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×7×

(Especial Navideño)

La Navidad estaba próxima y era el final de semestre.

Teníamos que practicar día y noche para la presentación de deportes de invierno, y encima, estudiar para los exámenes finales.

Pero cierto japonés que vivía conmigo estaba depresivo.

Era bueno en las calificaciones y si se lo proponía, sobre el hielo, pero no tenía esa magia de cuando le conocí.

¿La razón de esa tristeza?

Realmente eran dos razones:

♥No estaría con su familia en Navidad

♥Y la segunda, su crush, amor platónico, su sempai, Viktor Nikiforov interpretaría al Cascanueces en Nueva York.

Este año estábamos algo bajos de presupuesto para ir a nuestros hogares en vacaciones.

Así que, como el gran amigo y roommate que soy, decidí hacerlo darle la mejor Navidad de sus días como universitario.

Sólo tenía una semana para lograrlo, y le pedí ayuda a San Google para lograr mi cometido.

Pero esta vez, tuve que usar mi propia creatividad, porque no encontré nada sobre "qué hacer por tu amigo que se pone nostálgico los 6 días previos a la Navidad".
Sólo encontré el clásico 12 días para Navidad, hannuka, como pedirle matrimonio a tu mejor amiga en la cena de Nochebuena, y cosas así.

El lunes 17 por la mañana desperté dispuesto a darle la mejor Navidad a mi amigo, sin embargo, por primera vez desde que le conozco, se había levantado a correr antes que yo. Quería invitarle a desayunar al restaurante japonés del otro día, pero me ignoró cuando logré alcanzarlo, igual que lo hizo con el hombre de los hot-dogs, con la señora de las donas, y con cada comerciante.

Era como si me quisiera evitar y encerrarse, pues en clase y en los entrenamientos era lo mismo, y al regresar a casa se metió a la cama con audífonos.

Pero aún tenía 6 oportunidades. Y unos pequeños grandes aliados.

Cuando él se quedó dormido, tomé a mis hámsteres y recortes de tela. Al despertar Yuuri se llevaría una gran sorpresa navideña.

Pero otra vez él despertó antes que yo.

Cuando desperté, él ya estaba desayunando y ¡ mi preciosa sorpresa desarmada!

Mis hijos que tanto me esmeré en disfrazar de Santa Claus y sus elfos, corrían ahora por doquier
Y la nota de "Feliz Navidad, amigo" en el frigorífico con un magneto, pero ni un "gracias Pichit" de su parte.

Y al otro día, un gorro de cerdito y uno de Hámster listos para usar estaban sobre la mesa.

Pero el ingrato sólo lo dobló y lo guardó en su mochila sin ponérselo.

El jueves me levanté más temprano que él, de hecho no dormí por espiarle, y le preparé el desayuno para dárselo en la cama.

Preparé huevos con tocino pues era lo más parecido a cerdo.

Lo puse en una charola y se lo llevé.

–Pichit,–dijo el casi tirando las cosas–Tomorrow is the spectacle, we don't eat this.

Se levantó y quitó la charola y guardó la comida en el refrigerador.

Yo me crucé de brazos y me senté en la cama.

¿Desde cuando le importaba la dieta?

–Go to have a fitness life WITHOUT friends!–le dije mientras él salía por la puerta.

No era justo que yo me esforzara tanto si a él no le importaba.

Comí el desayuno que había preparado y fuí a la pista de hielo a desquitar mi enojo.

Yuuri llegó y practicamos la coreografía, pero irónicamente sobre la pista le apliqué la ley del hielo.

Celestino solo nos miraba extrañado.

–Guy, tomorrow I wish the magic of every day, 'cuz today, aren't here that.–nos reprendió el entrenador.

Después fuimos a clases aún sin hablarnos, y así pasó todo el día.

El viernes fingí seguir durmiendo y vi como él revisaba el cuarto. Pero no encontraría nada, porque no lo había.

–Finding something?–le dije por la espalda.

–No, notothing–dió un saltito de susto– Are you ready? Is late.

Sólo suspiré y fuí a vestirme.

Ese día transcurrió tan monótono como el anterior hasta la presentación.

Era el último día de clases y todos estaban emocionados menos nosotros.

Llegó la hora de nuestra presentación, nos pusimos los trajes y entramos a la pista, era una coreografía alegre llena de magia navideña, pero nuestras miradas no lo reflejaban.

El espectáculo salió bien y recibimos aplausos, pero Celestino se dio cuenta de que algo pasaba.

Al salir de la pista él nos detuvo.

–Are all OK?

–No!–dije cruzado de brazos.

–He is a Kyōhaku kan'nen yandere!–exclamó Yuuri

–But he is a Nerkhuṇ!–respondi yo.

–Wait a moment please, I don't understend!– nos separó.

–He is a stalker!– dijo Yuuri

–He is a ungrateful!–repuse.

.–If are a couple, are desaster–Sólo suspiró y negó con la cabeza.

Solo reímos como locos y Celestino nos miraba extrañado.

–We are not boyfriends!–dijo Yuuri aún riendo.

–Ok.... Even what is the problem?

–I just a silly thing–dije sonriendo y abracé a mi amigo.

–Their are so crazy–dijo el entrenador–,See you at january!

Se dió la vuelta y agitó la mano diciendo adiós.

Nos fuimos a casa abrazados por los hombros.

Al llegar nos tiramos en el sofá y prendimos la TV, pero al poco rato nos quedamos dormidos.

Cuando desperté Yuuri ya había hecho el desayuno y lo traía hasta mi.

–Im so sorry, I'm be a big idiot–se disculpó.

–Don't worry, my dear friend. I be a big stalker with you–le dí un gran abrazo.

Ambos desayunamos tranquilamente. Y después fuimos al jardín de la Facultad, donde sólo se veían alumnos con maletas para ir a sus hogares por navidad.

Les observábamos con una taza de chocolate y galletas de jengibre.

Así pasamos toda la tarde hasta que oscureció.

Volvimos a la habitación y pensé que al fín había olvidado lo de Nikiforov, pero no.
Se tiró en la cama a llorar porque no conocería a su crush y justamente en el cumpleaños del ruso.

Era vísperas de Navidad y éste estaba llorando en lugar de ayudarme a decorar nuestro hermoso árbol.

Sólo lo dejé disfrutar su dolor mientras yo vestía nuevamente a mis bebés.

Dieron las 12 y él seguía llorando, ni siquiera se dío cuenta de que su madre le marcó a su celular. Por lo que yo tomé la llamada y se la comunique.

El pequeño japonés lloró a oídos de su mamá por un largo rato, mientras que yo llamaba a la mía.

Al otro día salté a felicitarlo.

–S̄uk̄hs̄ạnt̒ wạn khris̄t̒mās̄!–exclamé alegremente mientras prendía la televisión donde transmitían la actuación de Viktor Nikiforov de la noche anterior

–Merīkurisumasu....–dijo él

Pasamos el día entero en pijama y comiendo dulce mientras veíamos la programación navideña.

Después de todo aunque no fue la mejor Navidad del mundo, tampoco fue la peor.

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