entrada n . 37 / año 792 dspG
Doctor PJM, en su diario personal
Ubicación sin determinar. Pero el sitio es al menos más tranquilo de lo que puede esperarse uno en la ciudad. Árboles de un bosque milenario nos rodean, el viento corre suave y tibio, de manera primaveral. Jeongguk trajo una de mis mantas térmicas y crema tópica de mi apartamento, aparte de cosas básicas como comida instantánea, agua y una radio. Roseanne está ansiosa, no sabe muy bien lo que implica ésta investigación... y no la culpo. No he podido explicarle bien todo lo que planeo a pesar de que ya le dije lo que quería hacer, y al parecer necesita un tiempo para pensar bien en qué está metida.
Estamos en una casa de investigación de campo que el Gobierno suele facilitar a sus propios trabajadores. Es un allanamiento, pero Jeongguk sabía de esta ubicación porque anteriormente estuvo aquí, haciendo sus propios trabajos con un equipo. Es un lugar seguro al que no nos vendrían a buscar. Nadie se espera un ataque desde dentro.
El ambiente me deja pensar bien, aunque sigo con la cabeza en diversos sitios desde que llegamos, anoche. No pude dormir, estuve revisando mis anteriores anotaciones y apagando mi teléfono móvil para que no me rastreen. Aunque en un par de ocasiones lo volví a encender para ver si alguien me estaba buscando, y efectivamente, un par de colegas me hablaron. Mi madre preguntó también si me pasaba algo, porque no la llamé en todo el día, y me temo que no tendré la capacidad de responder hasta que termine con mi investigación. No me genera ninguna clase de confort, sólo el hecho de fantasear con que puedo sacar a la luz la verdad es lo que me da confort en estos momentos.
Claro, la presencia de Jeongguk también es un confort para mí.
౨ৎ⋆˚。⋆ 🦋 ಇ⭑𓂃
entrada n . 38 / año 792 dspG
Doctor PJM, en su diario personal
St. Cilyne es un recuerdo que me cuesta afrontar. Pero más dolorosa es la memoria de mi cola de escorpión siendo extraída de mi cuerpo.
Es una de las razones por las que deseo con todo corazón poder sacar a la luz la verdad de las cosas. Porque sé que también le ha pasado a otros de mi tipo, sé que hay cosas incluso peores ocurriendo a día de hoy con la excusa de imponer un orden para que no suceda un caos que nosotros, los seres híbridos, deseamos ocasionar.
Siempre hay que encontrar a un culpable para mantener a todos los civiles con la cabeza hacia un solo sitio, que haya algo de control para que las cosas del Gobierno pasen desapercibidas bajo sus narices.
Me duele pensar en que alguna vez tuve una hermosa, gallarda cola de escorpión. Que pudo crecer hasta llegar más arriba de mi cabeza. Las colas de los seres híbridos son importantes en nuestras culturas, que nos las quiten en un símbolo de sumisión forzada. Es imperdonable.
Pude defenderme, utilizando mi veneno, pero el grupo que me atacó me tomó por sorpresa. Con cinco años uno no se espera que esas cosas pasen... Uno no espera que el mundo te odie sólo porque tu ADN es diferente. Ni siquiera eres consciente de qué es la violencia, qué es un sistema de segregación racial. Esas palabras te parecen un trabalenguas de adulto.
La ciudad de St. Cilyne me trató horrible, claro está, pero lo que ocurrió en mi pueblo es imperdonable.
౨ৎ⋆˚。⋆ 🦋 ಇ⭑𓂃
Los días pasaban lentamente en la casa de investigación gubernamental. El viento era agradable y la temperatura siempre requería el uso de la manta térmica para Jimin y Jeongguk, cosa que los reconfortaba al menos un poco. Roseanne se la pasaba durmiendo la mayor parte del día, pero cuando no estaba con los ojos cerrados, o masticando grandes cantidades de ensalada y pasta, escribía furiosamente en los computadores que el Gobierno mantenía ahí dentro. Buscaba información, buscaba alguna pista, algún rastro específico, sin parar. Luego, volvía a comer algún vegetal y se iba a dormir.
Jeongguk estaba despierto la mayoría del tiempo, comiendo cualquier carne disponible y vocalizando gruñidos típicos de su especie sin siquiera ser consciente de ello. Si es que tenía un poco más de energía, era el que se quedaba alerta, protegiendo el terreno, ya que tenía el instinto impuesto en su ADN. Y si Jimin no estaba usando la manta térmica, él lo hacía con mucho gusto.
─── No aguanto que coma un bife crudo a éstas horas de la noche. ─── gruñó Roseanne de mala gana durante la tercera noche que pasaron refugiados ahí. Las estrellas se veían claramente, y el extraño pero unido grupo compartía una cena que los definía a cada uno personalmente: la koala comía una sopa de verduras y tofu, Jimin una mezcla entre dicha sopa y carne hervida, y Jeongguk se había ganado el resto de la carne y la masticaba con cara de perrito haciendo puchero, hecho una bolita en su sitio del comedor. Si tuviera orejas de animal, los dos sociólogos estaban seguros de que lo verían agacharlas con vergüenza.─── No estoy lo suficientemente despierta como para ignorarlo.
─── Me alimento de esto, Rosie. ─── hablaba también como perrito llorando, Jeongguk le reclamaba a la nombrada.─── No puedo comer cosas con sal. No tengo las glándulas para procesar sal... y no quiero tener hipertensión.
─── Es que pienso en que probablemente ese trozo de carne sea yo... ─── hablaba con falsa petulancia la koala, sacando unas risotadas fuertes por parte de Jimin. Jeongguk lo miraba entre confundido y admirado, como si no entendiera bien cuál era el chiste para el híbrido de escorpión. Pero pronto parecía captar el tono burlón de Roseanne y, con una sonrisa que intentaba ser graciosa, le sacaba la lengua a la neozelandesa.
─── Si no te cuidas... ¡lo serás!
─── ¡Un rufián! ¿Contará esto como canibalismo?
─── Ñom ñom, mmh, koala a la parrilla...
─── Jimin, tu novio me está comiendo. ─── se quejaba la mujer, siendo literalmente mordida por Jeongguk, aunque éste sólo agarraba el brazo de ella y mordía sin enterrar sus dientes, sólo haciendo el amago de ello. Jimin se reía a carcajadas, incluso golpeando la mesa, negando y diciéndole a Roseanne que no, que no eran novios. Aunque le hubiera gustado atreverse a seguirle el juego, no sabía hasta qué punto le era permitido bromear con Jeongguk sobre esos temas. Seguía un poco cohibido en ese aspecto.
Lo único que podía hacer era intentar coquetearle según su propia cultura de escorpión, pero honestamente no se veía capaz de hacer eso.
Al terminar la cena, todos con las manos y bocas limpias y volviendo a sus habitaciones para acostarse y hacer lo que pudieran hacer de noche, Jimin pensaba aún en Jeongguk y, al mismo tiempo, en la Década Perdida.
Hojeaba las anotaciones en su diario, con las hojas secas y manchadas de café. Los nombres de los investigadores muertos daban vueltas en su memoria, y algo de culpa se le instaló rápidamente en su pecho. ¿Cómo es que estaba arriesgando a sus dos amigos a hacer algo que probablemente terminaría con sus vidas? La mañana en que escapó del espía con Roseanne y llamó a Jeongguk para que le diera el diario... claro, ellos fueron los que insistieron acompañarle, pero la verdad es que él pudo negarse a ser acompañado con más fuerza. Con mayor convicción. Suspiraba mientras pasaba las hojas y releía las cosas que tenía anotadas. La conversación que tuvo con Jeongguk esa tarde en la Biblioteca del Gobierno probablemente sería el motivo por el cual estaba siendo espiado, seguido en esos momentos.
¿Cómo es que estaba siendo tan irracional? Ya la estaba cagando y ni siquiera tenía una pista de dónde pudiera estar realmente la información, los anales de la Década Perdida. Tuvo la idea de que estuviera en el Palacio Presidencial, pero las investigaciones de Roseanne le llevaron a pensar en que no estaba ahí. Si tuviera alguna de las anotaciones de los investigadores que le precedieron, las cosas podrían tener un mejor rumbo.
Se arropó mejor en su manta térmica. Extrañaba la luz ultravioleta que estaba en su departamento, extrañaba el departamento. El que había remodelado para poder vivir más tranquilo, con cortinas especiales, un banco de arena en el cual podía hundirse si es que se sentía especialmente sobre-estimulado por los sonidos, la información que solía estudiar, y la libertad de poder salir cuando quisiera al lugar que quisiera. A pesar de sufrir una discriminación constante, al menos era porque le era permitido caminar por ahí, sin tener que ocultarse. Daba miedo a veces, claro está, y todo dependía del barrio en donde viviera, pero precisamente donde vivía las personas lo aceptaban. Aunque le tuvieran algo de miedo.
La señora de al frente de su departamento, que siempre le daba bocadillos ultra salados porque sabía que como escorpión le encantaban las cosas con sal. O los vecinos del primer piso, que tenían un hijo pequeño y hacía muchas preguntas. ¿Por qué tienes tantos ojos? ¿Cómo se ve el mundo con esos ojos? ¿Por qué no tienes cola? ¿Eres venenoso? ¿Qué son esas marcas en tu cuerpo? ¿Puedo jugar contigo? Pero honestamente lo que más extrañaba era la premisa de poder salir a cualquier parte de la ciudad y poder encontrarse con sus amigos en todos lados. A Jeongguk, de vez en cuando. Incluso si pasaban meses en los que no eran capaces de verse en persona, siempre existía la posibilidad de que pudiera estar en el parque, disfrutando del clima húmedo y caluroso, o de que estuviera en una florería, buscando lirios para su estanque personal.
Ahora Jeongguk estaba ahí, en la misma casa que él, pero los tres presentes eran miserables en las condiciones que se les estaban ofreciendo. Era mejor que no tener ningún sitio, pero ellos eran tres seres con ADN diferente y diverso. No había forma de que vivieran todos juntos igual que seres humanos, en un sitio especialmente hecho para seres humanos. Para ellos, era como que un humano no tuviera acceso a agua potable, o a abrigo si es que tenía frío.
Tocaron la puerta con fuerza, y Jimin se sobresaltó tanto que casi se termina pegando al cielo de la habitación.─── Jimin, ¿puedo pasar?
─── Ajá. ─── carraspeó el nombrado, reconociendo la voz de inmediato.─── Pasa, no hay problema.
La puerta se abrió, y el cuerpo enorme y torpe de Jeongguk entró al cuarto. Sus ojos cansados y brillantes parecían tristes, y Jimin pudo sentir que quizás tenía la misma clase de emociones que él. El híbrido de aligátor se sentó torpe sobre la cama del científico, agarrando su propia cola escamada para acomodarla detrás suyo. Era un milagro que la casa no se hubiera roto por la fuerza de esa cola, Jeongguk mismo lo decía todos los días con sorpresa.
─── Estaba pensando, Jimin. ─── murmuraba el joven, intentando mirarlo a los ojos pero temiendo algo por alguna razón. Se intentaba encoger en su propia figura y daba un poco de risa, con esos hombros anchos y los bíceps y deltoides del tamaño de su propia cabeza. Jugaba con sus propios dedos, mordiéndose los labios.─── Aún estás a tiempo de... de echarte hacia atrás.
─── No. ─── lo interrumpió de inmediato el nombrado.─── Ya lo dije, no me importa perder la vida por la verdad.
─── A mí sí me importa. ─── respondió con un gruñido adolorido Jeongguk, cada vez más azorado en su tono azul y violeta.─── Quizás no sea mi vida, pero me importa que mueras o no, que te sientas bien o mal, me importa que estés presente y que estés lo mejor posible. La verdad es algo que a veces no se puede obtener y está bien que la busques, pero me preocupa que parezcas lanzarte, como si no te importara tu propio bien.
Jimin frunció el ceño sin saber muy bien cómo sentirse.─── No eres mi padre como para decirme qué hacer y qué no. De hecho eres libre de irte cuando desees si es que no quieres involucrarte en esto.
─── Préstame atención, Jimin, ¡no quiero perderte! ¡Me importas mucho! ─── las lágrimas emergieron rápido de los ojos de Jeongguk. Famosamente los reptiles carecen de sentimientos, o al menos no son capaces de reconocerlos. ¿Cómo es que Jeongguk era capaz de llorar y disfrutar de sus emociones como un ser humano? ¿Era por ser híbrido? Jimin poco a poco se estaba dando cuenta de que precisamente, no le estaba prestando atención a Jeongguk y a sus palabras, si no que a su comportamiento, a analizarlo según su campo de trabajo. Un poco de vergüenza se le acumuló en el estómago, generándole dolor y retorcijones casi de inmediato.─── No puedo perder a la persona más importante de mi vida. Si vas a arriesgar tu vida al menos déjame cuidar de ti mientras te encargas de la investigación. No puedo quedarme tranquilo sabiendo que no estás a salvo.
─── ¿Por qué? ─── de repente Jimin estaba sin idea de lo que Jeongguk estaba intentando decirle. Porque había algo detrás de esas mejillas brillantes de azul violeta, de esos ojos que botaban lágrimas sin parar, tan humanos como podían serlo. El más bajo se inclinó un poco hacia el híbrido de aligátor, sin poder evitar recordar su propia atracción hacia el mismo. Él mismo se sentía azorar con su sangre fría, lo cual era completamente contradictorio pero le solía suceder cada vez que estaba a su lado.
Jeongguk lamió sus labios con temor, pero se atrevió a tomar las manos de Jimin con delicadeza.─── Me importas. Está bien que cada uno se atreva a hacer las cosas que uno desee, pero si puedo hacer algo para ayudar, por favor déjame hacerlo.
Un retorcijón especial se dio a conocer en el estómago de Jimin, no era de nervios: era de emoción. El veneno quería salir, el veneno que solía expresarse como un ataque o una defensa, ahora estaba queriendo explotar con el propósito del que menos tenía conocimiento: Jimin estaba emocionado, feliz, y se sentía a salvo con la compañía de Roseanne y Jeongguk, pero el segundo le proporcionaba una calma mayor, más certera, menos frágil. Sabía que iba a protegerlo como fuera no porque tenía músculos grandes y a veces podía usar sus colmillos sin problema alguno como método de defensa, si no que por esa declaración tan arriesgada y honesta... le dejaba todo claro al científico.
Una picadura de cortejo quería hacerse presente.
Pero no podía, porque no tenía la cola, ni el aguijón.
Suspiró con fuerza, notando que su propia respiración estaba fallándole. Agarraba las manos de Jeongguk con los dedos temblorosos, como si no quisiera enterrarle las uñas en la piel de sus palmas y dorso. No quería dañarlo y generarle estrés, pero él mismo estaba estresándose al no saber qué hacer ahora que por una vez en la vida necesitaba su aguijón como nunca antes. Sentía más que nunca que algo le estaba faltando en su propio cuerpo. Y por ello es que lágrimas empezaron a emerger de sus propios ojos, acompañando a Jeongguk en su propio sentimiento, en su desesperación por querer que todo saliera de la mejor forma posible sin importar que algo de por medio se metiera en sus planes, queriendo arruinar las cosas.
Negando la cabeza, Jimin llevó las manos del más alto a su rostro, para besarlas con devoción y cuidado. Sintió cómo Jeongguk soltaba un grito ahogado y húmedo, como si se estuviera tragando sus propios mocos, y eso hizo sonreír al sociólogo a pesar de que el corazón le latiera tan incómodamente acelerado.─── Te dejo ayudarme, a protegerme. De todas formas, sin ustedes yo no sé qué haría.
─── Yo no sé qué haría sin ti. ─── murmuró el híbrido de aligátor, nervioso aún. Se le notaba en la voz que no sabía muy bien qué hacer. Y cuando Jimin alzó la mirada, pudo distinguir su rostro ceniza, ensombrecido por la duda y la desesperación, y también por la sorpresa.
Armándose de valor, Jimin se irguió un poco para besar en los labios a Jeongguk, puesto no era capaz de dar una picadura de cortejo, pero sí al menos un beso de coqueteo. Gracias a la vida que Jeongguk fue capaz de responderle el beso, en su propia versión de coqueteo, rodeando la figura del científico con su fuerte y torpe cola de reptil.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro