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➥ prologue

PRÓLOGO
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sᴏ ᴀʀᴇ ʏᴏᴜ ɢᴏɴɴᴀ ᴅɪᴇ ᴛᴏᴅᴀʏ ᴏʀ ᴍᴀᴋᴇ ɪᴛ ᴏᴜᴛ ᴀʟɪᴠᴇ?
ʏᴏᴜ ɢᴏᴛᴛᴀ ᴄᴏɴǫᴜᴇʀ ᴛʜᴇ ᴍᴏɴsᴛᴇʀ ɪɴ ʏᴏᴜʀ ʜᴇᴀᴅ ᴀɴᴅ ᴛʜᴇɴ ʏᴏᴜ'ʟʟ ғʟʏ
ғʟʏ, ᴘʜᴏᴇɴɪx, ғʟʏ
ɪᴛ's ᴛɪᴍᴇ ғᴏʀ ᴀ ɴᴇᴡ ᴇᴍᴘɪʀᴇ
ɢᴏ ʙᴜʀʏ ʏᴏᴜʀ ᴅᴇᴍᴏɴs ᴛʜᴇɴ ᴛᴇᴀʀ ᴅᴏᴡɴ ᴛʜᴇ ᴄᴇɪʟɪɴɢ
ᴘʜᴏᴇɴɪx, ғʟʏ










ERA GRACIOSO PENSAR que Beatriz Abernathy podría ser una amenaza potencial para su propia familia, siendo una joven tan ordinaria, sin conocimiento alguno de defensa física, estrategias o espionaje. Criada dentro de un mundo plagado de secretos, con una madre agente, y la creencia de que mientras más se introdujera en aquel sitio, más problemas terminaría buscándose.

Aquel no era un pensamiento que hubiera desarrollado con el paso del tiempo. No, ese siempre había estado allí, y si alguien le hubiera advertido que esa noche debía haberlo seguido más que nunca, ella no se habría atrevido a poner un pie delante de aquel edificio.

Cuando las puertas metálicas se abrieron delante de sus ojos y los dos hombres de negro que la acompañaban la empujaron para que pasara al interior de la base, Beatriz sintió la familiar tensión, controlándola, enfriándola.

El edificio se había quedado en silencio a esas horas, las oficinas a oscuras. Todavía quedaban el personal de limpieza y dos personas más en las oficinas al fondo; las tenues luces brillaban al final del pasillo a oscuras.

Del otro lado de la puerta se encontraba la persona que había venido a ver, con el escudo de una de las organizaciones más importantes de Estados Unidos descansando bajo la suela de sus zapatos.

Alan Priest era un hombre de increíble altura, hombros anchos, y unas facciones afiladas que Beatriz podía reconocer en sí misma cada vez que se miraba al espejo.

También conocido por ser director del FBI, vivía en una casa lujosa a las afueras de la ciudad de Washington. Tan inmensa como se le permitiera a un edificio de dos plantas, el cual abarcaba gran parte de un terreno verde cultivable y un poco alejado de la civilización. La casa contaba con seis habitaciones, cuatro baños, y dos comedores, cosa que llegaba a ser un tanto exagerada para una familia como la suya, conformada por su esposa y sus dos hijos. No obstante, para él nunca nada había sido suficiente. Ni el amor ni lo material.

Ella lo sabía de sobra, que personas como él nunca buscarían nada que no fuera destinado para su propio beneficio. Y quizás por eso podía decir que eran tan parecidos. Después de todo, estaba allí también para obtener algo a cambio.

Cada vez que iba a esa oficina (o la traían contra su voluntad) lo veía usando los mismos trajes, con el mismo estilo de corbata, siempre de distinto color. A veces se preguntaba si su esposa se tomaba tanto tiempo yendo de compras para buscarlas.

━Finalmente. Creí que tendría que enviar un equipo completo para traerte aquí.

Ella miró el interior. Había una estantería detrás del escritorio, tan ancha que probablemente se llevaría la habitación entera. Una ventana de cristal inmensa a su derecha y una misteriosa puerta metálica clavada en la pared de su lado izquierdo.

━Creo que con el simio que enviaste a buscarme fue más que suficiente ━la morena dejó escapar un resoplido molesto, cruzándose de brazos por encima de su chaqueta━ Mandar dos de tus hombres a sacarme de mi centro de trabajo en plena tarde laboral no ha sido un movimiento muy disimulado de tu parte.

━Llevas días sin contestar el teléfono e ignorando los mensajes que dejé en tu buzón. Si no te conociera, diría que hasta estabas evitando tener que reunirte conmigo.

Ella no quiso responder ante su argumento. Porque sí, lo quería lejos de su cotidiana normalidad, de su vida, y sus relaciones. Y tener que ir a ese lugar a cada cierto tiempo la ponía enferma.

━¿Qué es lo que quiere? ━cuestionó sin más miramentos

━Mi apellido ━espetó━ Quiero que dejes de usarlo.

Beatriz alzó ambas cejas. Así que de eso se trataba todo.

━¿Nada mas?

━Ahora que empezaste a trabajar para un diario que miles de personas siguen en internet, prefiero no correr el riesgo de que alguien pueda averiguar que, de alguna forma, estás relacionada conmigo. ━explicó el ahora presidente del FBI, fijando sus ojos fríos directamente en la mujer━ Ya tengo suficientes problemas en casa para agregarle además un escándalo por una equivocación del pasado.

Una equivocación que terminó siendo ella fue lo único en lo que pudo pensar mientras algo en su interior comenzaba a soltar carcajadas de felicidad.

¡Al fin iba a deshacerse de aquella cruz en su vida! Ya no habría nada que pudiera atarla a aquel hombre. Salvo por el ADN claro estaba

━Adelante ━se sentó en la silla delante del escritorio sin siquiera pedir permiso━ ¿Dónde tengo que firmar? Muero por deshacerme de ti para siempre.

Alan alzó el mentón, estudiándola con expresión regia desde su posición, la cual ella parecía sostener con la misma fuerza.

Beatriz era dura y osada, justo como lo había sido él en más de un sentido. Aquella zorra irlandesa se había encargado de dejarlo en claro desde la primera vez que tocó su puerta con ella de la mano.

Pero ese día, finalmente, ese fantasma de su pasado dejaría de fastidiarlo para siempre.

━Llamaré a mi abogado para que...

━¡Señor! ━uno de los hombres que la trajo entró a la oficina sin previo aviso━ Se requiere de su presencia en el laboratorio urgentemente.

━¿Qué no ves que estoy en medio de algo serio ahora?

━El doctor Murray dijo que era importante ━insistió.

Beatriz pudo ver cómo la expresión en el rostro de su progenitor cambiaba de la molestia a una extraña curiosidad. Luego se volteó hacia ella de forma brusca.

━No salgas de aquí.

No me atrevería, quiso decir, pero prefirió quedarse callada hasta que los dos abandonaron la habitación. Dejándola con la sola compañía de su mente inquieta.

Cuando estuvo segura de que ninguno de los dos volvería en un período de tiempo corto, se levantó de su silla y comenzó a registrar todos los archivos de las estanterías con una calma propia de cualquier persona que tuviera la certeza de que estaría sola por un largo rato.

Revisó papeles de casos ya cerrados, de antiguos agentes, reclutas que habían traicionado las órdenes de la organización, y demás archivos que terminó dejando en su sitio sin encontrar nada que pudiera confirmar sus sospechas.

Confiaba ciegamente en lo que Hanako le había contado, pero sabía que aquello era algo muy arriesgado, incluso para ella.

No obstante, si desperdiciaba esa oportunidad puede que no tuviera otro chance de descubrir lo que ocultaban.

━Bingo ━exclamó, acercándose de vuelta al escritorio para agacharse junto al gabinete.

Allí encontró eso que había estado buscando sin siquiera saber dónde lo escondían, pero que claramente reconoció nada más ver su forma y la cerradura de la puerta que notó al poner un pie en el interior de esas cuatro paredes.

Solo hizo falta un click, y todos los secretos de los que tanto había intentado huir quedaron expuestos delante de sus ojos.

El cuarto era inmenso a primera vista, lo bastante grande como para poner nervioso a cualquier polizón cuyo escape fuera contrarreloj. No obstante, cada uno de los objetos eran demasiado grandes como para no notarlos, haciendo de su búsqueda mucho más corta.

La parte mala era que no había interruptor y mucho menos bombilla que encender para tener una buena iluminación, cosa que hizo maldecir a la joven reportera en baja voz.

Avanzó cuidadosamente. A veces sorprendiéndose de la capacidad que poseía para no chocar con nada bajo toda esa oscuridad cuando prácticamente iba a ciegas. Y de no ser porque sus pies se detuvieron en algún punto, su cara de seguro se habría encontrado con más de una pared en ese sitio.

No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que, en efecto, aquello no era algo que el gobierno hubiera aprobado. Y tampoco creía que este estuviera enterado de ello.

Aquel sitio estaba lleno de jaulas metálicas, algunas más pequeñas que otras, pero con barrotes que debían ser demasiado fuertes como para mantener cautivo a un león o cualquier otra criatura salvaje. Solo que en su lugar, dentro de estas no habían animales... sino personas.

La morena ahogó un grito y se cubrió la boca con una mano.

El sonido de los gemidos y las voces casi estranguladas por el cansancio o el dolor llegaron a sus oídos como si fueran susurros, provocando que las manos comenzaran a sudarle incontrolablemente.

Sin siquiera ser consciente de que lo hacía, sus piernas terminaron doblándose junto a una de las cajas metálicas, desde donde un cuerpo delgado se encogía, hecho una maraña de pelo y extremidades.

Beatriz podía escuchar sus respiraciones desde donde estaba.

Los mechones castaños de la mujer se enredaban en su cara, pasando por su cuello hasta finalmente abrazar toda su espalda. Sin poder ocultar mucho los cardinales y las heridas que le bañaban toda la piel al descubierto.

Sus ojos verdes, saltones, desesperados, la apuñalaron con la misma fuerza de un huracán. Abriendo un hueco en su corazón tan profundo que no pudo sentir nada más que lástima y tristeza.

¿Qué es lo que les estaban haciendo? ¿Por qué la tenían encerrada en aquella jaula como si fuera un animal?

Sus ojos descendieron hasta la placa que descansaba al pie de la caja, sintiendo un escalofrío cuando sus labios resecos pronunciaron su nombre y la razón por la cual estaba allí con el resto de todas esas personas.

Wanda Maximoff.

Sujeto 002 /Delta

PROYECTO MUTANTE
















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Bueno, esto no era algo que pensaba publicar. Pero al final decidí hacerlo a ver qué tal les parecía.

Also, hace unos días volví a ver la serie animada de Wolverine y los X-Men, y de ahí surgió esta idea.

Espero les guste.

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