5 ⋆.˚🦂ᝰ.ᐟ 5
17 de septiembre de 2091
Washington DC, Estados Unidos
Querido Presidente:
Más allá de mis competencias habituales, la guerra ha alcanzado un punto fuera de control. El mundo entero se ha vuelto contra el grandioso Estados Unidos, que ha seguido sus propias reglas virtuosas. Aunque seamos más poderosos que ellos individualmente, en conjunto superan nuestra cantidad y capacidad. Temo que sea hora de alzar la bandera blanca. Ya no podemos seguir sacrificando a nuestros propios civiles. Incluso bajo un marco de control, esta opción ya no es viable. El fin está cerca y nos encontramos como culpables y asesinos.
Me temo que esto marca el inicio de una nueva era, una sin humanidad, para nuestro planeta Tierra.
Fuimos avariciosos y ahora estamos pagando por nuestros pecados. Nada puede reemplazar nuestras vidas, y el dinero tiene sus limitaciones. Nuestras vidas valen más que cualquier cantidad limitada de riqueza. Como Presidente, le insto a reflexionar. Todo lo terrenal está destinado a desaparecer debido a sus decisiones y ansias de poder. Arrepiéntase; es lo último que le quedaría antes de partir hacia un mundo mejor. Por mi parte, no tengo mucho que hacer para enmendar mis propios pecados. Lo que queda de mi vida no es siquiera comparable al valor de las vidas de mi esposa, hijos y nietos. Me veo obligado a renunciar a mi existencia.
Espero que estas palabras lleguen a usted y que pueda reconsiderar su posición. Sea un buen líder, piense en el prójimo en lugar de en el pecado. Se despide para siempre,
General Nathaniel James Koch
Jefe de Estado Mayor del Ejército de EEUU
౨ৎ⋆˚。⋆ 🦋 ಇ⭑𓂃
La naturaleza es un elemento primordial de la existencia de los seres vivos de cualquier tipo. La doblegación de la misma es la perdición, puesto que la humanidad no puede vivir sin ella: en su afán de obtener poder y someter al medio ambiente, el ser humano destruyó todo a su paso para comenzar la Edad de la Tecnología, lo que se conoció como la Era Contemporánea en la Historia Universal. Jimin sabía esto de sobra, como sociólogo conocía las fotografías sacadas de aquella época: las ciudades estaban plagadas de vidrios que reflectaban la luz, generando más calor en la atmósfera. Bosques enteros eran eliminados para, en su lugar, construir fábricas que no hacían más que contaminar el planeta Tierra. La capa de ozono se regeneraba y se destruía en un ciclo constante que debilitaba las voluntades incluso de los más escépticos y, con el pasar de los años, los jóvenes dejaron de siquiera dar a luz a nuevas generaciones.
Hubo bombardeos, destrucción masiva, un genocidio tras otro. Países enteros desaparecieron bajo los escombros de su propio progreso, todos estaban en contra de todos, especialmente de los Estados Unidos de América, los que generaban más discordia en el globo. Jimin había estudiado esa parte de la historia tantas veces que ya no le daba más que un retorcijón en el estómago, pero recordaba aprender en el salón de clases, con el profesor Lee-Eroan, que los seres humanos se mataban entre ellos y se veían como enemigos constantemente, buscaban excusas para generar segregación y discriminar en base a cosas estúpidas como color de piel, de ojos, orientación sexual... e incluso había un sistema de orden de las cosas en el que los hombres estaban por encima de las mujeres. Se llamaba 'patriarcado'.
Saber eso le hizo entender a Jimin que los seres humanos buscaban siempre algo para luchar en contra de eso en vez de cuestionarse sus propias fallas, por ego, orgullo, por alguna visión que tuviera la persona sobre lo que está bien o mal. Los seres humanos buscaban excusas para juzgar a los demás con excusas superficiales. En la Era Contemporánea la filosofía era una disciplina que parecía ser socialmente ridiculizada: los humanos lo hallaban estúpido, porque debía generarse dinero para tener éxito, no 'estar de ocioso pensando'. No había ganancia emocional ni tampoco sobre sabiduría. Sólo poder, ansia de poder y dinero, y sentirse superior a alguien más para no sentirse tan mal con uno mismo.
