Capítulo 27. Como una mariposa
Era media noche cuando alguien tocó mi puerta. Estaba con los ojos entrecerrados, miré el reloj y vi que eran las tres de la mañana. Que raro de que alguien estuviera al otro lado de la puerta. ¿Ocurría algo? Me levanté despacio, desganada y con cara de pocos amigos. Odiaba que me levantaran a estas horas sin venir a cuento. Giré el pomo y abrí la puerta.
—¿Angela? —dije asombrada, me desperté al instante, viendo a la rubia taparse con la almohada.
—Lo siento, es muy tarde. Es que no puedo dormir... ¿Te he despertado?
—No, no... —¿por qué dije que no?—, adelante, pasa.
—¿De verdad que no te he despertado? —dijo mirándome a los ojos.
—Estaba apunto, pero llevaba despierta un buen rato —dije mirando su cara de preocupación.
—Lo siento, es que yo no puedo dormir —dijo la rubia mientras se sentaba en mi cama.
—Tranquila —cerré la puerta—, ¿qué te pasa?
—¿Puedo dormir contigo? —dijo mirando hacia la cama.
—Em... Esto... —me puse nerviosa, lo que menos esperaba es que me pidiera eso.
—Si es una molestia, me voy...
—No, es que me has pillado por sorpresa. Claro que puedes. Yo si quieres recojo algun colchón de la enfermería y...
—Fareeha, quiero dormir contigo. A tu lado... —dijo con una voz triste.
—Sí, claro —noté mi voz con turbulencias— escoge que lado de la cama quieres.
Se tumbó en el lado mirando hacia la pared. Me puse al lado de ella, intentando no invadir su espacio, aunque estábamos en una cama de 90. Miré giré hacia el otro lado contrario de la pared, ya en sí estaba de los nervios y no sé porqué razón. De repente, una mano recorrió por toda mi espalda de abajo a arriba para luego recorrer mi brazo. Angela cogió mi brazo e hizo fuera para que me girara y así lo hice. Le pregunté si le pasaba algo pero no dijo nada. Nos quedamos las dos mirando hacia la pared y es entonces cuando cogió mi otro brazo, enlazó sus dedos con mi mano y lo estrujó contra su pecho. Se quedó dormida enseguida mientras yo le abrazaba, haciéndole la cucharita. La verdad que esta situación me estaba pareciendo muy tierno.
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Cuando abrí los ojos vi el rostro de Angela a pocos centímetros del mío. Me limité a observar cada detalle de su rostro. Sus cejas bien depiladas, sus pestañas largas, sin ninguna arruga, su nariz pequeña y sus labios carnosos. Parecían suaves y mordibles. ¿En que estaba pensando? Miré otra vez su rostro: trasmitía paz. Tenía una cara angelical. Empecé a acariciar y acomodar su pelo. Me tenía hipnotizada. Se podría que era el rostro más bello que jamás había visto. Hasta que abrió los ojos.
—¡Angela! —retiré mi mano y me impulsé hacia atrás de tal manera que me caí de la cama y me llevé las sábanas conmigo.
—¿Fareeha? ¿Estás bien? —preguntó preocupada asomándose al borde de la cama.
—Sí, sí...—dije mientras me quitaba las sábanas de encima—, perdón por despertarte.
—Si cuando he abierto los ojos ya estabas en el suelo. Pensaba que te estaba dando algo —dijo entre risas.
Angela se levantó de mi cama. Dijo que se iba a vestir, que seguramente después de comer partiríamos y nos habíamos levantado un poco tarde. Me quedé mirando hacia la puerta nada más cerrarse y luego observé mi mano. 'Que pelo, que piel tan suave', me dije a mi misma. Me levanté de un saltó y me puse a ordenar. Cuando acomodé la almohada me acordé de la suya. Lo había dejado encima de mi mesa. Lo cogí para llevárselo pero su tacto era también suave y además olía a ella. Me quedé pensando en ese momento en el que estaba junto a mi. ¿Por qué pienso tanto en ella? Suspiré.
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Terminamos de comer y Angela empezó a nombrar a los agentes que querían acompañarla.
—Winston, Tracer, Brigitte, Lucio y... —me miró—, Reindhart. Ana, estarás al mando.
—Espera, ¿qué? —salté sin importar las consecuencias.
—Claro que vienes —se acercó y me tocó la nariz—, no hace falta nombrarte —y me sonrío como aquella vez. Esa sonrisa...
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Fuimos a la ubicación que le mandó Genji a Winston. El mono nos dejó en una cafetería un poco pija. La verdad es que estábamos nosotros por si se torcían las cosas, ya que Winston nos confesó que no sabía de qué palo iba el ninja. Nos sentamos en una mesa redonda esperando a que Genji apareciera. Vi a Ángela un poco nerviosa y le cogí la mano. Y de repente dos hombres con casi el mismo aspecto se sentaron con nosotros.
—¿Genji? —me dirigí a uno de ellos— ¿Dónde está?
—Aquí. Soy yo. Este es el ser que soy ahora —dijo con un voz un poco distorsionada, como si fuera un robot—. Sigo siendo el mismo pero odiaba mi aspecto, no me funcionaban los brazos y no podía andar... quería desaparecer hasta que conocí a Zenyatta —dijo mirándolo a él.
—¿Cómo has sobrevivido? —preguntó Angela.
—Bueno... Verás... —le noté nervioso—. Yo también creía que me iba a morir. No me acuerdo de mucho, tengo destellos. Pero nada más irte, cogieron mi cuerpo y lo tiraron como si fuera basura. Entonces Zenyatta justamente pasó por mi lado y "me reparó". Sustituyó partes de mi cuerpo y ahora soy como medio humano y medio robot. Sino fuera por él, creo que ahora mismo no lo contaría.
—¿Y por qué no dijiste nada? ¿Y tú, Winston? —Angela se encontraba alterada.
—Angela, no es mi decisión. Es la suya —dijo Winston intentando calmarla.
—Intenté ir a verte pero no sabía si me aceptarías. Estaba intentando buscarme y Zenyatta me ayudó. Me explicó que todos somos un gusano que al final nos convertimos en una mariposa. Y cuando Winston me llamó, decidí por fin mostrarme cómo soy porque me quiero —dijo con un tono apenado.
—Pues me alegro por ti. He llorado por la muerte de un fantasma y ahora reaparece de la nada —dijo Ángela enfadada.
—Angela... Mírame... Soy un bicho raro. No quería que me vieras así...
—¿Y qué? Genji... yo te quería por encima de todo y ahora lo que siento es... pena. Me da igual como seas, no me enamoré de ti por tu aspecto...
—Te sigo queriendo... —dijo cogiéndole de la mano.
—Lo siento... —apartó sus manos y me miró—, estoy loca por otra persona.
—Es normal... Entonces, Winston, no me queda nada en Overwatch. Seguiré mi camino con Zenyatta —dijo mientras se levantaba con el otro robot y se iba.
Nos quedamos mirando, hubo muchos cruces de miradas cuando Genji partió. Nos quedamos perplejos ante la situación. Winston y Reindhart se disculparon para ir a la base. Nosotros nos quedamos para terminarnos el café. Vi a Ángela un poco decaída y me daba miedo preguntar.
—¿Estás bien? —preguntó Tracer después de un largo silencio.
—Sí. Estoy más que bien —contestó la rubia.
—Es que parece que estás en otro universo...
—¿Es verdad lo que dijiste? ¿Qué estás loca por otra persona? ¿O solo te lo inventaste por rencor? —interrumpió Lucio.
—Lucio, ¿no crees que eso forma parte de mi privacidad?
—Soy curioso —sonrió el brasileño—. Venga, solo tienes que decir si es por eso o es por lo otro.
—Ni afirmo ni desmiento —sonrió.
—Venga ya, yo te digo de quién estoy enamorado —insistió el moreno.
—Lucio, no estamos jugando y no me interesan tus relaciones —dijo la rubia.
—Fareeha, tu compañera es una aburrida —dijo Lucio poniendo cara estúpida.
—A mi no me metas que es cosa vuestra —dije sonriendo, aunque también tenía curiosidad.
—Venga ya, doctora. Estamos entre amigos. Nos conocemos ya —dijo Lucio insistiendo con el tema.
—Si me conoces ya sabrías la respuesta —dijo la rubia guiñando el ojo.
—Eso es que te gusta alguien —intevino Tracer—. Además, estarías todavía de luto si sintieras algo por Genji pero alguien te ha arreglado ese corazoncito.
—Ya vale —dijo la rubia sonrojada—. No tiene importancia. Parecéis niños y ya tenéis una edad.
—A Angela le gusta alguien, a Angela le gusta alguien —dijeron Lucio y Tracer al unísono.
—No queréis que me enfade, ¿verdad? —dijo con un tono de enfado pero su cara dilataba que estaba de broma—. Terminad el café que nos vamos.
—Pharah, tú sabes quién es, ¿verdad? —me preguntó Lucio otra vez retomando al tema—es que estáis siempre juntas y seguro que te lo cuenta a ti todo.
—O a lo mejor le gustas tú —dijo Tracer dirigiéndose a mi y, acto seguido, vi como Angela casi se atragantaba con el café.
—¿Estás bien? —pregunté ignorando lo que acababan de decir.
—Si, si... Es que se ha ido por el otro lado —dijo Ángela con algunas lágrimas en los ojos causados por la tos.
—Seríais una pareja perfecta —dijo Lucio mirando con ojitos.
—Vale ya, Lucio. Lo que sienta o deje de sentir Ángela o cualquier otra persona es cosa suya —le dije a Lucio aunque también me dirigí a Tracer—. Vamos, os invito yo. Tenemos mejores cosas que hacer —dije mientras me levantaba para pagar.
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