XVIII
-¿Qué opinan? ¿Creen que sea verdad lo de la variante de la enfermedad? No me parece tan lógico que la ciencia, quien ha podido sobrellevar muchos problemas y con tanto desarrollo, no puedan encontrar la cura.
-¿Y si investigamos por nuestra cuenta? Se nota que ellos no nos quieren ayudar.
-Me parece ridículo lo que usted propone señor, no podemos investigar por nuestra cuenta sin recursos o herramientas, estamos bajo el cuidado de esos rufianes.
-Las salas están divididas y ustedes como cabezas de ellas deben velar por la seguridad de todos, nadie se puede enfrentar a ellos, poseen armas en su poder.
-Damas y caballeros, no se exalten porque me he dado cuenta de que no han podido entender a mi esposo. -se levanta aquella esbelta mujer empezando a caminar detrás de cada uno de sus compañeros de sala que se encontraban en una ronda-. La idea no es que solo nosotros nos tiremos en la guerra de investigar, claro que no, esas estupideces jamás las pensaríamos, lo que mi esposo quiso decir fue que entre todas las salas podemos juntarnos y formar una barrera más fuerte al tener más personas a nuestro favor.
-Esto lo hablamos con los demás jefes de salas, a lo que todos acordamos y aceptamos dicha decisión, pero claro necesitamos la ayuda de cada uno de los que conforman estas cuatro salas porque solos no vamos a poder.
-Exactamente, además recuerden que nos estamos quedando sin abastecimiento de comida, si no hacemos un frente para detener esta horrible situación vamos a morir por distintas razones y una de ellas será por hambre.
-Yo los apoyo -dice uno de los hombres más viejos de la sala, a lo que todos posaron su mirada en él, este hombre se caracterizaba por ser bastante callado y reservado, nadie le conocía la voz, solo sabían de su presencia, pero el asombro pudo más-. No me miren como un bicho raro, sé que no soy de expresarme y menos en estas reuniones convencionales, pero ellos tienen razón, no podemos echarnos a morir en la espera de que algo o alguien nos salve porque si es por cuenta de los que están del otro lado moriremos como ratas en este sucio agujero.
-El viejo tiene razón, yo también los apoyo -se levanta un hombre de unos 30 años aparentemente mirando a todos los de la sala
-Si queremos vivir y volver a ver la luz del día fuera de este espantoso lugar, debemos unirnos -resalta la mujer del médico con una sonrisa-. Está comprobado que esta enfermedad no los mata a menos que ustedes mismos se hagan daño y aquí entre todos nos ayudaremos para que ninguno muera en el intento de obtener la libertad.
-Como somos una comunidad a voto, someteremos esta decisión, la mayoría de los votos ganará y el que no esté de acuerdo tiene la posibilidad de no participar, pero si encontramos la cura será el último a quien se la aplicaremos, ya que no sería justo para los que de verdad lucharon por ella.
La votación se realizó de la forma antes mencionada ganando la opción de apoyarse entre todos, muchos maldecían al haber perdido, pero les tocaba aceptar, sin saber que tenían un haz bajo la manga que los podría ayudar, pero el retumbar de las puertas anunciaban una nueva petición para la alimentación diaria.
El primer hombre fue quien abrió la puerta dejando pasar a dos de los torcidos en este partido, los cuales empezaban a anunciar distintos argumentos sobre que la comida estaba escasa porque fue dependiendo a la cantidad de prendas, entre más pretextos hasta que llegaron al grano después de tanta vuelta.
La nueva petición consistía en que las mujeres de cada una de las salas irían por turnos a la guarida de los rufianes para prestar sus servicios sexuales, todas sin ningún pretexto o alguna queja debía hacerlo a excepción de aquellas que pasaban los 70 años, la negación se hizo presente era tal la brutalidad que se podía pedir de parte de estos hombres que los rechinidos de dientes se hicieron presentes cuando estos salieron de la sala para seguir esparciendo el anuncio.
-Mi mujer no se prestará para tal acción, eso nunca, ¡solo yo la he de poder tocar! No, esos rufianes acaso no tienen mujeres de su lado o que les pasa. -exclama molesto uno de los hombres de la sala.
Era una canallada, eso no se podía negar, ni que quisieran, ¿acaso la mujer es un objeto por el cual los hombres se pueden pasear con ellas a diestra y siniestra? Claro que no, las mujeres tienen sentimientos y así como las de la sala A reprochaban las de las demás salas igual, esto no era aceptable, y peor aún, aquel intento machista que se quiso apoderar cuando vieron que la comida estaba baja en cantidades.
Estas exclamaban por qué no iban ellos a prestar sus servicios, si fueran sido a ellos quienes los fueran pedidos seguramente fuese preferido pasar hambre, tan hombres que dicen ser que no son capaces de ir y defender el honor de sus mujeres, que prefieren que estas sean ultrajadas mientras ellos satisfacen su apetito con comida dada gracias a sus cuerpos. Aquellos seres no podían responder a tales amenazas e injurias femeninas, tenían toda la razón.
Al final un profundo silencio se apoderó de la sala, la cuenta sería de manera regresiva primero pasarían las mujeres de la sala D y C seguidas por la sala B y A, la cantidad total de estas damas en cada sala se podía poner entre veinticinco a veinte mujeres por sala, pudieran ser más, pero muchas han fallecido por múltiples enfermedades anexas o han cometido el suicidio.
Las nuevas esclavas sexuales, si así podían ser llamadas a partir de ahora, empezaron a salir una detrás de la otra, todo el proceso que ellas relataban a las demás era horrible, al entrar en la sala donde estaban los rufianes todo se veía con bastante comodidad eso no lo podían negar, pero las colocaban una detrás de otra para empezar revisar que no llevanse consigo un armamento, aunque era inútil para ellas evitar ser tocadas, eran obligadas por aquellos hombres que relinchaban como caballos en celo quienes las jaloneaban, algunos peleaban por quien obtendría el cuerpo de la chica primero y demás, muchos tríos e inclusive varios tipos de orgías se formó en aquel lugar del cual se lograban escuchar llantos, maldiciones, amenazas, entre más barbaridades de parte las aprisionadas mujeres que eran maltratadas en todo su cuerpo, el punto estaba en que si desobedece la orden eran golpeadas hasta que les diría la gana de cumplir, las penetraciones decían que eran salvajes, unos completos animales eran esos "hombres" que no valían ni un cuarto de algún peso.
Las cajas de alimento se veían acumuladas, pero aquellos preferían dar sobras, dejando que toda esa comida se dañara para poder aprovecharse de sus víctimas sagradas. Durante esas cuatro semanas de cada sala salió su grupo de mujeres quienes siempre volvían con el trauma de haber pasado por una violación múltiple, muchos de los hombres quienes iban por la comida intentaban retar a aquellos abusadores, pero eran sacados a punta de balazos, la situación se había visto bastante compleja, a decir verdad, pero el día que le tocó a las mujeres de la sala A una extraña diferencia ocurrió, ellas tenían un jugoso plan que pondrían en marcha.
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