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Capítulo 24. Misión rescate, ola de hielo

Fuimos por las calles sin importar qué persona nos mirara con cara rara ya que íbamos con los equipos. Miraba a Ángela de vez en cuando porque no quería que se sintiera mal por la pregunta de Mccree sobre Genji pero se veía absorta con las calles de París. Nos quedaba poco para llegar a la ubicación donde se encontraría Tracer.

—¿Cómo es que ya no estás con los agentes de Overwatch? —pregunté intentando romper el hielo.

—¿No te lo han contado? —sonrió.

—No, ni si quiera sabía que existías —dije devolviendo la sonrisa.

—Eso es un golpe bajo —dijo estrujándose las manos en el pecho—. Bien, es que me ofrecieron otro negocio.

—¿Y te fuiste sin más? —pregunté asombrada.

—Se enamoró —interrumpió Ángela.

—Por ahí van los tiros —dijo el vaquero guiñando el ojo.

—Así que dejaste Overwatch por amor, qué bonito.

—De bonito nada, está en busca y captura por robar una gran cantidad de oro—señaló la rubia.

—Es que me enamoré de una ladrona y traicioné a Overwatch. Podría haber esperado a que se disolviese —dijo riéndose.

La verdad es que me pareció bonito de que alguien lo dejase todo por amor, aunque eso le convirtiese como el malo malísimo. Sin embargo, veo que aunque Mccree haya tenido esos problemas con Overwatch, ni Winston ni el vaquero no han tenido la necesidad de enfrentarse el uno al otro. ¿Qué por qué pensaba eso? Porque los dos sabían donde se encontraba el uno y el otro ya que Winston solo tenía que rastrear el móvil de Mccree al igual que el vaquero podía ir a la base donde estaba el mono. Seguramente todavía se tenían cariño y dejaron apartado su caso.

Llegamos a la ubicación pero era un callejón sin salida. Nos quedamos extrañados mirando alrededor pero todo era ladrillo. No había ni ventanas ni puertas. Me quedé pensando en el por qué nos habían reunido aquí y de repente me vi desprendiendome hacia abajo. Active mis motores y permanecí en el aire. Miré hacia arriba y vi a Ángela y a Mccree asomados a lo que viene siendo como una trampilla.

—¿Estás bien? —preguntó el vaquero— creo que nos han abierto la puerta.

Bajaron por las escaleras. ¿Estaban escondidos como en una especie de alcantarilla? Cogí la linterna y empezamos a andar y vimos que la 'alcantarilla' era una especie de escondrijo antiguo. Las paredes estaban pintadas, y habían sillas y mesas. Definitivamente alguien ha estado aquí. Mccree se adelantó mientras que Ángela y yo observábamos poco a poco todo el camino. Cuando miré al frente Mccree ya no estaba. Le di un toque de atención a Angela para que confirmara que el vaquero había desaparecido.

—¿Mccree? —dijo la rubia.

—¿Dónde estás, Mccree? —pregunté yo.

—No tiene gracia, sal de dónde quieras que estés. Es muy peligroso, está oscuro y estamos en una misión —dijo Angela enfadada.

—¡Bu! —saltó Mccree detrás nuestra haciendo que Angela me abrazara con fuerza.

—Pero, ¿qué haces? ¿Tienes cinco años? —dije enfadada.

—Vamos, no es para tanto. Además, creo que es por ahí —señaló Mccree.

Vimos una puerta prácticamente nueva. Era de acero reforzado. Nos acercamos y tocamos la puerta a ver si alguien nos abría pero nada. Nos miramos los tres y decidimos abrir la puerta. Cogimos el pomo y al girarlo, descubrimos que la puerta estaba abierta. Abrimos con cuidado y vimos que nos adentramos en una sala blanca y grande. Al otro extremo de la puerta había una mampara grande como si al otro lado fuera una sala de interrogatorio pero más grande. Solo había una mesa y dos sillas en medio de la sala. Los tres decidimos acercarnos cuidadosamente. No nos lo podíamos creer, estaba Tracer con Amélie y otra persona más. ¿Dónde estaba la tercera?

—¡Tracer! —gritó Ángela.

—Por fin habéis venido —dijo una chica detrás de nosotros y cerró la puerta con fuerza—. Los archivos, venga.

—Suelta a Tracer primero —solté.

—Vuestra amiga está ahí. Venga, dejadlo ahí.

—La chica primero y luego tendrás todo lo que quieras —dijo el vaquero.

Amélie cogió su arma y rompió el cristal para no dar toda la vuelta quizá, ya que al otro lado de la mampara no se comunicaba con ninguna otra puerta a la sala que nos encontrábamos. Cogieron a Tracer y la tiraron enfrente de nosotros.

—¡Lena! ¿Estás bien? —fue Ángela hacia ella pero la detuve porque vi a Amélie apuntando a Tracer.

—Los archivos, ya —exigió la morena.

—Te lo dejo aquí —puse el pendrive encima de la mesa.

Tres bien —dijo Amélie.

—Es... Una... Trampa... —musito Tracer.

—¿Qué? —intenté entender lo que decía pero era tarde.

—Lo siento chicos, no es personal —dijo la chica apretando los grilletes en nuestras muñecas. No sabía ni como lo había hecho: aparecía y desaparecía de la nada. No hicimos nada porque Amélie nos estaba apuntando—. Espero que salgáis de esta.

De repente cogió como una especie de interruptor y presionó el botón mientras cerraban la puerta. La sala blanca se llenó de luces rojas y por un momento pensaba que íbamos a volar por los aires, pero de repente hizo frío. Se estaba enfriando la sala.

—Ven, que te los quito —dijo Mccree quitándome los grilletes— es lo bueno de ser ladrón, sabes escapar siempre y los grilletes son como un juego.

—Tracer, ¿cómo te encuentras? —dijo la rubia intentando incorporarla.

—Avisa a Winston. Tenemos que salir de aquí o moriremos congelados — dijo Tracer abrazándose a sí misma.

—Winston, ¿me oyes? —dije por el pinganillo, pero no obtuve respuesta—. Creo que no hay cobertura.

Intenté abrir la puerta varias veces pero estaba dura de roer. Se estaba helando cada vez más la sala. Tracer se la veía débil ya que se sentó con Mccree y estos se abrazaron. Yo intentaba golpear la puerta cada vez más fuerte pero nada.

—Fareeha, es inútil... —me dijo la rubia cogiéndome el hombro.

—¿Y qué hacemos? ¿Me quedo aquí mirando las paredes hasta que todo se congele sin saber si nos van a rescatar? —dije alterada.

—Tranquilízate, por favor. No irás a ninguna parte si no mantienes la calma. Además, Winston es listo. Seguro que está viniendo para acá.

Me rendí ante la rubia. Puede que estuviera en lo cierto pero no me gustaban los espacios cerrados y menos con este frío. Esos tres lo tenían planeado muy bien: no ir a ningún sitio descubierto por si podíamos escapar por el aire o no ir a un edificio por si nos íbamos por el suelo. Vi a Tracer débil y se acurrucó al lado de Mccree. Empezaba a tener frío cuando me calmé y lo único que nos quedaba era esperar. Me senté en la mesa mirando al suelo mientras que la rubia se acurrucó con ellos. Estaba desesperada, lo único que quería era derribar esa puerta e ir hacia la base y decir "misión cumplida".

Empezaba a tener más frío, vi como Mccree arropaba bien a Tracer, la pobre estaba tiritando. No sé cuánto tiempo llevábamos ahí, pero parecía una eternidad. ¿Cómo nos iban a encontrar en un sitio así? Fui hacia el otro lado de la mampara donde nos habíamos encontrado a Tracer atada. Intenté forzar la puerta del otro extremo de la habitación pero nada, era igual que la otra. Vi como unas manos se enlazaron en mi vientre.

—Vamos a estar juntos y a darnos calor —me dijo Ángela mientras me abrazaba, noté su voz apenada.

Nos sentamos todos juntos frente a la puerta en la que entramos. Tracer empezaba a caer del frío y Mccree intentaba siempre despertarla. Angela con su bastón le daba energía para que se sintiera mejor, pero cada vez que lo usaba se debilitaba ella también. "Por favor, Winston, ven pronto. No nos queda mucho tiempo", supliqué. Tracer empezó a cerrar los ojos y esta vez no se despertaba. Mccree intentaba acurrucarla pero también estaba cansado y empezó a cerrar los ojos también. Angela dejó de abrazarlos y me abrazó a mi.

—Oye, morena. Gracias por todo. Me ha alegrado verte y que estés echa todo una mujer —me dijo entre cerrando los ojos.

—¿Qué dices? Ángela, vamos a salir de aquí. Solo un poco más —le supliqué con los ojos vidriosos.

—Lo siento mucho por haber sido tan dura contigo. No tenías la culpa de nada —empezó a acariciarme la cara—, eres un sol. Eres increíble y eres fuerte. Y a mi —dijo acercandose—, me... me... gu.. —dijo cayéndose en mi pecho y cerrando los ojos.

—Angela, por favor. Aguanta un poco más —le supliqué una vez más.

Vi a todos con los ojos cerrados y tendidos. Recé a los siete dioses para que alguien nos sacará de aquí. Y parecía que me habían escuchado porque la puerta se derrumbó a causa de una explosión. Winston, Reindhart y Ana entraron. Al parecer cuando se cortó la comunicación, justo antes de eso, Winston escuchó por el pinganillo que la chica dijo que el ratón había entrado en la trampa. Reindhart cogió a Mccree y Winston a Tracer. Mi madre quería coger a Ángela pero le dije que yo estaba bien y me encargué de llevarla. Salimos a la superficie y nos atendieron los paramedicos que estaban en la zona. Para mi sorpresa, vi a Junkrat con Mei y los policías.

—Mamá, ¿qué hace tu colega aquí? Y tú, ¿qué haces fuera de la base? Tienes la condicional.

—Me da igual... si corre en riesgo tu vida, pequeña, siempre estaré contigo. Junkrat nos ha ayudado con los explosivos. Mei está con él por si se le ocurría hacer alguna que otra trastada, pero lo ha hecho bien —vino y acarició mi mejilla—. Oh, habibti, menos mal que estás bien. Tú y todos los demás. Nos vamos a casa.

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