¿Es qué no tienen trabajo qué hacer?— le contestó con una voz de reproche y como respuesta Julio la miró con cierta indignación.
—Tu siempre tan risueña en la mañana, mana— soltó Julio en tono sarcástico. —Y yo que te venía a poner en los palitos.... — Amanda lo interrumpe —Julio, hoy soy la versión diabólica de Martell, así que al grano.
Amanda sabía que el tono que había empleado con su compañero de trabajo, Julio había sido desafinado y poco cortes, sabiendo que él era el único que siempre estaba para ella y quién siempre la escuchaba cuando su jefa la ignoraba para hablar sobre un ascenso. Julio era como esos que llaman, amigos vitaminas pero al momento de disculparse una llamada por su teléfono interno la interrumpió, —En 5 minutos en mi despacho, Señorita Guzmán.
Amanda vio a Julio y suspirando se levantó de su asiento dirigiéndose a la salida.
—¿La Jefa?— le preguntó Julio.
—Uju— Amanda hizo un gesto con resignación y tomando un respiro.
—Eso era lo que te quería decir. Llegó hecha una fiera-dijo con una sonrisa tímida de burla.—¿Quién sabe qué le pasaría? —exclamó Julio.
—De seguro se acostó con una de sus amantes y ahora le está haciendo la vida imposible— se fueron riendo por el pasillo y se separaron para cada quién tomar un rumbo diferente.
Al entrar al despacho y después de tocar un par de veces sin obtener una respuesta, Amanda se encontró con una pelirroja de espalda en los archivos y enterrada en uno de ellos y antes de que la joven pudiera saludar, la vista que tenía del trasero de Alexandra la enmudeció. Su jefa le parecía una mujer sumamente atractiva, con un cuerpo escultural y cuando estaba cerca de ella un calor en su cuerpo se apoderaba, pero cuando se daba cuenta de lo altanera y egocéntrica que era, todo ese magnetismo que sentía se esfumaba.
—Dime Guzmán, ¿Qué quiere? —dijo interrumpiendo el desvarío que tenía Amanda viendo ese cuerpo de Diosa griega.
—¡Ah! No sé— respondió Amanda.
—¿Cómo que no sabes, Guzmán? No me ves qué estoy ocupada— por fin voltea para verla.
—No— le alza un poco la voz. —Porque usted fue la que me... —La mujer no dejo que terminara la frase para contestarle.
—Si es cierto te llamé yo— dijo mientras caminaba a su escritorio con unos documentos en mano.
—Pues, ya no me acuerdo para que te llamé, si logro recordar te vuelvo a llamar. Ok. —le dijo como que si el tiempo de la chica no importara. Al oír eso Amanda entró en un cólera silencioso y estaba dispuesta a iniciar una disputa de roles, pero prefirió respirar profundo y antes de que pudiera iniciar la 3era Guerra Mundial prefirió marcharse. No sin antes percatarse de la cara de preocupación que tenía su jefa, así que decidió lanzarse a la jaula de lobos para salir de dudas y preguntarle.
—¿Está usted bien, Señora Martell?
—Guzmán no pregunte estupideces. ¡Adiós!
Amanda salió como alma que lleva el diablo, pero como mucha elegancia, no podía permitir que la maleducada de su jefa se diera cuenta del malestar que tenía. Se fue maldiciendo a sus adentro culpándose de tener educación y empatía con los demás, pero es que ella fue criada así con valores y respeto al prójimo. «Definitivamente hay personas que merecen ser tratadas como bestias» -pensó la chica mientras llegaba a su despacho y se concentraba en sus pendientes.
**********
Alexandra se quedó en su escritorio y una vez que vio desaparecer a Amanda, se puso a buscar esos correos electrónicos e información que la pudieran comprometer más de lo que estaba y pensar en su "relación" con su empleada, era imposible, la mente de la empresaria iba a explorar. Ya iban varías veces que llamaba a Amanda para ¿nada? Esto se estaba saliendo de control.
—¡Dios! Ya está es la segunda vez que llamó a esta niña y no me acuerdo para que... ¿O si lo sé?—esto último pensó la empresaria que a pesar de ser tan decidida en sus relaciones con las mujeres, ella siempre mantenía el control de sus comportamientos, nunca se comprometía con ninguna chica, primero: Las mantenía bajó perfil y trataba de ser discreta para que la prensa amarillista no resaltará es parte de su vida, ese no era el objetivo de la empresaria, pero a veces, solo a veces, esas cosas se les escapaba de las manos y segundo: No creía en el amor y ni hablar del matrimonio, los hijos, casa, perrito, en fin, todo eso a ella le parecía efímero, una idea creada por el hombre. «El amor es una simple ilusión inventada» era su eslogan.
—Debo tener más cuidado con esa niña— se repetía en voz alta.
La mañana y lo que iba de la tarde era un caos en las oficinas de ATechnology's, Amanda estaba encerrada viendo propuestas de prototipos y preparando nuevos presupuestos para la venta a otras empresas que habían comprado cámaras de seguridad, de pronto tocan la puerta muy sutil y enseguida Amanda se imaginó quién sería la dueña de ese toque. Debería ser urgente para tocarle la puerta con el carácter que tenía después de haber tenido ese impasse con su jefa.
—Pasa Catalina— la recibió masajeándose levemente la sien. Catalina era una estudiante de ingeniería en informática y también formaba parte de un convenio que hizo AT con la Universidad para que sus alumnos próximos a graduarse hicieran pasantías en esa empresa, pero como a la señora Martell le gustaba la gente profesional y comprometida, aceptaría solo alumnos con altas calificaciones y con un nivel de disciplina impecable así que Catalina Peláez, era unas de los 10 escogidos por la propia empresaria.
—Aquí le traje el listado de los nuevos pedidos con el nombre de las empresas— contestó rápidamente y nerviosa.
—Perfecto ¿Algo más?— le respondió Amanda esperando un no como respuesta. Necesitaba que saliera para seguir en su trabajo y no salir tan tarde de la empresa. Aunque para Amanda eso no era un problema.
—Bueno si... —la chica se quedó pensativa antes de hablar. —Quería saber si estás bien- dijo con miedo, su cuerpo temblaba.
—¡Umm! ¿Te parece qué estoy bien, Catalina?— Amanda le preguntó esperando la respuesta de su pasante.
—Bueno... no sé.
—Catalina, déjate de rodeos y dime qué quieres— soltó el lapicero que tenía en su mano izquierda y mirándola fijamente esperando una respuesta. A la pasante le sudaban las manos y es que estar delante de su crush no era fácil para la joven de 19 años.
—Es que yo te quería pedir permiso para salir antes de la hora porque necesito ir a la Universidad porque... tengo asesoría de tesis y no me la puedo perder— Catalina finalizó su petición como si hubiese corrido el maratón de New York, con toda su respiración entrecortada.
Amanda no lo podía creer, esta chica estaba tan enamorada que ni siquiera podía hablar. Pues sí, Amanda se había dado cuenta que Catalina tenía un cierto enamoramiento con ella, pero al darse cuenta había tratado de mantener distancia, un trato cordial y profesional para evitar malos entendidos.
—No hay problema, Catalina. Sé cómo son esas reuniones así que no te preocupes sal a la hora que necesites— le respondió con amabilidad y la chica le agradeció y se fue, dejando a Amanda y con mucho trabajo. Faltando casi una hora para salir del horario laboral, la ingiriera salió al pasillo y se dirigió hacia la máquina de café, «Cómo no salga un rato a estirar las piernas acabaré muy mal», pensó antes de que Alexandra la interceptara en el pasillo. ¡Cuándo no podría ser peor pasa esto!
—Señorita Guzmán. ¿Se puede saber qué hace paseándose por los pasillos?— le dijo la mujer con molestia y con aire de superioridad.
—Sólo vengo a tomar un café, por Dios.
—En su oficina tiene una cafetera-le respondió con un tono chocante. Al parecer le gustaba retar a Amanda.
—Sí, pero yo quiero salir a tomar aire. ¿O es que esto es una cárcel y no se puede salir?—le contestó sin miedo a su jefa porque si Alexandra Martell la retaba, Amanda Guzmán no se quedaba callada, ella le respondería sin olvidar quién era y dónde estaba.
La empresaria no paraba de mirarla, y la miraba, la miraba, tenía un torbellino de sentimientos que Amanda le generaba, todos ellos convertidos en deseos. En un mundo paralelo a su imaginación, ella le brincaba y empotraba a la joven en la pared para besarla con desesperación y lujuria. Por su parte, la ingeniera tampoco se atrevía a cortar la mirada de su jefa, la tensión que había en el ambiente estaba como para cortarse con un bisturí. Un calor interno invadía a Amanda al tratar de mantener esos ojos azules en su persona, este juego que ambas tenía sin duda alguien saldría "derrotada".
—No, cárcel. Jamás señorita Guzmán... En fin, la dejó para que se tome su café tranquila.
Así se fue su jefa contoneando las caderas y con ese caminar tan altivo, tan egocéntrico, pero tan encantador a la vez. Por fin, Amanda estaba nuevamente en su oficina ya era hora de salida, pero lamentablemente no lo podía hacer ya que pronto sería la presentación de venta con unos posibles clientes muy importantes y que de hacerse esta venta posicionaría en mejor mercado a ATechnology's y la posibilidad de Amanda en subir de puesto.
La chica veía como hasta el personal de limpieza salía de la empresa mientras que veía su reloj de pulsera marcando la 7:30 PM, prácticamente el lugar había quedado solo fue entonces cuando decidió darle un alto al trabajo y pararse para hacerse un café, para esto tenía que ir al office y al pasar por el pasillo vio que la luz de unos de los despachos estaba encendida. Se acercó a apagarla, pero se dio cuenta que estaba Alexandra, su jefa.
—¡Oh! Disculpa, pensaba que no había nadie en esta oficina -dijo con una voz de asombró cuando iba a apagar las luces.
—No es la única que está hasta el cuello de trabajo, Guzmán- contestó con su tono de superioridad.
—Voy a hacerme un café- la ingeniera esperó unos segundos para ofrecerle uno. —¿Quiere uno?
Alexandra despegó su vista de unas carpetas que traía en manos y se sentó en el escritorio.
—¡Wow! Cuánta amabilidad conmigo.
—Si la verdad es que yo también me sorprendo por el hecho de cómo usted me trata. —La empresaria no se pudo defender de lo que su empleada le había dicho la verdad, y aceptando los hechos, porque lo hizo, prefirió no responderle. Para una mujer como lo era Alexandra Martell, aceptar la razón en frente de un subalterno era sinónimo de sumisión e inferioridad, y menos delante de Guzmán. Ya era suficiente con que esa "muchachita" ...la descontrolara como lo hacía últimamente.
—Ok. Aceptaré el café porque me vendría bien..., un momento que tengo aquí alguna cápsula— Se volvió a levantar y se acercó a su armario. La pelirroja de unos intensos ojos azules llevaba un traje de sastre moderno color azul marino con las mangas arremangadas y dentro una camisa blanca escotada, acompañados de unas sandalias de tacón alto del mismo color del traje. El pantalón se ajustaba a su cintura resaltando las curvas de la empresaria.
Para Amanda se le hacía misión imposible no quedarse embobada mirando cuando se agachó por la cápsula, se dió cuenta del hermoso trasero qué tenía. Entonces se giró y le dijo que si quería una, "Uff me agarró viéndola, descaradamente" Le dijo que sí.
Fue entonces cuando llegaron al office y para el asombro de Amanda, su Jefa se puso muy conversadora.
—Últimamente estoy muy cansada, no paró de trabajar y bueno, entre otras cosas que me quitan el tiempo -mientras la joven de cabello castaño oscuro la escuchaba veía el agotamiento en su rostro. Ella intentaba ser cordial con ella, solo esperaba que se comportará de igual modo ya que tenía experiencia de lo déspota que podía ser su jefa, además, sin contar el interés que tenía Amanda por su jefa, quería un ascenso y no había manera de que se fijara en ella. Mientras hablaban la ingeniera estaba preparando un sándwich en la mini cocina que tenían.
—Imagino que el incremento de trabajo se debe a los cambios y la Organización de la Expoventa que próximamente se dará en la Isla de Margarita, ¿No? —Le preguntó.
La mujer había agradecido que Amanda no le preguntará más de la cuenta, pero en realidad tuvo que mentir un poco al referirse al trabajo de lo que en realidad la molestaba. La mortificaba eran los chantajes de Martha Indriago, eso era lo que le quitaba tiempo.
—Bueno, si la Expo es pronto ya tenemos que ir organizando todo. Me interesa poder llevar todas las innovaciones tecnológicas para captar nuevos clientes— Amanda subió la mirada para ver la cara de su jefa y es cuando ve que está la está mirando o mejor dicho, está mirando el pan que se prepara la chica.
—¡Waow! Ese sándwich se ve divino. ¿Me haces uno?— Le dijo con cierta timidez, otras de las reacciones inusuales en su jefa, Amanda soltó una minúscula sonrisa de satisfacción al ver a su jefa en esa situación y obviamente no podía negarse. Le dió el que ya estaba hecho y empiezo a hacerse otro.
—Gracias, es que no he comido hoy no me ha dado tiempo— notando Amanda que la mujer tenía un poco de mayonesa colgando del labio y esto le ponían los pelos de punta, así que sin pensarlo se acercó y se atrevió a pasar su pulgar por la comisura del labio, le quitó la mancha y se limpió con una servilleta, observó que tenía unos labios gruesos y carnosos. Amanda sin pensarlo estaba guardando en su mente cada parte de la hermosa anatomía de Alexandra. Se quedaron calladas, ambas mirándose cada una estaba hipnotizada, solo hablaba el silencio, sus respiraciones eran pesadas, la pelirroja no podía apartar sus ojos de los labios de esa insolente muchachita, sus manos querían tomarla y atraerla a su cuerpo, pero algo se lo impedía, sabía que no estaba actuando en sus cabales, suficiente tenía con el desliz con Martha.
Por su parte, Amanda estaba entregada al deseo que sentía en ese momento se acercó un poco más al cuerpo de su jefa solo para provocar una reacción en ella, estaban tan cerca que casi podía rozar sus labios. A solo un 5 por ciento de ejecutar la acción. Cuando Alexandra habló:
—No se atreva, señorita Guzmán. Mire que soy tu Jefa— le dijo en un susurro con un tono sensual que casi hace que Amanda se corra ahí mismo.
La mujer se separó lentamente sin quitarle la mirada a la joven, tomó una servilleta se limpió los labios y se retiró. Desatando un cataclismo entre las dos, Amanda había quedado prendida en fuego y con mucha rabia de sentirse rechazada, sentirse humillada, eran tantas cosas que sentía que prefirió cerrar los ojos y respirar profundo. ¡Mierda!
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Nota de autor: ¿Les gustó este 2do cap? Déjenme saber si les gusta la historia con un like y si desean un comentario. 😉
Por aquí tambien les dejo este sencillo de Demi Lovato "Confident" para este capítulo.
Si deseas escuchar la playlist de "Pide lo que Quieras", está en mi historia destacada PLQQ en Instagram.
Usuario: melaescritora
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