Era curioso, porque en muchas de las cosas que pasaban en las sociedades del planeta Tierra, mientras ignoraban cómo se mataba a su propio entorno, eran para eso: para distraerse. Para no pensar, o pensar sobre las cosas que no importaban tanto cuando estaban quemando el Amazonas, o los polos se estaban derritiendo. Era triste pensar en que se tuvieron que dar esas condiciones para que los seres híbridos salieran de sus escondites, obligados a tomar acción porque veían que los seres humanos no se encargaban. Jimin recordaba también a algunos de sus compañeros humanos en la clase diciendo que tenían un poco de vergüenza por venir de esa parte de la sociedad, una parte déspota y fácil de distraer.
Buscando culpables cuando debían mirarse a los espejos y admitir que uno también puede hacer las cosas mal. Pedir perdón en voz alta, para el resto, sabiendo que haz hecho daño. Eso era lo que más le molestaba al sociólogo cuando leía la carta final del último jefe de ejército de Estados Unidos. Era constantemente un pedir perdón sin decir esa palabra que al parecer a los seres humanos les solía dar tanta vergüenza: 'perdón'.
Se encontró a sí mismo suspirando mientras releía sus anotaciones en el diario, miraba hacia la ventana del hotel donde decidieron refugiarse: el clima era helado y los árboles estaban vivos, quietos, a la distancia, bordeando el pueblo turístico de Yene Allanar. Un cielo brillante daba a conocer un bello atardecer que duraría al menos un día completo, dada la ubicación geográfica. Era verano, incluso con el viento constante y el frío que hacía doler los huesos de los tres científicos. Los ojos cansados de Jimin buscaban ansiosos alguna señal, alguna pista de dónde pudiera estar algo que reflejara lo sucedido en la Década Perdida.
Un tiro de suerte. Eso era aquel viaje.
Suerte.
¿Dónde estaban los hechos? Era científico, no adivino, por Dios. Incluso el nombrar a aquella entidad de la religión extinta era motivo de risa en su campo.
─── Tenemos que movernos rápido. ─── anunciaba Roseanne, moviendo aceleradamente las mantas de la cama del hotel. Lo acordado era quedarse un día ahí, día en el que investigarían el siguiente movimiento, y apenas el alba de la jornada siguiente empezase, emprenderían el último rumbo hacia el sitio. Podía escuchar a la koala y Jeongguk ordenando cosas en sus bolsos, respirando rápido. El aligátor había podido comprar crema tópica para su propias escamas y el exoesqueleto de Jimin (sus marcas que cruzaban el cuerpo ágil del más bajo de los dos), no era problema pagar cuando sólo se necesitaba la huella dactilar en el Nuevo Mundo. Lo malo era que, con cada compra, estaban anunciando su ubicación de alguna forma.
Jeongguk tocó el hombro del híbrido de escorpión, pero no le obligó a levantarse. Se quedó mirando el paisaje junto a él, el pueblo que podría ser cruzado en fácilmente veinte minutos si caminaban rápido y a paso estable. Jimin alzó su mano para tomar la de Jeongguk, viendo las nubes pasar lentas bajo el cielo radiante que se volvía más naranjo conforme los minutos pasaban.
─── Los seres humanos hicieron muchas cosas... ─── murmuró Jimin. Los recuerdos de su clase aún nadaban por los pensamientos de su cabeza, y el pesimismo lo inundaba más que cualquier mar que hubiera visto alzarse. ─── Y aún así todo esto es para, en el fondo, caerles bien.
─── No, es para que los errores del pasado no se repitan.
