Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33. Traición

Me levanté sofocada por una pesadilla pero no grité ni nada, solo estaba sudando e inquieta. Soñé que caía por un precipicio y no podía volar y justo antes de impactar con el suelo me desperté. Miré hacia el reloj y eran las diez de la mañana así que decidí levantarme porque convocaron una reunión a las once. Justo cuando me iba a levantar, noté un peso de mi brazo. Era Angela. No me acordaba de que iba a estaba durmiendo conmigo y tampoco estaba acostumbrada a dormir con alguien. Estaba dormida agarrándose a mi brazo y con una delicada sonrisa. «Espero que esté soñando conmigo», me dije a mi misma. La desperté para que viniera a desayunar conmigo. Me metí en la ducha y antes de cerrar la puerta, una palmada dio en la madera haciendo que Angela lo sostuviera para entrar. Me tapé con una toalla porque me daba vergüenza pero ella se destapó haciendo ver su preciosa figura e insinuando a que yo también lo hiciera y asentí con una sonrisa.
Después de tomar el café fuimos hacia la sala de comunicaciones para reunirnos todos. Mientras iba caminando por el pasillo, mi madre me cogió el hombro.

—Cielo, ¿estás mejor? Es por lo ocurrido con Symmetra, no te pregunté antes porque no te vi y...

—Mamá—dije interrumpiendola—, no te tienes que preocupar por cosas de niños. No te preocupes, estoy genial —sonreí.

—¿Es que me he perdido algo? —preguntó sonriendo.

—¿Por qué lo dices? —intenté ocultar mi sonrisa pero mi madre señaló mis labios.

—Creo que no puedes esconder tus emociones —se río.

—Hey, chicas —dijo Ángela por detrás.

—Hey...—dije nerviosa y mi madre me miró.

—Ya entiendo... —sonrío Ana Amari.

—¿El que? —preguntó la doctora curiosa pero mi madre se fue riendo—. ¿Me he perdido algo? ¿Le has contado algo sobre nosotras? —preguntó susurrando.

—No—negué con la cabeza—, pero me conoce— sonreí.

De repente me plantó un beso en la mejilla y se dirigió a la puerta para entrar en la sala. Me quedé mirando su figura en movimiento. Parecía un ángel.

—Bien... Tomad asiento —dijo Winston con un tono un poco seco.

—¿Qué pasa? —preguntó Reindhart.

—Tengo dos noticias. Vosotros decidís si son malas o buenas.

—Dispara, grandullón —dijo Tracer.

—Una, Symmetra se va —dijo dirigiendo la mirada hacia ella—, tiene otros planes. Organizaremos una pequeña fiesta de despedida en el jardín.

—Yuhu, fiesta. Lo que necesitábamos —dijo Lucio efusivo.

—¿Y la otra? —dijo Reindhart.

—Hace mucho tiempo, algunas organizaciones, buscan empleados. Es decir, otros ejércitos os buscan. Ellos han estado vigilando y viendo vuestras luchas y participaciones en las misiones. Saben cómo habéis reaccionado y que decisiones habéis tomado en cada momento... Por eso a veces os coloco las cámaras para que ellos evalúen vuestros movimientos.

—¿Qué quieres decir, Winston? —preguntó Tracer preocupada.

—Digo que nosotros somos personas que están haciendo ilegalidades usando armas, deteniendo a personas y un largo etcétera, y ellos no. Ellos os pueden proporcionar un futuro mejor y además os pagarán por ello. No nos han detenido ni han hecho nada porque han evaluado este ejército como una fase de prueba, por eso seguimos aquí... —dijo Winston con voz apenada.

—¿Quieres decir que nos vamos a separar? ¿Qué todo lo que hemos hecho aquí no sirve de mucho? ¿Somos conejillos de indias, Winston?  —pregunté algo enfadada.

—Entiendo que te sientas así...

—No. No entiendes nada. Winston, somos una familia. Nosotros hemos construido esto, nosotros hemos luchado juntos por ellos y por todas las personas. Nosotros no queremos que nos manden a sacar la basura ni queremos a otros soldados que nos ayuden. Nos tenemos... los unos a los otros. No necesitamos a nadie más... —dijo Angela con ternura.

—Pero si seguimos así, nos van a destruir. Nos encarcelaran durante años y es ahí cuando no podemos ayudar a nadie. Siento lo mismo que todos vosotros pero no puedo hacer nada... Tendréis que elegir si os eligen a vosotros en un ejército o en otro. Lo siento, pero las cosas son así.

—¿No podemos sacar un permiso? ¿Algo por el estilo? ¿No podemos montar un ejército? —preguntó Brigitte intentando poner soluciones.

—Sí... —dijo Winston.

—Pero... —dije yo sabiendo que había peros detrás.

—Tendriamos que esperar un año a que nos aceptaran, pasar una fase de prueba y mucho dinero —dijo mi madre apoyándose en Winston.

—Yo tengo algo ahorrado... —Lucio intentó romper el hielo.

—Y yo... —contribuyó Dva.

—¿Desde cuándo sabéis esto? —pregunté angustiada.

—Desde el primer día. Pero no sabía que había pasado tan rápido desde el primer aviso. Lo siento, de verdad. Os lo iba a contar pero solo se lo dije a Ana y me llegó anoche una notificación. Pensad en lo que queréis... —dijo cabizbajo.

—Entonces, ¿la fiesta también es para nuestra despedida? —dijo Mei triste.

—Podría ser... Chicos, se acabó la reunión —dijo Winston yéndose de la sala.

—Mamá... —dije sujetando su brazo—. ¿Por qué no me lo has contado?

—Winston intentó remediar esto, cariño. Pidió días y días pero no hubo suerte...

—¿Winston seguirá aquí?

—Lo más seguro es que sí. Los otros ejércitos quieren está base. Cómo ha dicho Winston, esto es como una fase de prueba y él manda aquí.

—¿Y tú...? —pregunté con cara apenada.

—Me quedaré con él. Me necesita. Y tú sabrás donde encontrarme— dijo dándome un beso en la frente—. Lo siento, cielo. Tendrás que tomar decisiones a partir de ahora y dejar atrás lo que más quieres para ayudar a los demás—dijo dirigiendo su mirada a Angela.

Mi madre se fue y yo no lo podía creer. Me estaba diciendo que me iba a separar de todos pero sobre todo de la persona que más admiro y me gusta: Ángela. Nada más acabar la conversación, me fui directa a mi habitación. No quería ni pensar.

.

Llegó la noche y todo estaban arreglados y listos para la fiesta. Symmetra entró en mi habitación para ir con ella a la fiesta porque fui la única que no acudí.

—Pharah, venga. Yo ni si quiera debería de venir a buscarte. Estamos todos juntos y Mercy no para de preguntar por ti y no quiere estar todo el rato yendo detrás de ti... —dijo Symmetra preocupada.

—Ya voy... —dije desanimada.

Al ir al jardín vi a Ángela a lo lejos hablando con Tracer y Dva. Lo único que quería era estar con ella pero a la vez tenía miedo de todo lo que estaba pasando. No sabía si Ángela y yo nos íbamos a separar ni sabía tampoco si iba a estar sola en otro ejército que no fuera este. Daría lo que fuera por dar todo el oro del mundo para que todo lo que hemos construido no sea derribado como así de la nada.
Ángela me miró y fue directa hacia a mi. Me estaba sonriendo, como siempre, como si no pasará nada. Yo seguía normal, sin hacer ningún gesto. Se paró enfrente de mi y me iba a decir algo, pero cogí si cabeza con una mano y con la otra la puse en su espalda para impulsarla hacia mi. Le di un beso. Parecíamos esa mítica fotografía del beso de la pareja de Nueva York. Todos se quedaron mirando perplejos a esa escena pero no me importaba. No tenía nada que ocultar. Me separé de ella y la incorporé para que se tomará un respiro. Me acarició la mejilla y sacó una de sus mejores sonrisas.

—Vaya besazo... ¿Y desde cuándo pasa esto? —vaciló Tracer.

—No de hace mucho, eso está claro —dijo Dva riéndose.

—Pues felicidades, algo más alegre para celebrar hoy —dijo Reindhart sonriente.

—Eres muy atrevida —dijo la doctora susurrando a mi oído.

—Ojalá estuviéramos solas y sabrías de lo que soy capaz —respondí con el mismo tono de voz.

—Es tentador —se mordió el labio—, pero estamos aquí para la despedida de tu querida amiga... —dijo mirando a Symmetra que estaba observándonos.

De repente Symmetra se puso de pie dando golpes a la copa.

—Chicos y chicas, gracias por esta velada. Os agradezco mucho que me hayáis acogido como una más de vuestra familia. Gracias por ayudarme en todo y me alegro de compartir mi valioso tiempo con el vuestro. Han sido unos días muy duros, intensos e inagotables. Por eso, he pedido algo y quiero daros una sorpresa —dijo sonriendo y señalando al techo.

Miramos hacia arriba y vimos que la cúpula de cristal que cubría el jardín se había hecho añicos. Bajaron varias personas con traje de color rojo y negro. Y no nos podíamos creer quién era el cabecilla: Doomfist.

—¿Qué está pasando, Symmetra? —preguntó Winston alarmado.

—¿Esto? —sonrió—. Se llama traición.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro