Prólogo

Mi nombre es Fareeha, aunque soy conocida como Pharah. Nací en Egipto, El Cairo. Siempre he sido una niña afortunada, he tenido lo que he querido siempre. Mi madre cuando era pequeña, había cuidado de mí y me dio todo lo que pudo, crecí con ella hasta que fui un adolescente. Pertenecía a Overwatch y me enseñó que la vida está llena de valores y de cómo cuidar a una familia, que era lo más importante. Y yo quería seguir sus pasos, quería ser como ella.

Inicio antes de la decisión

Mi madre no quería que me uniera a esta guerra, pero si algo he aprendido, es que la justicia llueve del cielo.

Llevo años viendo a mi madre como iba y venía, y se pasaba horas, días y meses sin pisar la casa. Aunque jamás me ha dejado sola, siempre dejaba a alguien conmigo y cuando ella estaba, era la mejor definición de hogar que había existido. Entre esos días, se levantaba, se vestía, cargaba su arma y desaparecía después de darme un beso en la frente.

Y un día, ese maldito día, estalló la guerra. Los omnicos se volvieron incontrolables e hizo que Overwatch se disolviera, y desde que mi madre se fue a esa guerra, no supe de ella, y yo no podía estar quieta mirando a través de la ventana. Lo bueno que ha sido vivir con mi madre es aprender de ella debido a sus largos cuentos que me tenía preparada para irme a dormir y porque todo lo que practicaba, lo hacía en el patio conmigo: luchar, mantener la calma, técnica militar, apuntar, disparar, impulsarse y un largo etcétera.

El estallido de la guerra fue internacional. Afectaron a tantos miembros y a tanta gente... «¿Cómo podría alguien estar quieta en esta situación? ¿Cómo no iba a luchar por los míos, por la gente?», pensé.

En definitiva, me aliste a la fuerza militar con la esperanza de remendar este terrible error incontrolable. Y es entonces cuando recuerdas que tu madre te dio un discurso de que la guerra no es un juego, no son las mismas palizas de cuando era pequeña en aquel jardín... pero su equipo (y también el mío, he de decir) me apoyaron y me dieron conejos de como librar un combate. Así que fui incapaz de permanecer quieta. Sé que mi madre tenía razón, pero ella sabe que yo sirvo para luchar.

Y sin pensármelo, me aliste al ejército. Mi madre era capitana. Así que yo quería ser igual que ella, quería ser jefa de combate.