veinticinco
"You can break my heart in two,
but when it heals it beats for you."
Abandono el hospital lo más rápido que puedo, siento como se me forma un nudo en la garganta a medida que me voy acercando al coche.
— Vámonos a casa, por favor.
Ivan me echa una última mirada antes de arrancar y poner el coche en marcha, yo apoyo mi cabeza en la ventana.
— Te sientes mal por haberlo dejado así, ¿no?
Por primera vez en lo que llevamos en el coche le miro a los ojos, su mirada refleja algo que yo no quiero admitir, suspiro y sorbo mi nariz.
— Sabes que nunca voy a poder hacerlo.
— A pesar de todo he decidido amarte, y, tu, por lo menos has intentado darme algo del amor que te quedaba, a pesar de lo rota que te había dejado ese huracán llamado Pablo, a pesar de todo, de que se que tu corazón jamás va a latir a la misma frecuencia que el mío, te doy las gracias por haberme amado estos tres meses... - no le dejo continuar.
— No, Iván, te amo a ti, solo a ti.
— Claro que no, y no te culpo por ello, el amor que sientes por él es el más bonito que existe, ese que te hace quererlo a pesar de que te haya dejado echa trozos vas a seguir dejando todo por él. - Iván me seca una de las lagrimas que baja por mi mejilla.
Cuando le conocí supe que tenía algo, que era diferente, pero jamás me hubiese imaginado que estaría aquí a día de hoy, sintiendo como él me estaría dejando ir solo porque el destino es lo suficientemente ambicioso para condenarme a amar a alguien que me ha echo mucho daño.
Y si soy sincera duele más estar enamorada de Pablo que estar con él.
— Dame solo un poco de tiempo más, te juro que ya no le amo. - suplico.
— Si de verdad no le amas, ayúdalo, estate con él, y cuando vuelvas a casa esta noche, sabrás la respuesta.
Le miro y abro la puerta del coche, Iván se acerca y me da un pico antes de salir del vehículo, le veo marcharse y suspiro. Vuelvo a entrar en el hospital donde me dicen que el paciente por el que pregunto está en la habitación 306 en la tercera planta.
A medida que subo en el ascensor noto como mis piernas empiezan a temblar, he estado esperando durante un año a que por fin me diese una razón que cuando el momento ha llegado no he sabido reaccionar, si la Lucía de hace medio año me hubiese matado sabiendo que Pablo quería volver y que me lo había explicado todo, pero a día de hoy no estoy muy convencida.
Voy a entrar a la habitación cuando escucho dos voces hablando.
— "¿Porqué no me dijiste que no la
intentase conocer el primer día
que te hable de ella?"
— "Porque por primera vez en
mucho tiempo vi como te
brillaban los ojos de nuevo."
— "Lo he perdido todo Pedri,
mi carrera, mi sueño, y lo
único que me quedaba era la esperanza
de que ella pudiese volver a amarme."
Pablo está abrazado a Pedri mientras se aferra con fuerza al cuerpo de su mejor amigo, ojalá nunca hubiese visto esta escena, verle tan frágil, tan roto.
Y quizás ese es mi problema, curar a personas que me hicieron daño solo porque no quiero verles como alguna vez me dejaron a mi, y mucho menos quiero verlo a él así.
Entro en silencio y le hago una seña a Pedri para que no diga nada, en menos de un momento soy yo la que abraza a Gavi. Él abre los ojos sorprendido.
— ¿Que haces aquí? - Pablo se sorbe la nariz y se seca las lagrimas.
— Ayudarte.
El silencio inunda la habitación.
— Bueno, yo me voy, si necesitas que te venga a buscar solo dímelo, lunática.
Me despido con una sonrisa de el canario para después volver a fijar mi mirada en Gavi, el cual está sentado sin pronunciar palabra.
— A pesar de todo te prometí que siempre estaría para ti y yo las promesas no las rompo.
No quise decir eso con malas intenciones, pero parece que a Pablo le ha llegado hasta dentro, como una flecha clavada al corazón, ver como su mirada no es la misma, como él no es ni de lejos el chico de hace un año. Todo esto me hace darme cuenta de lo mucho que se arrepiente y de lo mal que le ha hecho Andrea.
Suspiro.
— Te perdono, Pablo.
Y por primera vez entre tanta oscuridad veo como sus ojos muestran algo de alegría, y, en cierto modo eso me reconforta.
— ¿De verdad? No sabes lo que me alegra oír eso, a pesar de que no vayamos a estar juntos estoy más tranquilo. - me dedica una sonrisa triste.
La cercanía de ambos me hace fijarme que tiene muchas más pecas, su cara se ha vuelto más masculina y un poco más ancha, pero sobre todo y lo más importante es que sus ojos son los mismos, esos ojos marrones que me encantan.
No lo veo venir, no puedo frenar el momento en que Pablo ha decidido besarme sin permiso, y, joder, ni yo misma sabía lo mucho que echaba de menos su contacto, sus labios sabor miel, y la intensidad que tanto le caracteriza.
Ahí también me di cuenta de que lo estaba haciendo mal, estaba haciendo lo mismo que me hizo el.
— Esto no está bien, Pablo, sabes que no puedo.
— Lo necesitaba, te necesitaba a ti.
Niego y me levanto, le digo que me tengo que ir y que si necesita algo que me llame.
Al salir del hospital entiendo porque Ivan me dijo lo que me dijo esta mañana, al dejar la habitación de Pablo atrás entendí que la respuesta estaba más que clara.
Pero, eso no quita que me sienta la peor persona del mundo, por haber dejado que Ivan me amase sin yo corresponderle después de todo. Tomo un bus de vuelta a casa, no me atrevo ni si quiera a llamar a Pedri, simplemente quiero pasar el trayecto en silencio y conmigo misma.
Al llegar a casa Ivan me abre la puerta con una sonrisa que poco a poco se va desvaneciendo según ve mi cara.
— ¿Una última noche, estrellita? - digo sonriendo.
— Una última noche, Lucía. - Ivan me sonríe de vuelta.
Espero que entendáis el capítulo de hoy, quería daros algo a pesar de la gran mierda de día que he tenido, mil gracias por vuestro apoyo, esta historia está en su recta final y espero que disfrutéis estos últimos encuentros.
Como siempre, a la próxima más y mejor. 💖
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