diez
GAVI.
Me despierto por los rayos de luz que se cuelan entre las persianas, Lucía duerme a mi lado, parece una princesa durmiendo entre las sedosas sabanas de su cama.
Una de las cosas que más me gusta de ella es la facilidad con la que te muestra como se siente, el que esté triste, enfadada o contenta con tan solo un gesto, ahora parece estar tan relajada, tan frágil.
Podría estar años mirándola y hablando de todo lo bueno que tiene. Podré ser muy joven, pero, jamás me había sentido de la manera en la que lo hago ahora.
Miro el reloj, 7.45, me levanto con cuidado para no despertarla, me pongo mi ropa y salgo de la habitación dejando una nota y un pequeño beso en su cabeza.
Al salir de la habitación me encuentro con Pedri, que me mira con las cejas arqueadas y una mueca de leve sorpresa.
— No hace falta que me digas nada, te conozco Pablo.
— Jamás creí que estaría así.
— Lo único que te digo es que no la cagues, esta vez no, si tanto dices que la quieres tienes que luchar por ello.
— Lo voy a hacer, Pedri.
Pedri me dedica una mirada dudosa y no le reprocho nada, él a sido quien más ha visto la cantidad de chicas que en tan solo una noche podían estar conmigo. Y a día de hoy me arrepiento de ello.
— Con todas menos con ella, juro que tiene una de las almas más bonitas de este mundo, no vayas a joderla esta vez. - Pedri me pasa un brazo por los hombros y yo le aseguro que esas no son mis intenciones.
Con Lucía entendí lo que significa el no buscar a alguien más en una habitación llena de gente, con ella aprendí que no hace falta de longevidad para que el corazón de mil vueltas, solo hace falta de una casualidad que una dos caminos.
Así como el destino unió los nuestros.
El comedor está casi vacío, hoy prefiero desayunar tranquilo tras la victoria, el equipo siempre está con varias revoluciones de más y eso a mi me agota.
Pedri me extiende un café, le sonrío en forma de agradecimiento, ambos desayunamos en un silencio cómodo, comentando alguna que otra cosa del partido de ayer, una de las cosas que más quería en este mundo era jugar mi primer mundial, y que mejor que hacerlo con Pedri, mi mejor amigo, todavía recuerdo la primera vez que llegué a Barcelona con el primer equipo, estaba aterrado, pero, Pedri me cogió e hizo que ese fuese mi nuevo hogar. Y siempre estaré agradecido por eso.
Recogemos nuestros desayunos y vamos directos a entrenar, Luis Enrique ya está allí a pesar de que todavía quedan diez minutos para que el entrenamiento comience, sorprendentemente Eric ya se encuentra sentado en el
banco esperando.
Poco a poco mis compañeros empiezan a entrar en la pista para empezar los ejercicios.
El entrenamiento se me hace eterno, sobre todo la parte en la que el mister nos felicita por el partido, soy el primero en alegrarme, pero, solo es el primer partido. No me gusta crearme falsas ilusiones.
Así como lo hizo la única persona de la que me enamoré de verdad. Me hizo verme como lo más bonito que pudo haber existido en el mundo para después pisarme y hundirme en un abismo que solo yo mismo podía llenar.
Y quizás soy un idiota, un idiota por perdonarla la noche en la que vino a mi casa llorando diciendo lo muy arrepentida que estaba, por dejarla seguir en mi vida, pero, si de algo puedo presumir es que el amor es lo primero y que las segundas oportunidades a veces te hacen descubrir lo que en otra veces se dejó a medias.
Suspiro y me voy de la pista, noto que Pedri frunce el ceño y hace un ademán de ir conmigo, pero algo se lo impide.
Y como si alguien me hubiese escuchado, Andrea está delante de mí con una sonrisa de oreja a oreja, me acerco a hacia ella y la sonrío.
— Te veo más que bien, Pablito.
— Estamos mejor que nunca, súper ilusionados con el partido de ayer. - sonrío.
— Oh, vamos, con esa cara de mustio parece que hubieses visto a un fantasma.
— ¿Qué haces aquí, Andrea? - arqueó levemente mi ceja.
— Trabajo aquí, llevo las redes sociales de ese chico tan guapo de allí. - Andrea señala a Pedri y yo no puedo sentir más sorpresa, luego hablaré con el.
— No sabía que trabajabas en eso.
— Hace mucho que no vienes a verme a Sevilla, Pablito, es normal que no lo sepas.
A lo lejos veo como Lucía viene hacia nosotros y es como si mis ojos viesen un rayo de luz, se acerca con la sonrisa más bonita del mundo.
— Pablo, estaba mirando unas fotos que te hice en el partido y no se si las quieres para ti o las cuelgo directamente en Instagram, ¿o quieres hacerlo tú? - Lucía me enseña varías fotos en su tablet.
— Cuélgalas tú y envíamelas por favor.
— Perfecto, que mal educada, lo siento, soy Lucía, su representante en redes sociales, encantada, ¿tú eres?
— Andrea, su novia.
En ese momento mi corazón da un vuelco, miro a Andrea y la rabia empieza a crecer por todo mi cuerpo, la gota que colma el vaso cae cuando veo que Lucia me mira con la mueca más decepcionada del mundo.
— Oh, entonces os dejo solos. - suelta Lucía en un tono triste.
Al girarse para irse noto como sus ojos se apagan y en ese instante algo de mi lo hace también, intento seguirla, pero, la rabia se apodera de todo mi ser.
— ¡Que coño te crees que haces! ¡No eres mi novia, no eres nada de mi!
— Admítelo, Pablito, esa no va a llegarme ni a la suela de los pies nunca.
— Tú.
— ¿Yo que? - responde en un tono burlón.
— Tú eres la cosa más insignificante, sin valor de todo el universo si te estás comparando con ella, porque ella es oro cuando tú, eres una simple piedra a su lado.
— ¿Y porqué debería importarme?
— ¡Porque es importante para mí! Si fueses mi amiga respetarías lo que siento, no te dedicarías a romper todo lo que tengo solo por un simple capricho tuyo, deberías alegrarte porque ella me hace feliz y apoyarme si la elijo a ella en vez de a ti. - mi respiración cada vez está más agitada - Nunca debí haberte perdonado, jamás supiste lo que significaba tener un amigo, novio, o cualquier lazo sentimental, tienes veintiuno, pero, parece que acabas de descubrir el mundo, vete a la mierda y búscate a otro.
— ¡Llevo toda la vida a tu lado para que luego me digas esto! - niego y no la dejo seguir.
— No me tienes que reprochar nada, no pienso escuchar palabras de un extraño.
Me giro sin mirarla, sabía que en algún momento me iba a traicionar, pero, una parte de mi confiaba en que no, de verdad que lo hacía.
Corro por toda la concentración intentando buscarla, no está ni en el comedor, la sala de juegos o incluso en su habitación, ha desaparecido.
Es en ese momento cuando los veo, Pedri está abrazándola dejando caricias en su pelo, ella se separa y le mira, el canario dice algo que la hace reír, una risa de verdad.
Me quedo quieto, mi cuerpo se agarrota y me llamo idiota por no haberla parado, por dejar que esto ocurriese, pero, ahora ella estaba riendo con Pedri y no quería arruinarlo así que cojo todo lo que llevo dentro y me lo llevo a otro lado.
Mañana hablaría con ella.
¡Os comunico que habrá dos capítulos mas en los siguientes días! Algo de drama había que meter, jejejejej.
Espero que se note la diferencia de narrativa entre Gavi y Lucía, nos leemos en el siguiente capítulo 😁
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