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9

SuHa se miraba ante el espejo mientras estaba desnuda.

Se había quitado la camiseta blanca empapada y su braga de encaje rosa estaba colgada en su baño privado luego de lavarla. La bata de seda negra ahora era la única tela que la cubría y permanecía entre abierta. Debía admitir que el juego le prendía muchísimo pero ante sus ojos NamJoon parecía disfrutar con ser el cazador y ella la presa.

¿Dominación? No. Esto era tensión sexual pura que le gustaria dilatar más pero había sido suficiente para ellos. Dos meses eternos de miradas que creían no notar, pero quemaban como llamas del infierno.

SuHa vió la hora, aún quedaba tiempo para la cena y esperaba que NamJoon hubiera ido a su estudio a escribir cada una de las cosas que le hizo contra la pared de la ducha. No podía estar más que orgullosa de él y la capacidad que ahora sabía que tenia de mantenerse de pie y no perder el equilibrio.

Ella misma ahora se acariciaba la entrepierna sintiendo aún el falo tibio de carne que la rozaba por completo una y otra vez. Amaría haber acabado. Amaría haber sentido un orgasmo pero ese roce no fue suficiente para llevarla al nirvana.

Salió del cuarto luego de atar su bata de seda a la cintura con un nudo doble asegurándole que seria difícil llegar a su desnudez completa. Caminó descalza y miró de reojo hacia la oficina y lo vió con sus gafas sin quitarle la vista a la pantalla de su computador.

Unas de las cosas más sexys de NamJoon, para SuHa, eran su voz, su cuerpo y su inteligencia. Leer un libro erotico juntos había sido algo que jamás esperó de él pero la llevó tan al máximo que se vió doblegada con esa pequeña trampa a la que la había sometido.

SuHa vió el libro en el mueble del living y lo tomó entre sus manos. Miró la contra portada y vió a una chica castaña de ojos grandes y pestañas pobladas, labios finos y sonrisa perfecta.

—Lee Nari. No sabes lo jodidamente agradecida que estoy de ti— besó la foto de la chica y se llevó el libro hasta la cocina y lo dejó en la encimera.

Rodeó la isla de cerámica negra brillante y miró en la nevera carne y unos vegetales. Los dejó sobre la tabla de picar para cocinarlos luego y sacó también el jugo de granada que era conservado en un frasco elegante de vidrio.

SuHa sentía calor interior, estaba ansiosa pero no quería quitarse las ganas a solas. No con ese hombre esperándola para la cena.

Sirvió en dos vasos de cristal un poco de jugo. Uno para él, otro para ella. El vaso de cristal comenzó a generar una capa nublosa en la superficie dando a conocer que realmente estaba frio.

Miró en ambos sentidos y tomó su vaso frio acercándolo a su pecho. Buscaba erectar sus pezones contra el frio cristal pero la tela de seda no permitía que el efecto fuera inmediato así que buscó sus pequeños senos tras la tela y los descubrió colocándolos contra el cristal frio.

Gimió bajo al sentir el frio en sus tibios pechos y la piel rugosa de sus pezones rosa pálido se contrajo dejando una cúspide bien formada. Lo hizo con ambos y se aseguró que se notaran a través de la seda de la bata.

Una vez lista y estimulada caminó hasta la oficina. Golpeó con sutileza a pesar de que le hubiera gustado apartar la puerta e ingresar de imprevisto pero él era el dueño de aqui y ella solo su fisioterapeuta.

—¿Se puede pasar? — dijo con su dulce voz, esta vez más suave, más coqueta —Traigo jugo

—Adelante SuHa— la llamó sin quitar la mirada de la pantalla. Eso decepcionó un poco a la chica quien se aseguró de que sus pezones no se hayan bajado.

Dejó el jugo sobre el posa vasos del escritorio y esperó a que él la mirara.

—¿Está bien carne y verduras con arroz frito esta noche?— SuHa tenia ansias de que las fuertes y venosas manos que ahora acariciaban las teclas de la computadora se deslizaran por su vulva, verlas brillosas con la viscosidad de su centro.

—Suena delicioso— NamJoon la miró de lado. Ella había obedecido a su orden, llevaba una bata, pero le intrigaba saber si solo llevaba eso y nada más.

La miró de arriba a bajo y recordó como la tenia hace una hora empotrada contra la pared. Toda húmeda. Como se sentían sus pequeños pechos contra las palmas de sus manos, suaves y firmes. Y sus piernas firmes apretando con la cara interna de sus muslos su miembro a tope.

—Entonces cenaremos eso— SuHa retrocedió y caminó hacia la salida sin mirarlo. Eso lo frustró un poco. ¿Acaso solo se quedaría en eso? Frotarse en la ducha y nada más. ¿Por qué usaría la bata y no coquetearía con él?

La interacción algo seca de NamJoon le bajo de forma considerable la calentura a SuHa. Ni un roce de manos, una caricia en la cintura.

¿Por qué no la sentó sobre él frente al escritorio  y la obligó a leer lo que había escrito mientras ella se frotaba contra su miembro?

¿Habrá sido su pecho pequeño, el poco bello púbico que su vulva conservaba o el que no haya podido penetrarla? ¿Ya no le gustaba tanto como cuando estaba en la ducha? ¿La había usado para masturbarse?

SuHa volvió a la cocina y picó la carne para luego saltearla y de vez en cuando miraba el libro en la encimera.

¿A Nari también la habrán dejado a medias de un orgasmo? ¿También la habrán tomado en una ducha, le habrá gustado? ¿O Mi-Suk era la forma de liberarse de sus fracasos amorosos?

Para SuHa tenia sentido inventar un personaje y que eso haya sido Mi-Suk para Nari, una extensión de ella pero en el sexo. Una mujer tímida pero que se abre de piernas completamente para recibir un gran falo como el de JiHu, un hombre que portaba unos 18 centímetros de carne fálica entre sus piernas según el libro.

¡Quizás debía crear un alter ego erotico para excitar a NamJoon! ¡Quizás eso haría que la tomara en cuenta pero ...¿Le gustaran las niñas buenas o la chicas malas? 

Su ex mujer parecía ser de esas chicas que usa lencería francesa de encaje fino. Largas piernas, culo apretado y abdomen de pilates, sí... probablemente era una chica mala y muy mala porque hasta donde sé, él al dejó por algo.

¿Debería cocinar en ropa interior? Inclinarme en la encimera esperando a que vea mi vulva  al rojo vivo después de que me folle hasta cansarse ¿O brincar sobre su miembro mientras mis manos rodean su cuello dándole dulces apretones... ¿Qué es lo que le gustaria a NamJoon?

—¡Estoy libre!— NamJoon ingresó deslizándose en su silla de ruedas a la cocina —No diré que te ayudaré porque soy un asco en ello pero aquí estoy— sonrió quitándose los lentes y los dejó en el bolsillo de la bata enganchados.

—¿Escribiste mucho?— se atrevió a preguntar mientras encendía la cocina y le colocaba un poco de aceite al sartén.

—Sí pero no tanto como quisiera— se acomodó junto a la encimera buscando quedar a la altura correcta con su silla de ruedas —¿Crees que pueda usar muletas pronto?

—Solo si tu te lo propones— dijo ella entre el chisteo de la carne contra el calor y el aceite —Yo considero que seria la siguiente etapa de la terapia

NamJoon había olvidado por completo que SuHa estaba ahí por la terapia. Ella era su fisioterapeuta nada más. Una muchacha de 24 años que cumplía con su practica profesional y una vez que lograra hacerlo caminar se iría , quizás para siempre.

Las inseguridades inundaron la mente de NamJoon nublándola un poco pero todo se disipó al ver la novela sobre la mesa de la encimera. Eso comenzó a ponerlo a sintonía con lo que realmente deseaba, el presente.

—¿Le falta mucho a la cena?— preguntó hojeando el libro en las paginas que seguían de su lectura en voz alta.

—No mucho. ¿Ya tienes hambre?— preguntó ella girándose hacia él.

SuHa sintió un escalofrio subir por su pierna y centrarse en su clítoris. NamJoon se había colocado sus gafas de lectura y tenia el libro en sus manos.

—Sí , tengo hambre— la miró acomodando sus gafas por el puente —Pero creo que quiero iniciar por el postre

SuHa supo  que ese era su momento de sentir placer.

Esto está que arde


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