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CAP. 1: 500 MIL DÓLARES

—Pero y ahora ¿Qué demonios pasa? No me dejan vestir en paz— vociferó Alexandra Martell desde su habitación caminando hacia la puerta de entrada de su domicilio al escuchar el timbre de su apartamento en unos de las mejores urbanizaciones en su ciudad natal, Valencia, Venezuela.

Alexandra, ha estado intentando vestirse en varias oportunidades para ir a su oficina, dónde de seguro su asistente, Johan, le está esperando con un sin fin de reuniones como para que no se fastidiara en su faena laboral. Cuatro llamadas telefónicas, una de ellas, era un equivocado que habían interrumpido la intención de arreglarse. Ahora la mujer estaba con un humor de los mil demonios y alguien tendría que pagar. El timbre sonaba sin parar hasta que llegó a la puerta a medio vestir abriéndola bruscamente.

—Pero qué pasa, ahora— dijo molesta, hasta que su semblante cambió de la rabia al asombro. Alexandra sabía que en cualquier momento esa mujer volvería a parecer en su vida. Aquella mujer entró con paso firme y con una altivez que encandilaba.

—¡Ay! Alex, cuanta amargura tienes en tu hermoso cuerpo—  dijo Martha Indriago pasando frente de la pelirroja con una mirada vacilante y desafiante a la vez. —Además, ¿Así recibes a tus amantes? Pues, le queda feo Señora Martell.

—¡Ja! ¿Cuál amante, Martha?— gruñó Alexandra con mucha rabia. El día le daba un bosquejo de cómo sería su mañana.

—Bueno, si no quieres aceptar que tuvimos una historia muy apasionante, es tu problema. Pero sabes que, si lo hubo, my lady.

Martha Indriago era la esposa de uno de sus más potentes clientes de la empresaria, el Señor Carlos Bustamante, dueño de una empresa automotriz, tendría alrededor de 79 años y Martha estaría por los 36 años, el Sr. Le era insuficiente a Martha por obvias razones. En un desliz entre las mujeres, ambas se habían escapado un fin de semana largo a las playas de Cancún, aprovecharon un viaje de negocios del marido de Martha y la pica flor de Alexandra le propuso pasar entre sabanas, besos y caricias un momento de locura hace unos meses, pero no, el hecho no se podría considerar como ser «amantes». Al menos para Alexandra.

Para sorpresa de la empresaria, sus encuentros se alargaron por un tiempo hasta que Martha tuvo la brillante idea de ponerse exigente con la ejecutiva de cabellos rojizos, hasta adjudicarse derechos, fue entonces cuando Alexandra se dio cuenta y cortó previendo un posible problema más grave donde su persona o carrera se vieran en aprietos, pero conociendo a Martha eso no terminaría tan fácil.

—Sabes qué te puedo refrescar la memoria— Martha se acercó con mucha coquetería y le lanzó una mirada con su mejor sonrisa. La morena tenía una piel y unos ojos que aunque Alexandra no lo aceptará, sabía que era una tentación para ella. —Estoy muy dispuesta a retomar todo dónde lo dejamos— La mujer de ojos marrones expresivos redobló la apuesta envolviendo a la pelirroja por completo en una lenta y acariciadora mirada, al tiempo que avanzaba un paso y se apoderó de su cuello.

—¡Umm! No— Alexandra apartó los brazos muy sutilmente de Martha. Esta vez no cayó. —Qué bueno que estés tan dispuesta porque eso va ayudar a que sigas con tus conversaciones con mi abogado para que esto no se convierta en un escándalo innecesario— dijo la empresaria, llevando a esta a la puerta de salida.

Alexandra, no le gustaba que sus no relaciones terminarán en conversaciones con abogados y está en particular era muy, muy peligrosa ya que su cliente era el marido de la mujer en cuestión y a pesar de que Martell, no ocultaba su sexualidad, era muy discreta a la hora de intimar, pero lamentablemente el capricho y la conducta obsesiva de Martha en los últimos meses la habían obligado a tomar esa decisión. Alexandra se estaba debatiendo en pensamientos muy contradictorios y es que la verdad no sabía si lo que la enfurecía era que esa mujer no aceptaba que todo se había terminado o porque estaba en la entrada de su casa. Fue entonces cuando le preguntó sin vacilaciones y en tono exigente. —¿Qué quieres de mi Martha?

El cambio de semblante de Martha fue como si le hubiesen dicho que se había ganado el acumulado de la lotería. Los ojos le brillaban y ese gesto lo contemplaba Alexandra con una mirada fría. Inmediatamente la morena pasó de utilizar su atractivo sexual como un arma, mientras que la ejecutiva estaba muy consciente de que tarde o temprano debía de enfrentar las consecuencia de ese desliz.

A diferencia de su vida personal, Alexandra no cometía ese tipo de errores en sus negocios. En los cinco años que llevaba las riendas de la empresa, la mujer de 38 años había trepado hasta la cumbre del mundo en el área tecnológica específicamente en el desarrollo de cámaras web con identificación facial gracias a sus dotes y creencias de usar la tecnología a favor y para mejorar la vida de las personas. Pero las tentaciones estaban y era muy difícil para una mujer tan coscolina como Alexandra sobrellevarlas, en aquel momento se sintió idiota por no hacerle caso a su instinto, o el poco que le quedaba, aún esa mujer la tentaba, no dejaba de ver su sexy escote. «Qué belleza», un pensamiento chocaba en su cabeza, hasta que visiblemente molesta consigo misma apartó la mirada.

Martha se dio cuenta y su memoria la llevó a la cantidad de veces que ella y la pelirroja habían terminado en la cama por ese escote. Ya la morena había intentado todo para que Alexandra volviera a ella desde coqueteos, pasando por insinuaciones sexuales hasta la súplica, y, últimamente y por las que la pelirroja dijo ¡Basta! Amenazas descaradas, si seguía rechazandola. Entonces fue cuando un destello de "victoria" se asomó en el semblante de Martha dándose cuenta de la mirada lujuriosa de la mujer.

—Sabes muy bien lo que quiero de ti, mi amor. — sonrío Martha sensualmente.

—Déjate de rodeos estúpidos conmigo y dime de una vez. ¿Qué quieres de mí? — dijo Alexandra molesta.

—No quieres estar envuelta en un escándalo de índole sexual con ninguna mujer porque sabes que eso podría traer consecuencias negativas a tu empresa. Entonces por sólo 500 mil dólares yo puedo estar callada y apartarme de tu vida- esta última frase Martha la dijo con mucho dramatismo y sarcasmo.

Pero en la mente de la empresaria, el autocontrol que había aprendido a tener con los años le estaban haciendo estragos. Su corazón se había acelerado al escuchar tal estupidez, la ejecutiva tenía un torbellino de pensamientos, pero no lo daba a demostrar y así como Martha le soltó ese "arreglo monetario" tan frío y calmado. Así mismo ella se hizo la desentendida.

—No te entiendo.

—Te he dicho que 500 mil me harían desaparecer— repitió en tono fuerte. La indignación y la rabia estaba reflejada en los puños cerrados de Alexandra. Meses atrás la había amenazado con denunciarla a la Junta Directiva de la empresa, pero como ya su abogado se lo había sugerido, la mujer de cabellos rojizos habló previamente con los miembros de la Junta, sin dar muchos detalles, obviamente, a ellos les importaba un pepino su vida privada ya que sabían de la pasión y devoción por las mujeres que tenía la empresaria. Pero ¿Pedirle dinero? Eso sí era novedad.

—No sé quién te estará asesorando, pero no vales 500 mil dólares, mi reina —dijo con risa —Así que, desengáñate.

Martha la miró con una expresión de ignición, su cara pronto tomó un color rojizo, sus cachetes se inflaron como si fueran a estallar.

—Pero ¡Cómo te atreves, insolente! Ya verás, espera que acabe contigo y con tu carrera de porquería. ¿Qué pensarán tus adorados clientes peces gordos cuando les demuestre que te dedicas a seducir heterosexuales inocentes e indefensas? —La mujer casi le salía espuma por la boca — Será todo un escándalo y te quedarás en la calle como la perra que eres.

Pero la calma que aparentaba Alexandra se esfumó y salió a relucir su rabia, no aguantó cuando está la seguía amenazando porque sí, ella se dejó envolver por los encantos de Martha, pero lo que terminó de detonar a la ejecutiva, era como la morena quería cambiar la realidad de la situación, ya que fue la propia Martha Indriago que se le ofrecido a ella descaradamente, no era una cuestión de experimentar con una mujer, no fue pura inocencia. En el pasado ya la Sra. De Bustamante había tenido discretamente sus andanzas en el mundo lésbico. Para la dueña de ATechnology's, este problema se había convertido en un negocio, terreno en el que se desenvolvía perfectamente.

—¡Claro! Sería muy interesante saber que opinan. Martha, ¿A quién le creerán los directivos? Si a mí, que soy la dueña de unas de las empresas más importante en tecnología y que les hace ganar miles y miles de dólares o a ti, una mujer cuyo marido le monta los cuerdos cada tanto tiempo y amenaza con extorsionarme — le lanzó una mirada desafiante ante su defensa.

—Te crees muy lista, idiota. ¿No? —respondió Martha con voz escandalosa. —Prepárate maldita, porque si a tus amigos de la empresa no les interesa seguro que a la prensa amarillista de este país les complacerá tener en su poder un videíto "secretos calientes" de la empresaria del año en su poder... Es que están de niños de pecho, permitir que una mujer de tu altura y posición se deje grabar mientas tiene sexo o reciba correos electrónicos con fotos eróticas. ¡Puede caer en manos de personas indebidas!

La empresaria estaba inmóvil ¿Será posible que Martha tenga acceso a mi correo privado? Aquella idea la debilitó. Y con respecto a los videos, indudablemente había sido una irresponsabilidad de su parte grabarse en ese viaje que hicieron a Cancún. Pero también pensó en los mensajes que Martha pudo haber encontrado dónde se masajeaban cosas picantes con la hija de un pastor de la iglesia que defendía los valores de la familia, pero la chica todavía no había salido del armario y si llegaba a la prensa, no se lo perdonaría. Alexandra los había borrado, pero ¿Ya era tarde?

Tratando de disimular su preocupación y con un tono de indiferencia, finalizó el encuentro en el portal de su casa:

—Te sugiero que no me busques, Martha porque me vas a encontrar. Te comeré viva y sin ningún tipo de consideración. Y ahora vete de mi casa o necesitarás más que una charla con un abogado para que te defienda de simples amenazas. —Cerró la puerta con rabia a un error muy grande en su vida.

—¡Virgen Santa! Juan me va matar por esto —dijo en voz alta mientras iba a toda prisa a terminar de vestirse.

*********

Nota de autor: ¡Hola! Chicos/as espero esten muy bien. Por aquí les dejo mi nueva ficción basado de un relato erótico del mismo nombre (si lo quieres leer esta en "Censurado Vol.2")

Como les prometi los personajes de Amanda Guzmán y Alexandra Martell se enfrentarán a una serie de eventos y situaciones un poco distintos a la de su versión erótica. Aquí encontrarás amor, seducción y mucha pasión. Así que espero que la disfruten y me hagan saber si les gusta. 💋🏳‍🌈

Colaboración y eleboración de portada: EditorialWatermelon

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