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Los de la sala A, que podríamos llamarla como la sala principal, el viejo militar se hizo pronunciar ante sus allegados para entretenerlos con algunas historias en la vida pasada que tuvo, ahora era un hombre de paz por así decirlo, las personas se entusiasmaban por escuchar al viejo del sombrero negro mientras que el psiquiatra, el médico y su mujer conversaban fuera de la sala sobre lo que estaba aconteciendo, la mujer del primer hombre se acercó con su marido a las bancas donde sus dos amigos se encontraban debatiendo empezando a surgir hipótesis que ni el mejor científico podría haber descubierto en tan poco tiempo.
-Verá doctor, esto es tan confuso, como toda nuestra vida cambio por mi culpa. ¿Será que soy el causante a una muerte segura de la comunidad londinense?
-Claro que no, hijo mío, no es tu culpa. La enfermedad fue destinada para ti, podríamos decir que puede ser un castigo divino, la gran mayoría que estamos aquí somos personas que estamos ubicadas como clase alta o noble en las grandes pirámides sociales que la sociedad plantea, no hay que ser un ser divino que esta enfermedad ha sido un castigo para que todos cambiemos.
-Más claro no lo pudo decir mi estimado colega, aunque llevaba días pensándolo... Pensé que eran solo tonterías mías en verdad, pero la ciencia no ha podido con esta enfermedad, no saben de donde proviene ni nada, la anomalía psicológica no alcanza sus conocimientos.
-¿Cómo ha de saber usted eso? ¿Tiene personas que le puedan decir lo que pasa afuera de este encerramiento? -
-Tengo varios colegas que se escabullen en las noches y me informan, necesitan nuestra ayuda y nosotros las de ellos, por lo que necesito que usted como primer infectado esta noche me acompañe a un encuentro con ellos dos, se puede decir que están investigando aparte, puesto que el gobierno como tal no quiere que ninguno de los que estemos aquí salgamos con vida.
-Para que enemigos si tenemos un gobierno que no vale nada. -suelta una leve risita la mujer del primer hombre para mirar al psiquiatra -. Mi marido le va a acompañar, claro que sí, pero yo también quiero estar presente y supongo que cada uno de los que estamos aquí quiere saber qué está pasando con nosotros.
-Me han pedido que vaya él solo, pero... Lo podríamos reconsiderar, más cabezas pensamos mejor, eso sí, nada de esto puede salir de aquí, puesto que no queremos que nos arruinen nuestros planes, si podemos contar con ello todos son bienvenidos a la investigación.
Todos asintieron levemente con la cabeza, era claro que de ellos mismos dependía averiguar que era la enfermedad y cómo podían curarla, lo dicho por el psiquiatra era claro al gobierno no le convenía gastar un acumulado alto de dinero para la cura de personas insignificantes como lo son a su pensar cada uno de los que están encerrados, si bien la sociedad se había aumentado a un número que la pobreza se había crecido, las familias constaban de cuatro a cinco hijos por pareja lo cual la sobrepoblación se había hecho presente, por lo que el robo y la delincuencia común había surgido más a flote produciendo que entonces tomaran la extraña enfermedad que generara tal psicosis a las personas para que ellas mismas fallecieran en su ley o por lo que incumplirían las normas establecidas dejando al gobierno como víctima de no poder hacer diferente a matar por no colaborar con la sanidad de todos.
A fin de cuenta, como es en todas las situaciones de la vida, cada uno tiene que luchar por lo suyo porque nadie le dará nada así de fácil y menos si está en contra de su conveniencia, la vida no es fácil ni justa, solo hay que saber vivirla usando más la cabeza que cualquier otro órgano del cuerpo humano.
Pasaron las horas con tal lentitud que se podía ver como la necesidad de que llegara la noche deseada por los habitantes que se encontraban en la sala A, ansiosos por salir al pasillo principal y cruzar la línea maldita como le era llamada a la cinta que una vez fue amarillenta ahora se encontraba manchada del color rojo de la sangre, esta línea que separaba el portón con solo un paso del pasillo. Tras anochecer todos los elegidos de la sala A, como si estuvieran en una misión de vida o muerte, aunque esta expresión no iba muy lejos de la realidad, en forma de fila india uno tras de otro con las manos en los hombros de quien se encontraba delante emprendieron rumbo para salir con tal sigilosidad que los demás de la sala no se dieran cuenta.
El psiquiatra a la cabeza, el viejo médico detrás, su esposa lo seguía y de últimos se encontraban la mujer y el primer hombre esté vigilando que no fuesen sorprendidos por la espalda; los aventureros pasaron el frío pasillo el cual tenía goteras que caían por las húmedas paredes que se formaban tras el fuerte ciclón con el que la noche se abrió. Truenos y centellas se escuchaba como chocaban entre sí, causando pavor a la mujer del primer hombre que se aferraba con fuerza a los hombros de su compañera de adelante, mientras las suaves caricias de su esposo, quien se encontraba de último, la ayudaron a relajarse.
Al llegar al portón, el joven psiquiatra se acercó lentamente y dando unos pequeños golpes a los enormes barrotes como señal de su presencia tres hombres salieron de las penumbras del lado contrario, vestían de bata blanca y con trajes algo elegantes, pero a la vez cómodos, uno de ellos, el más joven, traía consigo un maletín negro de cuerina, mientras que otro quien parecía ser el de más avanzada edad traía un morral donde sobresalía en los costados pinzas y cortafríos.
-Que escena más escalofriante, pareciera como en esas películas de terror que secuestran personas y con esas pinzas les abren el cerebro.
Exclama el que sería el primer infectado, estos hombres abrieron el portón con tal suavidad que ningún ruido fue desprendido de este, dando las señales para que entraran y les siguieran. Manteniendo la fila india, todos traspasaron aquella separación viendo el pasillo con más oscuridad a diferencia de donde estaban, la luz se ha ido dejándolos en la ardua confusión que se generó en aquellos instantes de parte de los invitados del joven. Rumbo a un consultorio se dirigieron todos pasando por las salas donde había personas sanas aparentemente, ningún guardia se interpuso en su camino, todos con los que tropezaron se encontraban dormidos o bajo los efectos del alcohol y la droga.
-Estos hombres pasan así todo el día, pueden creer que se ha inventado y rumoreado en estas salas que los químicos que se encuentran en las bebidas alcohólicas evitan que sean infectados por la locura sin saber que serán peores que ustedes.
-Entonces ninguno de ellos quiere cuidar de nosotros, solo desean deshacerse de cada uno de los que están en las salas, ¿por qué no es sorprendente aquel hallazgo? -dice irónica la mujer del médico.
-Así es señora, ellos simplemente quieren que mueran para poder salir de este encerramiento, por eso es que cuando hay muertos ellos hacen que las personas salgan de la sala a enterrarlos para robar las pertenecías, que seguramente cuando todo se normalice volverán a tener un buen valor monetario.
-No puedo creer como puede haber ese tipo de personas tan inescrupulosas que se quieren beneficiar bajo el mal ajeno.
-Señor, ese tipo de personas están por todas partes, por eso los hemos convocado a ustedes, últimamente hemos trabajado en un jarabe que puede ayudarles a ir mejorando, pero antes de probarlo queremos dejar esto como un proyecto investigativo para futuras generaciones de la ciencia.
-Entendido aquí todos estamos dispuestos a colaborar con lo que requieran.
-Perfecto, por mientras ya hemos llegado.
Entraron en una habitación amplia la cual fue alumbrada con velones de colores que fueron encendidos por los médicos investigadores, todos tomaron asiento en el juego de sillones que se encontraban en el lugar encerrados bajo llave para no ser interrumpidos, donde se encontraban el grupo de enfermos todo lo de su alrededor estaba cubierto con papeles o pedazos de cartones puestos como se había estipulado desde un principio aquel virus se transmitía tras el contacto físico, y la misión de los investigadores era saber cómo, por qué y cuándo ocurrió tal tragedia. Además de saber cómo solucionar tal problema y si el jarabe que habían fabricado podía funcionar o en caso tal empeorar la situación. Así empezó la breve charla, el primer hombre empezó a contar cómo ocurrió el instante preciso cuando se contagió, cuenta que estaba en su oficina y voces empezaron a invadir su mente, lo extraño para todos era que este señor era un hombre sano sin ninguna derivación de alguna enfermedad y que llegará de esta forma aquella plaga se convertía en una existencial.
Seguidamente, empezó a contar lo que pasó en el consultorio y todos empezaron a decir lo que les pasó cuando se infectaron, los mismos síntomas se hacían presente en cada uno de los afectados que estaban en la sala. Todo empezaba con un pequeño dolor momentáneo de cabeza, alucinaciones de un sujeto, cosa o animal que los llegaba a asustar, delirios y la necesidad de querer tomar de las manos o tocar a las personas que tenían cerca para infectarlas de la misma enfermedad, estipularon que por el acto de transmisión además de cómo se volvían los sujetos si quisiéramos llevar la historia a una sala de cines una película de zombis quedaría perfecta, pero con la locura no se juega, puesto que la mente humana es tan traicionera que si tú no eres una persona que puede conllevar sus mismas ideas y mantener aunque sea un poco los pies en la tierra, el impulso que pueda tener el cuerpo puede provocar grandes tragedias como en muchos casos de violaciones o asesinatos que decían que era por problemas psicológicos. ¿Será que esta enfermedad venía de hace mucho tiempo atrás?
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