Capítulo 28. Misión elegante y pequeña confesión
Desperté con la luz del sol ya que no bajé la persiana. Mi despertador marcaba las ocho de la mañana y me puse de morros. Me levanté para ir al baño y justo cuando salí tocaron mi puerta.
—Angela, ¿qué pasa? —me hice la sorprendida pero realmente ya lo veía normal.
—Es que me he levantado muy temprano, escuché pasos en tu habitación y digo bueno, si está despierta, a lo mejor quiere desayunar o algo.
—La verdad es que estoy molida de entrenar... Así que dormiré un poco más —dije aunque por dentro tenía ganas de estar quedarme con ella.
—Bueno... Pues, ¿te veo luego? —dijo la rubia.
Le dije que nos veíamos luego. La noté un poco rara sobre todo en su voz pero estaba tan molida que no tenía ganas ni de pensar. Me tumbé en mi cama y el sueño se apoderó de mí.
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—Cariño, despierta —dijo mi madre mientras yo abría los ojos.
—¿Qué pasa, mamá? —dije preocupada.
—Casi son las una. Winston nos ha llamado y quiere que vayamos a la sala de comunicaciones.
—¿Pasa algo? —dije aún más preocupada.
—No, cielo. Aunque Winston va a dar misiones aleatorias y algunas son un poco peligrosas. Sé que tienes cabeza pero me preocupo por ti...
—Mamá, no me pasará nada. Además, te recuerdo que eres la única que me derrotaste —dije entre risas.
—La verdad es que sí. Lo siento por aquello —me sonrío—. Vamos, que nos esperan y quiere dar las cosas antes de que vayamos a comer.
Me levanté mientras mi madre se iba por la puerta. Me vestí y me dirigí a la reunión. Vi a Ángela en la puerta y me saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Pensaba que iba a estar mal por lo de Genji pero la notaba bien. Más que bien. Justo antes de entrar con ella, mi madre me cogió por los hombros y Angela inmediatamente se giró para ir a la sala pero aún así nos sentamos juntas.
—Bien, chicos y chicas. Como ya sabéis, hoy en día hay muchos crímenes y delitos. Os voy a entregar unos informes a la mitad de los que estamos aquí y seréis libremente de escoger a vuestra pareja —dijo mientras repartía los informes.
—Por lo que veo es que los más jóvenes escojamos a un veterano, ¿no? —preguntó Dva.
Winston afirmó y echamos por sorteo para ver quién empezaba a elegir y me tocó ser la primera en hacerlo. No lo dudé ni un instante: Ángela. Los demás escogieron a su pareja y mientras se ponían a ello, Ángela y yo leímos los informes:
Presunto asesino. Es un varón alto, corpulento y con tez morena en el que lo conocen como Doomfist. Va acompañado de una mujer delgada, su estatura se diferencia ante él y con tez morena también, llamada Symmetra. Están alojados en el Hotel Miami Marriott. Detener al sospechoso sin escándalo para no dañar la imagen de la empresa hotelera ni a los clientes que disfrutan de ella.
Iréis como invitados/as, como si vuestro trabajo os hubiera pagado el viaje para disfrutar de una tarde veraniega.
La policía de Miami intervendrá de paisanos una vez esposados a los dos.
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Llegamos a Miami por la tarde. La verdad es que el cambio de temperatura se notaba. Cogimos un taxi para ir al hotel de cinco estrellas que estaba justo al lado de la playa. La verdad es que disfrutar de esto era todo un lujo pero nosotras estábamos por trabajo. Angela y yo discutimos entre risas en el coche para ver que guión teníamos y queríamos seguir.
Cuando llegamos, entramos y vimos que todo era muy grande. Nos quedamos perplejas viendo toda la decoración con una iluminación excelente, a la moda y colorido. Había gente esperando en la puerta con trajes ajustados y nos atendieron enseguida cogiendo las maletas.
Nos llevaron a nuestra habitación. El cuarto era más grande que la mía de la base. Nada más entrar a la derecha el baño. Era gigante, tenía hasta jacuzzi. Conforme íbamos entrando, a la izquierda tenía hasta una mini cocina con un minibar. Era como si fuera un apartamento. En el centro de la habitación, un sofá y una pantalla grande con una mesa bajera. Luego había como otra puerta a la derecha del todo y cuando entramos era un inmenso dormitorio. Unas vistas increíbles por el balcón, y en el cuarto había una tele más pequeña con un pequeño sofá y una cama doble... "Espera, ¿una cama doble?"
—Perdón, habíamos pedido un cuarto con doble cama, no una de cama doble —dije al hombre trajeado que nos enseñaba la habitación.
—Lo siento, al ver que solo os quedáis una noche pensábamos que era una escapada romántica. Muchos lo hacen y les da vergüenza pedir estas cosas... —se llevó las manos a la cabeza.
—No se preocupe. No pasa nada, estaremos bien. Además, nos iremos de madrugada. No te importa, ¿verdad, cielo? —Angela vino hacia a mi, me cogió la mano y con la otra me cogió la cara y me dio un beso en la mejilla.
—Claro que no... —dije nerviosa.
—Bien. Espero que esté establecimiento sea de vuestro agrado. Tenéis el teléfono en la mesita —dijo señalando la mesa—, por si tenéis alguna duda o necesitáis algo. Disfrutad —dijo al fin el muchacho yéndose por la puerta.
—Bueno, ¿cuál es el plan de hoy? —dije aún nerviosa que ni miraba a Ángela.
—A ver... Según los informes recogidos en las últimas horas —dijo cogiendo los archivos de la maleta— los sospechosos se encuentran en la planta baja, es decir, ellos están en la tercera planta y nosotras en la cuarta. Ah, y estamos justo encima de ellos. Como hay que pillarlos sin que nadie se entere podemos ir a una cena en el restaurante de aquí. Es de lujo, así que tendremos que ir arregladas. Supongo que ellos también irán. Podemos sentarnos junto a ellos y charlar. Mira —dijo cogiendo un folleto del hotel—, luego hay un baile, será perfecto para intervenir y cruzarnos más con ellos. Podemos decir que la fiesta seguirá en nuestra habitación o algo así.
—Vale, me parece bien —dije mirando alrededor.
—¿Vamos al jacuzzi mientras?
—¿Eh? No, no... Yo... Voy después de ti —dije saliendo de la habitación.
Me ponía nerviosa cada vez que me hablaba. "¿Me estará gustando? No lo sé. He dicho varias veces ni se que es amar, cómo voy a saber que me está gustando... Pero solo imaginarme a ella, desnuda, en el mismo baño... Me volvía loca."
Pasó toda la tarde hasta que llegó el momento de arreglarse. Me levanté del sofá ya que me había quedado dormida. Me acerqué al cuarto y me vestí. Iba con un mono parecido al azul pero esta vez era negro. Ángela me dejó una nota encima del escritorio diciendo de que estaba ya abajo. Cogí el móvil, me miré en el espejo, me giré, volví a mirarme por si acaso, y me fui directa para el restaurante.
Cuando llegué, vi a Ángela preciosa con un vestido blanco ajustado. Estaba con dos individuos. Parecían los sospechosos pero no estaba segura ya que parecían amables con la rubia. Ángela me miró y me alzó la mano para que fuera hacia ella y así hice. Nos sentamos todos en una mesa redonda.
—Cariño, estos son Doomfist y Symmetra—me dijo Angela sonriente.
—Hola, ¿qué tal? —dije sonriendo. La verdad es que casi puse cara de asombro cuando vi a Angela actuar tan natural ante ellos.
—Bien, aquí, que tu querida mujer me ha recomendado los mejores menús. Al parecer no es la primera vez que visitáis este sitio. ¿Os habéis alojado hoy? ¿De dónde sois? —dijo Doomfist dirigiéndose a mi.
—Somos de Irlanda —intervino Angela—. ¿Y vosotros?
—Soy de Nigeria y ella de India. Nos conocimos aquí, en Miami. Por eso estamos aquí de vacaciones —dijo Doomfist.
—¿Y a que os dedicáis? —siguió Ángela.
—Soy detective privado y ella es mi mujer —sonrió— ¿Y vosotras?
—Yo soy doctora y ella es mi mujer —se rieron juntos.
Tuvimos una charla conmovedora pero veía a Symmetra cabizbaja, no hablaba apenas. Solo asentía a todo lo que decía Doomfist. Incluso llegué a pensar de que estaba sometida o que Doomfist la controlaba.
— Por fin el postre. Decidme chicas... ¿Qué os ha atraído Miami desde tan lejos? —preguntó Doomfist con una sonrisa finjida.
—Bueno el trabajo me ha otorgado el poder de viajar hasta aquí... —sonrió Ángela.
—Pero... ¿los viajes que te regala la empresa no tienen un presupuesto limitado? ¿Un área específica? —Doomfist creo que quería destaparnos—, ¿o habéis venido por otra cosa?
—Sí, a ver... —la rubia se quedaba sin ideas.
—Angela, cariño... Lo siento—intervine—. Este viaje... no es de la empresa. Bueno, sí pero gracias a mi.
—¿Qué quieres decir? —dijo Doomfist esperando impaciente.
—Verás. Llevamos tiempo juntas y no sabría decirte cuantos meses ya que hemos sido amigas desde antes... La verdad es que me encanta estar contigo y me lo paso bien. Volverte a ver era como ver el cielo, como si un ángel cayese del cielo —clavé mis ojo en ella—. Eres increíble y aunque hayamos tenido rocecillos, me sigues encantando desde la primera vez que sonreíste. Pensaba que eras frágil pero vi que eres más fuerte que yo y eso te convierte en impecable.
—Pharah... —dijo Angela mirándome sin pestañear a todo lo que había dicho.
—Este viaje lo he organizado yo solo para decirte que quiero que seas la mujer de mi vida y que te quiero. Pero hay una cosa más...
—¿Qué ocurre, cariño? —me sonrío como aquella vez.
—Sabes que soy un poco desastre y se me ha olvidado el anillo —dije riendo—. Ya sabes lo que te quiero pedir.
Me besó. Me cogió con una mano la mejilla y con la otra me acarició la nuca. Nos separamos y sonreímos.
—Contigo al fin del mundo, morena —dijo sonriendo.
—Esto sí que no me lo esperaba. Tenemos que celebrarlo. Pediré más vino —dijo Doomfist.
—No, por Dios. Vamos a nuestra habitación y sigamos la fiesta. Estáis invitados y podéis ser nuestros testigos —dije riendo.
—Está bien, vosotras mandáis. Hacéis una pareja increíble.
Nos levantamos de la mesa y nos dirigimos a nuestra habitación. Le explicamos a Doomfist donde estábamos y se adelantaron. Nosotras íbamos detrás de ellos y Ángela me cogió de la mano. "¿Por qué? Sino nos estaban viendo..."
Abrimos la puerta y nos adentramos. La pareja se sentó en el sofá mientras nosotras cogíamos un alcohol más fuerte para emborracharlos. Fui al baño y Symmetra fue detrás mía.
—Por favor, tienes que ayudarme. No es mi marido —me dijo susurrando—, me ha secuestrado. Es un asesino.
—No se preocupe —dije abrazándola—, haremos todo lo posible.
Cuando salimos, le dije a la mujer que sonriera, como si hubiéramos charlado un buen rato.
—¿Qué pasa? —dijo Doomfist curioso.
—Nada, le estaba contando como un día Ángela se emborrachó tanto que se confundió de mujer yéndose con otra en vez de conmigo —sonreí.
Alguien tocó la puerta de nuestra habitación. Abrimos y vimos que eran los dos policías. Les dejamos pasar y hablaron con Doomfist. Le hicieron salir diciendo que el aparcacoches dejó su coche en doble fila estorbando el tráfico y exigió que fuera con su acompañante a lo que le dije que no, que ella se quedaba, que era peligroso ir andando por ahí con una chica. Los agentes me miraron y comprendieron la situación y se fueron con el hombre moreno. Observamos por la ventana y vimos que la policía estaba esposándolo. Lo metieron en el coche y Symmetra empezó a llorar.
—No sabéis como os lo agradezco. Os daría mi vida, de verdad que gracias —dijo la mujer temblando.
—Nos vamos a casa y te vienes con nosotras, por seguridad —dijo la rubia.
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