Una sonrisa ladina emergió en los labios carnosos de Jimin.─── Esa es la consigna de nuestro campo, no el tuyo, señor farmacéutico. ¿Quién te enseñó eso?
─── Tú.
Los dos no pudieron evitar mirarse por fin. Jeongguk no sonreía, pero estaba claramente brillando de felicidad al dejar que Jimin se levantara y empezase al guiar el camino que debían seguir. Roseanne vigilaba junto a Jeongguk sus alrededores, mientras que le insistían al escorpión que se concentrase en la investigación. A pesar de que Jimin no dejaba de sonreír, las preocupaciones de su mente rápida se hacían cargo de sus pies, quienes lo hicieron avanzar al exterior del hotel.
El viento era fuerte al soplar los cabellos de los tres científicos, y el aire helado daba un sabor extraño en las bocas de los tres colegas. Jimin iba al medio, vestido de pies a cabeza con ropa abrigada y compacta, igual que Jeongguk. Roseanne no escatimaba al abrigarse, y a diferencia de los dos hombres, ella vestía una sudadera acolchada, enorme, que parecía vestido sobre su figura delgada y atlética. Los tres a la entrada del elegante pero modesto hotel parecían un poco perdidos con la geografía del lugar, observando todo de más: no eran muy diferentes de los lugareños de Yene Allanar, pero de todas formas eran seres híbridos, y eso siempre daba de qué hablar, no importaba dónde fuera.
Eso era lo que deseaban cambiar.
Con cada cuadra que cruzaban, dejando atrás el hotel, se daban cuenta de las miradas de las personas a su alrededor. Quizás se habían adelantado muchísimo a la época turística, el pueblo solía ser visitado a finales de verano e inicios de otoño por los festivales de equinoccio que se celebraban en la zona, o tal vez las bolsas del gobierno que Jeongguk usaba encima del hombro también llamaban la atención. Jimin observaba de vuelta, intentando buscar a otro híbrido que estuviera en el pueblo. Uno que no fuera de gato o perro, esos siempre estaban en todas partes. Pero todos ahí usaban gorro, ocultaban sus colas peludas por el frío. Esos eran los indicadores para reconocer a otro ser híbrido sin entablar conversación con ellos.
Era como si se hubieran metido en otro mundo. Jimin agarraba con firmeza el diario pero decidió pasárselo a Jeongguk para que lo guardase en la bolsa. No podía sentirse del todo seguro.
─── Tenemos que encontrar el rastro. ─── negaba con la cabeza Jimin.─── Siento que si llegara a estar vigilado, sería un sitio oculto que no llamara la atención.
─── Claro. ─── murmuró Roseanne, y el escorpión pudo ver de reojo que la mujer revisaba atentamente el horizonte antes de girar la cabeza hacia atrás, mirando por encima del hombro. Los hizo doblar por una calle a la izquierda.─── O para empezar, nosotros deberíamos ocultarnos. Siento que nos miran porque saben que escapamos del Gobierno de St. Cilyne.
─── Estás paranoica, Rosie. ─── respondía Jeongguk con la voz aterrada, como si estuviera intentando convencerse a sí mismo y no a la nombrada. Porque incluso si caminaban un poco más rápido, las miradas de los lugareños daban a entender que estaban escapando por miedo y no por incomodidad. Jimin agarró los brazos de los dos híbridos y los detuvo de inmediato: escuchando atentos, sólo el viento, los murmullos curiosos y sus propias respiraciones fueron presentes en sus oídos.
El viento sopló con particular fuerza, haciendo que el aligátor frunciera el ceño.
─── También sentiste el aroma, ¿no?
Los tres se sintieron acorralados por la fuerza de dicho aroma. A primera vista no había nadie siguiéndolos, sólo muchas miradas encima. Pero ellos olían el aroma de las balas eléctricas, como una señal de alerta, de correr, de preservarse. Roseanne arrugaba la nariz, viendo el hombro dañado de Jeongguk (el que no sostenía las bolsas) y luego al rostro de este, como si estuviera preguntándole si estaba bien. Pero antes de poder verbalizarlo, Jimin encontró uno de los carteles que buscaba con tanto ahínco.
Museo. Un museo histórico. Todo lugar turístico tiene al menos un museo, pensaba él mientras caminaba acelerado hacia el cartel. Cruzó la calle, sintiendo que los dos híbridos lo seguían hasta estar de nuevo a ambos lados de él, vigilando en silencio. Los edificios del pueblo eran bajos y de estilo elegante y rústico, similares al hotel donde decidieron alojarse esa noche, y algunos de ellos eran cubiertos por las enredaderas verdes y tiernas del inicio de verano helado. Corría el viento más y más cuando llegaron al museo y admiraron las columnas de bienvenida. Sin el cartel, uno no se daría cuenta de que era un sitio de resguardo histórico, la verdad.
Al ingresar, pudieron admirar cortamente la belleza del entorno: mármol y madera, ventanas policromadas, plantas bien cuidadas y frondosas escalando por todos sitios. El piso tipo ajedrez brillaba limpio y liso, satisfactoriamente conectado con un tono dorado que destellaba débil a la luz de la tarde. En el centro del rellano había una cúpula de cristal, similar al de una iglesia de la Era Contemporánea, y cuadros de arte se lucían en iluminaciones individuales tenues. Jimin fue capaz de reconocer incluso a la distancia La Gioconda de Leonardo Da Vinci, popularmente conocido como La Mona Lisa. Era una copia hecha luego del bombardeo al Louvre. Muy pocas obras originales sobrevivieron a la Guerra Ecomundial.
Un guardia de aspecto sombrío los miró alerta, una vez llegaron a la boletería. Con voz severa y acusatoria, como si supiera igual que los pueblerinos de Yene Allanar que estaba viendo a tres fugitivos de la ley, los recibió fríamente.─── Buenas tardes, ¿dónde se dirigen?
Jeongguk mordía su labio inferior, como no sabiendo muy bien cómo responder, pero Jimin puso los ojos en blanco y entró acelerado al interior, saltando las barreras de seguridad tal cual saltó los torniquetes del metro subterráneo días atrás. Comenzaba a ser una costumbre poco agraciada para él, pero su ADN de escorpión lo ayudaba mucho en sus acrobacias de esos últimos días. De todos modos, ese instinto a veces lo traicionaba.
¿Por qué mierda el instinto a veces lo traicionaba tanto?
─── ¡Oye, no! ─── escuchó detrás suyo bramar al guardia, y luego algo se rompía, como si hubiera sido golpeado. Jimin bufó divertido al escuchar luego a Jeongguk disculparse con un hilo de voz, y adivinó que todo eso había sido culpa de la enorme y musculosa cola del joven adulto. No le dio mucho tiempo a diversiones, eso sí, porque luego el guardia sacó un arma de fuego rudimentaria, una pistola de balas de cobre.
Roseanne de repente emergía desde la parte trasera de una de las columnas que dirigían al ala derecha del museo, y con una rapidez impresionante, necesaria, cruzó hacia la entrada del ala izquierda, instando con señas a que la siguieran. Jimin y Jeongguk se unieron a la koala, y el segundo tomó las manos de los dos más bajos que él para escapar más rápido. Con gritos desaforados, el guardia de seguridad los intentaba alcanzar, pero el híbrido de aligátor era tan rápido que, al cabo de dos minutos de correr sobre las baldosas pulidas y entre estatuas coloridas, lo perdieron de vista.
En esos momentos se hallaban en las salas de exposición a nivel bajo tierra, y habían escaleras hacia incluso más abajo con iluminaciones tan malas que, de no ser por su ADN nocturno, Jimin no habría sido capaz de distinguir esos pasadizos. Roseanne estaba murmurando cosas para que decidieran de una vez hacia dónde ir, porque el guardia los iba a alcanzar. Le estaban dando tiempo para conseguir refuerzos. ¡Iban a ser atrapados! Jimin se quejó a viva voz.
─── Rosie, ¡ya sabemos que nos van a atrapar! ─── gruñó el tipo de aspecto ágil, antes de arrastrar a sus dos colegas hacia las escaleras pobremente iluminadas. Al parecer era la entrada a una muestra artística, porque al cruzar el pasillo de paredes negras y luz tenue, se hallaron con una sala enorme, llena de vidrieras. En cualquier otro momento el sociólogo habría apreciado mucho las obras que databan de siglos anteriores, eras muy lejanas a las que él estaba viviendo, pero en ese mismo segundo no era capaz con los guardias comiéndoles los pies y poniendo el riesgo la vida y libertad de una de sus mejores amigas y su interés amoroso.
Se sentía un poco tonto al negar con la cabeza y ver rápidamente las vidrieras ordenadas de manera pulcra y meticulosa. No había manera de analizar objeto por objeto lo que pudiera servirles para la investigación. A menos de que...
─── Acá está el bendito libro. ─── exclamó Jeongguk, rompiendo el vidrio y sacando un libro perfectamente cuidado a pesar de que estuviera viejísimo. Roseanne gritó al ver cómo el aligátor quebraba el cristal, el sonido ensordecedor dando un agudo dolor en los tímpanos más sensibles de ella y Jimin. Luego, una alarma que les daba incluso más dolor aún.
Asustados y sin saber hacia dónde escapar, los tres miraron al lugar por el cual entraron: siete guardias de seguridad se ordenaban con armas de fuego y los apuntaban a los tres, vestidos de negro de pies a cabeza, gritando cosas en un idioma que ninguno de los tres comprendía del todo. Quizás les estaban diciendo que soltaran el libro, que alzaran las manos y se arrodillasen en el suelo. Pero Jeongguk de nuevo estaba a la defensiva y su personalidad más salvaje luchaba por tomar el control de todo cuando, usando el bolso del Gobierno de St. Cilyne, se acercó corriendo a los guardias para golpearlos con el accesorio de tela.
Corran, escapen, váyanse, gritaba el más alto mientras los disparos interrumpían por milisegundos el sonido irritante y constante de la alarma. Pero Jimin ni siquiera perdiendo la cordura podía pensar en dejar atrás a Jeongguk y, junto a Roseanne, corrieron contra los guardias de seguridad para empujarlos y patearles en las manos, buscando desarmarlos. Dolía mucho cuando corrían fuera de la sala de exposiciones, y fue una maldición ver que ahora militares entraban a perseguirlos por el pasillo de las salas de arte. Como si supiera ubicarse perfectamente, Roseanne empujó a los dos híbridos hacia una de las salidas de emergencia, donde tuvieron que subir escaleras y, por alguna razón, eso le dolía mucho a Jimin aún en el pie derecho. Jeongguk gruñía alerta, pero a los pocos segundos pudieron respirar el aire fresco y frío del día.
Tendrían que escapar lejos de ahí antes de que llegaran incluso más refuerzos, o que las patrullas vehiculares los vislumbraran de alguna forma. Menos mal que todas las pertenencias estaban en los bolsos que Jeongguk cargaba en su hombro sano.
౨ৎ⋆˚。⋆ 🦋 ಇ⭑𓂃
(...) y el presidente de Yewood Gow, Harodle Winston Mikkelsen, aún, luego de su fraude de votos, debía ganarse de nuevo la confianza de sus votantes. ¿De qué mejor forma que echándole la culpa de ello a alguien más, alguien que en el fondo no tuviera la culpa de nada pero aún así fuera parte del panorama constantemente, como una amenaza de la que nadie nunca se dio cuenta?
Los conservadores amaron esta propuesta. La volvieron realidad. Y así, una mentira para cubrir otra mentira desgraciada, hizo que las Reformas Anti Híbridas fueran aplicadas en todo el globo. Todos se creyeron que la culpa la tenían los seres híbridos, por ser de naturaleza salvaje, más rudimentaria que la de los seres humanos, inferiores. Empezaron a perder trabajos, fueron perseguidos, fueron amedrentados y asesinados con pretextos discriminatorios. Se llevaron a cabo seis fases de restricción para cumplir las Reformas Anti Híbridas, una campaña de desprestigio total para lograr que los híbridos fueran vistos como infrahumanos;
1. Legislación discriminatoria
Se implementaron leyes y políticas que favorecieron a los seres humanos sobre los seres híbridos, negándoles derechos básicos como la libertad de movimiento, acceso a recursos esenciales o incluso el derecho a la vida misma.
2. Violencia, persecución
Se legalizó, por consecuencia, la existencia de grupos extremistas que promovieron la violencia y persecución de los seres híbridos, llevando a episodios de confrontación y conflicto a gran escala.
3. Explotación
Los seres híbridos fueron explotados como mano de obra barata, en algunos casos incluso esclavizados en industrias o actividades consideradas de menor valor por la sociedad humana.
4. Experimentación y abuso
Se llevaron a cabo experimentos inhumanos y abusos sistemáticos contra los seres híbridos, con el fin de obtener ventajas tecnológicas o de otro tipo para los seres humanos. Lo más común era el experimento de la industria químico-farmacéutica y de belleza, utilizando a los seres híbridos como sujetos de prueba.
5. Segregación
Se establecieron guetos o áreas segregadas donde los seres híbridos fueron confinados, marginados y privados de recursos básicos. Un ejemplo de esto es la actual ciudadela de St. Cilyne.
6. Propaganda
A través de la propaganda y la desinformación, se estigmatizó a los seres híbridos como peligrosos, inferiores o incluso como una amenaza para la sociedad humana.
La Década de las Reformas entonces significó una etapa de involución en el progreso humanitario-híbrido, eliminando por completo la armonía de las sociedades del Nuevo Mundo. Con el paso de las siguientes décadas, esta parte de la historia quedó en el olvido, aunque a pesar de no ser enseñada de manera tradicional en las escuelas y universidades, se puede hallar toda la información en Internet, las bibliotecas gubernamentales alrededor del mundo y, por consiguiente, en este libro.
DESTRUIR EL LIBRO, HASTA LA ÚLTIMA COPIA
INFORMACIÓN PELIGROSA DE DESPRESTIGIO
౨ৎ⋆˚。⋆ 🦋 ಇ⭑𓂃
Jimin tenía que aceptar que la información obtenida había sido anticlimática. Todo por una mentira que simplemente fue creciendo hasta hacerse más grande que la persona que la originó... ¿Podía haber algo más bajo y ruin que eso? Se le revolvía el estómago de solo pensar en cómo habrían vivido sus ancestros durante esa época. No había pasado tanto tiempo, ni siquiera un milenio completo. Los seres humanos e híbridos llevaban existiendo hacía más de ciento cincuenta mil años. Poco estaba escrito sobre la historia de ambos.
─── De todas formas, al entregar esta información... ¿Sabes lo que significa? ─── murmuró Jeongguk, abrazando a Jimin mientras observaban todo a la distancia, arriba en las montañas: la cueva en la que se refugiaban ahora era helada, pero no era tan fría como Yene Allanar.
Con un resoplido, Jimin asintió.─── Tenemos que lograr esto. Los otros gobiernos quieren que presentemos la información. Sólo que... me siento algo temeroso.
─── ¿De qué?
─── De lo que venga ahora.
Jeongguk besó la mejilla de Jimin con una sonrisa calmada, reconfortante.─── Fuiste lo suficientemente intrépido como para venir hasta acá, a Yene Allanar, sin tener claro lo que estabas buscando. Yo lo recordaba, gracias a lo que sea, pero sobre todo... Rosie y yo confiamos en ti para venir hasta acá.
─── ¿Hasta un país en el que no sabemos cómo nos vayan a recibir de vuelta?
Otra risotada más.─── Ajá. Confía en tu propio criterio, hombre. Eres inteligente y sabes lo que quieres. ¿Acaso no quieres una sociedad con respeto hacia nuestros iguales?
─── Por supuesto. ─── le dio un codazo suave al aligátor en el estómago, cosa que hizo soltar más risas a la pareja. La cueva acomodada de manera rústica y elegante, en armonía con la naturaleza, era tenuemente iluminada por por focos de luz natural que se acomodaban en el techo lijado y, con la puerta hacia el ascensor bloqueada por ellos mismos, Jimin se sentía seguro de que por fin en este país los tomarían en serio y los cuidarían. Aunque el hecho de estar con el pie vendado, y que los médicos se acercaran a hacerle curaciones en la zona donde recibió el balazo durante la escapatoria del museo, era una de las tantas muestras de cuidados que el Gobierno de Yewood Gow proveía para el equipo de científicos híbridos.
Escapar de Yene Allanar y ser rescatados por la Guardia Marítima de Yewood Gow fue algo que no se esperaban, pero ahora por fin Roseanne tenía una suite para ella sola, donde podía dormir en su cama sin ser interrumpida por disparos o los coqueteos torpes de los dos hombres híbridos. Jimin aún recordaba el mensaje de rescate que les había dado la presidenta de Yewood Gow, donde ella declaraba que necesitaba saber de sus descubrimientos ahora que por fin pudieron sacar el legendario, poco conocido libro, donde se almacenaba toda la información destruida por la milicia de St. Cilyne.
La única copia que quedaba estaba escondida a ojo público en una sala de exposiciones que nadie visitaba. ¡Qué malditos!
─── Entonces, si ahora el Nuevo Mundo nos aceptase y nos viera como héroes, en especial a ti, ─── hablaba Jeongguk, con Jimin acostado a su lado en la enorme cama de tres plazas. La vista era preciosa al otro lado del cristal, no por nada aquella era la habitación más cara de todo el hotel. Menos mal que todo era pagado por la presidenta misma. A Jimin le habría dado un infarto pagar catorce millones de unidades por dormir ahí dos noches.─── ¿qué sería lo primero que harías?
Jimin sonrió de oreja a oreja.─── Pedirte que seamos pareja.
─── Ah, pero eso lo puedes hacer ahora.
─── Sería un premio por lograr todo eso.
─── Pero... ya mereces ese premio. ─── le brillaron los ojos al aligátor, con esa expresión suave y tranquila que tenía siempre que intentaba poner su determinación en algo. A Jimin no le costó soltar otra risita, y un poco azorado en el tono azul violeta que le correspondía, se acercó un poco más a Jeongguk, tocando el brazo del híbrido.─── Quisiera dártelo ahora.
Los dos pudieron mirarse a los ojos y decirse más cosas de las que eran capaces ahora que recién podían saborear un poco de la libertad, tras el trabajo duro de su propia investigación de campo. Pero era cierto que Jimin no aguantaba más la tensión, el deseo de volver a comer los labios del más alto, y fue ese el único pensamiento en su cabeza cuando se irguió un poco más para besarlo en la boca. Sus ojos cerrados, las pieles de sangre fría generando un contacto suave, las escamas sobre sus manos humanas que tocaban las mejillas del más bajo.
Ahí fue cuando decidió hacerlo, le dio una picadura de cortejo.
Finalmenteeeee hola amooor
Espero que te haya gustaooo
Te amooo aaaaa 💕❣️💓💖❣️💕💗💘💗💕❣️🦋💌
Vivan mis padres yeeeiii
Y aguanten los escorpiones y aligátores, cuídenlos si es que los ven, no los ataquen si es que ellos no están atacando y defendiéndose
Baiii besos en los potos :p
🦂🐊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro