VIII
El llamado matutino para el desayuno se hizo presente en todas las salas, por parte de la sala A salió el médico, el primer hombre y la chica de los lentes azules, los tres emprendieron rumbo al portón junto a los demás mensajeros de las salas consiguientes, pero al llegar a recoger las cajas disparos al aire se escucharon que seguidamente todos se alertaron separándose. Cuatro hombres corpulentos empezaron a tomar las cajas para llevarlas a la sala C, algunos intentaron impedir aquel atrevimiento, pero estos tenían pequeñas navajas de bolsillos y todos retrocedían ante aquel elemento, la chica de los lentes azules junto a otra mujer se acercaron al portón para llamar a los guardias de lo que pasaba, pero estos solos les gritaban que se alejaran o soltarían el gatillo y les dispararía, estas ofuscadas pasaron el límite del portón, pero un disparo que venía del lado de los enfermos le termino por dar en toda la cien derribando a uno de los oficiales.
Una guerra de balas se empezó a hacer presente de ambos bandos todos los de la sala C empezaron a salir con rifles de combate atacando a los guardias, era claro que el "robo" de alimento era una distracción para que se acercaran los guardias, en el intento de huida varios hombres recibieron aquellas balas perdidas dándoles muertes instantáneas. Todas las salas salieron a ver qué era lo que pasaba, algunos se cubrían con sillas que había en sus salas y ayudaban a entrar a los heridos, la mujer del primer hombre salió al ver que la chica de los lentes azules había sido herida por una de las balas en su pierna, los gritos de pánicos se hicieron presente, pero una retirada de parte de los infractores de la sala C se hizo presente gracias a que el sargento en mando los ahuyentó con bombas artesanales que aventó al lado contrario.
Antes de tal ataque, varios habían ido a recuperar sus cajas porque no iban a pasar hambre, pero algunos envases de comida cayeron al suelo tras aquel susto intenso que tuvieron estas personas por los estallidos de las bombas que llenaron de marcas de ceniza todo el pasillo principal.
La esposa del médico junto a la mujer del primer hombre intentaba calmar a la chica, pero según el viejo médico la bala no le había traspasado nada más que la piel, dejando como solución ante aquel problema intentar limpiar la herida con un poco de agua y vendar el hueco que había quedado con la bala e intentar pedir medicina e implementos para operar.
La chica lloraba por tal ardor y dolor que esto producía que después de dar un grito mientras el agua era aplicada un desmayo acabó con su sufrimiento de manera temporal, toda la sala salió al portón para hablar con el sargento, este se acercó a ellos con gran amargura, deteniendo que sus hombres dispararan mirándolos. La mujer del médico fue la que habló pidiéndole implementos para curar a una joven que resultó herida por error aplicando los derechos que estos debían seguir, sonaba algo chistoso en verdad porque sería contra sus reglas darle medicina a los enfermos porque en vez de ayudarla la pueden matar si una crisis se hace presente en plena operación, pero al importarle de que se pudieran matar entre sí busco todos los implementos para dárselos en una bolsa negra en la cual debían devolverse intactos o les iría mal si les tocaba entrar a revisar, el médico le dio la palabra que sus herramientas estarían de vuelta para el momento que den el almuerzo, pero este solo se echó a reír. ¿Acaso pensaban negarle nuevamente la comida hasta la cena? Insensibles son estos guardias que el nombre no les queda, sino el de corruptos y ladrones, ese le va mejor.
Todos volvieron rápidamente a la sala para poder operar a la chica de los lentes aprovechando su estado de inconsciencia para que no le doliera porque le habían dado todo menos anestesia; el proceso duro las dos horas exactas donde con un vendaje limpio termino el doctor dejando por fin ver que la chica volvía abrir sus ojos confundida al notar que todos la observaban. La mujer del médico junto a dos chicas más, salieron a limpiar los utensilios y votar los residuos, todos se asombraron incluido el psiquiatra que su compañero fuera hecho una operación tan delicada como era esa de extraer una bala, y que no hubiera tenido ninguna complicación, este explicó que la experiencia no traicionaba además de que no era la primera vez que hacía este tipo de cosas por lo que más de uno quería aprender, pero este solo reía.
Aquellas mujeres fueron a devolver las herramientas, pero con la decepción que ya no era el sargento el que estaba en el lugar, sino los mismos dos guardias que esa horrible noche quisieron abusar de ella, la joven que estaba a su lado fue la que entregó aquella bolsa con la petición que se la dieran al sargento agradeciéndole, pero este le tomo la mano para pegarla contra el portón para intentar besarla a través de los barrotes, las dos restantes lo iban a golpear, pero otras manos también del lado contrario las detuvieron igual pegándolas contra los barrotes fríos de hierro que estaban un poco manchados ya de sangre. Las tres empezaron a gritar y forcejear en el intento cuando la mujer del primer hombre golpea a su abusador para tomar el bolillo y golpear a los otros dos dejando en libertad a sus compañeras para emprender la huida de vuelta a la sala, pero unos disparos que les pasaron cerca a sus cuerpos las asustaron en gran pánico que corrían como alma que lleva el diablo hasta entrar en su sala.
-¿Chicas, están bien, que les pasó? -las observa la mujer del médico levantándose un poco confundido de la cama para acercarse a ella.
-Unos idiotas nos intentaron besar, querían abusar y ultrajar nuestros cuerpos, esos imbéciles me dan asco.
-No les llegaron a tocar o...
-No lograron porque no defendimos, solo nos lograron pegar en los barrotes, eso fue lo único que podríamos decir que nos maltrató, pero hasta allí nada más tranquilos.
-Como esos idiotas vuelvan a tocarlas a alguna de ustedes, me las pagaran una a una, que se creen ellos por vestir como militares tienen derecho para poder ultrajarlas a alguna de las mujeres que están en esta sala.
-Tranquilo cariño, yo creo que los golpes que les damos y las burlas de sus compañeros les han de ser suficiente, por eso no creo que se queden quietos, pero ni tú, ni ninguno de la sala va a hacer algo, recuerden lo que paso con los de la sala B.
-Es cierto lo que dice, no podemos rebajarnos a su nivel, así que tranquilos solo no las debemos dejar solas, así que cada que alguna mujer salga, dos o tres de nosotros iremos con ellas, así nadie les pondrá un dedo encima.
Todos se empezaron a relajarse tras salir de aquella tensión, la mujer se sentó junto a su marido para hablar un poco de lo sucedido, este le hacía preguntas por la preocupación que le daba, siempre desde pequeños ella ha sido el amor de su vida y por eso es que la ama demasiado como ella a él aunque no les gustaba para nada expresarse así con cantidades de personas eran románticos a su forma, mientras que las otras dos jovencitas podríamos decir que acaban de encontrar el amor de sus vidas, jóvenes que las empezaron a cuidar desde ese instante. Se puede decir que este encerramiento para algunos no fue tan malo como para otros, aunque la obstinación de estar encerrados, sucios, mal alimentados no era lo mejor, que si ese lugar donde estuvieran fuera un hotel cinco estrellas con camas cómodas y confortable para un buen descanso, sería todo un paraíso.
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